Tatuaje 30
La superficie dura y áspera de un árbol terminó en la espalda de Mingyue cuando fue arrojado sin mucho cuidado contra él. Antes de que pudiera protestar o retomar la compostura, el cuerpo grande de Yenhuo lo atrapó fuertemente y sus labios fueron sellados con violencia.
El cuerpo de Mingyue se estremeció ante la invasión sin cuidado del Lobo. Su beso era tan fuerte que uno de sus labios se rompió y a pesar de que él quería separarse le era imposible. Pronto sus piernas comenzaron a temblar y se agarró de la espalda de Yenhuo. El lobo devoraba cada parte de su boca, sus colmillos pinchaban la lengua de él y su conciencia estaba dispersa en una nebulosa.
La boca de Yenhuo lo liberó y se desplazó hacia su cuello mordiendo la piel de su cuello, allí donde el pulso latía desenfrenado. Los duros dedos se enterraban en la piel de su cadera causándole dolor. Mingyue ahogó un gemido. Él era un humano, le era difícil resistir la fuerza de un lobo y más cuando este estaba en esta situación. Había notado los ojos dorados y Yenhuo. No era él el que estaba al mando en este momento, era su naturaleza salvaje y dominante.
Entonces lo comprendió.
Rodeó con sus brazos la cabeza del mayor y reguló su respiración antes de hablar.
-Calma, tranquilo- enterró los dedos en su cabello- Estoy bien-
Si él estaba tan alterado tenía que hacer algo. Yenhuo se había tensado considerablemente en el momento que habían mencionado que jugarían con su cuerpo, así que si le decía que estaba bien, tal vez eso lo tranquilizara.
-Estoy aquí, en tus brazos, mírame, estoy bien- le susurró suave, como si estuviera tranquilizando a un enorme perro rabioso, pero esta vez había dolor en su pecho, no quería verlo de esta manera.
El enorme cuerpo temblante y rígido de Yenhuo se fue aflojando poco a poco hasta que su respiración fue contante y soltó el cuello de Mingyue. El chico acarició su nuca y oyó un suave gruñido contra él de satisfacción. Le pareció ahora un cachorro mimando. La lengua áspera y a la vez suave y cálida del lobo, lamió la marca de sus dientes recogiendo la sangre que se desplazaba por la piel marcada del chico.
Breves minutos después alzó la cabeza. Sus orbes habían retornado a su color habitual y lo miraban otra vez con su rostro serio. Mingyue de cierta forma que estuviera otra vez fuera de control, de esa forma el lobo era más sincero con sus emociones. Este rostro de ahora no lo podía leer, era difícil saber que corría por la mente de Yenhuo.
Se quedaron algunos segundos mirándose y la cabeza del lobo bajó y lamió el labio herido con cuidado para después abrazarlo enterrando su nariz en el cabello de Mingyue. Este le acarició la espalda suavizando los nudos que encontraba, por encima de la tela.
-No vuelvas a hablarme como si fuera un perro- lo oyó murmurar.
El chico se rio. Era irónico que después de todo lo que estaba pasando eso era lo único que decía.
-No lo volveré a hacer-
Yenhuo entonces lo soltó y fue cuando notó los restos de sangre en las manos del chico. Frunció el ceño. El rostro de Mingyue se ensombreció.
-Yo...yo, creo que maté a alguien- bajó su cabeza. La sensación de cuando había enterrado en cuchillo era muy vivida dentro de él.
Una mano grande acarició su cabello revolviéndolo.
-Hay momentos que hay cosas que no se puede evitar. No pienses mucho en ello-
Mingyue le sonrió levemente. A pesar de que Yenhuo había de seguro eliminado a todos los que se habían cruzado en el camino su ropa estaba impecable, apenas sucia, en cambio, las mangas de su túnica estaba manchada otra muda de ropa que tenían que desechar.
Yenhuo se giró y caminó agarrándolo de la mano y tirando de él. Mingyue lo siguió sin decir nada y pronto estuvieron de vuelta con Tao que tenía los brazos cruzados en su pecho. Una expresión de preocupación surcaba su rostro.
-Nos vamos ya- Yenhuo ordenó pasando por su lado dejando al lobo contrariado.
-¿qué hiciste?- le preguntó a Mingyue que era jalado por el lobo.
-Tratarme como un perro- protestó su señor con los dientes apretados.
-¿Un perro? ¿Cómo un perro?- Tao casi gritó alejándose detrás de ellos.
-Una larga historia- Mingyue sonrió observando por encima de su hombro el grupo de cuerpo que dejaban atrás. Para su sorpresa algunos se movían ligeramente. ¿No estaban muertos? Al menos no todos.
Yenhuo volvió a cargarlo y recorrieron el resto del camino hasta que el sol se escondiera tras las montañas y la capital se hizo visible. Mingyue nunca había estado allí. Había escuchado que era un lugar con grandes casas, mucho bullicio y el centro de la riqueza pero el lugar no le hacía gala a los comentarios. Era como diez veces más rica que el pueblo donde vivía. No pudo evitar abrir la boca de la impresión al entrar por la puerta central.
-Hermoso ¿No?- Tao pareció cómodo con estar allí, más bien feliz.
Yenhuo se quitó la capa de él y la lanzó sobre la cabeza del chico cubriéndolo y pasando un brazo sobre sus hombros. Lo instó a caminar y Mingyue no tuvo más remedio. Quizás otro día tendría la oportunidad de apreciar todo aquel lugar con más detenimiento. Pero con su condición y el ataque de esa mañana no era lo más recomendable.
Caminaron por al menos veinte minutos evitando las personas que se cruzaban por el camino. En todo momento Yenhuo lo mantuvo a su lado, en alerta. No parecía que hubiera peligro, pero no podía tener tanta confianza. Doblaron la esquina y entraron en una zona mucho más tranquila que la anterior, a Mingyue le recordó la casa anterior del lobo y se detuvieron delante de una puerta negra y de delicioso tallado.
Tao buscó en su cinturón y sacó la llave encontrando que la puerta estaba abierta. Su cuerpo entero comenzó a tensarse y a sudar.
-Mi señor- su voz era inestable- Ellos...ellos- lo miró con los ojos muy abiertos- ellos están aquí-
-Dime algo que no sepa- Yenhuo le pasó por al lado llevándose a Mingyue al interior, se giró y le sonrió de lado a su sirviente- Se fuerte, no los puedo controlar-
El sudor que antes recorría a Tao se volvió más denso y dio un paso atrás. Estaba valorando seriamente en volver, de todas las personas del mundo con quien menos quería tener contacto era con los hermanos menores de Yenhuo. Esos lobos se volvían su segunda piel cuando estaban cerca de él y aprovechaban para pasar sus manos por cualquier parte de su cuerpo no importara cuantas veces los amenazara. Aquello era una total pesadilla.
Aun dudando si su integridad estaría completa para el final de la semana como siempre se preguntaba, entró detrás de su señor. Rezó por última vez por su bienestar.
Los tres avanzaron por los pasillos oscuros hasta una de las habitaciones que estaba bien iluminada y había bullicio desde dentro. Yenhuo frunció el ceño y dejó a Mingyue junto a Tao antes de entrar y gruñirle a los dos lobos mal vestidos con varia copas de más en sus sistemas. AL notar a su hermano mayor con sus sentidos aturdidos ambos se levantaron tambaleándose.
-Hermano mayor- dijeron en conjunto.
-¿Qué haces aquí?- uno de ellos tropezó hacia él agarrándose de su túnica.
-Vino a hacernos la visita- el otro habló con la lengua casi enredada.
El ceño de Yenhuo se frunció aún más y arrugó su nariz al llegar a él el fuerte olor del alcohol. Agarró a sus dos hermanos del cuello de sus túnicas y los sacó arrastrándolo a pesar de sus protestas.
-Tao, les enfriaré la cabeza a ellos dos antes de hablar, acomódalo adentro y dale algo de comer-
Pero antes de que le respondiera ya Yenhuo arrastraba a los dos lobos menores y los lanzaba de cabeza al lago en el patio central del jardín. A eso se refería con enfriarles la cabeza. Muy práctico.
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