Si antes se mantenía despierto por el insomnio crónico que padecía, ahora era a causa del agudo dolor que se extendía por cada centímetro de su piel detrás del hierro caliente que marcaba su piel inundando la estancia de olor a piel quemada que se mezclaba con el nauseabundo de la sangre. A pesar de querer gritar para intentar desahogarse eran inútil sus esfuerzos, una tela sucia había sido introducida en la boca llenándole las papilas gustativas de un sabor metálico que le provocaba nauseas.
Entre la nebulosa de su sufrimiento escuchaba la risa de su tatuador, que parecía disfrutar de su trabajo como un artista retorcijándose en su placer. A'yue deseaba perder el conocimiento, pero le era imposible, quería morir, todo sería mejor que aquel sufrimiento ilimitado.
Solo cuando la acostumbrada lluvia nocturna llegó horas más tarde, su cuerpo encontró un mínimo de alivio. Ahora, solo en la oscuridad, rodeado de cadáveres y con la piel picando sus ojos se cerraron y solo esperaba que su alma abandonara su cuerpo.
No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, para su desgracia aún estaba en el mundo terrenal y la superficie debajo de él no era la dura piedra del jardín. Abrió los ojos para cegarse con la luz que provenía de la ventana. Levantó la mano para cubrirse y soltó un gemido de dolor. Cada parte de él estaba cubierto por gruesas vendas empapadas en algún líquido viscoso y de seguro abajo, las quemaduras que le fueron provocadas.
Con mucho esfuerzo se incorporó en la cama con cada rechinar de sus huesos que sumaron otro malestar más. Con más esfuerzo que el que creía retiró la venda de uno de sus brazos para encontrarse con un intrincado patrón de quemaduras que no pudo descifrar y ya empezaba a cicatrizar.
El ruido de unos pasos lo alarmaron e intentó moverse rápidamente, pero la sábana solo se enredó entre sus pies cayendo nuevamente sobre la cama. Un hombre de muy entrada edad apareció y también se sobresaltó al verlo, pero recuperó la compostura. Cojeaba notoriamente, le faltaba una mano y la parte derecha de su cabeza tenía una venda con pequeñas gotas de sangre.
-Mingyue- exclamó con una sonrisa y se acercó lentamente, tanto como su pierna se lo permitió. El chico entrecerró los ojos y lo reconoció.
Era uno de los tantos sirvientes de la casa, no es que se relacionara con él, normalmente no tenía tiempo para eso, así que si lo había visto más de tres veces era mucho.
Su padre, su familia. La realidad lo golpeó. Todos los recuerdos de la noche del incidente llegaron a él mareándolo. Se tocó la cabeza y sus ojos se llenaron de lágrimas de pronto. Una de ellas se escapó y recorrió su mejilla y sintió un ardor inmenso que lo hizo apretar los dientes. Llevó los dedos allí y sintió la piel apostillada e irregular.
-Dame un espejo- gritó alarmado. Sus manos temblaban imaginándose lo peor.
El hombre miró hacia los lados y al no encontrar tal objeto lo cambió por una bandeja que, a pesar de estar oxidada, algo de su reflejo podría ver. Mingyue lo acercó con duda y se miró. Lo que vio lo alarmó tanto que se petrificó.
No solo había perdido su familia, su casa, su cuerpo había sido marcado por lo que después serían miles de trazos a todo largo solo escapando sus pierdas desde la mitad del muslo, y su rostro tenía una marca con un delicado patrón irregular, específicamente debajo de su ojo derecho desplazándose hasta la oreja. De frente no era tan visible pero si había evidencia de que estaba allí.
Lo volvió a tocar y a pesar de picarle siguió recorriéndola. Ni siquiera su rostro había escapado de aquello.
-Estará bien cuando sane- el hombre intentó consolarlo. El chico solo sonrió dejando la bandeja a un lado.
-No se puede hacer nada, habrá que dejarlo así- giró la cabeza a un lado resignándose para no entrar en pánico- ¿Cómo sobreviviste?-
El hombre caminó hacia a cocina improvisada a un costado de la pequeña cabaña maltrecha en donde estaban y comenzó a hacer algunos alimentos simples.
-No me molestaría que me llamara cobarde, pero me escondí, aun así, sufrí algunos daños al quemarse todo, antes de salir de la mansión lo encontré a usted delirando bajo la lluvia en el patio, lo saqué de allí al darme cuenta que usted también era un sobreviviente- señaló con la vista su cuerpo y el chico comprendió que el hombre ya sabía que no era una mujer como tanto años les había hecho creer- siento si fui indiscreto-
-Esta fue mi forma de sobrevivir- se justificó Mingyue sin mucha importancia.
-No necesita darme excusa, yo solo soy un simple sirviente- se acercó hacia la cama con un cuenco con agua freca y se lo entregó junto a un papel arrugado.
-Esto es lo único que su padre me dejó en las manos antes de morir-
Mingyue con duda abrió el papel para encontrar unas pocas palabras. Le decían que no buscara venganza y que se refugiara bajo la protección de un tal amigo suyo de nombre Yenhuo. Más abajo le dejaba las posibles direcciones de donde podría encontrarlo.
-¿Por qué mi padre me daría esto?- cuestionó intrigado del nivel de detalle de la carta.
-Cada uno de los criados más cercanos a él tenía una carta igual para cualquier situación que ocurriera con su familia y además hay algo que aún no le he dicho-
Mingyue se tensó, se olía que algo bueno no vendría.
-Usted estuvo inconsciente por toda una semana, en esos días un rumor ha corrido y ha opacado toda la de la destrucción de su familia. Las marcas en su piel son un mapa y las hizo Baoliu, el asesino más buscado por todo el país-
-¿Y?- su voz salió inestable.
-La noticia que el chico que tiene una marca en su rostro posee el mapa completo y se ha difundido sobre todo entre los bandidos que quieren una recompensa por su cabeza-
Ahora fue cuando comprendió la razón de la marca en su rostro.
-Si yo fuera usted buscaría a Yenhuo lo antes posible, pude conocerlo una vez y de seguro lo protegerá, lleve la carta con usted, no se negará a acogerlo-
-No sería más fácil quedarme aquí escondido- era una solución más sabia que salir por la ciudad a buscar a una persona que ni siquiera conocía.
-No estamos tan ocultos como usted imagina, ya varias personas han pasado por aquí y he podido mantenerlo oculto, pero no sé hasta cuándo será seguro, por favor hágale caso a su padre que descanse en una mejor vida- el hombre parecía nervioso y algo ansioso porque se fuera, seguro que cuidarlo le había caudado más de un problema.
Mingyue dobló el papel entre sus manos y se quedó pensativo, soltó un suspiro y asintió. Aunque primero tendría que esperar unos pocos días más antes de poder moverse con facilidad y su piel no tirara cada vez que la forzaba.
Cuatro días después, cubierto con algunas ropas viejas de mujer que había logrado conseguirle el sirviente y una tela de tul que cubría la parte inferior de su rostro emprendió su camino a la ciudad. La noticia había circulado a tal punto que decían que era un joven, que era una joven, que era un anciano, un niño, lo bueno de los rumores era que se tergiversaban como el agua, aun así, debía tener cuidado, incuso disfrazado, la máscara llamaría la atención, fuera hombre o mujer y de seguro en cualquier momento podría ser atacado, debía encontrar su objetivo lo antes posible.
No sabía que le preparaba el mundo que no conocía, viviendo la mayoría del tiempo entre los muros de la mansión, el exterior era muy grande.
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