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5𓏲 ๋࣭ ࣪ ˖ this is hell.


 ִֶָ☾. He'll do something he's never done
He's gonna fall in love.

── .✦ Allegra Jordyn.

Muy bien, Iris, es tu primer día, no lo arruines.

Estoy parada frente de mi propio espejo mientras me analizo a mi misma una y otra vez intentando ver si mi ropa para el trabajo es la indicada. Y también dándome ánimos a mi propio reflejo para no arruinar mi nuevo trabajo, ya he renunciado al restaurante, así que debo hacer lo mejor para durar en este.

No será muy difícil trabajar de asistente de alguien, ¿Verdad? Es decir, sólo debo hacer lo que me pide todo el tiempo, anotar sus fechas importantes en la agenda, y de vez en cuando llevarle café para satisfacer sus necesidades. Aunque yo veo a Alex y lo primero que pienso es que es un hombre de alto mantenimiento y me dan ganas de matarme a mí misma.

Como sea, tengo que ir, no es como que deba acobardarme en este preciso momento, no tengo el placer de volver a mi antiguo trabajo en caso de que este fallara, porque mi anterior trabajo ya falló.

Luego de tomar un taxi en frente de mi casa, lo único que se pasa por mi cabeza durante el camino, es mi último encuentro con Bob en el restaurante. Debo de admitir que he estado teniendo unas cuantas pesadillas de lo que podría haber pasado si no salía a tiempo de aquel lugar, pero otra parte de mi, la más positiva, decía que sólo estaba exagerando y que en realidad él no sería capaz de lastimarme.

Después de todo, como él me dijo, él me acogió cuando más lo necesitaba.

Sin embargo la parte más negativa me dice que me hubiera clavado esa botella de vidrio en el cuello y que podría haberme dejado sangrando en el suelo de su despacho.

Y creo que ya sabemos cual de los dos pensamientos es el que está ganando y el que me quita el sueño desde la semana pasada. Aun así trato de alejar esos pensamientos de mi cabeza, ahora lo que menos necesito es más distracciones y que todo salga horrible en el exacto segundo que llegue a la oficina.

Llegando allí, avanzo por el gran edificio de Archer Group acomodando mi cartera sobre mi hombro en lo que mis pies caminando hasta el ascensor. Allí presiono el piso de mi nuevo jefe.

No puedo evitar mirarme en el espejo que hay en el ascensor mientras este comienza a ascender, acomodo mi cabello y aliso la tela de mi camisa negra que traje junto con una falda de tubo que se acentúa a la perfección a mis curvas, por supuesto no es nada revelador como el vestido que traje a la entrevista. Tuve que salir a hacer una compra de emergencia de ropa de oficina porque definitivamente todo lo de mi armario no combinaba nada con este ambiente.

Se me hace raro estar completamente vestida para un trabajo cuando hace ya varios años todo el mundo conocía absolutamente mi piel a excepción de mis pezones al aire. He avanzado mucho y voy a sacarle provecho en lo que pueda.

Pero en cuanto las puertas del ascensor se abren al detenerse al piso, nuevamente las náuseas se apoderan de mi estómago a medida que avanzo por en medio de los escritorios. Las miradas no tardan en caer en mi cuando camino, mis tacones resonando en el suelo, tal vez incluso me lo estoy imaginando, pero siento que un silencio se ha instalado en el lugar, lo que parece más cómico que otra cosa.

Veo un escritorio vacío justo fuera de la oficina de Alex, que supongo que será para mi.

Llego hasta la puerta y doy un par de golpes, un escalofrío recorre mi cuerpo al escuchar su voz grave del otro lado diciendo que pasara. Un nuevo suspiro sale de mis labios antes de abrir la puerta una vez, y un deja vu me llega a la mente, la primera vez que entré a este lugar para la entrevista, y ahora estoy aquí para ser su asistente oficial.

Alex está concentrado con unos papeles en su escritorio, la chaqueta de su traje está colgando en el respaldo de la silla mientras que sus mangas están arremangadas dejando parte de sus antebrazos al descubierto. Una pequeña arruga en su frente está presente, lo que parece ser que hace cuando está concentrado.

No puedo evitar notar lo guapo que se ve en ese exacto segundo que mis ojos caen sobre él.

—¿Se quedará allí todo el día o cerrará la puerta?— El repentino sonido de su voz me saca de mis pensamientos.

Al parecer me he quedado embobada más de lo que quería y menos disimulada de lo que pensaba.

—Si, lo siento. — Digo con rapidez en lo que cierro la puerta detrás de mi espalda.

Avanzo un par de pasos hasta su escritorio, él enseguida me hace un gesto con el mentón para que tome asiento en la silla que está enfrente de su escritorio y eso hago como si fuera un robot que tiene la obediencia programada.

Alex deja a un lado los papeles que estaba revisando en una pequeña montaña, mis ojos vuelven hacía él y se me queda mirando en lo que agarra otro papel que tiene abajo de su escritorio y lo coloca encima del vidrio y lo empuja en mi dirección.

—Estas son las cosas que debes hacer por mi.— Directo al punto, de acuerdo. — Como es tu primer día, intentaré ser un poco suave contigo.— Casi puedo ver el sarcasmo brotar de sus palabras.

Me estiro un poco para ver las cosas escritas, extiendo mi mano agarro el papel para verlo con más atención, mis ojos se abren un poco más grandes de lo que deberían en lo que veo la lista.

—¿Esto es 'ser suave'?— Pregunto con incredulidad dando la vuelta para que él lo viera también.— Hay cien cosas aquí.— Vuelvo a revisar la hoja con el ceño fruncido.

Y si, literalmente hay cien cosas allí porque el muy amable de Alex , enumeró cada punto para que sepa cuanta tortura voy a tener durante el día.

—Si, y necesito que las termines todas antes de finalizar el día.— Levanto la mirada para ver a Alex apoyado en el respaldo de su silla, su mano agarrando un bolígrafo para comenzar a golpear contra el escritorio en un ruido que me comienza a poner los nervios de punta.

—¿Todo esto para el final del día?— Repito abriendo aún más mis ojos, viéndolo directamente.

Muerdo mi propia lengua para no insultar en ese momento y mandarlo a comer mierda por esto. Será guapo pero tiene una personalidad exageradamente irritante para mi persona.

Sus ojos brillan con cierta diversión, eleva una de sus cejas, sus ojos me analizan de la cabeza hasta los pies para volver a mis ojos.

—¿Qué? No estará pensando en renunciar tan pronto, ¿No es cierto?— Murmura como si de verdad sintiera pena al respecto, lo que hace que mi odio hacia su persona aumente cada vez más.

Entrecierro mis ojos un par de segundos, pongo mi mejor postura y coloco el papel sobre mi regazo.

—Por supuesto que no, voy a lograrlo.

—Ese es el espíritu.— Una sombra de una sonrisa aparece en sus labios. — Ahora vete, que quiero seguir trabajando. El escritorio vacío afuera de mi oficina es el tuyo.

Elevo una de mis cejas ante la forma tan brusca en la que me echa de la oficina.

Una vez más muerdo mi lengua con fuerza en lo que me levanto de la silla sosteniendo el papel con fuerza contra mis manos, asiento con la cabeza y simplemente me retiro cerrando la puerta a mis espaldas.

Iris, paciencia, respira, y no asesines a nadie.

No puedo evitar hacer una mueca cuando oficialmente estoy fuera de la oficina, cuelgo mi bolso en la silla y tomo asiento con mis codos sobre la mesa y cabeza entre mis manos en lo que la lista de cosas por hacer está en frente de mi.

Nunca me había frustrado tanto en mi vida, y eso que hombres todo el tiempo me tocaron sin mi consentimiento, ¿Pero esto? Es otro nivel.

—¿Estás bien?— Una voz a mi costado llama mi atención, giro mi cabeza hacia el lado derecho para encontrarme con una chica, no parece cruzar los veinte, tiene unos lentes rectangulares y una sonrisa que parece ser amable.

Asiento con la cabeza reincorporándome en mi silla, doy una sonrisa débil.

—Si, lo estoy. — Respondo, una mentira blanca.

—Soy Elisa, por cierto, parece ser que seremos compañeras.— Ella extiende su mano en dirección hacia mi, y yo se la estrecho.

—Soy Iris, soy la nueva asistente del señor Volkov.

La mirada de Elisa se dirige a el papel sobre mi escritorio, lo señala y yo enseguida se lo paso. Ella acomoda sus lentes mejor en el puente de su nariz para leer cada una de las idioteces que Alex decidió pedirme. En serio, me he convertido en su maldita niñera, creo que incluso leí que decía de buscar su ropa de la lavandería.

¿Acaso no tiene empleados en su propia casa que hagan eso por él? No me sorprendería que no los tuviera, después de todo es irritante desde la punta de los pies hasta la médula.

Noto que Elisa hace una mueca cada vez que lee.

Eso no me genera mucha tranquilidad.

—¿Y para cuándo te pidió todo esto?— Se gira a entregarme la lista y la tomo para dejarla sobre el escritorio.

—Para hoy.

Su boca se forma en una pequeña 'uh' como si fuera una pesadilla la que estoy viniendo.

—Buena suerte para ti, entonces. — Se ríe un poco, a lo que yo ruedo los ojos con una pequeña sonrisa en mis labios.

Suelto un suspiro volviendo mi atención hacia la lista.

—Gracias, las voy a necesitar. — Murmuro para mí misma.

De acuerdo, ahora es cuando debo de empoderarme a mi misma y poder hacer esto lo mejor que pueda. Miro el reloj colgando de la pared y son recién las siete de la mañana, tengo tiempo de hacer esto antes de que el día termine, incluso si tengo que trabajar horas extras, pero mientras lo logre antes de que lleguen las doce de la noche, todo será perfecto.

Soy como una Cenicienta sin el vestido, ni la carroza o el vestido, sino una Cenicienta desesperada, ansiosa y probablemente incapaz de comer algo durante todo el día.

Tal y como había predicho, el día fue completamente desastroso para mi. El único momento en el que estuve sentada, fue para ir al baño, porque el resto de las horas siguientes estuve trabajando sin parar para cumplirle las demandas a Alex, porque por alguna razón siento que me está probando, o me quiere hacer renunciar por mi falta de experiencia en este ámbito de trabajo.

¿Pero yo me dejaré? ¡Por supuesto que no! Si por algo me conocen, es por ser terca como el infierno, y él no se deshará tan fácil de mi como piensa.

Estuve toda la mañana respondiendo llamadas, agendando sus reuniones, las cuales son demasiadas y me hace pensar que este hombre no tiene tiempo ni siquiera para respirar, también reservando lugares en distintos restaurantes para hablar de negocios con ciertas personas que no conozco y no me interesa.

Fui a la lavandería para buscar sus trajes lavados, y lo peor de todo es que tuve que volver una segunda vez, porque la primera vez se confundieron y me dieron el traje de otra persona. Creo que si llegaba con otro traje hacia Alex, es probable que él mismo me asesinara, ¿Acaso vieron esos ojos verdes? Son asesinos...

Y extremadamente atractivos.

El reloj daba las diez de la noche, y aun así me faltaban unas veinte tareas por cumplir, alguna de ellas completamente imposibles debido a que ciertos lugares debían de estar abiertos para cumplirlos. Por lo que el pánico se apodera de mi, y a la vez una pequeña pero muy pequeña, aparición de cierto pensamiento de rendirme con respecto a esto.

¿Y si soy una adulta y lo enfrento como la adulta qué soy? Sería lo más coherente, pero también morderme la lengua es una opción muy viable.

Al final me levanto de mi escritorio, golpeo la puerta de la oficina de Alex y espero a escuchar su voz para recién abrir la puerta. Ya todos los empleados se habían ido, Alex y yo éramos los únicos que dudábamos en el piso, por no decir del edificio a excepción del personal de seguridad. Una luz tenue de la luna entra por el gran ventanal de la oficina en lo que avanzo hasta el escritorio.

Alex me sigue con la mirada, yo apoyo el papel sobre el escritorio, escrito con mi letra algunas partes para notas a mi misma.

—Son las diez de la noche, algunas son imposibles de hacer a esta hora, pido una disculpa pero no he sido capaz de hacer todo lo de la lista. — Soy la primera en hablar.

Mis ojos se conectan con los de él, quien me estuvo escuchando con atención a mis palabras. Baja su mirada a la hoja en su mano y una sonrisa burlona aparece en sus labios, sus ojos vuelven a los míos.

—Hiciste 76 cosas de la lista de 100. — Dice él con su voz baja y grave, el acento ruso haciendo presencia en cada palabra que pronuncia.

No puedo evitar sentir un escalofrío por la intensidad de su mirada y su voz.

Asiento con la cabeza ante sus palabras y me cruzo de brazos.

—Así es, si quiere despedirme, hágalo ahora. — Insisto, mi voz es seria pero firme.

Casi como si lo estuviera retando a que lo hiciera.

Alex se levanta de su escritorio, parándose la frente de mi, con sus manos posicionadas en frente de él sobre la madera en lo que me da una mirada divertida. Frunzo el ceño sin entender qué es lo divertido de esta situación.

¿Me va a seguir humillando? Porque si es así, yo misma me voy por esa puerta ahora mismo y no pienso volver... Bueno, en realidad si voy a volver, necesito la plata.

—Era una prueba.— Habla luego de un silencio y lo miro con ambas cejas levantadas.— No esperaba realmente que hiciera las cien cosas en un mismo día, ¿Qué clase de sádico crees que soy?— Antes de que pueda contestar con una de mis grandes respuestas, vuelve a hablar.— Ni siquiera creí que fuera a pasar de las veinte, si le soy sincero.

Puedo ver alguna clase de satisfacción ante mi desempeño reflejarse en su rostro, por alguna razón sus palabras hacen que un peso desaparezca de mis hombros y levanto mi mentón, ahora soy yo quien tiene la expresión de satisfacción.

—Eso significa que he pasado la prueba. — No es una pregunta, es una afirmación.

Da un asentamiento de cabeza, sus ojos no dejaron de ver los míos, como si intentara leer mis pensamientos.

—Completamente, señorita Maxwell. — Su voz es como un ronroneo a mis oídos, y debo controlarme a mí misma de no demostrar nada físico con respecto a eso.

Ahora soy yo quien asiente con la cabeza, muerdo el interior de mi mejilla en lo que mis ojos se desvían por unos minúsculos segundos a sus labios antes de volver a verlo a los ojos.

—Entonces nos veremos mañana, señor Volkov.

—Nos vemos mañana.

Doy varios pasos hacia atrás y luego giro por completo para dirigirme hacia la puerta de la oficina, incluso dándole la espalda puedo sentir el peso de su mirada puesta en mi, lo que me hace poner aún más nerviosa, pero es muy malo, tan malo que me estoy dando que él puede llegar a tener un poder sobre mí que ni yo misma esperaba que tuviera.

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