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Trigésimo plato



[Namjoon]

Solté el bolígrafo con brusquedad y me puse en pie, llamando la atención de toda la clase a excepción de la del profesor, quien probablemente ya intuía lo que sucedía. Me acerqué a entregarle el examen, el cual colocó a un lado de la mesa sin siquiera mirarlo, y volví de nuevo a mi sitio únicamente para recoger mis cosas. Cuando salí por la puerta escuché como el profesor mandaba callar a todos aquellos que se había puesto a murmurar tras mi salida.

Mis exámenes, al contrario que los de Jin, ya habían empezado. No me preocupaban en absoluto, lo tenía todo perfectamente preparado, y eso sin contar el repaso que le di la noche anterior. Este había sido el último, y con él había batido mi récord, siendo el que menos tiempo tardé en realizar. A penas media hora.

Aún quedaba una hora de examen, por lo que el campus estaba completamente vacío. Quizás con algún alumno fumando en los alrededores o profesor caminando por los pasillos, pero a excepción de eso, rebosaba tranquilidad y silencio en cada esquina. Era agradable, nada en comparación al alboroto que solía tener siempre la agencia.

No lo pensé dos veces y abrí mi propia caja, agarrando un cigarro entre los dedos y encendiéndolo a la primera, sintiendo ese acto tan normal como respirar. Lo único malo de fumar era que tenía que quitarme la bufanda para que no perdiera ese olor tan agradable que Jin había dejado en ella. Podía ser una idiotez, pero en estos momentos en los que apenas podía verle, me calmaba hasta puntos inimaginables.

Desbloqueé el móvil al tiempo que tomaba asiento en un banco del campus y comencé a leer los mensajes que tenía en la bandeja de entrada. La conversación de Jin estaba igual a como la dejamos anoche, yo mandándole suerte en su estudio y él agradeciéndomelo con mil iconos cursis. Sonreí como idiota al releerla, olvidando por un segundo la situación en la que me encontraba. Antes de poder seguir disfrutando de aquellos mensajes, una voz me interrumpió, sobresaltándome y haciendo que bloqueara inmediatamente el móvil.

- ¡Oh, perdón oppa, no quería asustarte! –exclamó la joven chica que se encontraba de pie frente a mí. Llevaba una mochila casi más grande que ella, y el flequillo le tapaba toda la frente, dándole un aspecto bastante adorable. Sonreí mientras me guardaba el móvil disimuladamente.

- No importa, no me asustaste –mentí sin borrar la segura sonrisa. Antes de que me lo dijera, yo ya sabía que era una fan, y en esas situaciones venía bien mantener el control. Si te mostrabas manipulable o débil, podían aprovecharse de ello con facilidad.

- Oppa, soy tu fan – declaró exagerando un puchero. No me gustaba cuando las personas fingían para parecer más tiernas. Por eso amaba a Jin, todo lo que hacía le salía de forma natural. Incluso cuando intentaba forzarlo, conservaba ese punto suyo personal. – Me preguntaba si podrías hacerte una foto conmigo...

- Claro –ahora más animada, sacó su móvil y se sentó a mi lado en el banco, acercándose hasta rozar mis muslos con los suyos y chocar nuestros hombros. No me molestaba su cercanía, solo me preocupaba si en la foto quedaríamos más cercanos de lo que en realidad éramos. Disimuladamente me alejé cuando pulsó el botón de cámara de su móvil, y antes de que ella la comprobara, volví a distanciarme otro par de centímetros.

- Muchas gracias –respondió sonriente, alegrándome con solo ese gesto. Supongo que era algo que solo conseguían los fans, hacerme sonreír aunque no fuera el mejor momento. – Oppa, no deberías hacer eso –la miré extrañado, sin comprender a que se refería, hasta que me señaló el cigarro que aún descansaba entre mis dedos, consumiéndose sin mi ayuda.

- Oh, tienes razón –reí y lo tiré al suelo, satisfaciendo sus deseos aunque fuera con puro teatro, pues nada más se alejara, pensaba encenderme otro. Unos cuantos si era necesario. – ¿Estás aquí haciendo los exámenes? –asintió con fervor, agitando su cabellera y recordándome a cuando Jin hacía lo mismo y se le revolvía el flequillo. – ¿Te salieron bien?

- Creo que sí, oppa, me esforcé mucho.

- Eso está bien.

- Oppa –no encontraba el maldito momento para irme. No es que estuviera incómodo, pero realmente no tenía ninguna gana de aguantar la conversación, no era el mejor momento precisamente. – Realmente creo que te ves muy bien con Jin oppa.

- ¿Jin?

- Sí, en el concurso.

- Oh, cierto, el concurso –sonreí más relajado, destensando los músculos que se habían contraído solo con sus palabras, al pensar que esa chica podía haber sabido algo. Por suerte an solo era otra de esas fanáticas de las parejas homosexuales, nada peligroso. – Lamento decirte que solo somos amigos.

- Igual os veis bien –se encogió de hombros y yo no pude volver a mentirle o discutir una verdad como esa.

- Ambos somos atractivos, no voy a negártelo.

- Oppa, eres un presumido –rió y golpeó suavemente el brazo, recordándome de nuevo a la princesa y sus peligrosos golpes que dolían como el infierno. Aún así los prefería mil veces a las caricias de esta chica. – Jin oppa debería trabajar como modelo.

- Tampoco voy a negártelo.

Siguió haciendo cumplidos a la princesa por más de diez minutos, vendiéndomela como si fuera necesario para que yo la comprara. Jin ya me tenía ganado, era totalmente suyo, y esa inocente chica no se olía nada. Era frustrante no poder decirle que todos esos detalles en los que ella se había fijado, yo también lo había hecho, y probablemente mucho antes y mil veces más.

Finalmente se fue, alegando que su madre estaría esperándola para comer, y yo me despedí, fingiendo una sonrisa y gritando de alivio en mi interior. Si ya era suficiente tortura tener que aguantar a mi yo interior pensando las veinticuatro horas del días en Jin, de ninguna forma podría soportar a alguien externo recordándome también a la princesa.

Y como si realmente pudiera leerme la mente, llegó un mensaje de mi representante en ese mismo momento. Rompiendo mi sonrisa al instante, devolviéndome a la maldita realidad en la que yo no podía hacer lo que me diera la gana por culpa de la sociedad.

- ¿Namjoon? –respondió al otro lado de la línea nada más pasó el primer pitido. Estaba esperando mi llamada. – ¿Ya has salido de tus exámenes?

- Hace veinte minutos.

- ¿Y bien?

- Seguramente los pase, igual que siempre –suspiré, aburriéndome de ese tema nada más habiéndolo empezado. – ¿Para qué quería que le llamara?

- Iba a recordarte de que esta tarde pasarán a recoger tus cosas para la mudanza, sobre las ocho estarán ahí. Puedes pasar ahora por la agencia para que te de las llaves de tu nuevo piso.

- ¿También debo dejarte las del otro?

- Ajá. Estaré hasta las siete, luego tendré reunión, así que se puntual.

- Puedo pasarme ahora, no tengo nada que hacer –respondí con desgana, pensando en mil formas mejores en las que podría invertir mi tiempo, como ir a recoger a Jin y luego ayudarle con sus estudios. – Por cierto, Hyungsoo...

- No vuelvas a insistir con lo de Jin, te lo advierto.

- Joder, pero solo sería ir a estudiar a su apartamento. Nadie nos vería.

- Namjoon, entiende que no es el mejor momento. Espérate unas semanas a que todo se calme, ¿sí?

- ...

- ¿Sí? –volvió a repetir, más que nada para recibir mi asentimiento, pues era obvio que yo le había oído claramente. Otra cosa es que quisiera o no contestarle.

- Sí, señor.

- Se pasará rápido, ya lo verás –di una patada a una piedra y murmuré una especie de respuesta. Luego el colgó y me dejó con una retahíla de insultos quemándome la boca. Maldije en voz baja y volví a patear otra piedra en el camino, mandándola de un solo golpe al otro lado de la calzada.

Y mientras caminaba, las palabras de Hyungsoo resonaban en mi cabeza. Pasaría rápido, solo tenía que esperar, pero por desgracia la paciencia nunca había sido mi fuerte, y ahora, tratándose de Jin, no ayudaba en nada.


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