Tatuaje 24
Yenhuo notó el cambio en la reacción del humano. Lo sentía ansioso, nervioso y confundido. Era natural. Estaba pasando por el proceso de adaptarse a su marca. Había hecho un esfuerzo llenado la habitación con su olor en busca de calmar un poco el austero ambiente y que la mente del chico se desviara un poco de la reacción de su cuerpo así como del frío que estaba haciendo, aunque sabía que no era la acción más sana. Mientras más fuerte fuera la presencia de él, más los instintos primitivos de Mingyue se reforzaría.
-Deberías descansar un poco, la lluvia no parará en buen rato y no dormiste en toda la noche- Yenhuo habló como algo normal que debía hacer. Él podía pasar días sin dormir si era necesario pero Mingyue no lo había hecho y además se había alejado bastante del pueblo por lo que debía estar realmente cansado.
Pero no hubo ni un sonido ni movimiento a su lado. Estaba evitando mirarlo desde que se sentó a su lado, pero sus instintos le dijeron que lo hiciera. Grave error. Unos labios se pusieron sobre los suyos sorprendiéndolo. Fue un débil tacto, apenas imperceptible pero suficiente para agitar a la bestia dentro de él.
Mingyue se separó de él unos centímetros, con la mirada desenfocad, como si no supiera que estaba haciendo. La punta de su lengua repasó sus labios como queriendo saborear la esencia del lobo que lo había reclamado y todo movimiento fue seguido por este, que llevó su mano a la nuca del humano y lo atrajo hacia él con fuerza.
La boca de Mingyue se vio, de pronto, invadida por la violenta lengua de Yenhuo que hizo estragos dentro de él. Se enrollaba con la suya, la besaba, la rozaba con sus colmillos, la mordía y la soltaba para hacer los mismo con los labios ya no virginales del chico. EL humano solo era un trapo sin vida en los brazos del lobo solo dejándose llevar por las miles de emociones y temblores placenteros que azotaban su cuerpo.
Yenhuo había perdido el control completamente. Ese simple e inocente gesto lo había cogido con la guardia en baja y su parte salvaje se había ido a flote dejando el instinto de apareamiento en primer lugar. La mano libre de Yenhuo se filtró por la tela apartándola lo más que podía y rozando la piel fría de la cintura del chico y acercándolo a él. Su cuerpo era un manojo de temblores que se adaptó al suyo increíblemente. Bajó las manos a uno de sus muslos sintiendo la piel irregular pero eso no le importó, apretó la zona y la recorrió hasta llegar a su nalga redondeada y que parecía deliciosa para amasar.
El lobo estaba excitado, necesitaba más, aún más, tenía a su vínculo prácticamente desnudo contra él y solo quería abrirle las piernas y enterrarse en él, sin importarle que fuera un chico pero un gemido contra sus labios hizo que la cordura volviera a él. Yenhuo lo soltó y se apartó dejándolo libre. Mingyue se alejó levemente totalmente inestable por su cuerpo sensible todavía por las caricias.
Yenhuo pudo jurar que el chico pasó por todos los colores existentes de la vergüenza hasta que se paralizó. Ni siquiera se había percatado de que tenía la manta mal enrollada en sus caderas dejando la mayoría de su piel marcada y ahora sonrojada a la vista. Era una imagen sexy que sin proponérselo solo lo tentaba más en el estado en que estaba. El lobo sabía que sus ojos debían estar muy dorados ahora, sentía a su animal interno al borde, queriendo salir y devorar al chico llevándolos a la cúspide a los dos y después seguir en las olas del placer, pero él hizo lo más sensato por el momento.
-Duérmete de una vez- le dijo levantándose y caminando hacia la entrada.
Mingyue se quedó quieto mirando la ancha espalda de Yenhuo salir por la puerta preguntándose qué demonios había pasado. Estaba escuchando al lobo hablar cuando su mente de nubló y su cuerpo se movió por sí solo. Para cuando recobró la conciencia de sí mismo estaba siendo casi violado por la boca de ese hombre y sus manos dispersas por todo su cuerpo tocándolo de manera tan íntima...tan deliciosa.
Otra vez Mingyue pasó por todos los colores. No podía recordar mucho de esos escasos momentos pero su piel todavía hormigueaba, sobre todo en los lugares que había tocado. Prefería esa sensación a cuando su piel picaba por dolor. Ahora, lo que le preocupaba era como lo enfrentaría después de que ellos hubieran hecho aquello. Nunca había tenido un nivel de intimidad con nadie antes y estaba realmente nervioso, más no molesto. No le incomodaba las manos de Yenhuo sobre él, no ahora. Se llevó la mano a la nuca y acarició las marcas en su cuello ¿Tal vez se debiera a eso? Tendría que preguntarle más a Tao sobre el tema, no creía que pudiera encarar al lobo sin avergonzarse tanto.
Agarró los bordes de la manta percatándose que casi estaba desnudo y se cubrió nuevamente hasta la mitad del rostro. Apretó sus muslos. Yenhuo lo había visto de seguro, eso complicaba más las cosas. Mingyue estaba erecto.
-Tierra, trágame- murmuró apretando los ojos como si aquello pudiera disipar todo a su alrededor pero era lo suficientemente realista para saber que no. Se giró de lado y se cubrió hasta la cabeza con la colcha. Tal vez debería hacerle caso y dormirse. Con la mente y el cuerpo frío era más fácil pensar, pero su parte baja no estaba de acuerdo. Aunque dormir, para él si era un problema.
Yenhuo se quedó un rato afuera debajo del pequeño tejado. El frío de la lluvia poco hacía para calmar la bestia entre sus pantalones sabiendo perfectamente que su alivio estaba a pocos pasos de él. Pero no tenía la intención de tocar al chico, no la había tenido al principio, sino hubiera sido por ese pequeño desliz, quizás no estuviera pensando ahora, todo el tiempo, como tenerlo bajo él.
-Demonios- maldijo dejando caer la cabeza sobre su palma. Todo su húmedo cabello cayó hacia adelante. Temblaba ligeramente y no de frío. Sus uñas picaban por salir y en sus colmillos todavía quedaba la débil esencia de la sangre del chico después de morderle la lengua.
Él mismo se había metido en la boca del lobo y ahora no tenía idea de cómo salir. No debía de haberlo marcado después de todo, no cuando no pensaba tener sexo con él, una parte esencial en la vida de parejas. Con su relación anterior, recordaba que el sentimiento había sido igual de intenso pero en ese caso él no tenía ningún inconveniente, pero ahora...se puso a analizar ¿Qué lo detenía realmente?
Pues la verdad, nada, solo su propia convicción. Ellos ahora estaban enlazados, Mingyue no tenía compromiso con nadie, él tampoco. La marca de su hermano si era un problema pero si él insistía tarde o temprano podría eliminarla, mientras el otro lobo no se acercara.
Se mordió el labio. Se estaba ahogando en un vaso de agua. Él mismo se había dicho que no volvería a unirse con nadie, el dolor que lo había recorrido al perder a su familia había sido muy grande como para repetirlo y ahora tenía que verse. Con un chico joven a su cuidado. Suspiró y se echó el cabello hacia atrás. Mientras más se negara más difícil lo haría no solo para él, sino también para el chico. Además, había sentido que sus cuerpos eran bastante compatibles, tal vez dejaría correr el agua entre ellos.
Con eso en la cabeza entró nuevamente. El humano estaba acostado dándole la espalda sobre el heno y cubriéndose hasta la cabeza. Parecía todo engurruñado. Con cuidado de acercó y se sentó a su lado. No quería alarmarlo pero estar demasiado tiempo lejos no era consecuente. Recordaba que debía mantener el ojo sobre él.
La manta se agitó.
-¿Estás despierto?- preguntó.
La manta se volvió a agitar sin respuesta y un leve olor salió de ella diferente al del polvo. Yenhuo frunció el ceño y agarró la tela retirándola hacia atrás dejando ver el estado de Mingyue. El chico se aguantaba con fuerza el estómago como si algo se lo hubiese atravesado, sus ojos cubiertos de lágrimas, un hilo de saliva recorría su mentón. Sus caderas temblaban significativamente y de sus labios hinchados salió un gemido.
Yenhuo por primera vez no pudo diferenciar si el sonido era de dolor o placer. Esperaba que fuera el primero.
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