Tatuaje 10
Mingyue podía sentir la respiración del hombre más grande sobre su rostro. Sus ojos eran profundos y podía jurar que cambiaban ligeramente de color. Tragó en seco.
Le pedía que se entregara. Su mayor miedo se hizo realidad pero se había preparado mentalmente para aquello a pesar de que el pánico se formaba en su interior. Cerró los ojos y asintió con la cabeza esperando que su cuerpo fuera atacado y violado, pero no ocurrió.
Yenhuo se levantó de encima de él y caminó hacia la puerta.
-Llamaré a Tao para que te atienda y te vista, saldremos lo antes posible.
El chico se incorporó sobre la cama aun confundido, la acción lo mareo pero se pudo recomponer.
-¿A dónde vamos?-
-Al único lugar donde están las personas que pueden descifrar lo que está en tu cuerpo- y acto seguido salió de la habitación
Minutos después Tao ingresaba con algunas ropas en sus manos y protestando.
-No puedo creer que fui brutalmente engañado por un pequeñajo, esto es inaudito, el señor Yenhuo debe estar realmente molesto- tiró la ropa encima de la cama y lo miró amenazadoramente.
Ayue no hizo el menor indicio de sentirse culpable, era su única alternativa. Si ese hombre estaba molesto con él, bueno, que se le podía hacer. Aun así murmuró para él.
-¿Qué dijiste?- el hombre se exaltó haciendo que Mingyue se tensara.
-Nada que te importe- le respondió mirando hacia el lado en voz baja desinteresadamente, no creía que pudiera entablar una conversación civilizada con aquel tipo.
Tao sintió como la vena de su sien palpitaba y apretó los puños evitando golpear al ahora niño. Si lo miraba directamente podía percatarse que a pesar de sus suaves rasgos tenía algo masculino, ínfimo pero estaba ahí. De todas formas lo odiaba. No porque hubiera mentido, eso era solo una gota más al vaso, sino porque su instinto le decía que este chico haría sufrir a su señor, y eso no podía permitirlo.
Lo agarró del brazo y tiró de él para sacarlo de la cama con las intenciones de vestirlo pero se quedó petrificado al ver su cuerpo desnudo, no porque o llevara prendas sino las marcas en el cuerpo del chico. Inconscientemente soltó su brazo con la boca abierta de la impresión. Mingyue lentamente volvió a la cama cubriéndose de nuevo. Sabía que las marcas en su cuerpo eran horribles y aquel hombre le había dado a entender que no se equivocaba.
-Oye, yo- Tao tartamudeó.
-Yo puedo vestirme solo- el chico esquivaba su mirada avergonzado de lo que se había convertido más no lloraría sobre lo que ya había, así que esperó hasta estar nuevamente solo dentro de la habitación y suspiró sonoramente.
Apartó nuevamente la sábana y se miró pasándose los dedos. Los recuerdos de aquella noche eran algo difícil de borrar. Agradecía que al menos con el insomnio que sufría no tendría que soñar con aquello, aunque en los últimos tiempos había dormido bastante debido a los desmayos.
Se levantó y miró la ropa y se la empezó a poner por una dándose cuenta que le cubría bastante bien sus brazos y cuellos con una camisa interior de mangas largas y cuello alto que ató adelante. Puso el juego de túnicas superiores y terminó con las botas. De alguna forma la tela lo hacía sentirme menos vulnerable.
No sabía si era adecuado pero salió necesitando tomar un poco de aire quedando frente al jardín central de la casa y se recostó en el marco de la puerta. Se imaginaba los diferentes escenarios que tomaría su vida pero el destino era demasiado impredecible. Al menos ahora tenía la supuesta protección que había querido aunque fuera a cambio de su cuerpo. Claro que todo no era gratis
Unos pasos se acercaron a él y giró su rostro. Yenhuo estaba a pocos metros de él y lo miró con detenimiento. También se había vestido con ropas para viajar. La túnica superior era gruesa de color rojo vino, atada en la cadera llegándole a la altura de las rodillas, aunque dejaba gran parte de su pecho a la vista sin importarle ocultarlo. Tampoco era una escena desagradable para nada, ese hombre sabía lo atributos que tenía. Se acercó a Mingyue y lo estudió de arriba abajo.
Lo agarró de la mano y lo atrajo hasta él casi cayéndose pero sus manos lo estabilizaron y lo giraron quedándose de espaldas a él.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó más tranquilo de lo que se imaginó. El cuerpo de ese hombre no mostraba repulsión o molestia contra él.
Yenhuo no le respondió. Tomó entre sus dedos el largo cabello del chico y lo comenzó a acomodar en una coleta a media cabeza dejando estratégicos mechones alrededor de su rostro ocultando de cierta manera la cicatriz en su rostro.
-Si llevas el velo llamarás mucho la atención- fue lo único que dijo ante de girarlo nuevamente y mirar el resultado que había logrado retocando la mayor parte del pelo sobre la marca demorándose extrañamente en la acción.
Mingyue no dijo nada. La atmósfera entre ellos no era tensa pero tampoco apropiada para una larga conversación. Al final no se conocían mucho, así que no tenían temas en común. Tao llegó pronto cerca de ellos, cargando una bolsa sin ningún esfuerzo.
-Ya estoy listo, podemos partir en cuanto usted diga-
Yenhuo asintió con la cabeza y caminó hacia la entrada. Ayue lo siguió. Ese mismo día abandonarían la seguridad de aquella casa y eso lo ponía nerviosos. Se tocó el cabello sobre su mejilla comprobando la eficiencia de su ubicación y parecía que el hombre había hecho un buen trabajo, pero tampoco tenía tanta confianza como le daba el velo.
Un pequeño carro los esperaba afuera con un cochero. Yenhuo ingresó primero y después él sentándose frente por frente. Tao lo hizo al lado del conductor indicándole el camino que iban a seguir.
-¿A dónde vamos?- preguntó el menor.
Yenhuo abrió los ojos que había cerrado en cuanto se sentó.
-Lo sabrás cuando llegues- el lobo volvió a cerrar los ojos y recostó su espalda sobre la pared del carro.
Mingyue respiró profundo y se dio cuenta que la esencia de aquel hombre llenaba todo el lugar posesivamente. De forma inconsciente llevó las piernas a su pecho y las envolvió. Recostó al cabeza pero le fue imposible dormir, no había forma ni por su enfermedad ni por el constante movimiento.
El carro salió de la cuidad entrando en un terreno rocoso. El cuerpo del chico se movía inestable en su interior y buscaba la posición más adecuada para no caerse aunque era una tarea algo complicada. Por su parte el hombre delante de él apenas si se movía. Su cuerpo estaba quieto e imperturbable.
La rueda cayó en un marcado hueco y Mingyue se encontró levantándose de la base del carro cayendo hacia adelante. Dado el tamaño del lugar cayó precisamente sobre el pecho de Yenhuo.
-¿Están bien?- la voz de Tao resonó desde afuera e inesperadamente para el chico el hombre más grande respondió.
-Sigue con el viaje- sus palabras resonaron en el pecho donde estaba recostada la cabeza del menor.
Mingyue hizo un intento torpe de levantarse pero un brazo atrapó su cintura lo mantuvo en su lugar, pegado a su cuerpo.
-No me dejarás dormir con tanto movimiento-
Las mejillas del chico se tornaron ligeramente rosas y relajó su cuerpo quedando sobre el regazo de Yenhuo. Podía oír los suaves palpitares de su corazón y la respiración constante y por primera vez, desde hacía años se quedó dormido sin necesidad de algún medicamento.
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