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Tatuaje 22


Ni siquiera el dulce líquido lo calmó. Sus orejas ardían y estaba sonrojado a más no poder. Nunca había reaccionado así antes, por qué ahora.

-Tao, llévalo arriba- le ordenó Yenhuo ahora que casi habían acabado de comer.

-Sí, señor- e hizo una reverencia- Tú, ven conmigo- esta vez su tono no era tan duro como otras veces, tal vez por haber tomado vino. A Mingyue no le hizo diferencia, solo se levantó y lo siguió. Estaba muy nervioso como para quedarse allí más tiempo.

-¿Señor Yenhuo, usted no viene?- Tao se giró un momento.

-Tengo que resolver un problema, voy a descansar más tarde. Asegúrate que cierre por dentro antes de dejarlo en la habitación-

El sirviente asintió.

Yenhuo esperó a que los más jóvenes desaparecieran para soltar un suspiro. No podía ir simplemente a dormir por una simple razón. Atacaría al chico, de seguro. Necesitaba primero desahogar su cuerpo. Se levantó y salió del establecimiento. Su olfato pronto lo llevaría al lugar al que deseaba ir, después de todo, aquello era un pueblo, y como pueblo tenía un burdel y esa noche él no sería exquisito.

Mingyue subía la escalera al lado de Tao y se preguntaba que asuntos tendría el lobo en aquel lugar tan apartado de todo.

-Tao, Yenhuo, él...-

-Tiene asuntos personales que resolver- Tao le respondió secamente.

Sabía muy bien a lo que había salido su señor pero como le decía al chico con el que acababa de formar un vínculo que se iba a revolcar con una prostituta. Al menos eso era mejor que dejar al chico violado sobre la cama de aquel viejo lugar. Todavía se preguntaba la real finalidad de crear aquel enlace sabiendo que había cosas que no se podían esquivar aún si tuviera toda la fuerza de voluntad del mundo. Los lobos eran una raza fuerte, pero débiles antes sus vínculos. En buen problema estaban metidos ellos dos y la peor parte es que no tenían conciencia de esto. Acaso el único alarmado con la situación era él.

Mingyue no siguió insistiendo en el tema. En primera porque no se creía con el derecho, en segundo porque su estómago dolió de tal forma que se tuvo que recostar en la baranda para no perder el equilibrio. Tao se alarmó y lo fue a sostener pero este lo detuvo.

-Estoy bien. No fue nada- se justificó el menor respirando profundo. No quería que lo vieran aún más débil se lo que era. Odiaba la lástima y ya estaba harto de ella.

-¿Puedes seguir?- Tao apretó los labios.

Los síntomas ya habían comenzado y empezaban a ser más fuerte. Las posibilidades de que gritara de dolor esa noche serían altas. Esperaba que Yenhuo estuviera de vuelta para cuando ocurriera. Solo de esa forma podría ayudarlo a lidiar con aquello.

Mingyue usó la ayuda del barandal para impulsarse y subir otros dos escalones cuando su cuerpo se volvió a doblar con un dolor más fuerte. Esta vez su frente se llenó de sudor y no rechazo la ayuda del lobo más joven.

Jadeaba. El dolor no era constante, solo venía en oleadas que desparecían. Aun así Tao lo terminó de llevar hacia su habitación dejándolo sentado en la cama.

Se paseó por el cuarto de un lado a otro sin saber qué hacer. Podría ir a descansar pues estaba agotado pero no quería dejar al chico solo. Y si se ponía peor. No es que él pudiera hacer mucho.

Un fuerte estruendo iluminó la vieja ventana cubierta por una leve tela de gasa. Afuera se escuchaba las gotas romper contra las paredes y la madera. La lluvia había comenzado.

-Lo que faltaba ahora- protestó Tao. Odiaba la lluvia. No estaba hecho para él, era fría, molesta y húmeda, si, húmeda, como lo decía vulgarmente cada vez que hacía acto de presencia.

Mingyue por su parte se sentó en la silla que deba a la ventana y recogió los pies hacia su pecho. El dolor se había ido y si venía de nuevo aquella posición le permitiría resistirlo.

-Oye, apartaré de ahí, quieres-

-Me gusta la lluvia- un fuerte destello iluminó la habitación y la leve sonrisa del humano- Me hace estar tranquilo-

Tao se rascó la cabeza.

-Eres verdaderamente raro- bostezó sin darse cuenta.

-Puedes ir a tu habitación, se te nota cansado- Mingyue solo veía a la ventana y como las gotas caía afuera. De niño solía escaparse y esconderse en aquellos lugares que le permitieran estar lo más cerca posible de ella. El sonido le hacía olvidar todo y el suave aroma lo relajaba casi hipnotizándolo.

Tao chasqueó la lengua.

-No puedo dejarte solo hasta que llegue el señor Yenhuo-

-Entonces usa la cama y duerme un poco-

-Acaso quieres que él se moleste porque use su parte. Odia que sus cosas tengan el olor de otro lobo-

-Entonces usa la mía. No dormiré después de todo-

-No te viene bien hacerte el fuerte. Dormiste solo un poco y eres humano, debes estar cansado además por las noches se duerme-

-Yo no puedo hacerlo- Mingyue desvió la atención de la ventaba hacia el lobo que se sentaba en el borde de la cama intrigado.

-Te la inventas ¿verdad? Siempre que te veo estas durmiendo-

-Pérdida del conocimiento- inclinó la cabeza al hombre confundido- Padezco de insomnio desde que tengo recuerdos, puedo pasar hasta una semana sin pegar un ojo. Digamos que he dormido más horas después de lo de mi familia que en toda mi vida junta- sonrió pero no mostraba felicidad, para nada.

Tao no tenía palabras para eso. Recordaba las veces que el chico se había desmayado, primero por la fiebre, después por la bebida y también...

-Por el señor Yenhuo-

Mingyue no quiso reconocerlo pero al final asintió por la cabeza.

-De alguna forma también puedo dormir cuando él está cerca. Quizás porque es un lobo-

No, no era porque fuera un lobo y Tao lo sabía. Era por el simple hecho de tener relación de sangre con la primera persona en tener un vínculo con él. Se sacudió más fuerte el cabello. Eso se estaba poniendo cada vez más confuso.

-Ahhh- gritó- No puedo con esto, es una total locura. Mi cerebro se está cocinando con tantas cosas- se levantó de la cama- Voy a dormir, ni se te ocurra levantarte de ahí o yo también te morderé-

Mingyue se cubrió su nuca, exaltado.

Tao se burló por aquello y cerró los ojos. Si el chico se movía lo sabría. Así que se fue a su cuarto. A Yenhuo no le gustaría que la cama tuviera el olor de él y más ahora que ambos estaban tan sensibles. Antes de irse se aseguró que el chico pasara el seguro por dentro para estar más tranquilo. La llave para abrir la puerta solo la tenía su señor.

Yenhuo se levantó de la cama acomodándose la túnica y se hecho el cabello hacia atrás. Sus dientes estaban tan apretados que podrían quebrarse en cualquier momento. Estaba molesto. Hacía tanto tiempo que su vínculo anterior se había roto que había olvidado que una de las razones principales por la que las parejas nunca discutían era porque no existía la infidelidad. No porque no quisieran, es que no se podía. El cuerpo solo respondía a su pareja encontrando todo tipo de contacto sexual con otra persona, asqueroso.
Y eso era lo que le había pasado en esta ocasión. Ni siquiera había tenido un erección y había pagado por gusto a la mujer que recogió sus cosas y se fue. Dejó caer la cabeza entre sus manos ¿En qué demonios estaba pensando cuando se enlazó con ese humano? Ni siquiera había mantenido alguna relación con un hombre antes.

Los lobos no tenían problemas con el sexo de su pareja, podría ser femenino o masculino siempre que se quisieran, pero para él que nunca se había inclinado para el otro lado le resultaba raro. Se levantó y salió del burdel. Su deseo no había sido apagado y eso era peligroso pero en aquel lugar no resolvería absolutamente nada. Agarró uno de los paraguas al costado de la puerta y bajo la lluvia retomó el regreso a la posada. Quería ir allí, tanto su instinto como su bestia quería volver. Lo que pasaría después, ni el mismo sabía.

Por la hora que era Yenhuo no encontró muchas personas en la parte de la taberna. Casi todos habían ido a sus habitaciones a dormir. Dejó la sombrilla afuera y se exprimió las puntas de sus mangas algo húmedas. La lluvia afuera estaba amenazando con ser más fuerte. Subió la escalera jugando con la lleva entre sus dedos y se detuvo delante de la puerta pero algo dentro lo alarmó.

Todas sus alarmas se dispararon y abrió rápido solo para encontrarse la habitación que compartía con el humano completamente sola.

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