Trigesimocuarto plato
[Jin]
¿Por qué no dejaba de sonreír tan tranquilamente? ¿Su agencia sabía de esto? ¿Qué haríamos con las fotos que nos habían tomado? ¿Y los rumores? ¿Y ahora que hacía mirándome? ¡La maldita carretera, Namjoon, los ojos a la carretera! ¡Eh, espera! ¿Por qué paraba? ¿Por qué estaba aparcando en ese callejón? ¿Pretendía violarme? ¡Oh dios, Namjoon iba a violarme! ¡Al fin!
- ¿Se puede saber en qué piensas?
Pestañeé varias veces, percatándome por primera vez desde que había entrado en su coche, de lo tenso que yo me encontraba. Y no era para menos. Nada de esto tenía sentido. Aún estaba esperando que alguien saliera gritando "¡Cámara oculta!" o sonara el despertador, pero la multitud de pellizcos que me proporcioné en el brazo me empujaban a la realidad, a creer que en ese momento yo estaba en ella.
- ¿Jin?
- T-t-t-tú...
- ¿Yo qué?
- ¡¿Tú estás loco o qué demonios te pasa en la cabeza?! ¡Nos ha visto todo el mundo! ¡Van a empezar a esparcir más rumores aún! ¡Te dije que no vinieras, te mandé un mensaje! ¡Vamos a meternos en grandes problemas por tu maldita cul-
No pude seguir hablando porque me interrumpió con un beso, con la mejor arma que podía usar en mi contra, la cual cumplió su cometido a la perfección. Cuando se separó yo parecía salido de un efecto de droga, tan embobado que parecía absorto del mundo. Había echado tanto de menos sus besos, tanto que ahora no quería dejar de sentirlos ni un segundo. Namjoon rió en voz baja y me pellizcó con poca fuerza la nariz, sacándome de mi trance. Era tan malditamente hermoso cuando reía.
- No te preocupes por la agencia y todo eso, ya me haré cargo yo, ¿sí? –asentí sutilmente, aún intentando acostumbrarme a la situación. Cualquiera diría que ese atractivo chico que estaba sentado junto a mí era mi novio, pues por mi comportamiento más bien parecía mi ídolo o el mismísimo Jesucristo. – ¿Jin? ¿Sigue ahí?
- Sí, s-solo es que n-no... no me esperaba nada de esto, solo eso...
- ¿Estás enfadado? –negué – ¿No vas a regañarme? –volví a negar – ¿Quieres que vayamos a mi apartamento y te quedas a dormir? –asentí – ¿Pasamos de camino a comprar lubricante? –asentí por segunda vez y el soltó una carcajada antes de revolverme el pelo – Dios mío, sí que estas en shock.
Obviamente en el camino a su apartamento no hicimos ninguna parada. En primer lugar por precaución, y en segundo, porque probablemente íbamos a encontrar más botes y variedad en el piso de Namjoon que en cualquier tienda. Ventajas de que tu novio pensara la mayoría del tiempo con el pene, que siempre estaba preparado.
De todas formas yo tampoco iba pensando en eso, tan solo recordaba lo bien que se sentía cuando podíamos hacer esto casi todos los días, cuando Namjoon no había sacado su nuevo disco, yo ya estaba fuera del concurso y podíamos quedar continuamente sin problemas. Ahora las cosas eran diferentes, y el poder experimentar de nuevo momentos como los del pasado, era muy reconfortante. Miré a Namjoon y sonreí.
- ¿Qué pasa? –preguntó al ver mi sonrisa de idiota, respondiéndome con una igual. Tan solo me encogí de hombros, incapaz de responder algo coherente. – ¿Estás seguro de que no te has drogado?
- Idiota.
- Tienes razón, estás bien.
- Bobo.
- Estás perfecto.
Ambos reímos, envueltos en nuestra felicidad. Solo nuestra. Sin terceras personas, agencias o fans y cámaras. Jamás había apreciado tanto la privacidad y espacio personal como en esos momentos, cuando era lo único que requería para estar con Namjoon. Y ahí lo teníamos, o al menos eso parecía. Ahora entendía porque habían escogido ese barrio para el nuevo apartamento. Estaba vacío, tan oscuro que si no fuera por las incontables farolas en línea, podía asemejarse la boca de un lobo.
- ¿No tenías prohibido llevarme a tu nuevo piso? –pregunté con curiosidad sin dejar de mirar la calzada que íbamos dejando atrás, igual de emocionado que un perro cuando monta en un coche.
- Ahá – me senté correctamente y le miré, esperando que siguiera con su explicación. Tal y como me miró él, supe que no había ninguna que le excusara de haber incumplido la orden. – Supongo que esto es una ocasión especial.
- ¿Ocasión especial? ¿Especial por qué?
- Porque yo lo digo.
- ¿Vas a responderle eso a tu agencia cuando te pregunten?
- No sé, me da bastante igual ahora – pasó su billetera por una especie de sensor y giró hacia una gran puerta de garaje que comenzó a elevarse. Cuando arrancó de nuevo el coche, esta estaba casi rozando el techo. – Además, dijiste que no ibas a regañarme.
- No voy a regañarte, solo preguntaba –rodé los ojos y me acomodé en el asiento mientras nos adentrábamos en el garaje, el cual también parecía desierto, únicamente ocupado por coches aparcados sin rastro de sus dueños e infinitas de plazas vacías. –Namjoon –le llamé. Él hizo una especie de asentimiento con la cabeza en señal de que me escuchaba, pero no separó los ojos de en frente en ningún segundo, centrándose sobre todo en intentar aparcar el coche. – ¿Crees que habré salido favorecido?
- ¿Eh? –cuando detuvo el coche, perfectamente alineado entre las dos líneas blancas que limitaban su plaza, me miró con confusión mientras sacaba las llaves.
- Ya sabes, en las fotos que nos han hecho –me miré en el espejo retrovisor y fruncí el ceño, encontrándome con mi peinado hecho un desastre. También tenía ojeras y los labios exageradamente hinchados después de haberme quemado al probar un caldo en la cocina. – Hoy estoy horrible... –me lamenté mientras intentaba arreglar el horrible aspecto que mostraba mi reflejo.
- Siempre lo estás –le miré sorprendido, cambiando mi expresión inmediatamente a una amenazante, y el muy desgraciado no se le ocurrió otra cosa que echarse a reír, desabrocharse el cinturón e inclinarse hacia mí para besar mi mejilla. – Me refería a precioso, que siempre estás precioso.
- Idiota, no bromees con esas cosas.
- Es que es divertido hacerte enfadar –volvió a besarme, pero en esta ocasión giré mi cabeza y respondí el beso con mis propios labios, resistiendo los gemidos de alivio que sentí al poderle probar después de tanto tiempo.
En un segundo también fue desabrochado el cinturón de seguridad que me envolvía, permitiéndonos más capacidad para movernos, o prácticamente tumbarnos. Namjoon se me echó encima y empezó a besar mi cuello mientras se deshacía de mi abrigo. Yo hacía lo mismo con él, quitándole cualquier accesorio que se me interpusiera entre mis labios y su piel. Ahogué un gemido cuando presionó mi entrepierna con su rodilla, y cuando por acto reflejo fui a juntar mis piernas, él se encargó de separarlas, agarrándome con firmeza de los muslos. Comenzó a morder mi cuello mientras seguía rozando y empujando contra mi incipiente erección, y yo respondía intentando desabrocharle la cremallera de sus vaqueros.
- A-ah...
- Joder, te he echado tanto de menos... – murmuró contra mi oído, mordiendo seguidamente el lóbulo de este con fuerza. Quise responder que yo también lo había extrañado, casi tanto como lo haría a mi propia vida. Pero no me dio tiempo, porque el sonido de un móvil me interrumpió, y antes de poder reaccionar, Namjoon ya se había colocado sobre mí, empujándome más hacia abajo y cubriéndome con su cuerpo.
Nos quedamos en silencio varios segundos, con el único sonido del móvil de fondo repitiéndose una y otra vez. Incluso cuando supimos que era uno de nuestros dispositivos el que sonaba, no nos atrevimos a movernos. Estuvimos inmóviles, Namjoon con un brazo contra el espejo y otro en el sillón, la mano a dos centímetros de mi rostro, ya que yo prácticamente estaba tumbado en los asientos.
- Cr-creo que deberías cogerlo... –murmuré aún con el corazón a mil, aún a alerta de cualquier detalle. Él asintió y se incorporó, alejándose de mí y permitiéndome hacer lo mismo con pesar. Miró el móvil, pero para mi sorpresa no lo descolgó. – ¿No vas a responder? – negó y me mostró la pantalla, permitiéndome leer el nombre del remitente. – ¿Hyungsoo hyung?
- Mi representante.
- Oh –ahora, más decaído, comencé a mejorar nuevamente mi aspecto, aunque de diferente forma a la primera vez. Ya no me molestaban mis ojeras, me preocupaba más cubrir las tres marcas en fila que me llegaban desde el cuello a la clavícula. – ¿Crees que habrá visto las fotos?
- Seguramente –salió del coche y yo hice lo mismo, volviendo a subir la capucha de mi abrigo por precaución. El ascensor del garaje nos dejaba directamente en su piso, pero igualmente, después de la reciente escena que casi me había parado el corazón por el susto, prefería esconderme hasta estar completamente a salvo.
- ¿Por qué viniste? –pregunté después de que se cerraran las gruesas puertas de metal y la cabina comenzara a ascender. Fruncí el ceño, quizás de forma más infantil de la que pretendía, y volví a insistir al ver que no tenía intención de responderme. – Te dije que no lo hicieras, si te mandé ese mensaje fue por algo, Namjoon...
- ¿Ves como después de todo si vas a regañarme?
- No te regaño, solo... solo... no sé, simplemente me molesta que no me hicieras caso.
- Antes no parecía molestarte cuando casi te lo hago en el coche –las puertas salieron, y él, con una divertida sonrisa, me cedió el paso exagerando su educación. Bufé y le empujé bruscamente para que saliera él primero.
- Namjoon, hablo en serio –por la cara que puso no parecía importarle en absoluto lo que yo tuviera que decir. Se limitó a hacer rodar sus llaves entre los dedos y lanzarlas infantilmente, vamos, lo que venía siendo distraerse para no escucharme. – ¿Me estás escuchando?
- Ahá.
- No parece que lo estés haciendo.
- Te estoy escuchando... –respondió por inercia, volviendo a lanzar el manojo de llaves, agarrándolas torpemente antes de que cayeran. Harto, me detuve en seco, cruzándome de brazos y frunciendo mis cejas en una sola línea. Namjoon no se percató de que yo ya no caminaba a su lado hasta unos pasos más adelante, cuando se le cayeron las llaves al suelo y al recogerlas no vio a nadie junto a él. – ¿Qué pasa? – preguntó con desgana, cosa que me molestó aún más. Ni que yo le montara escenas cada dos segundos.
- Mira, que te den.
No lo pensé dos veces antes de ponerme a andar de nuevo en dirección al ascensor. Yo me preocupaba por él y solo conseguía que me hablara de malas maneras, pues no me parecía un buen negocio. Ahora volvía a recordar lo idiota que me pareció en un principio, definitivamente no estaba loco cuando pensé eso de él.
- Oh, vamos Jin... –no escuché unos pasos a mi espalda hasta segundos después, cuando probablemente se afianzó de que yo no iba en broma. El sonido de las pisadas aumentó, incitándome a elevar inconscientemente la velocidad de los míos propios. Pulsé el botón del ascensor y las puertas se abrieron de inmediato, las cuales crucé sin pensarlo, seguido de Namjoon. – Jin venga...
- Déjame.
- ¿Quieres mirarme? – no respondí, me crucé de brazos y le di la espalda, esperando a que el maldito ascensor bajara, cosa que no iba a hacer ya que yo no había pulsado el botón. Cuando me percaté y fui a darle, Namjoon hizo lo mismo segundos después, solo que con uno rojo y mucho más grande que había apartado. El ascensor se detuvo de inmediato cuando apenas habíamos bajado medio piso. Le miré con enfado y me acerqué a desactivar el maldito parón, pero él se interpuso en medio y sujetó de las muñecas, haciendo que mi odio hacia su persona aumentara. – Jin, deja de hacer tonterías.
- Que me dejes he dicho –le empujé con brusquedad, soltándome de su agarre y alejándome hasta tocar mi espalda con el espejo. Namjoon se interponía entre el panel de botones y yo, así que no me quedaba más remedio que permanecer esperando hasta que le diera la gana de quitarse de en medio.
Estuvimos callados lo que se sintió una eternidad, al menos en mi caso, con la vista desviada a las puertas, de brazos cruzados, y poniendo todo mi empeño en no dirigirle ni la palabra al rubio.
- Jin
- ...
- Jiiiiin...
- ...
- Jin, mírame anda – escuché como se acercaba más hacia mí, invadiendo mi espacio personal. Lo peor de todo era que no me molestó, algo en mi interior se sintió victorioso. – Jinnie, perdóname, no debí haberte contestado de esa forma...
Hice un puchero, acumulando toda la tristeza que sentía en ese momento, y le abracé con fuerza, escondiendo mi rostro en la curvatura de su cuello y aspirando con fuerza. Aún sin verle, supe que sonreía, y por algún motivo eso también me hizo sonreír a mí.
- N-no me gusta que me hables mal...
- Ya lo sé, lo siento –besó mi nariz, apartándose unos centímetros para que le fuera posible, y volvió a pulsar el botón rojo, poniendo de nuevo el ascensor en marcha. Por desgracia yo ya había pulsado el primer piso, así que tuvimos que esperar a bajar del todo para volver a subir. En todo el rato no me soltó, al contrario, me estrechó más contra él y besó mi frente varias veces. – Tan solo no te preocupes por lo de las fotos y todo eso, ya te lo he dicho.
- Pero tú repre-
- Jin, en serio, no te preocupes.
- ¡Pues claro que me preocupo, es tu carrera de lo que estamos hablando! –esta vez fue él quien me miró con el ceño fruncido, haciéndome saber que la discusión había terminado. Y yo lo acepté, o al menos acepté aplazar el tema para otro momento. Realmente había sido muy idiota por mi parte arruinar la ocasión con comeduras de cabeza mías. – ¿Me perdonas tú también a mí?
- Depende.
- ¡Eh!
- Si me das un beso me lo pensaré –puso la mejilla y golpeteó suavemente el centro de esta con su índice. Yo reí y planté un sonoro beso en ella. Seguidamente le agarré el rostro y volví a repetir lo mismo, solo que de forma más delicada y en sus labios. – Estás más que perdonado – solté otra carcajada y le besé de nuevo antes de salir del ascensor, en esta ocasión en el piso correcto. Mientras andábamos por el pasillo recargué mi cabeza en su hombro, tal y como solíamos hacer meses atrás. Por un momento, mientras cerraba los ojos, casi pude sentir la brisa de la calle, pareciendo que caminábamos por la acera en vez de por un estrecho pasillo gris. – Por cierto, lo hice porque me enfadó mucho.
- ¿Eh?
- La respuesta a tu pregunta, lo de porqué fui a recogerte.
- Oh, cierto –entré a su piso cuando abrió la puerta y le eché una rápida ojeada mientras me deshacía de mi abrigo y lo colgaba sobre el perchero que había tras la puerta. Realmente tampoco había mucho que ver, era moderno y sencillo, perfecto para Namjoon. – ¿Qué querías decir con "me enfadó mucho"? ¿Mi mensaje te enfadó?
- No, bobo –rió y pellizcó suavemente mis mejillas antes de pasar de largo, en dirección a la pequeña cocina. Yo le seguí aún expectante de la respuesta. – Simplemente me cabreó que nos quitaran también eso.
- Vamos, que hiciste lo que te dio la gana sin pensar en las consecuencias porque sí.
- Básicamente.
- Oh, entiendo.
- ¿Cuánto tiempo llevábamos sin vernos? ¿Una semana?
- Y cuatro días.
- Pues eso, que no iba a aguantar un día más. No iba a cancelar mis planes por un par de cámaras.
- Eran como veinte personas con cámaras y casi treinta sin ellas.
- ¿Vamos a empezar de nuevo? –me recriminó con cansancio. Yo abrí la boca con sorpresa y le señalé acusatoriamente.
- ¡Pero si has empezado tú el tema!
- Bueno, pues lo termino, lo termino... –agitó las manos en señal de paz y yo reí por lo adorable que se veía asustado. Seguidamente se acercó a un pequeño armarito de madera y lo abrió. Yo me senté en uno de los taburetes que había junto a la encimera. – ¿Qué quieres de cenar?
- ¿Vas a cocinar tú? – tal y como estalló en risas di por supuesto que no, cosa bastante obvia. – ¿Qué tienes?
- Ramen.
- ¿Y?
- Pizza.
- ¿Y...?
- Y... –echó otro vistazo al armario y tras adentrar casi todo el brazo, sacó otro bote de comida precocinada, el cual no distinguí hasta que recitó su nombre en alto. – más ramen.
- ¿Tienes algo que requiera un mínimo de intervención culinaria para poderlo comer? – Guardó el bote, cerró el armario y se acercó a la nevera, abriéndola al tiempo que hacía una mueca. Yo me incliné lo suficiente para ver su interior, suspirando al comprobar lo vacío que estaba.
- ¿Se puede cenar una cebolla? – la sacó y me la mostró, esperanzado de que ese único ingrediente me sirviera. Suspiré y me puse en pie, quitándosela de las manos y volviéndola a guardar.
- Déjalo, hacemos el ramen.
- ¡Sí! –alzó el puño en señal de victoria y se dirigió corriendo al armario, a sacar dos botes nuevos. Mientras los preparaba -básicamente abrirlos y calentar un poco de agua - me apunté mentalmente ir algún día a hacer la compra con él y enseñarle un par de recetas, o en el peor de los casos, buscar un restaurante de la zona que llevara comida a domicilio. – ¿Salsa picante o muy picante?
- Elige tú.
- ¿Picante entonces?
- ...
- ¿Muy picante?
- ...
- Echaré las dos.
- ¡No por dios! – suspiré y me puse en pie para mirar en su armario en busca de alguna otra salsa que no contuviese la palabra "picante" en ella. No había. Volví a suspirar y señalé la bolsita de un tono rojo más claro. – Esa mismamente.
- ¿Picante?
- ¡Que sí, picante, amo el picante, esa es genial, perfecta! – me miró como si estuviera loco y se encogió de hombros, centrándose de nuevo en lo suyo. Solté el tercer suspiro en el último minuto que llevábamos y me senté de nuevo en el taburete, observando la concentración que ponía Namjoon en calentar una simple cacerola con agua. – Gira la ruedecilla a la derecha.
- Ya lo sé, déjame.
- ...
- ...
- A la derecha, Namjoon.
- ¿Tu derecha?
- ¡Es la misma derecha! – exclamé con desesperación, poniéndome otra vez en pie y apartándole sin paciencia para terminar encendiendo yo mismo los fogones. Cuando lo hice sonreí triunfalmente, restregándole su derrota en toda la cara. – No entiendo cómo puedes calificarte de cerebrito.
- Porque no me evalúan mis capacidades culinarias – respondió alegremente. Yo, a pesar de la frustración de momentos antes, no pude evitar formar una pequeña sonrisa. – Además, obviamente sé hacer esto, solo quería provocarte.
- Ahora por gracioso lo preparas tú solito.
Solté un "já" con orgullo y salí con la cabeza bien alta de la cocina, dirigiéndome al sofá y agarrando el mando antes de que mi culo tocara la mullida base. No me dio tiempo ni a encender la tele antes de que la voz de Namjoon se abriera paso hasta mis oídos.
- Solo tengo que echar el agua, ni que fuera tan di- ¡AH, FUCKING SHIT!
Tiré rápidamente el mando a alguna parte del sofá y salí corriendo hacia la cocina, encontrándome la olla de agua caliente en el suelo y Namjoon con casi toda la camiseta mojada.
- ¡Fuck, fuck, fuck, fuck!
- ¡Deja de hablar en inglés y quítate la camiseta, idiota! – eso dije, pero directamente la agarré y tiré yo de ella, librándome de la empapada prenda. Apagué el fogón y recogí la cacerola del suelo. – ¿Tienes alguna pomada?
- ¡Joder, como quema!
- ¡Namjoon, respóndeme!
- ¡Sí, sí, tengo las veinte que me hiciste comprar la otra vez! – antes de que pudiera preguntarle donde, me respondió él, y yo le agarré del brazo y arrastré hasta el baño, intentando no maldecirle mentalmente por lo torpe que era. – En el armarito blanco.
- Aquí no están –respondí frustrado tras encontrarme el armario lleno de veinte botes diferente de pasta de dientes y crema de afeitar. Por instinto abrí el cajón que había debajo, y efectivamente ahí estaban todos los botes que le hice comprar para incidentes como el que acababa de ocurrir. – ¿Cómo puedes tenerlos ahí tirados? Ordénalos, por el amor de di-
- ¡Jin, escuece!
- Ash, ya voy, ya voy... – fui desechando los diferentes botes hasta dar con una pomada para quemaduras. – Túmbate en tu cuarto boca arriba.
- ¿Pero ahora vienes?
- Que sí, ahora voy.
Hizo lo que le ordené, insultando en voz baja a todos los inofensivos e inocentes utensilios de cocina existentes, y tras coger una pequeña toalla, cumplí mi palabra y le seguí, encontrándomelo tal y como le había indicado. Lo primero que hice fue sentarme a su lado y comenzar a secarle delicadamente con la toalla.
- ¡Ah, joder, mierda!
- No seas exagerado y deja de gritar, anda...
- ¡Mmmgh! –se mordió el labio para ahogar sus quejidos y yo reí al verle tan impotente. De igual forma reduje la presión, convirtiéndolo en apenas un roce de la toalla con su enrojecida piel. Tenía todo el pecho ardiendo, casi tan rojo como el labio, del cual había comenzado a brotar sangre por lo fuerte que lo mordía.
- No es grave, el agua tampoco estaba tan caliente.
-... –seguía sin responderme, tensándose cada vez que lo rozaba con la suave prenda. Me acerqué y besé con sutileza, principalmente para que liberara el labio inferior de la tortura inconsciente a la que lo estaba sometiendo. Cuando nos separamos, seguía dolorido, pero bastante más calmado. – Aún duele.
- Ya te he dicho que no estaba tan caliente, no te quejes. De hecho, esto quiere decir que ibas a preparar mal el ramen por no dejarlo hervir suficiente tiempo.
- Jin, deja de regañarme y cúrame... – suplicó entre dientes, provocándome otra divertida sonrisa. Terminé de secarle, dejé un breve beso en su pecho, y me dispuse a abrir la pomada. – No te emociones, hazlo suave que todavía me escuece.
- Débil.
- ¡Tengo un cuerpo sensible, que es diferente!
- Lo que tú digas –me eché un poco de crema en la mano y me las froté un poco antes de posar ambas palmas en el pecho de Namjoon. Él volvió a morderse el labio, reprimiendo cualquier sonido que fuera a sacar, y apartó la vista girando el rostro. A medida que fui extendiendo la pomada, fue relajándose, hasta volver a su posición inicial, mirándome. – ¿Te está aliviando?
- Un poco.
- Bien.
Seguí esparciéndola con total delicadeza, casi rozando las partes más enrojecidas y haciendo un poco más de presión en el abdomen, aquellas que no habían recibido casi agua. Cada vez que Namjoon suspiraba de reconforte, yo no podía evitar que una satisfactoria sonrisa brotara en mi rostro. Y por estúpida que fuera la situación, en esos momentos solo pude pensar lo mucho que quería al hombre tumbado frente a mis narices.
- Espérame aquí, voy a terminar de hacer la cena –me puse en pie y dejé el bote a un lado, limpiándome las manos con la toalla misma que utilicé para secarle. – Si a eso se le puede llamar cena, claro...
- ¡El mío muy picante, acuérdate!
Reí y asentí por el fondo, sintiéndome como si estuviera cuidando de un niño, y esque en estas situaciones Namjoon lo era. Tal cual, era un niño torpe, impulsivo e inconsecuente que no sabía ni preparar un simple plato de ramen precocinado. Pero por suerte o desgracia, a mí me gustaba así, con todos esos efectos que perdían peso frente a sus virtudes.
En la cocina volví a encender el fuego y puse de nuevo a calentar agua. Mientras tanto, fregué rápidamente el suelo, con cuidado de no resbalarme en el pequeño lago que Namjoon y sus inexistentes habilidades habían formado. Cuando todo estuvo listo, vertí la salsa picante en mi cuenco y la muy picante en el suyo, añadiendo al instante los fideos que no tardaron en ablandarse debido a la temperatura. Con ayuda de una pequeña bandeja, llevé ambos recipientes y dos pares de palillos a su cuarto.
Al llegar, Namjoon iluminó su rostro y se incorporó fácilmente, olvidándose del dolor como por arte de magia al oler la pasta. Dejé la bandeja sobre su mesita y me hice un hueco a su lado, agarrando mi cuenco con cuidado de no quemarme, ya que el agua, al estar hirviendo, calentaba el recipiente. Namjoon fue impulsivamente a agarrar el suyo, y como ya divisé lo que iba a suceder, me coloqué en medio y dejé mi cuenco para agarrar el suyo.
- Abre la boca, anda.
- ¿Me vas a dar tú de comer? –asentí con pesadez y soplé los fideos antes de acercarlos a sus labios, cuidando la temperatura de estos. Ya le habíamos quemado por fuera, no íbamos a hacerlo también por dentro. – Genial.
- Limítate a decir gracias.
- ¡Gracias! –exclamó con la boca llena, salpicándome el rostro. Le fulminé con la mirada y él rió de la forma más adorable existente, haciéndome imposible el enfadarme con él. – Esto me recuerda a la primera vez que fui a tu piso.
- A la segunda, en realidad.
- ¿Tú también te acuerdas? –asentí antes de volver a soplar sus fideos, removiéndolos cuidadosamente y llevándome yo mismo una pinchada a mis labios. Definitivamente, la salsa hacía honor a su nombre. No entendía como Namjoon podía comerlos tan tranquilamente con lo mucho que picaban.
- Claro, me diste el primer beso.
- ¿Eh? ¿Eso no fue en el concurso?
- No, bobo, el primer beso en la mejilla. Cuando estábamos en el baño.
- ¡Oh, es cierto! –acerqué los palillos a sus labios y volvió a tragar, tomándose a penas medio segundo para volver a abrir la boca y hablar a pesar de tenerla llena. Era la primera, y probablemente única persona en el mundo, que no se veía desagradable a mis ojos hablando con la boca llena de comida. – ¡Te pusiste tan rojo como un tomate!
- ¡No me puse de ninguna forma!
- ¡Claro que sí, estabas adorable! –tragó, tomó aire, y sonrió formando aquellos hoyuelos que tanto me gustaban. Inconscientemente volví a comer de su cuenco, casi olvidándome del fuerte sabor de este hasta que volvió a tener contacto con mis papilas gustativas. – Recuerdo que me tenías loco, solo pensaba en devorarte en cualquier momento.
- El beso en la mejilla fue tierno.
- Pues te aseguro que mis pensamientos de ese momento no lo eran en absoluto
- ¿Ah sí? –volvió a comer otro montón de fideos, relamiéndose animadamente mientras asentía. – ¿Y qué pensabas?
- En todos los sitios donde podría follarte en ese momento.
- Me lo imaginaba.
- Te visualicé tan bien contra el lavabo, que joder, no sé ni cómo pude contenerme.
Entre risas y comentarios subidos de tono por su parte, terminamos su cuenco, o más bien lo terminó él, ya que yo no pensaba volver a probar ni pizca de ese plato. Cuando probé el mío, agradecí la espera, pues valió totalmente la espera al saborear el aceptable caldo.
- ¿Me das? –abrió la boca, y de mala gana también le tendí parte de mis fideos. Casi ni los había tragado cuando volvió a mirarme con los ojos muy abiertos, esperando otra ronda. – La última, porfa.
- ¿Quieres que te haga otro cuenco?
- No, no, solo quiero una más y ya está.
Se la di, y no fue hasta mi cuarta pinchada, que él volvió a pedirme, rompiendo su palabra. Me negué en rotundo, disfrutando más de lo esperado de mi cena, pero a la tercera súplica terminé cediendo y compartí nuevamente mis fideos con él. A los pocos minutos nos terminamos el cuenco por completo, concretamente yo, cuando me bebí hasta la última gota del delicioso caldo.
Me levanté para llevar los recipientes y la bandeja a la cocina, y cuando volví, me tumbé al lado de Namjoon, con cuidado de no rozarle mucho en la zona más afectada. La pomada debía haber hecho bien su efecto, o quizás era que tampoco fue para tanto y él era un exagerado, pues poco después se incorporó, colocando su brazo debajo de mí y atrayéndome hacia él hasta tener más contacto.
- Namjoon
- ¿Qué? –me escondí más, bajando la mirada y reprendiéndome mentalmente por querer volver a sacar el tema. Pero es que no me quedaba tranquilo, y menos sabiendo que varias de las llamadas que el rubio ignoró desde que entramos al piso, eran de su representante.
- Creo que deberías llamar a Hyungsoo.
- Ya sé lo que me va a decir, así que no pasa nada. Hablaré con él mañana.
- ¿No tienes miedo?
- ¿Miedo? – sonrió confiadamente y negó, casi llegando a transmitirme esa confianza a mí por medio de su gesto. Casi, porque mis inseguridades seguían revoloteando por mi mente. – No van a echarme, si es lo que te preocupa.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque les estoy dando mucho dinero, y Hyungsoo ha invertido demasiado en mí como para tirarlo todo por la borda por mi comportamiento.
- Igual deberías disculparte. –levanté la vista, haciendo más contacto de esa forma, aunque no estuviera tan cómodo como cuando estaba totalmente apoyado en su pecho. – Si no quieres hoy, está bien, pero mañana deberás llamarle y darle una explicación.
- Pensaba hacerlo, princesa, simplemente ahora no quiero estropear el momento –se incorporó lo suficiente para agarrar mi mandíbula y besarme con ternura, tornando más intensidad al beso con el paso de los segundos. No era un secreto las ganas que nos guardábamos el uno al otro. Ya lo habíamos comprobado horas antes en el coche.
Me reincorporé, quedando yo arriba y lanzándome a su cuello, besándolo con ansias mientras me sentaba en su regazo. Solo en ese momento me percaté de que Namjoon se había quitado los vaqueros, probablemente después de haberse quemado, y estaba en bóxers. Con su ayuda, no tardamos en dejarme a iguales y mis pantalones volaron hasta alguna esquina del cuarto. Intentaba no pegarme mucho para no hacerle daño en la parte quemada, pero todos mis esfuerzos se vinieron abajo cuando me agarró de un brazo e hizo caer completamente sobre él, sonriendo sobre mis labios al poder tener más acceso a mi cuello. Ahogué un gemido mientras me disculpaba en voz baja por hacerle daño.
- No pasa nada, ya casi ni lo siento.
- ¿Qué? – me incorporé de nuevo, volviendo a bajar la camiseta que él se encontraba subiéndome segundos antes, y le miré con preocupación, comenzando a palpar desesperadamente su torso. – ¿No lo sientes? Esto es grave, Namjoon.
- Idiota, claro que lo siento –suspiré aliviado y él se incorporó lo suficiente hasta volver a estar sentado con la espalda pegada al respaldo de la cama. Yo ascendí, sentándome un poco más arriba de sus muslos y jugueteando con la cinta de los bóxers azules que llevaba puesta. – Me refería a que no duele.
- ¿En serio?
- Casi nada –sonrió y me besó, alejando mis preocupaciones con sus labios, con su lengua y cada lugar que rozó con ella, distrayéndome por completo de toda cosa que no fuera lo que me hacía sentir.
Comencé a moverme sobre su erección, subiendo un poco más hasta que esta quedó bajo mi trasero. Me quité la camiseta, añadiéndola a las prendas que debía haber en el suelo, y me lancé de nuevo a besarle, a tocarle y recorrer el cuerpo que llevaba tanto tiempo ansiando. Mi erección seguía aumentando, y a juzgar por la dura presión en mi trasero, la suya no se quedaba atrás.
Seguí moviéndome, disfrutando de sus jadeos, de cómo se mezclaban con los míos propios. Como gruñía cada vez que empujaba con fuerza y reprimía el impulso de echárseme encima, pues ahora quien tenía el control era yo. Acerqué mi mano a la mesita, y tal como predije, en el interior de esta había casi diez botes de lubricante de diferentes sabores. Dejé las bromas para otro momento y me apresuré a abrir uno morado. Mojé tres de mis dedos en él mientras Namjoon me bajaba los bóxers con brusquedad, ofuscándose al segundo y decidiendo por su cuenta que mi ropa interior no valía lo suficiente como para seguir viva, por lo que en un impulso la rasgó, sacándome un gemido al presionarla inconscientemente contra mi entrada hasta romperla.
- ¡Namjoon, eres un bruto! – me quejé mientras sentía como goteaba el lubricante de mis dedos. Ignorando mis palabras, me besó con ansias, manchándose con el líquido al pillar mi mano en medio.
- ¿Piensas prepararte tú?
- Pienso prepararte a ti – me miró horrorizado y yo estallé en carcajadas, desconcertándole aún más. – Es broma, idiota. Me gusta sentirte dentro.
Soltó una especie de insulto en voz baja pero decidió dejar el tema de lado. En estos momentos era difícil apartar a Namjoon de su cometido, y efectivamente no fue diferente. A pesar de que yo ya le había informado de que me encargaría yo mismo de dilatarme, agarró el bote y vertió un poco más del viscoso líquido en su mano, comenzando a masajear seguidamente mis nalgas y rozando ligeramente mi entrada.
Igual no me detuve, y levanté un poco el trasero para facilitar el acceso de mis dedos a él, con dificultad, ya que en esa postura se me complicaba bastante. A penas llegaba a meter la mitad, y con el tercer dedo perdí la paciencia y rogué a Namjoon que me echara una mano, la cual tendió, literalmente, con gusto.
Todo estaba tan empapado en lubricante que no hizo falta usar más. Cuando metió su primer dedo se sintió completamente diferente, haciéndome agradecer a sus padres el haberle otorgado unas manos tan maravillosas. Solté un gemido al notar el segundo, y poco después del tercero comencé a moverme contra su mano. Para mi sorpresa, en vez de quitarse sus bóxers, introdujo otros dos dedos de su otra mano, abriéndome aún más y provocando que tuviera que separar mis piernas.
- ¡A-ah, Namjoon! – me apoyé en su pecho y gemí en alto al notar como me penetraba fuertemente con sus dedos. El muy desgraciado parecía hacerme querer correr solo con ellos, y si no era el caso, iba a conseguirlo de todas formas. – N-no sigas, quiero sentirte...
- Ya me estás sintiendo, princesa.
- Namjoon – supliqué mirándole a los ojos y formé un puchero. Mis ojos estaban humedecidos por las lágrimas de la reciente intromisión, a pesar de que no me había dolido. Me mordió el labio inferior con fuerza y yo jadeé, cada vez más ansioso por tenerle dentro.
Sacó sus dedos y me levanté lo suficiente hasta sacar su bóxer, y aproveché el volver a sentarme, para introducirme su miembro, el cual a pesar de toda la previa preparación, se sintió como si me estuviera abriendo por dentro. Maldije en voz baja y tapé mi boca con la dos manos, intentando reprimir los impulsos de insultar a todo lo viviente a los cuatro vientos, pues a pesar de que las paredes eran gruesas, siempre era mejor prevenir.
No tardó mucho para que empezara a moverme, deleitándome con su ronca voz cada vez que incrementaba el ritmo. Me apoyé en su pecho y comencé a subir y bajar con más afán, sintiéndole golpear con fuerza con cada autoembestida, hasta que tocó ese punto y yo me deshice en gritos de placer. Era el maldito éxtasis. Cada vez que chocaba contra él una ola de placer me recorría entero, presionando más mi vientre, acercándome al clímax.
- ¡Mmmgh! –gemí contra sus labios en un intento de advertirle que me venía, y debió entenderme, porque el muy desgraciado agarró mi miembro y usó su pulgar para presionar la punta e impedir que me corriera. Gimoteé en desagrado al sentirme incapaz de liberarme, pero no le importó, en su lugar salió, cambió fácilmente las posiciones y me dejó abajo, quitándome cualquier atisbo del poco control que yo poseía. Tampoco me molestó, pues una vez ahí empezó a embestirme con más y más brusquedad, con tanta fuerza que realmente se sentía como si fuera a partirme, y yo me volvía más y más loco de placer, casi llorando por no poder liberarme.
Volvió a golpear ese lugar, una y otra vez, haciéndome retorcer de placer. Mis piernas temblaban, las juntaba de forma inconsciente, terminando por rodearle de la cintura con ellas para acercarle más a mí. Mi vientre se sentía tan caliente, tan presionado que si no fuera por la mano de Namjoon, yo ya me habría venido.
- Na-Namjoon... –gimoteé casi sin aire, recargando mi cabeza enla almohada y desfalleciendo de gusto en cada embestida. Se inclinó y me besó sin bajar el ritmo, aumentándolo de hecho, invitándome a gemir sin control sobre sus labios. Y cuando menos me lo esperé, cuando casi iban a salir mis lágrimas por la frustración, soltó mi miembro mientras me besaba, ahogando cualquier gutural que hubiera soltado al sentir tan fascinante sensación de liberación, tan esperado clímax.
Él también lo hizo, llenándome por dentro y dejándome más caliente de lo que estaba. Pero igual, aunque acabábamos de terminar los dos, seguimos besándonos, y no fue hasta segundos más tardes que él salió, separándose y respirando con pesadez. Yo estaba casi sin aliento, solo sabía que quería más, pero apenas podía formular mis plegarias.
Y tampoco hizo falta, pues cuando volvimos a besarnos,supe que esto seguiría hasta que no pudiéramos movernos. Que esa nochecompensaríamos de la mejor forma cada minuto que habíamos pasado sin vernos.
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¡Casi 7000 palabras de capítulo!
Este es un especial por se mi cumpleaños -SÍÍÍÍÍÍ, ES MI CUMPLE, YA SON MÁS DE LAS DOCE EN ESPAÑA, WEEEEEEEE, SOY UN AÑO MÁS VIEJA, BIEN - y eso. Na, en realidad no es un especial, pero por casualidades la vida coincidió que este capítulo me quedó jodidamente largo.
Ya hice algo productivo en mi vida, puedo morir tranquila. Ah, espera ¿qué esto no es productivo? Vaya. Pues me da igual. Ya hice algo en mi vida a secas, puedo morir tranquila <3
¡OS REQUETEAMO! ¡APAPACHOS CURSIS A TODES! <3333333
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