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Vigesimocuarto plato


[Jin]

A veces me sorprendía la pasividad con la que Namjoon trataba ciertos temas que a mí me parecían extremadamente importantes, o como menos, curiosos. Yo ya sabía de sobra que el rubio era un perro, que le tiraba a todo lo que se movía y probablemente había visitado más camas que calles, pero no iba a negar que me sorprendió enormemente enterarme de que yo era su primera relación en todo lo que llevaba de vida.

- Una vez salí tres días con una chica cuando era pequeño. Me dejó cuando rompí su lazo verde sin querer al intentar atarlo a un palo.

- ...

- ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

- Aún no me creo que yo sea el primero.

- Joder, parece que me has robado la virginidad o algo – resopló una risa y siguió caminando, rodeando mi cintura con actitud protectora. Yo hacía lo mismo con él, solo que unos centímetros más abajo. –Tan solo eres la primera persona con la que salgo, no se porque es tan raro.

- Porque tienes una edad y eres guapo y famoso, por eso mismo.

- Gracias –respondió orgulloso, mostrando una egocéntrica sonrisa que combinaba a la perfección con su imagen de chico malo. Le acerqué más a mí y apoyé la cabeza en su hombro sin relantizar el paso.

- Realmente eres guapo.

- Gracias de nuevo.

- No pegamos ni por asomo –confesé tras pensarlo detenidamente. Él fue a hablar, pero antes de que pudiera le interrumpí, anticipando la explicación que probablemente iba a pedirme. – Tú eres guapo en plan chulo, siempre con tus gafas de sol, tu ropa ancha...

- ¿Y qué con eso?

- Pues que yo soy todo lo contrario –ladeé la boca pensativo, formando una mueca sin llegar a alcanzar la palabra que mejor describía mi belleza. – Yo soy guapo en plan...

- En plan princesa.

- ¡Exacto! –sonreí aliviado por encontrar mi adjetivo, además de que amaba cuando me calificaban como tal. Era hermoso como una, y también fuerte e independiente como las nuevas princesas que protagonizaban actualmente las películas. Era mucho mejor que Namjoon y su atractivo de simple chulo putero.

- Eres un cursi.

- Y tú un perro.

- Y tú gimes como una perra.

- Te recordaré estas palabras cuando estés babeando el piso porque quieres un polvo.

- Soy débil, no te aproveches de mis debilidades –sonrió e inclinó ligeramente su cabeza para dejar un pequeño beso en mis labios.

- Eres un pervertido.

- También –volvió a dejar otro beso sin dejar de sonreír al tiempo que llegamos a la cola del cine. Por suerte no había muchas personas, así que apenas serían dos minutos de espera, dejándonos diez restantes para llegar a la película. Lo tenía todo controlado.

Sí, habíamos decidido venir al cine. Yo quería ir al teatro a ver una obra renacentista, pero Namjoon quería salir de fiesta y me dejó totalmente claro que no pagaría ni un duro para pisar un teatro. Finalmente le convencí, pero me dio pena y terminé apiadándome, escogiendo finalmente el cine como plan intermedio. Eso sí, la película la escogía yo.

- Dos para "El viaje más largo" –pedí educadamente a la chica tras la ventanilla, quien sin siquiera mirarme empezó a teclear en su ordenador. Me informó rápidamente de que mis asientos serían centrados en séptima fila sin darme opción a rechistar y en un santiamén, nada más dejé los billetes en la bandeja, las entradas ya estaban listas.

- ¿Vas a gastar dinero en esa bazofia?

- Te callas porque pago yo, tú no has gastado nada.

- Igual pierdo mi tiempo.

- Igual te callas.

- En serio, es dem-

- Te callas, Namjoon –puse dedo en sus labios y terminé de guardarme la billetera en el bolso que colgaba de mi brazo, sonriendo al no volver a escuchar queja de camino a la entrada. Un acomodador nos cogió los billetes y tras partirlos ligeramente y devolverlos, nos permitió el paso a la sala, donde rápidamente cogimos asientos. A los extremos había una atractiva chica con un vestido que llevaba un precioso escote negro, y al otro lado un puberto lleno de granos que acompañaba a su novia. – Ah no, tú aquí – empujé a Namjoon de los hombros hacia abajo, sentándole de inmediato junto al espécimen masculino. Él muy desgraciado había ido directo a sentarse junto a la chica. – Si quieres tetas, te fijas en la de la protagonista.

- No me gusta esa actriz –respondió con resignación, en un tono más alto que el mío, ya que yo básicamente había susurrado.

- ¿La conoces?

- Vi la carátula en la calle. Es rubia, no me gustan las rubias.

- Quizás me tiña de rubio en un futuro –declaré arrastrando el final de la frase, simplemente para picarle. Me gustaban nuestras riñas de mentira, eran divertidas. Él frunció el ceño con asco, poniendo una graciosa mueca, para terminar riendo y besando mi mejilla. Yo cerré inconscientemente los ojos al tacto de sus labios, era agradable.

- Tú serías la excepción, seguirías hermoso.

- Namjoon – era el mejor momento para pedirlo, no habría otro mejor. Sonreí inocentemente y agarré su mano. – ¿Tú me quieres?

- S-sí...

- ¿Harías cualquier cosa por mí?

- Supongo...

- ¡Genial! –volví a abrir mi bolso y saqué varios billetes de mi cartera, tendiéndoselos con tanta rapidez que ni siquiera pudo quitar la mano. – Cómprame palomitas y refresco de naranja, por favor, que se me ha olvidado.

- ...

- ¿Qué? Dijiste cualquier cosa.

- Por un momento pensé que ibas a pedirme matrimonio o algo por el estilo.

- Como no muevas el culo rápido es lo que haré.

Dejó un beso en mi mejilla sonriendo y se marchó rápidamente, abriéndose sitio con torpeza entre las filas de gente. Un minuto después se apagaron las luces de la sala, y suspiré agradecido de haber tenido a Namjoon a mi lado. No quería perderme ni un segundo de la película.

Era romántica, chorreaba ese género en cada segundo de ella, y aunque costara creerlo, tampoco era de mis favoritas. Prefería suspense, pero me la habían recomendado y me animé a verla. Al menos el protagonista era guapo.

- Toma, las vueltas –Namjoon apareció a mi lado, dejando las palomitas en mi regazo, el refresco en aquel vaso de plástico adjuntado a los asientos, correspondientes para dejarlo. Cuando levanté la vista para darle un beso, me encontré con que una chocolatina sobresalía por sus labios. Suspiré resignado, disfrutando de aquellos detalles que le asemejaban a un niño, y sonreí, rompiendo un pedazo del extremo para llevarlo a mis propios labios. – ¡Eh, eso es mío!

- Lo pagué yo, te aguantas.

- Me extorsionas y luego me robas, eres cruel.

- Shhhhh –señalé la pantalla y puse un dedo en mis labios, mandándole callar. Probablemente él, a las alturas que llevábamos, no se iba a enterar de nada, pero igualmente debía guardar silencio. – Ya está la película.

- Perdón, perdón.

Y tras agarrar el cuenco de palomitas, se acomodó en el asiento y siguió viendo la película en silencio, rompiendo totalmente mis esquemas. Diez minutos después estaba tan inmerso en ella que ni siquiera comía de aquel aperitivo de maíz, cosa que yo aprovechaba enormemente. A mí me gustaba la película, pero ni punto de comparación a como la vivía Namjoon.

No fue nada sorprendente que terminara y el rubio casi estuviera llorando, incapaz de reaccionar hasta que salieron los créditos y yo le di un codazo. Él me miró sorprendido y se apresuró a limpiar sus mejillas, intentando tapar lo obvio.

- Eres un cursi –repetí con el mismo tono que puso él en la cola, ganándome un pequeño empujón y que se pusiera en pie sin mirarme, resentido. Esta vez fui yo quien me levanté y besé tiernamente en señal de disculpa. – Me alegra que te gustara.

Nos encaminamos a la salida, volviendo a discutir por si todas sus lágrimas eran fingidas para no destacar entre el público, del cual casi el ochenta por ciento había llorado, o si eran totalmente reales y Namjoon era un maldito cursi que se emocionaba con cualquier culebrón romántico. No llegamos a decidir ganador en la disputa porque nos encontramos a unos amigos suyos antes de salir de la sala. Recordaba haberles visto varias veces, pero no solían salir mucho con el grupo.

- ¿También fuisteis a ver la peli? –preguntó Namjoon con dureza, como si no la hubiera disfrutado como el que más.

- Sí, Yoongi me obli-

- ... – el peliverde miró a su novio y no hizo falta más que esa mirada para hacer confesar a su pareja, Zico creo recordar que se llamaba.

- Era broma, no te enfades –abrazó al más bajo y rió alegre, demostrando la gran confianza que había entre ellos. En cierta forma se veían adorables. – Me moría de ganas de verla, adoro al escritor.

- ¿Nicholas Sparks? –pregunté por inercia. Había leído todas sus obras por muy repetitivas o cliché que pudieran llegar a ser.

- ¡Sí, ese! –El rubio me señaló emocionado y asintió. Yoongi bufaba con cansancio, y Namjoon corroboraba en la pantalla de su móvil que no quedaran rastros de lágrimas en sus mejillas.

Yo seguí hablando con Zico sobre aquel autor, debatiendo que libro era mejor, escenas preferidas, análisis de los personajes y demás detalles que realmente no tenían ninguna importancia pero nos entretuvieron lo suficiente hasta que llegamos a la salida. Namjoon iba a mi lado, agarrando mi mano, y Yoongi unos pasos más atrás distraído con el móvil.

- Ya nos veremos –se despidió el rubio cuando nuestros caminos se separaron, consiguiendo que su novio levantara la vista del celular el tiempo suficiente para hacer un gesto con la mano como despedida y volver a clavar sus ojos en la pantalla. Un encanto de chico.

El tema de la película no se detuvo, siguió con Namjoon hasta que llegamos a su piso, el que quedaba más cerca. Le dejé ganar y acepté que sus lágrimas eran puro teatro y en realidad la película no le había tocado el corazoncito, y me alegré de haberlo hecho al notar como volvía a recuperar su ego. Era adorable lo fácil que se podía poner en juego su masculinidad.

- ¿Te quedas a dormir? –preguntó abriendo su portal con la llave. Asentí sin pensarlo. Me daba tanta pereza tener que volver a mi casa en ese momento, que habría dormido en el banco de debajo de su casa si era necesario. – ¿Pedimos pizza para cenar?

- Deja, cocino yo algo.

- Está bien, yo pongo la lavadora –fui a preguntarle que para qué narices iba a ponerse a lavar la ropa a estar horas, cuando me topé con su insinuante sonrisa que se respondía por sí sola. Suspiré y pasé de largo, escondiendo esa sonrisa que desvelaba lo mucho que me gustaba aquella idea. – ¿Eso es un sí? –preguntó acercándose a mi lado.

Abrí la boca para responder, entrando al ascensor con él, y asentí varias veces, ignorando el papel que cubría parte del espejo hasta que llegamos al cuarto piso. Por suerte, el de Namjoon era un octavo, y me dio tiempo a leer lo esencial del comunicado.

- Namjoon.

- ¿Sí?

- Será mejor que pidamos pizza – me miró sin entender y señalé el papel, intentado reprimir mi risa al ver como su cara de felicidad se tornaba a una de depresión cuando leyó la hoja. Me miró y yo me encogí de hombros.

- ¿La lavadora necesita electricidad para funcionar? – asentí mientras salía del ascensor, andando hacia su puerta para comprobar que el comunicado era cierto, y efectivamente lo era. Todo el edificio estaba sin luz, o al menos los pisos. Llamé al timbre varias veces y no emitió ni el más mínimo sonido. Adiós tachar la lavadora de la lista.

- Supongo que a oscuras también tiene su morbo –declaró resignado, abriendo la puerta de su casa a oscuras y suspirando. Yo me abracé a él por la espalda, cerré la puerta con el pie y sonreí, acercándome a su oído para susurrar.

- Saca velas, hoy lo haremos romántico y cursi, como a ti te gusta.

El gruñó por la referencia a su reacción a la película, pero de igual forma terminó respondiendo al beso que le di, cogiendo el control que siempre acababa cediéndole de forma inconsciente. Con lavadora o no, mientras fuera Namjoon, mis ganas seguían siendo las mismas. 

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