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XVIII. FELICITY HATES PUMPKIN JUICE

     El brazo de Felicity estaba en un pudín de jugo de calabaza.

     En su defensa, ella no lo había colocado intencionalmente allí. Estaba fuera de sí desde la clase con Marlene McKinnon. Ya había derramado dos vasos de jugo de calabaza y salsa de patatas en la mesa. Johanna tenía su varita lista para limpiar cualquier desastre extra que ocasionara.

     —Flick, si Marlene te dijo que le gustabas a Remus, entonces le gustas. Marlene tiene algo con Sirius. Diría que es una fuente confiable, ¿no? —mencionó Lanelle. Felicity estaba tan deslumbrada como para protestar por el sobrenombre.

     —No podría gustarle a Remus.

     —¿Por qué no? —preguntó Johanna.

     —No lo sé. Solo sé que no.

     Lanelle parecía querer golpear su cabeza contra la mesa.

     —Merlín, estás enloqueciéndome. Háblale, Flick.

     Los ojos de Felicity se agrandaron.

     —No puedo hacer eso. No, no, no, no, no. No puedo discutir esto con Remus. ¿Estás loca?

     —Tienes clases de Pociones con él esta noche, ¿verdad? ¿Qué tal si le dices allí? —sugirió Johanna tratando de sonar útil, pero dando un brinco cuando la rubia giró de pronto hacia ella. Para ser francos, Felicity tenía una expresión en sus ojos que la hacía lucir aterradora. Johanna le había dicho eso más temprano ese día. Felicity se preguntaba si estaba asustada en ese particular momento.

     —Ustedes no entienden chicas. No puedo solo decirle.

     —No jodas. A este punto, yo iré a decirle —murmuró Lanelle.

     La cena estaba acercándose a su fin, lo que, naturalmente, hizo que el corazón de Felicity golpeara su pecho. Iba a ver a Remus. Remus, a quien le gustaba, de acuerdo con Marlene. Felicity no conocía a Marlene particularmente bien, pero quería creer que Marlene no le mentiría sobre algo así. Pero luego, Marlene estaba con Sirius. ¿Quizá Sirius había elaborado una broma porque Felicity lo había molestado? Trató de pensar en todas las veces que le hizo algo. Una vez en tercer año derramó una poción en sus pantalones accidentalmente, lo que ocasionó que pareciera que se había orinado; pero de seguro ya lo habría superado para ese entonces, ¿verdad?

     —¿Y si esto es una broma? —preguntó Felicity de repente, su voz baja.

     Johanna le dio una mirada reconfortante.

     —Sé que James y Sirius son bromistas, pero, ¿en realidad crees que jugarían con los sentimientos de alguien así? ¿Y en serio crees que Remus los dejaría?

     —No lo sé. Solo no tiene sentido que yo le guste.

     —A mí me gustabas en tercero. Es totalmente posible que le gustes a alguien —Johanna se encogió de hombros.

     —Oh, cierto. Había olvidado eso —mencionó Lanelle.

     —¿Te gustaba? —preguntó Felicity.

     —Sí, pero luego me di cuenta que estabas enamorada de Remus.

     —Oh. Gracias. Habríamos sido una linda pareja —dijo Felicity.

     —Claro, pero tú y Remus serían más lindos, por lo cual tienes que hablar con él sobre lo que dijo Marlene.

     Las palabras de Johanna estuvieron en el cerebro de Felicity mientras caminaba hacia su clase de Pociones. Sus manos estaban sudando y su ojo estaba latiendo y estaba segura de que iba a desmayarse, pero su cebero estaba paralizado con lo que le había dicho Marlene. Remus le sonrió amablemente cuando ella se adentró en el salón, levantando la cabeza del libro que había estado leyendo.

     —¡Hey! —dijo alegremente—. Justo estaba leyendo ese libro Tuck Everlasting que me recomendaste. Es realmente bueno —Pareció notar la expresión en su rostro y la sonrisa lentamente dejó su cara—. ¿Estás bien? Parece que...

     —MARLENE MCKINNON DIJO QUE TE GUSTABA —gritó de repente, haciendo que Remus soltara el libro como reflejo. Sus ojos se abrieron—. Oh. Por. Godric —Felicity sintió que su cara quemaba—. Lo siento tanto. Acabo de gritarte. Oh, cielos. Necesito sentarme —se dejó caer en uno de los escritorios, casi hiperventilándose—. Olvida que dije algo. Por favor, por favor olvida que acabo de gritarse como una lunática —de repente se sentó derecha—. Pero, ¿es cierto? Oh, no, no respondas, no quiero saber.

     Hubo silencio entre ambos por un momento. Luego, Remus caminó lentamente hacia donde estaba y se sentó junto a ella. Los dos seguían callados, tan quietos que Felicity podía oír a un cuervo graznando afuera. Luego, Remus giró hacia ella.

     —¿Importa?

     Los ojos de Felicity se abrieron.

     —¿Importa? Por supuesto que importa. Pero olvídalo.

     —¿Por qué importa? —preguntó él, su voz animándola.

     —No importa —Felicity cerró su boca—. Nope. No importa.

     —Es cierto.

     La cabeza de Felicity giró de golpe hacia él.

     —¿Qué?

     Estaba segura de que no estaba respirando. ¿Estaba respirando? No sentía que el aire pasara por sus pulmones. ¿Cómo podía vivir sin respirar? ¿Iba a morir pronto?

     —Merlín, Felicity, ¿cómo no lo sabías? —Remus se puso de pie, sacudiendo sus manos como si estuviera exasperado—. Por meses he tratado de impresionarte. Te mandé tulipanes por tu cumpleaños...

     —¿Ese fuiste ? —Felicity tenía pegado uno en su libro.

     —Y tú nunca lo notaste.

     Ella se puso de pie más rápido de lo necesario, por lo que se sintió mareada.

     —¡Por supuesto que no lo noté! ¿Por qué habría de gustarle a alguien como tú?

     —¿Por qué no habrías de gustarme? Felicity, eres increíble.

     Felicity no tenía el valor de Gryffindor, porque si lo tuviera, probablemente lo habría besado. Para suerte de ella, él parecía poseer suficiente por ambos, ya que la tomó de la cintura y la acercó, ocasionando que se sostuviera de sus hombros para evitar caer.

     Las manos de Remus estaban en su cintura. Remus se estaba acercando. Remus estaba cerrando sus ojos. Oh, Merlín, Remus estaba estirando sus labios.

     —Deja de pensar en voz alta —dijo él, sonriendo suavemente antes de cerrar la distancia entre ellos, sus labios encontrando los de ella en un movimiento tan relajado que ella podría haberse derretido en sus brazos.

     Podría discutirse que así fue. El segundo en el que sus labios estuvieron sobre los de ella, su cuerpo se convirtió en gelatina. Se sentía como si alguien la hubiera llenado con pesas y su cuerpo estuviera lentamente acercándose al piso. Remus la sostenía. Remus la mantenía anclada en su lugar. Sus brazos, tan pesados como el plomo, se levantaron gentilmente y sus dedos se enterraron en su cabello, acercándolo, si eso era posible. Sentía que se estaba sofocando, pero de la mejor manera.

     Una de sus manos se movió de su cintura para acomodarse en su cuello, su pulgar moviéndose de un lado a otro en la piel de su garganta. Cuando sus labios se abrieron bajo los de ella, Felicity se elevó en sus puntas, tratando de estar más cerca. Podía sentir el latir de su corazón en sus oídos, un sonido sordo que hacía el beso aun mejor. La mano de él que seguía en su cintura se movió hacia arriba de su cuerpo, dejando un camino de fuego en su espalda. Cuando su mano llegó a su mejilla, tomó su rostro delicadamente en sus manos, terminando el beso cuando las manos de Felicity dejaron su cuello para envolverse en sus muñecas, acariciando sus dedos con su piel.

     Remus Lupin acababa de besarla.

     Y luego, al puro estilo de Felicity Jane Opal, se desmayó.

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