Epílogo
Definitivamente lo que le había dicho su padre con respecto a su pareja había funcionado. Mingyue no mostró signo alguno de volver a tener problemas con el embarazo en el tiempo en que su estómago crecía por noche. Era increíble que ese vientre que siempre estaba plano ahora parecía una pelota.
Y Ayue siempre termonaba peleándole de como lo miraba, como si le gustase que estuviese así relleno todo el tiempo. Y Yenhuo... no podía decirle lo contrario. Es que se veía tan lindo de es forma. Regordete, incluso parte de su pecho, y mejillas habían ganado algo de grasa y se había vuelto más blandito y rico para tocar.
Definitivamente si podía tenerlo preñado más veces sería agradable. Además, aumentar la familia no era problema, a los lobos les gustaba vivir en manada, solo había que mirarlo a él que ahora tenía que incluso soportar a sus hermanos viviendo con ellos dos todo el tiempo detrás del trasero de Tao, al punto que este se escondía debajo de la cama de ellos en las noches para que lo dejaran dormir.
La vida de esos tres era mucho más activa de lo que él se había imaginado y seguramente Tao también.
Y todo iba de maravillas, con Mingyue realizando su trabajo siempre puntual, con mejor ánimo y apetito hasta que comenzaron las etapas donde apenas podía levantarse de la cama pues pasaba la mayor parte del día durmiendo. Incluso varias veces Yenhuo se había asustado al quedarse el chico rendido sobre su hombro mientras tenían sexo en la noche.
Y aunque esto fue mejorando casi llegando a los últimos meses de gestación, el cachorro se comenzó a quejar de dolor en los pies, cadera, espalda, y era lógico ante el tamaño que estaba agarrando su barriga.
Un día a Yenhuo se le había partido el corazón al escucharlo llorar porque ya no aguantaba más todo aquello. Incluso se le estaba dificultando actividades básicas como dormir, caminar, o sentarse.
Pero todo terminó aquella noche en que Mingyue gritó de dolor agua corrió entre sus muslos. Yenhuo ya había sentido que el cachorro en su interior se estaba moviendo incómodo, días antes por lo que se habían desplazado nuevamente a la manada donde sería atendido.
Y ahora estaba allí, afuera de la habitación, mordiéndose nervioso los dedos, y sudado frío. Con Tao y sus hermanos igual de nerviosos, pero sin poder hacer nada. Mingyue era biológicamente hombre por lo que no podía tener un parto natural, por lo que habían tenido que recurrir a otros métodos aprendidos de los humanos. Solo pensar que la piel de su cachorro sería cortada nuevamente lo estremecía, no por como quedara, eso era lo de menos, sino por el dolor que le causaría a Ayue.
-Señor Yenhuo no piense mucho- sintió la mano de Tao sobre su hombro- Se va a estresar más y sus feromonas se vuelven más intensas, y ahora lo que más necesita Mingyue es que lo apoye.
Yenhuo asintió, pero aun así se mantuvo nervioso y aunque los minutos pasaban para él fueron horas. Sentía el débil olor de Ayue, el del alcohol, así como el de la sangre... y poco después un pequeño llanto.
Los que estaban afuera se sobresaltaron mas no entraron. La ansiedad los carcomía, pero esperaron hasta que una loba saliera limpiándose las manos. Había una sonrisa en su rostro.
-Puede pasar, su pareja está bien solo descansando, y ha dado a luz a un cachorro saludable.
No había terminado de hablar cuando Yenhuo ya estaba entrando y buscando con la mirada a su Ayue. Lo encontró en la cama donde una loba terminaba de acomodarlo. Sus ojos aún estaban cerrados tras la cirugía, pero por el enlace supo que estaba bien, su pareja era fuerte. Se acercó a él y agarrando una mano le dejó un suave beso. Mingyue no se movió pero sonrió de forma leve, como sabiendo que estaba allí para él.
Un alivio enorme invadió el pecho de Yenhuo, solo pensar que podría perder de nuevo a su pareja lo volvería realmente loco. Ahora...
-Señor Yenhuo.
Otra loba se le acercó con un bulto de tela en sus brazos. Dentro algo se removía ligeramente.
-Su cachorro- le dijo y Yenhuo se quedó perdido en la hermosa imagen.
Un pequeño niño con apenas cabello marrón y una carita preciosa y diminuta. Lo recibió en sus brazos y tembló. El peso fue agradable y los recuerdos de su pasado quisieron atacarlo, pero no lo permitió. Había entendido que todo aquello debía vivir enterrado, ahora tenía una nueva vida, una nueva oportunidad.
Se inclinó y besó la frente de su hijo. Una leve sonrisa apareció en su rostro.
-Bienvenido al mundo, mi cachorro.
***
3 años después
Yenhuo estaba en el jardín de su casa mirando aquel viejo árbol que le traía recuerdos. Fue lo primero que vio cuando compró la casa y prometió que sería feliz. En ese momento nunca se imaginó que eso se volvería realidad años más tarde. Porque sí, era un lobo completamente feliz.
-Detente ahí, te vas a caer- la voz de Tao retumbó en la estancia.
Yenhuo sintió que algo se tiraban contra su pierna y su túnica era jalada. Cuando bajó la cabeza encontró una pequeña cabecita de cabello castaña con una enorme sonrisa. Se inclinó y cargó al cachorro de apenas 3 años que se abrazó a su cuello con sus cortos bracitos.
El pequeño dio le dio un beso en la mejilla para abrir la boca en un enorme bostezo. Dejó caer su cabecita en el hombro grande del lobo y cerró los ojitos con confianza. Su respiración se hizo estable al momento.
-Duerme igual que su madre- Yenhuo sonrió y le acarició la espalda.
-Pero es igual de terco que su padre- jadeó Tao llegando junto a él- Señor Yenhuo, solo usted y Mingyue pueden controlarlo.
-Es mi hijo después de todo- dijo Yenhuo con orgullo oliendo la deliciosa fragancia de su retoño.
Mingyue había dado a luz y ahora eran una familia completa y feliz. Nunca pensó que ser padre rellenaría un espacio que no sabía que tenía adentro pero ahora no podría vivir sin él. Le gustaría más cachorros, pero eso era decisión de su pareja. No quería formarlo dado que el embarazo sorpresa no fue tan fácil de llevar y darlo a la vida había implicado una larga recuperación.
Entonces unos gritos retumbaron la tranquilidad de la estancia.
-HERMANOOOO, AMOR DE MI VIDA- Xixi los llamó a los dos.
Detrás de él venía Mingyi con una enorme sonrisa. Yenhuo chasqueó la lengua.
-¿Qué hacen ustedes aquí?- les gruñó.
-Tao vive con usted, y nosotros amamos a Tao, así que donde esté Tao estamos nosotros, en resumen, nosotros vivimos aquí y ya que le regalaste esta casa al cuñado, él es el que puede echarnos y no lo ha hecho ni lo hará-
-Eso puede cambiar- el brillo de su mirada los erizó.
-Hermano mayor, no seas así. A ver déjanos ver a nuestro sobrino- Mingyi se acercó y acarició la espalda del cachorro- Es idéntico a ti, pero con la timidez del cuñado-
-Y hablando del cuñado ¿dónde está?- preguntó Xixi después de darle un suave beso en la espalda al cachorro dormido como un tronco.
-Está terminando un libro que tenía pendiente. Me pidió que cuidara a Naby para poder hacerlo. No ha tenido mucho tiempo cuidándolo él-
-Ohhh, entonces lo veremos cuando salga. Sus suegros le mandan varios regalos. Y mamá y papá te mandan muchos besos hermano mayor-
Y Yenhuo sabía que lo que ellos querían era que fuera a visitarlos.
***
Yenhuo fue hasta el estudio con su hijo dormido cargado por un brazo. Abrió la puerta y se encontró a su pareja terminando de recoger las cosas sobre la mesa. El hermoso anillo de jade danzaba en uno de sus dedos haciendo su mano más delicada y hermosa para el lobo.
-¿Terminante?-
Mingyue levantó la cabeza y sonrió.
-Sí, ya está completo-
-Eso es bueno- se acercó y rodeó su cintura con el brazo libre atrayéndolo a él y buscando sus labios.
Mingyue dejó que lo besara suave y se entregó al beso recostándose contra su cuerpo.
-¿Naby se portó bien? Puede ser igual de rebelde que su padre a veces- sonrió cuando se separaron y acarició con ternura la cabeza dormida de su cachorro. Agradecía que no hubiera heredado su insomnio crónico que se había curado siempre y cuando Yenhuo estuviera a su alrededor.
-Sí, pero siempre preguntando por su mamá- Yenhuo besó su mejilla
-Me lo imaginé, aunque cuando está conmigo se la pasa preguntando por ti- Mingyue hizo una mueca y besó la espalda de su hijo dormido- No tengo trabajo el resto de la semana así que crees si nos vamos de viaje. Los tres-
Yenhuo sonrió y le besó sus labios. Adoraba hacerlo.
-¿A dónde quieres ir?-
Mingyue negó.
-No sé, sorpréndeme-
Yenhuo se quedó pensativo.
-Ya sé a dónde los llevaré, pero solo nosotros, a Tao y mis hermanos los dejamos cuidando la casa. No tengo intenciones que nos interrumpan-
-Pues entonces lo dejamos- Mingyue se abrazó a él.
Yenhuo besó su frente y los dos caminaron hacia afuera tomados de la mano.
-¿Mingyue eres feliz?-
El joven lo miró y asintió
-Ahora sí, si soy feliz-
Porque tenía una familia, un compañero amoroso, un cachorro adorable, unos amigos que no podía pedir más, un trabajo por el que sentirse orgulloso, y había logrado dejar todas su penas e inseguridad en aquellas páginas que descansaban detrás de ellos. De aquellos hechos que habían cambiado su vida haciendo lo que era hoy. En aquel libro que hacía tiempo quería terminar y ese día había escrito la última página.
Aquel que narraba su propia historia. Aquel que contaba la historia de su Tatuaje Maldito.
Muchas gracias por leer hasta aquí. Espero que hayan disfrutado este humilde libro. Un beso a todos y les agradezco su tiempo.
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