Tatuaje 39
Yenhuo entró caminando rápido por la puerta de la casa que encontró abierta. Sus hermanos y Tao se le habían adelantado. Más bien los primeros habían huido del segundo, al parecer sin mucho resultado. Como era de esperarse. Tao era un lobo preparado y con un alto grado de entrenamiento.
Al recorrer el jardín principal encontró a los dos lobos menores, boca abajo, colgados del árbol sobre el estanque. Tenían tanto sus manos y pies amarrados así como sus bocas tapadas, posiblemente para que no hicieran mucho ruido. A Yenhuo le molestaba el exceso de sonido. Quizás por eso su pareja no le hacía perder la paciencia. Era alguien muy tranquilo y esa era una de las cualidades que más le gustaba de él.
Por eso es que Yenhuo les había advertido que no se metieran con Tao. No lo mantenía a su lado por gusto, quitando otras razones. El lobo era realmente fuerte e intimidante cuando estaba realmente molesto.
-Mi señor- y precisamente a él lo vio salir de su cuarto con un rostro tranquilo. Qué bien se sentía la venganza- Ya preparé su cama y dejé las condiciones preparadas-
Yenhuo asintió con la cabeza para después señalar a sus hermanos con la mirada.
-¿Qué vas a hacer con ellos?-
-¿Se refiere a la nueva comida para peces?- sonrió al punto que hasta Yenhuo se estremeció- Todavía falta que compre mañana el caimán para que todo sea perfecto. O quizás alguna especie exótica con muchos dientes-
El lobo mayor suspiró.
-Al menos que sus manos y cerebro funciones. Los necesito para que me traduzcan el mapa en el cuerpo de Mingyue. Por otro lado, lo que te hicieron...-
Un sonrojo apareció en el rostro de Tao y evitó la mirada de su señor con un poco de vergüenza.
-Solo olvidaremos el asunto y les daré un escarmiento-
Yenhuo no hizo más hincapié aun sino comprendía su reacción. Esperaba que estuviera realmente molesto por haberlo forzado. Pero era todo lo contrario. Acaso...
Al ver que su señor no decía más nada Tao se enfocó en el chico que estaba con la cabeza recostada sobre el hombro de su pareja.
-¿Cómo está?- Tao no tenía muchos recuerdos de aquel momento, pero si podía recordar las ganas de ser llenado y de ser tocado.
Al otro día, cuando había abierto los ojos y se encontró desnudo junto a los dos hermanos simplemente corrió. El trauma había sido tan grande que lo había guardado muy dentro de él pero ahora que el tema había salido a la luz como que las imágenes estaban muy claras.
-Yo me ocuparé de él- lo recargó más hacia arriba- Esperemos a ver cómo termina mañana-
-Solo recuerde mi señor, que él es humano y un chico, y no importa el afrodisiaco que le hayan dado eso no cambia la naturales de su cuerpo-
-Ve a descansar- Yenhuo no quiso continuar con la conversación. Él sabía muy bien hasta donde podía ir con el chico y sus límites. Además el suave aroma que salía de este humano lo estaba volviendo loco.
Una vez que entró y que Tao cerró la puerta de la habitación, se acercó a la mullida cama y se inclinó para dejar a Mingyue sobre ella. Pero no se esperó que los brazos y piernas del menor, se aferraran él con fuerza y lo atrajeran hacia el colchón cayendo sobre él. Estaba despierto. Ayue abrió los ojos y a pesar de la respiración sofocada y las mejillas sumamente rojas sonrió hermosamente y después besó los labios del lobo. Con entusiasmo.
Yenhuo no tuvo la fuerza de voluntad para negarse y antes de que se diera cuenta se estaba frotando con el cuerpo caliente debajo de él. Mordía los labios carnosos, los chupaba. Su lengua se había metido de intrusa en la cavidad del menor y repasaba cada parte queriendo llegar más profundo.
Se separó renuentemente con los labios manchados de saliva. El chico no estaba en mejor estado. Pero no podía simplemente hacer aquello sin antes estar seguro. Enterró su nariz en el delgado cuello y aspiró buscando otra cosa por encima de la fragancia exquisita de su pareja y lo encontró. Alzó la cabeza con los ojos dilatados.
-Mingyue, atiéndeme- ahuecó la mejilla del menor para que prestara su atención en su rostro y no en su cuerpo y como podía desnudarlo- ¿Estás seguro de esto? Si no nos detenemos ahora llegaremos al final-
Lo que había llegado a su nariz no era un afrodisiaco tan fuerte como se esperaba. Si, ponía el cuerpo en un estado de excitación total pero que solo se activaba con las feromonas del lobo al cual quería. Y Yenhuo lo había inyectado de sus feromonas durante toda la tarde marcándolo como suyo. Si Mingyue había reaccionado así era porque realmente quería estar con él.
Ahora entendía la reacción de Tao y su sonrojo. Había pensado por un momento que sus hermanos lo habían forzado, si ese hubiera sido el caso prepararía un castigo digno de sus acciones. Pero no sería necesario. Al parecer su asistente no era tan de hielo como se mostraba.
Una sonrisa cruzó la boca de Mingyue y abrazándose nuevamente al cuello del lobo se alzó y le dio un profundo beso en la mejilla que le indicaba una sola cosa a Yenhuo. Soy tuyo. Y eso hizo que todas las trabas del mayor se fueran por la borda
-Maldito niño- protestó el lobo alzándose en sus rodillas y desatándose la túnica superior tirándola al suelo.
Sentía su cuerpo acalorado como nunca antes. La sensación de tener a un compañero volvió a florecer dentro de él recordándole lo bien que se sentía hacer el amor con él y no como cuando lo hacía con cualquiera. Incluso era mejor que con su anterior pareja. Luego se bajó la interior hasta que bailó en su cadera debido al cinturón y se inclinó cogiendo las manos de Mingyue que ya no sabían donde estar y las posó sobre su pecho- Tócame- su voz salió casi como en un gemido.
Los suaves dedos de Ayue pronto recorrieron la piel tersa del bien formado torso del hombre sobre él repasando la clavícula, su cuello, sus hombros, sus pectorales. Su rostro parecía fascinado con la figura perfecta.
No era la primera vez que lo tenía desnudo delante, pero si la primera que podía tocarlo con la libertad que le diera en gana y era realmente delicioso. Todo su cuerpo se estremeció ante este hecho. Nunca se imaginó que podría hacerlo o que el lobo lo dejara. Sonrió. Su mente podía estar algo acalorada y alocada pero su raciocinio estaba presente.
Sus manos siguieron tocando hasta llegar al abdomen muy marcado y Yenhuo gimió ante la cercanía de esas manos a su parte más sensible. Le agarró las muñecas y se las puso por encima de la cabeza contra las sábanas.
-Vamos a ir suave- el olor a excitación del humano era fuerte y delicioso. Yenhuo le besó la mejilla y la punta de la nariz ante el puchero de Migyue por haberle quitado su entretenimiento. Se notaba que lo estaba disfrutando.
El lobo no pudo evitar reír suavizando sus rasgos y se inclinó para lamer su oreja y morder su lóbulo. Lo sintió gemir debajo de él.
-Te oyes bien, Ayue- murmuró y el gemido fue aún más audible.
Mingyue se mordió los labios. Era la primera vez que lo llamaba por su apodo y viniendo de él era algo completamente diferente. Los besos se extendieron a lo largo de su cuello estimulando cada nervio de su piel y dejando marcas rojas por donde los labios del lobo pasaban.
-¿te gusta?- el lobo comenzó a bromear con él para hacerlo hablar. Tenía ganas de conocer sus pensamientos respecto a esta situación.
-Hmm- asintió con un poco de timidez haciendo que pareciera aún más lindo ante los ojos de su pareja. Yenhuo gruñó con su garganta y sus manos se desplazaron hacia el borde de la extravagante túnica encontrando que quizás debía haber buscado una mejor oportunidad para que la usara. Eran metros y metros de tela que le impedía llegar a la cálida piel de debajo.
Chasqueó la lengua y lo primero que hizo fue meter las manos por debajo de la estrecha cintura buscando el cierre de la primera cinta del elaborado cinturón. Una tarea para nada fácil cuando tenía a alguien tocándole de aquí para allá y removiéndose. Al final suspiró y agarró la barbilla del menor.
-Ayue, tenemos un gran problema. No puedo quitar tu ropa- alzó una ceja- Necesito que cooperes-
El chico se quedó mirándolo por unos segundos analizando sus palabras para después sonreír pero al final no detuvo sus movimientos. Sus muslos se rozaban con los costados de la cadera del hombre entre ellos. Yenhuo, sabiendo que no podría ni tendría la paciencia para deshacerse de toda aquella ropa por la buena agarró los bordes de cinturón y de un simple movimiento lo desgarró. Inclinó la cabeza hacia un lado.
-No era tan difícil después de todo-
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro