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2𓏲 ๋࣭ ࣪ ˖ intimidating.



 ִֶָ☾. But I'm gonna make him wish he were mine
Make him wish it never ends

── .✦ Allegra Jordyn.

Estoy petrificada.

Creo que nada en la vida me había intimidado de la forma en la que el hombre sentado en aquel escritorio lo está haciendo ahora mismo. Había sido capaz de golpear a mi propio jefe en mi anterior trabajo sólo porque no me pagó el sueldo que quería, ¿Pero esto? Sobrepasa los límites que alguna vez creí imaginable.

—¿Y tú eres? —Su voz me devuelve a la realidad, un tono brusco y de pocos amigos. — Hazlo rápido.

—Si, lo siento. — Paso mi mano por mi oreja llevando rastros de cabello por detrás, carraspeo un poco para hacerme ver firme. — Soy Iris Maxwell, lo llamaron para avisarle de una entrevista, soy yo.

Alex me está analizando, de arriba hasta abajo con una expresión... sin expresión, en realidad. Como si quisiera leer mi mente antes que todos, me siento pequeña y expuesta al usar este vestido, lo que me hace pensar que no ha sido la mejor elección para ponerme, seguramente me está juzgando dentro de su cabeza por verme como una total zorra en una entrevista de trabajo.

Él vuelve sus ojos a mi rostro y me hace un gesto con la mano para que me acerque en lo que se incorpora en su silla negra de cuero. Asiento con la cabeza acercándome, haciendo que el sonido de los tacones resonando contra el piso me haga maldecir dentro de mi cabeza.

—Si, una asistente, estuve buscando una hace tiempo. — Alex muestra un acento Ruso bastante marcado, que me hace sentir aún más intimidada. Me paro al lado de la silla y la señala.—Siéntate.

Hago caso como si fuera alguna clase de perro, intento mantener mis pies sobre la tierra, porque después de todo estoy aquí para conseguir un trabajo no para otra cosa. Es sólo que se está volviendo intimidante ver las facciones perfectas del Señor Volkov, sería una idiota si no admitiera que es el ser más perfecto que alguna vez haya visto.

—Se ve cansada, ¿Ha dormido bien?

Su pregunta me tomó por sorpresa, maldigo dentro de mi cabeza creyendo que había sido capaz de maquillar bien mi desvelada.

—Si, no se preocupe por eso. — Es lo único que sale de mi boca casi sin volumen.

—¿Ha traído su carta de presentación?

—Si. — De mi carpeta saco una copia para estirarme un poco y entregárselo, quién lo toma con tanta elegancia y simpleza, que un simple gesto provoca ciertos efectos en mi persona. — Uhm, todo lo que necesita saber de mi vida laboral está allí.

Es una mentira.

El único trabajo que he omitido en la carta de presentación es el del restaurante en el que estoy trabajando, ¿Qué necesidad de que mi futuro nuevo jefe sepa que trabajo medio desnuda sirviendo mesas? No, gracias, lo omitiré todas las veces que sea necesario, después de todo aun me queda algo de dignidad, si se puede decir de esa manera.

El señor Volkov lee el papel con atención apoyando su espalda contra el respaldo de la silla, moviendo sus ojos verdes jade renglón por renglón, haciendo que me sienta incómoda, a su vez sintiendo vergüenza de los posibles errores que hayan allí. Admito que lo he hecho a las tres de la mañana un día que salí del trabajo temprano, así que es probable que no tenga demasiada coherencia algunas de las cosas escritas allí.

Deja las hojas con cuidado sobre la mesa apoyando sus brazos sobre la madera del escritorio viéndome directamente a los ojos. Trago en seco intentando no dejarme intimidar por aquello.

—Cuénteme sobre usted y su experiencia laboral.

Oh, ya empezamos con las preguntas, ¿Sin un aviso o algo?

—Bueno, como dice el papel tengo veintidós años, me he independizado a temprana edad, me considero una persona independiente, responsable y siempre lucho por lo que quiero.— Algo se enciende en la mirada de Alex cuando escucha decir mis últimas palabras, aun así sigo debajo de sus intensos ojos grises.— He trabajado en múltiples lugares, pero ninguno lo suficientemente bueno para mi, he querido expandirme un poco más y salir de mi trabajo actual.

—¿Y cuál es su trabajo actual?

—En un restaurante. — Respondo con tanta rapidez que no me doy cuenta de que acabo de cagarla.

—¿Y por qué en su carta de presentación no dice nada de un restaurante como trabajo actual?— La ceja de Alex se levanta agarrando la carta de presentación, viéndome con atención, haciéndome querer desaparecer.

Toda la seguridad que intenté construir, se acaba de derrumbar con aquel desliz que por más pequeño que haya sido, puede que me haya costado todo el resto de la entrevista.

—Eso... es por qué...— Mi cabeza no estaría trabajando en una respuesta rápida como quiero que suceda.— ¿Dije actual trabajo? Lo siento, aun creo que estoy allí, he renunciado hace un par de semanas.— Contesto cuando por fin se me ocurre algo, y por más que hayan sido segundos de dudas, se convirtió una eternidad.

Sus ojos vuelven a verme de arriba hasta abajo, mi respiración comienza a agitarse un poco más de lo normal, por lo que Alex se detiene justo en mi pecho agitado, ya no sólo por la ansiedad y nervios de la entrevista y mi horrible desliz, sino por el calor que me ha generado.

No parece haber mordido el anzuelo, pero al juzgar por su expresión, lo va a dejar pasar.

—¿Cómo maneja la confidencialidad en el trabajo?— Sigue con las preguntas ahora bajando la mirada a mi hoja, lo que me da un poco de tiempo a calmarme.— Porque necesito a alguien que sepa guardar mi información, de confianza, nunca se sabe que pueda surgir y necesito un cien por ciento de lealtad hacia mi persona.

—Puede confiar en mí, en lo que sea. — Digo con un tono muy desviado del tema de conversación, carraspeo y sacudo mi cabeza un poco quitando el cabello de mi rostro. — Tengo lo que se necesita, para absolutamente todo.

Asiento con lentitud elevando una de mis cejas.

—Puedo ver eso. — Murmura por lo bajo, aun así soy capaz de escucharlo desde la distancia.

Frunzo un poco el ceño confundida, de todas formas no soy capaz de preguntar a qué se refiere con eso porque no me corresponde, la entrevista es de él hacía mí, no al revés.

—¿Sabe separar la vida personal de la laboral? Eso es importante en este trabajo, no sabe con lo que se puede encontrar.

—Por supuesto, entiendo completamente, no estaré acostumbrada a este ambiente pero nunca dejo que mi vida laboral se mezcle con la profesional.— Hablo con seguridad.

Sobre todo porque no tengo a nadie que interfiera en ninguna de las dos cosas, mi única mejor amiga es Marissa y es mi compañera de trabajo, y la única interferencia divina que ha hecho es lograr conseguir esta entrevista de trabajo en vez de tomarla ella. Creo que nunca había conocido a alguien tan desinteresado como ella, no sé qué sería mi mundo si no la hubiera conocido.

Probablemente viviendo en la calle con amigos adictos, y la quinta sería yo.

—¿Hay alguna pregunta que quiera saber con respecto al trabajo?

Cuando dice eso, me doy cuenta que tal vez ni siquiera vaya a conseguir el trabajo, así que puedo descargarme un poco con la situación. Por lo que asiento con la cabeza y bajo la careta apoyándolo sobre mis piernas en lo que las cruzo, dándome una posición más segura y alta.

—A usted se lo conoce por ser una persona fría, calculadora, determinado todo eso llevándolo a lo alto, ¿Eso significa que tratas mal a sus empleados por el gusto de hacerlo?

Elevo una de mis cejas, entrando en un confianza que no he tenido desde que crucé esa puerta, pero ahora ya lo había arruinado, no me voy a esforzar de mi mejor versión de mi.

La insoportable.

Alex eleva ambas cejas con curiosidad, sorprendido por mi cambio de actitud. Veo que se endereza en su asiento y se levanta para caminar y cruzar justo en frente de mí, mostrando su gran altura haciendo que una extraña sensación se instale en mi estómago, confirmando mi teoría de que los hombres se ven exquisitos en traje. Se apoya sobre su escritorio y espero que me eche de su oficina, pero su expresión es tan serena que llega a dar miedo.

—No por la diversión, no.— Creo ver un brillo de diversión en sus ojos, lo más cercano a una emoción que he visto en su rostro desde que la entrevista empezó. Su mano se apoya en el borde del escritorio, sus grandes manos... Me desvío un par de segundos para volver a verlo a su rostro.— Soy estricto, exigente y espero la excelencia de aquellos que trabajan para mi. — Contesta con tanta simpleza que acaba de confirmar mi teoría, no tiene sentimientos alguno. — Pero no tengo problemas en ser cruel con alguien que se lo merezca.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal por la adherencia de esa última parte en la respuesta. Aprieto su cuaderno con fuerza, casi sintiendo como la circulación de la sangre comienza a disiparse.

—Creo que es bueno encontrar un jefe así, ¿No lo cree? Quien castiga a los que se lo merecen, es bastante justo, si me deja agregar.

—Es bueno encontrar a alguien que tenga mi mismo pensamiento. — Sus ojos bajan sobre mis piernas descubiertas sin ningún tipo de pudor. — ¿Alguna otra pregunta, señorita Maxwell?

—¿Y qué hace con aquellos quienes le desafían?

—No hay nadie que sea capaz de desafiarme.

— ¿Y eso por qué?

—Porque ellos me conocen muy bien como para intentarlo. — Su voz se vuelve dura y su respuesta es más rápida de lo que esperaba que fuera.

Nuestras miradas se conectan en un lapso muy largo de tiempo, estoy segura que me he vuelto a alterar y mi respiración acaba de dejar de ser regular una vez más. Soy la primera en romper el contacto visual bajando la mirada hasta mis nudillos blancos, suelto un poco mi carpeta.

—Eso sería todo, puede retirarse.

Alex gira alrededor del escritorio y vuelve a tomar asiento.

Por alguna razón cuando dice eso, el aire vuelve a entrar en mi cuerpo, como si fuera alguna clase de alivio. Impulso mi peso para pararme de la silla sintiendo mis piernas un poco débiles por la intensidad que hay en todo este lugar, como si fuera capaz de cortarlo con una tijera.

—Gracias, Señor Volkov.

Es lo único que sale de mi boca, por instinto hago una pequeña reverencia con mi cabeza y me giro sobre mis pies para caminar hasta la puerta de la oficina y salir de allí antes de terminar sofocada por quién sabe que sentimiento.

¡Mierda! Nunca creí que eso fuera a suceder, de las pocas fotos que había visto en internet, no le hacía ni un poco de justicia. Si ya se veía intimidante en las fotos, en la vida real se podía tocar con las propias manos, lo cual me dejó desconcertada e intrigada por la forma en la que ese hombre es.

Me apresuro a salir del edificio resonando mis tacones, creo que me los he doblado un par de veces en mi escapada, pero el dolor no se compara con la sensación de libertad que siento ahora. Todo el aire entra a mis pulmones como si todo este tiempo ni siquiera hubiera sido capaz de respirar, y no me culpo, es decir, parecía que las paredes se cerraban sobre mi.

Paso mi mano por mi cabello peinándolo para atrás, miro por detrás el edificio sin poder creer lo que había pasado allí dentro. Es más, sin contar las cosas que pasaron por mi cabeza cuando lo veía tan sereno, ese acento Ruso que creo que conquista a absolutamente todas las mujeres, por no decir otra cosa.

Vuelvo a tomar un taxi que me lleva directamente a mi casa, sin vuelta alguna, sin hablar, aun confundida y encantada, lo que hace que en el proceso sonría un poco. Muerdo mi labio inferior tan distraída, que ni me di cuenta cuando llegué a mi casa en Brooklyn, he salido de la realeza para entrar al pueblo en un reino de la Burguesía.

Alex Volkov es el rey, y yo soy la pueblerina. 

Recuerden:

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