Décimo plato
[Jin]
Intentaba llamar la atención de Jungkook entre el público. Taehyung estaba ocupado, haciendo trabajos de última hora, y el pelinegro era mi última carta de suerte que pude llevar al concurso. Ambos hermanastros conseguían darme tranquilidad en los momentos más estresantes de mi vida, y este era uno de ellos.
- Maldito niño de las narices, mírame, mira hacia aquí, desgraciado...
Desde el rechazo de Jimin, el pelinegro solo sacaba ojos y atención para él, insinuándose de la mejor forma que podía existir, obviamente todo eso aprendido de Taehyung. Y no solo tenía que aguantar desde lejos el ver como se agachaba disimuladamente frente a Jimin –lo mejor era, que a pesar de zorrearle en la cara, seguía aparentando que nada le importaba y tan digno como siempre – o se inclinaba para susurrarle algo al oído, también tenía que soportar no tener su maldita atención sobre mí. ¡Si le había traído era para algo, para que me mirara y mandara ánimos desde el público, no que ignorara!
- Cuando termine aquí se va a enterar...
- ¿Quién se va a enterar? –me giré de sopetón hacia la voz a mi espalda, encontrándome cara a cara con un joven. Me sonrió, tendiéndome la mano a forma de saludo. – Encantado, yo soy Jaehyo.
- Ya sé quién eres –solté con un tono más brusco de lo pretendido.
Conocía de sobra a ese chico, cualquiera que hubiera visto el programa sabría de él, pues su atractivo rostro y esa angelical sonrisa no era algo fácil de olvidar. Fue eliminado en la cuarta ronda cuando "accidentalmente" volcó la olla de su contrincante, abrasándole y mandándolo directo al hospital. El chico herido era uno de los que más papeletas tenían para ganar el concurso, pero después de aquello con suerte podría rehabilitarse por completo.
Todo quedó como un pequeño tropiezo, y a pesar de que Jaehyo quedó eliminado, la repercusión social no fue muy alta, pues la mayoría de los televidentes seguían considerándole inocente, opinando que tuvo un error que podría haberle sucedido a cualquiera. A mí, sinceramente, no me transmitía nada de confianza.
- Una pena lo que te sucedió.
- Fueron los nervios.
- No lo pongo en duda –respondió con una sonrisa, dejándome bastante claro que me tomaba igual que en serio que Namjoon la primera vez que vino a mi casa. – Seguro que lo haces genial ahora.
- Eso espero.
- Bueno –hizo una elegante reverencia y se alejó unos pasos – ya hablaremos. Mucha suerte, aunque no la necesites.
- Lo mismo para ti –puse la sonrisa más falsa que podía existir al tiempo que me despedía zarandeando mi mano de un lado a otro, contando los segundos para verlo desaparecer de mi vista. Cuando observé cómo se distraía con otro grupo de concursantes, respiré aliviado. Definitivamente cuanto más lejos tuviera a ese chico, mejor.
Miré otra vez a Jungkook, gritándole internamente para que dejara de zorrear a Jimin desesperadamente y me mirara a mí, pero de nuevo, no lo hice, y tuve que desistir mi inútil lucha por su atención.
- ¿De qué hablabas con ese tipo?
- ¿Eh? –me giré con desconcierto hacia Namjoon. Ya ni me sorprendían sus repentinas apariciones, o si lo hacía, conseguía disimularlo a la perfección. Me giré hacia él, apoyándome en la encimera, y suspiré, intentando omitir que básicamente estábamos casi pegados. – ¿Qué haces aquí?
- Venir a hablar contigo.
- Se supone que los jueces no pueden estar aquí antes de que comience el programa.
- Se supone que los jueces tienen que saber sobre el tema para poder juzgar y yo de cocina no entiendo una mierda –se encogió de hombros y yo reí – ¿Entonces de que estabais hablando?
- ¿Yo y Jaehyo? –asintió, cruzándose de brazos y echando una fugaz mirada al mencionado, quien seguía sonriendo y charlando amigablemente en medio de un grupo de participantes. – Nada, solo vino a saludarme.
- ¿Os conocéis?
- No. Sé quien es porque vi el programa, y probablemente él igual conmigo.
- No me gusta ese chico –declaró serio, volviendo a mirarle de reojo. Yo hice lo mismo, corroborando internamente la poca confianza que me transmitía el castaño.
- A mí tampoco.
-¿Ves? –Namjoon me pellizcó la mejilla sonriente, mostrando ese hoyuelo tan característico en él. No podía negar que el rubio era guapo, era guapísimo. – Por eso me gustas, no te dejas embaucar con facilidad.
- ...
- Y cuando te sonrojas, te ves muy adorable.
- N-no me sonrojo, solo es que hace calor –bufé con molestia y le empujé ligeramente, colocando mis manos en su pecho y haciendo presión. – Y además estás muy cerca.
- ¿Hace calor porque estoy cerca? –preguntó sonriendo ladinamente, provocando que volviera a sentir ese incómodo cosquilleo en mi vientre.
- Solo hace calor y encima tú te acercas. Son cosas diferentes, separadas, independientes la una de la otra.
- ¿Entonces no te caliento? –volvió a formular, bajando el tono y acercándose de nuevo a mí, haciendo que mi espalda chocase otra vez contra la encimera en un intento de alejarme. – ¿Ni siquiera ahora, que parece que te mueres por recibir un beso?
- ¡Y-yo no parezco nada! –exclamé inmediatamente, cubriendo mis labios que inconscientemente había dejado entreabiertos, admirando el atractivo del rubio de más de cerca. – Y no me calientas, bueno, sí lo haces, pero en el mal sentido.
- ¿En el sentido sexual?
- ¡No idiota! –volví a alejarle, en esta ocasión a mucha más distancia que la anterior, y me crucé de brazos para marcar una barrera. – En sentido de que me enciendes para quererte pegar una patada cada vez que abres la boca.
- ...
- ...
- ...
- ¿Qué? –se me había quedado mirando fijamente, comenzando a tambalear mi seguridad. Odiaba cuando la gente me miraba de esa manera, tan inexpresiva, tan cerrada a que yo pudiera adivinar sus pensamientos. – ¿Qué pasa? ¿Qué tengo?
- Nada, solamente te miro.
- ¿Por qué? ¿Por qué soy extremadamente guapo y te es imposible no hacerlo? –pregunté en broma, acostumbrado a intentar molestarle, aunque yo sintiera mis palabras como reales.
- Exacto.
- ... – mierda, seguro que me había vuelto a sonrojar. ¿Desde cuándo me avergonzaba recibir un cumplido? ¿Desde cuándo se sentía tan bien que me era casi imposible dejar de sonreír? Aparté la vista y me giré, dándole la espalda. – Será mejor que te vayas. Queda poco para que comience el programa.
- ¿Estás nervioso? –sentí como volvía a acercarse, ahora pegándose a mi espalda y susurrándome al oído. Eché un vistazo a mí alrededor, comprobando con agitación como todo el mundo nos miraba de reojo. – Estás temblando.
- No estoy nervioso, solo es que todos nos miran.
- Claro, porque soy famoso y tú eres precioso –respondió con una risa que golpeó contra mi cuello, haciéndome estremecer entero.
- Apártate.
- Relájate, Jin, todo va a salir bien –murmuró y seguidamente se despegó de mi, alejándose unos pasos e impidiéndome seguir sintiendo su cálido contacto. Inconscientemente me lamenté por no haber estado en un sitio más privado, y de nuevo volví a lamentarme por haber tenido esos pensamientos con Namjoon.
- Todo va a salir bien –respondí sin mirarle, intentando omitir la extraña situación que acababa de experimentar.
- Y podrás perderme de vista –sonrió y me revolvió la cabellera con frescura, como si fuéramos amigos de toda la vida y no una pareja de acosador y acosado. Bueno, quizás no llegaba a ese extremo, pero yo no tenía ninguna buena relación con Namjoon, ni siquiera me agradaba la mayoría del tiempo. – Voy a camerinos, luego nos vemos.
Me apretó suavemente el costado antes de irse, antes de que yo pudiera decir algo, responder que me moría de ganas por perderle de vista, porque así era. Si me había metido de nuevo al concurso era para ganar la apuesta y conseguir que me dejara en paz de una vez. Ya ni siquiera me importaba el premio, solo quería regodearme frente a él y demostrarle de lo que yo era capaz, a todo el mundo de hecho, no solo a Namjoon.
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