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Tatuaje 58

Tao dobló por el pasillo con la bandeja de comida para Mingyue. A esa hora de la tarde donde el atardecer comenzaba a caer era cuando el chico solía encerrarse y concentrarse en su trabajo. El lobo se enorgullecía de sí mismo de tenerle una rutina de comida para que así no perdiera peso. Todo lo contrario. Había ganado las libras que necesitaba para estar totalmente saludable.

Para su sorpresa no lo encontró en su estudio sino sentado en el borde del pasillo del patio. Arriba de sus hombros tenía una túnica de Yenhuo que lo cubría de la suave brisa de la pronta noche.

-¿No estás trabajando?- le dijo dejando la bandeja a su lado y sentándose.

Mingyue le sonrió y negó con la cabeza.

-Ya tengo todo el trabajo adelantado. Puedo tomarme de dos a tres días de descanso- alzó sus hombros- Realmente quiero tomarse estos días-

Tao no entendió la razón. Mingyue solía trabajar para alejar la ansiedad que provocaba estar lejos de Yenhuo. Eran parejas enlazadas después de todo. Aun no entendía como habían estado tanto tiempo separados y no se habían derrumbado.

Si, si lo entendía.

-Hoy…vino de nuevo- la voz de Mingyue salió en un murmullo mientras su vista se perdía a lo lejos. El cabello se removía sobre su rostro y espalda.

-¿Quién vi…?- pero no había necesidad de terminar la pregunta- ¿Lo sabías?-

Mingyue asintió.

-Desde que me mudé sé que viene a verme al menos de tres a cuatro veces por semana aunque siempre se mantiene lejos- su expresión fue nostálgica.

-¿Estás molesto con él por hacerlo? A pesar de que dijiste que querías tu espacio-

Mingyue volvió a negar.

-No estoy molesto. Al principio pensé muchas cosas, estaba muy confundido pero después me di cuenta que él lo necesitaba. Como yo también. Nunca me imaginé que separarnos podría ser tan duro-

-¿Y ahora?-

Mingyue lo miró. Sus ojos estaban tranquilos. La turbulencia que ellos tenían hacía años atrás se había esfumado.

-Creo que estamos preparados para vernos de nuevo. Me parece que ya tomó su decisión…y yo también-

Tao miró hacia el horizonte sabiendo que en esos momentos su señor, Yenhuo, los estaba mirando desde lejos. Desde los límites del bosque que se encontraba cerca de la mansión.
Desde que se habían separado, Yenhuo no había estado lejos. Había vigilado a Mingyue solo para verificar que estaba bien. Eso sí, nunca se acercó más de esa distancia.

-Tao. Estaré bien. Puedes volver-

-¿Estás seguro?-

-Hay dos personas esperándote en tu cuarto. Más bien, dos lobos- Ayue le sonrió y Tao en consecuencia se sonrojó.

-¿Cómo…cómo lo sabes?-

Mingyue se rio.

-Los vi llegar muy silencioso anoche cuando salía a tomar aire- señaló su cabeza- Insomnio-

Tao bajó la cabeza.

-Esos dos malditos, ni siquiera pueden hacer nada bien-

Mingyue se rio tapándose la boca.

-Al menos ellos han sido insistentes a pesar de que siempre intentas apartarlos-

Oyó a Tao chasquear la lengua.

-Ellos vinieron por sus propios medios y se colaron en mi cama aludiendo que estaban cansados y se quedaron allí. Les daré una patada de vuelta a su casa en cuanto despierten- puso sus manos en su cintura- Y tú no te rías más- le gruñó dándose la vuelta.

Mingyue mantuvo la sonrisa hasta que Tao volvió a desparecer y dirigió su mirada al frente. Bueno, ahora le tocaba a él ponerse en marcha. Se desplazó hasta el suelo y se acomodó la gran túnica de Yenhuo alrededor de su cuerpo. Su corazón comenzaba a latir dentro de su pecho. Era un sentimiento agradable.

Comenzó a caminar en dirección a los límites de la mansión. Sus manos picaban y había un ligero sonrojo en sus mejillas. No pudo evitar sonreír ligeramente. Porque después de tanto tiempo vendría el momento que esperaba. Pero esta vez ni él era el mismo y esperaba que para el lobo fuera lo mismo.

No pasó mucho tiempo para que los grandes troncos de los árboles estuvieran alrededor de él y el olor de las hojas y el follaje llegara a él. Era un aroma suave pero que a veces olía sobre el cuerpo del gran lobo. Su pecho se apretó. Estaba ansioso.

¿Serían esta vez capaz de estar juntos…sin problemas?

Eso nadie lo sabía.

Caminó un poco más sintiendo el suelo suave debajo de sus zapatos hasta llegar a un suave claro cubierto de hojas. Pero eso no fue lo que atrajo su mirada. Los rayos dorados y rojizos del sol del atardecer bañaban la estancia y el cuerpo peludo oscuro que salía con paso pausado de los árboles del fondo. Mingyue tragó en seco y también se acercó hasta que estuvieron separados solo por unos 8 metros. Aún estaban tan lejos uno del otro pero a la vez tan unidos.

Sus miradas se encontraron y un destello de electricidad recorrió a Mingyue. Habían sido tres largos años. Si, donde él había cambiado como persona en muchos sentidos. Donde había evolucionado y madurado. Lo había decidido él, pero ahora mismo, después de sentarse y pensar en todo lo que había pasado estaba preparado para disculpar.

Se dejó caer de rodillas sobre el lecho de hojas y extendió la mano. El lobo se quedó quieto un momento mirando, analizando para después moverse cauteloso hacia Mingyue. Como si aún durara si podía acercarse a él. Pero cuando Mingyue le sonrió, este pareció más seguro estiró su morro hasta que su nariz hizo contacto con la punta de los dedos del humano.

Ambos temblaron y Mingyue no puedo evitar soltar un suave gemido. Este inocente sonido hizo que el lobo derribara al humano dejándolo completamente acostado sobre las hojas. Mingyue se quedó allí sumido en la embriagadora mirada y olor del gran lobo sobre él. Sonrió levemente y alzó sus brazos hasta que sus dedos se enredaron en el denso pelaje de su cuello. Era suave, más que como lo recordaba.

Se sentía tan bien.

Lo había extrañado.

El lobo por su parte bajó la cabeza y le lamió suavemente la sien. El animal se estaba comportando tan raro, tan delicado, como si pudiera romperlo con su toque, como si dudara que tenía derecho de tocarlo. Y Mingyue quería más. Su cuerpo estaba caliente de arriba abajo ansiando el delicioso toque de su pareja. Había sido demasiado tiempo y el lazo entre ellos necesitaba reforzarse entrelazándose.

Y ambos estaban consiente de esto

Las lamidas del lobo se desplazaron, suavemente, desde su sien hasta su mejilla, su oreja, su mandíbula pero cuando se acercaron a su boca, la sensación fue diferente. Mingyue no se había dado cuenta cuando había cerrado sus ojos. Solo supo que cuando los abrió ya no estaba el animal con el que se había encontrado al inicio. En su lugar estaba el hermoso cuerpo y rostro que le hizo soltar un gemido ahogado.

Yenhuo, su lobo. Su pareja.

Sus manos que ahora estaban sobre los hombros duros y tensos se desplazaron y abrazaron su cuello y lo atrajeron hacia él. Pronto los labios de Yenhuo estaban sobre los suyos y fue la mejor sensación que pudo sentir en todos esos años.

Ante este acto la tensa espalda de Yenhuo se relajó. Había aceptación. No el rechazo de antes, ese que le había hecho darse cuenta que había cometido un grave error. Y eso lo hizo sonreír y gemir contra la boca de Ayue, su Ayue, reforzando el beso. Volviéndolo más profundo.

Ambos temblaron cuando sus lenguas hicieron contacto. Querían tanto aquello. Demasiado. Ese tiempo separado fue duro pero necesario. Ahora la recompensa era mayor. Y sus manos picaban por ir por más.

Los dedos de Yenhuo acunaron su cadera alzándola un poco para que se uniera con la de él. La fricción de la tela contra su cuerpo desnudo fue molesta. No quería eso, quería sentir el calor de su pareja. Lo necesitaba pero se contuvo.

No tocaría a Mingyue más de lo necesario si él no quería. No quería volver a hacerle daño. Era un lobo dedicado a sus parejas por lo que cuando había visto al chico tan destruido por su culpa, eso lo derrumbó.

Y Ayue percibió esto. No habló. En esos momentos no era necesario. Las palabras estaba de más. Ahora solo quedaba quemar el calor del momento y ya después con la mente más fría hablaría.

Mingyue soltó el cuello de Yenhuo y llevó sus manos al cierre de su ropa y comenzó a soltarla. Arriba de él, Yenhuo solo esperaba, parecía ansioso y sus ojos brillaron al reconocer de quein era la túnica que llevaba encima.

Y no pudo evitar relamerse los labios cuando el chico se abrió la ropa mostrando su pecho y abdomen aún más relleno que antes pero aun plano. No llevaba pantalones, estaba completamente desnudo de la parte de abajo, como si hubiera estando esperando este momento.

Yenhuo gruñó en su garganta y se abalanzó contra su boca nuevamente. Ansioso, sediento, hambriento de su pareja. Su mano recorrió el pecho del chico pero con el nivel de excitación de ambos no hacía falta juegos previos. Es que no lo resistirían. Necesitaban estar juntos, ser uno solo. Así lo dictaba el enlace, y sus corazones.

No lo había perdonado directamente con palabras. Solo que con el tiempo Mingyue aprendió que vivir siempre amarrado al pasado solo le daría depresión. Si, le había mentido, para protegerlo, lo había tratado como si fuera un frágil vidrio. Entonces solo quedaba enseñarle a Yenhuo que él era tan fuerte como él y que los dos podía seguir adelante confiando un en el otro.

Pero no pudo pensar más en eso al sentir los grandes dedos del lobo acariciar su erección que estaba dura y goteando. No se quiso imaginar cómo estaría la del mayor. Intuitivamente abrió más sus piernas donde estaba ya el lobo dándole acceso al lugar que quería.

Si interior latía solo queriendo ser llenado y estaba acostumbrado a esa sensación. La vivía cada noche que pasó apartado de su pareja. Solo que esta vez si sería complacido.

Esta vez si sería llenado.

Que les pareció su encuentro,después de 3 años?

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