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3𓏲 ๋࣭ ࣪ ˖ and he was present.


 ִֶָ☾.When we're face to face, he'll feel the rush
Climb in his veins, and soon enough.

── .✦ Allegra Jordyn.

—¿Estás bien?

La voz divertida de Marissa me hace volver a la realidad, bajo la mirada y me di cuenta que estaba poniendo mostaza en mis manos en vez de en la hamburguesa que tenía que llevar a una de las mesas.

—Mierda.— Murmuro para mi misma agarrando un trapo mojado para limpiarme haciendo un gesto de asco.

—Estás muy distraída hoy, ¿A qué se debe?

Miro a Marissa por encima de mis hombros con ganas de asesinarla, eso le causa risa y vuelve a su trabajo de limpiar la cocina.

Habían pasado ya unos cuatro días desde mi entrevista con el gran CEO de Grupo Archer, así que por más que haya mantenido mis esperanzas en lo alto, creo que ya es momento de aceptar que no seré llamada para trabajar de asistente del hombre más hermoso, perfecto, Dios Griego... Sacudo mi cabeza intentando volver a la realidad, ¿Qué estoy pensando? Por Dios, necesito una aspirina o algo que me mantenga en alerta.

Desde que entré a trabajar mi cabeza vuelve a ese día, lo cual creo que no es sano ni para la persona más cuerda del universo, y yo estoy lejos de ser una de ellas. Tal vez sea buena idea que no me haya llamado, es decir, no le di la mejor impresión después de todo y encima le hice una pregunta muy fuera de lugar porque ya estaba convencida de que no iba a ser la asistente del Señor Volkov.

No estoy preparada mentalmente para ser aterrada y mirada por esos ojos color verde jade que pueden ver a través de ti, ¿Y hablando del acento ruso? No es normal lo mucho que aquello me hipnotizó.

—¿Cómo fue la entrevista? Todos estos días no me has dicho nada.

—Porque no ha sido nada, ¿Acaso ves que me hayan contratado? Sigo aquí sirviendo mesas y preparando hamburguesas asquerosas con carne de dudosa procedencia porque al cocinero se le ocurrió enfermarse hoy.

Contesto de mala manera mientras termino la hamburguesa lanzando el pan encima, luego de eso me doy cuenta del silencio de Marrisa y la miro haciendo una mueca.

—Lo siento, han sido unos días difíciles porque sé que arruiné esa entrevista.— Digo un poco más calmada acomodando la hamburguesa sobre la bandeja redonda que contiene unas papas y un vaso de gaseosa.

—No te preocupes, te entiendo.— Dice ella y sonrío ladinamente, sin embargo su frente se arruga con curiosidad.— ¿Por qué dices que arruinaste la entrevista?— La morocha me señala con su trapo y yo hago una mueca girando para darle la espalda y agarrar la bandeja con cuidado y posarla sobre una de mis manos. — Iris.

—Puede o no puede que haya sido grosera haciendo preguntas que no debía porque me había convencido que no me iba a contratar.

Camino hasta la salida de la cocina a toda velocidad para no tirar nada.

—¡¿Qué hiciste?!

Me gritó ella desde atrás, lo que me hace reír mientras niego con la cabeza.

Empujo con mi cadera la pequeña puerta caminando en medio del restaurante donde varias de mis compañeras están hablando con distintas mesas de hombres necesitados de atención femenina. Los uniformes no ayudaban demasiado a los diferentes tipos de acoso que recibimos todos los días.

"¿Qué haces linda? ¿por qué no vienes a mi cama?"

"Oye preciosidad, ese culo busca un poco de atención."

"Preferiría comer algo más apetitoso." Seguida de una mirada lasciva que sólo deben de funcionar en las películas porno que ven.

Cada una de las chicas que están aquí, lo hacen por necesidad y no por el placer de entretener hombres infieles, o que no han tenido pareja en su vida por obvias razones, y el dueño de Jauría no está muy alejado a ser igual a ellos. Bob; él me había ofrecido este trabajo como la 'criatura desamparada' que era y se creyó mi salvador, por lo que él piensa que le debo mi vida, lo cual no es así, no tiene idea de que a penas tenga la oportunidad de irme, lo haré.

Llego a mi mesa y veo al grupo de hombres que me toca atender sentados, y una gran sonrisa aparece en sus labios cuando me ven llegar. Suelto un suspiro y me inclino para comenzar a dejar uno por uno sobre la mesa, ellos ya habían pedido muchas veces y todo para que terminara volviendo, ¿Acaso creen que no lo sé? Para su suerte, es la única atención femenina que van a tener en su vida y no de la forma que ellos desean.

Siento una palmada en mi trasero y me incorporo poniéndome derecha como si me hubiera tocado la cosa más desagradable del mundo, y no estoy tan lejos, en realidad. Me fuerzo a sonreír, agarro la bandeja y lo aprieto con fuerza, probablemente mis dedos volviéndose blancos ante la presión.

—Que disfruten su comida. — Digo de la manera más amable posible, viendo a cada uno de ellos, memorizando sus rostros para luego asesinarlos yo misma cuando salga de aquí.

Es mentira, pero puedo tener pensamientos asesinos si se me da la gana.

—¿Por qué no te quedas un poco más con nosotros, hermosura?— Habla uno de ellos con una barba excesivamente larga, gorra de camionero y dientes... ¿Le faltan dientes?

—No tenemos cocinero así que estamos trabajando el doble, por más que ame la idea de quedarme a hablar con ustedes, guapos...— Voy a vomitar. — No será posible, capaz la próxima.

Ahora si, giro sobre mis pies haciendo resonar los tacones excesivamente altos en medio de las mesas pasando en medio de los neandertales hasta ponerme del otro lado de la barra dejando la bandeja allí. Agarro un cuaderno, luego un papel para anotar la mesa y el pedido, o en este caso, aumentar su precio.

Llevo mi mano a mi frente dando masajes en la zona para evitar que el dolor de cabeza aparezca, así es todos los días. Jauría se encuentra casi en una carretera súper alejada de todo, principalmente de los oficiales de policía, aunque creo que hay varios aquí sentados, no soy idiota para reconocer a unos pervertidos a simple vista, y todos aquí lo son.

Jauría es un lugar bastante rústico a nivel de decoración, construido en madera y piedras decorando el exterior para darle otro ambiente. Las luces cálidas que alumbran da una sensación de querer ahogarme en mi propio vómito, las mesas de madera y diferentes estilos de silla para darle otro tipo de aire al lugar, o como yo le he llamado desde que llegué aquí, Bob siendo tacaño y yendo al basurero para encontrar qué cosas poner en el restaurante, porque a ese señor no se le cae dinero del bolsillo ni siquiera por casualidad.

Digamos que las chicas y yo tenemos suerte si es que nos paga el salario mínimo, mucho más bajo que eso, lo suficiente para pago de renta, servicios y una compra grande al mes, ¿Después? Nos toca sobrevivir con las sobras que hay aquí dentro, y trabajando en este lugar, sabemos que los ingredientes no son de la mejor calidad, a excepción de las bebidas alcohólicas, que es lo que más se consume, hasta podría decir más que las hamburguesas.

—Ahora dime. — Marissa aparece a mi lado de la nada y llevo mi mano a mi pecho a causa del susto, ella se ríe de mi reacción y ruedo los ojos. — ¿Qué fue lo que hiciste para arruinar la entrevista, querida?

Ella se cruza de brazos viéndome con una de sus cejas levantadas, prestando toda su atención en mi.

Ladeo mi cabeza y suelto un suspiro, contengo una sonrisa.

—Le pregunté por qué trataba mal a sus empleados por el gusto de hacerlo. — Bajo la mirada avergonzada mientras me río.

—¡No puede ser!— Noto el tono de diversión de Marissa cuando escucha mis palabras.

—Y eso no es todo, después le pregunté qué hacía con aquellos que lo desafiaban.

—¡¿Y qué te dijo?!— Me da un golpe en el brazo para que continúe con la historia.

—Me dijo que nadie se animaba a desafiarlo, le pregunté por qué y me dijo, lo cito: Porque ellos me conocen muy bien como para intentarlo. — Hago un intento fallido de su acento ruso. Marissa estalla en carcajadas y niego con la cabeza sin poder quitar la sonrisa de mis labios viendo a mi amiga. — Cierra la boca, ¿Ahora entiendes por qué creo que lo he arruinado?

—Completamente, no puedes mantener esa boca cerrada ni aunque te paguen por eso.

La morocha se limpia una lágrima del rabillo del ojo de tanta risa.

Es exagerada.

—Así es. — Aprieto mis labios apoyándome en la barra del bar dándole la espalda a todo el restaurante. — Aunque en parte me alegra que no me llame, ¿Sabes por qué? No creo que hubiera aguantado tanto tiempo bajo la mirada de alguien tan...— Mis palabras se quedan en el aire cuando noto que Marissa no me está prestando atención, y en su lugar sus ojos están mirando en dirección al restaurante como si hubiera visto un fantasma.— ¿Qué?— Pregunto divertida.

Ella me señala con su dedo índice casi sin hacer movimientos bruscos, y yo frunzo el ceño confundida, sin embargo me giro para ver a donde me apunta. Mi cara se transforma por completo, si no fuera porque mi boca está pegada a mi cabeza, probablemente ya estaría tocando el suelo, sin exageración.

Aquella figura prominente, que emana intensidad de donde sea que lo mires, sus ojos viendo todo el lugar con atención, sin demostrar ningún tipo de emoción en lo que abrocha el botón de su traje azul oscuro, no tiene que nada que envidiarle a ninguno de los hombres que hay aquí sentados, en su lugar, todos ellos a él si.

El calor comienza a recorrer mi cuerpo y vuelvo a dar la espalda a todo el restaurante, con una cara de pánico que es imposible de expresar.

—¿Qué hace el Señor Volkov aquí?— Cuestiono hablando por lo bajo, como si fuera capaz de escucharme ante todo el barullo que hay aquí.

—No lo sé, no tengo idea, no me interesa, pero wow que agradezco la vista. — Ruedo los ojos ante la respuesta de Marissa y ladeo mi cabeza esperando que esté perdido y haya entrado por indicaciones.

En ese caso, todavía tengo probabilidades de que no me haya visto.

—Viene hacía aquí.

—¡¿Qué?!— Mi voz se levanta un poco más de lo debido.

—Viene hacia... ¡Hola!— La morocha no puede terminar la oración, porque al parecer la figura ya está justo detrás de mí. — Si, dígame, ¿Qué necesita?— Pregunta Marissa usando de mesera con buenos modales.

Cierro mis ojos con fuerza, con la esperanza de que si hago eso, mágicamente pueden salirme poderes y literalmente desaparecer, porque ahora ya es demasiado tarde para correr hasta la cocina sin que me vea la cara.

—Estoy buscando a una chica, ¿Iris Maxwell?

Y me cago en la puta madre.

—Si...— Marissa dice eso con lentitud dirigiendo sus ojos en mi dirección.

Ahora si, no tengo más opción que girarme, ¿Por qué no me estoy moviendo?

Marissa se da cuenta de que estoy petrificada y me agarra de los hombros para hacerme girar con fuerza y doy una pequeña sonrisa en dirección a Alex.

Él no me dice nada a primera mirada, porque en realidad sus ojos están directamente sobre mi uniforme del día de hoy.

Un short de jean que a penas tapa lo que es importante, dejando gran parte de mis glúteos al descubierto, un top que es literalmente es una tela blanca que cubre sólo mis pechos y se ajusta demasiado por lo cual me cuesta respirar, sumando los tacones negro que combina elegantemente con todo el resto. Sumando la cantidad de brillos a causa del maquillaje que somos obligadas a usar.

Alex carraspea, lo que me hace querer desaparecer de la faz de la tierra, del universo, de la galaxia, ¡De donde sea!

—Necesitaba hablar con usted. — Formula volviendo sus ojos hacía los míos.

—Vamos a una mesa a hablar.— Digo con lentitud saliendo de detrás de la barra empujando la pequeña puerta que separa el comedor de la cocina.

Enseguida los gritos por verme caminar como toda una modelo no tardan en aparecer, los saludo con la mano con una gran sonrisa como si de verdad me gustara que me trataran como un objeto al cual pueden admirar y tocar como se les diera la gana. Siento la figura amenazante de Alex caminando detrás de mí, por lo que me siento aún más fuera de confianza de lo normal, para mi suerte, encuentro una mesa alejada justo en la esquina del restaurante, así que tomo asiento que está pegado en la pared.

Alex se acomoda en frente de mí viéndome con atención, un semblante de pura tensión... Lo cual no tengo idea de dónde ha venido el cambio de humor, si es que este señor tiene algún tipo de humor.

—¿Cómo me ha encontrado?— Me ánimo a preguntar apoyando los antebrazos encima de la mesa para verlo mejor.

Incluso hasta la luz más horrenda del mundo lo hace ver bien, ¿Cómo es eso posible? No sé, pero Alex Volkov se las arreglaba para hacer eso.

—Usted lo ha mencionado cuando hablábamos en mi oficina. — Responde con tanta simpleza provocando que casi pero casi creyera que lo hice.

Su mirada está perdida en todo el restaurante, la horrible música y la horrible gente, ¿O está mirando a las chicas mitad desnuda? No puede ser.

—No recuerdo haberlo hecho. — Muevo mi cabeza lentamente negando.

—¿En serio? Yo recuerdo bien que lo hizo. — Repite con seguridad.

Estoy segurísima que no lo hice.

¿Por qué iba a querer que uno de los hombres más multimillonarios del Upper East Side sepa que trabajo en un lugar así?

—Bueno, ¿Qué hace aquí?— Lo dejo pasar por más inusual que se me haga todo esto, su presencia aquí no es normal.

Ni en los miles universos existentes alguien como él terminaría en un restaurante así.

—Vine a hablar sobre el trabajo, quiero que sea mi asistente.

—¿Perdón?—Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerme, un brillo de diversión se ilumina en los ojos de Alex, quien ladea su cabeza para verme fijamente a los ojos. Carraspeo mi garganta. — Quise decir, ¿Por qué me quiere a mi?

Algo en sí me deja confusa, al igual que su expresión.

Alex se apoya en el respaldo de la silla, sin dejar de verme.

—La forma en la que me enfrentó en la oficina me llamó la atención, su fiereza, sus respuestas rápidas, parece una mujer que sabe lo que quiere, a diferencia de mis otras asistentes, usted si parece prestar atención a los pequeños detalles, ¿O me equivoco?

Intento no distraerme ante el llamativo acento Ruso que tiene Alex, su voz suena como un ronroneo a mis oídos, que me hace sentir un calor muy fuerte en mi abdomen bajo. Cruzo mis piernas por debajo de la mesa y asiento con la cabeza, como si de verdad hubiera escuchado algo de lo que esa maldita boca acaba de decir.

—Tiene toda la razón, esa soy yo. — Confirmo viéndolo a los ojos.

—Tengo sólo una condición.

Frunzo el ceño confundida me cruzo de brazos.

—¿Qué condición?

—Debe renunciar a este trabajo de efecto inmediato si quiere trabajar conmigo. — Dice con firmeza, estoico.

Mi expresión se relaja y mis brazos se desarman a los costados, ¿Acaso me estaba mandando? Ni siquiera era una sugerencia, me dijo firmemente que lo hiciera. Por más que quisiera llevarle la contraria en esto, creo que hasta él sabe que mi situación no amerita que nadie le diga lo opuesto a lo que espera.

—Mi jefe no está ahora, mañana hablaré con él y le diré que renuncio.

Por alguna razón eso sale de mi boca sin siquiera haber pensado bien en que iba a hacer. También estoy mintiendo, mi jefe está del otro lado en su oficina encerrado contando su dinero sucio, por eso no tengo la necesidad de entrar y saber qué tanto ha robado estos días.

—Perfecto, ya tengo su número, le enviaré los horarios y allí me avisará cuando haya hecho la renuncia oficial. — Habla con tanta seguridad que no puedo evitar sorprenderme.

Alex se levanta del asiento y siento la necesidad hacer lo mismo, pero al hacerlo mi pie derecho se dobla por lo alto del tacón, casi haciéndome caer si no fuera porque me agarré fuerte de la mesa, no tardo ni diez segundos en ponerme roja de la vergüenza en lo que el ceño de él se frunce, no sé si por enojo o preocupación, pero allí está.

—Nos estaremos viendo entonces, Señor Volkov. — Decido romper el silencio antes de hundirme en la vergüenza.

—Nos vemos, Señorita Maxwell.

Él extiende su mano en mi dirección y dudo un par de segundos, para terminar estrechándolo, provocando que una gran corriente eléctrica se hiciera presente en mi cuerpo. Mi piel demuestra aquel shock eléctrico, porque bueno, estoy prácticamente desnuda, así que me suelto a toda velocidad de su mano y le doy una sonrisa sin mostrar los dientes.

Da un pasos para atrás para luego girarse por completo, lo sigo con la mirada hasta que veo que desaparece por la puerta principal del restaurante. Una vez más el aire entra a mi cuerpo, sin saber cómo es que aguanté tanto tiempo sin respirar.

Desde la distancia veo a Marissa moviendo sus brazos de manera exagerada para llamar mi atención, levanto mi mano con el pulgar en alto y ella sonríe orgullosa. Me encojo de hombros mientras me acerco a la ventana corriendo un poco las cortinas para ver que se mete en un auto extremadamente elegante, incluso para mis pocos conocimientos de ellos.

Suelto un suspiro y no puedo evitar sonreír.

Al final no he sido una idiota total, ¡Tengo nuevo trabajo!

Recuerden:

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