XIV. FELICITY HATES TULIPS
El veintinueve de noviembre no era importante para nadie. Excepto para Felicity Opal, quien había nacido a las 6:19 de la mañana en San Mungo.
Felicity sintió algo empujándola fuera de la calidez de su sueño en su cómodo dosel y abrió sus ojos solo apenas para ver a Lanelle parada frente a ella, Johanna a su lado con grandes sonrisas en sus rostros. Detrás de ellas, Felicity pudo ver decoraciones de cumpleaños dispersadas alrededor del cuarto en un salvaje desorden. Gruñó, lanzando su cabeza de nuevo en su almohada.
—Por mi cumpleaños, ¿al menos puedo tener cuatro horas más de sueño?
—¡Levántate, Flick! —protestó Lanelle y, con un gesto salvaje, lanzó hacia atrás el edredón de Felicity. La chica del cumpleaños dejó salir un gruñido de decepción, pero se sentó. Solo podía imaginarse cómo se veía, cabello desarreglado y piyamas arrugadas—. ¡Feliz cumpleaños! ¡Vamos a que comas unos cuantos waffles de cumpleaños!
Felicity gruñó otra vez, pero se paró de su cama y caminó hacia donde su ropa reposaba en su baúl. Se zafó de sus piyamas y se deslizó en su túnica, no haciendo nada con su cabello salvo por amarrarlo en una coleta alta. Lanelle y Johanna estaban esperándola algo impacientes en la puerta.
—Ya voy, ya voy —murmuró Felicity bajo un bostezo mientras el trío bajaba hacia el Gran Comedor. En el momento en el que las tres se sentaron, unos waffles aparecieron frente a Felicity con una pequeña banderita clavada en ellos, que decía ¡Feliz Cumpleaños Flick! Junto a los waffles, un pedazo de pastel de chocolate apareció.
—Me colé en las cocinas ayer en la noche y les dije a los elfos domésticos que dejaran el pastel aquí cuando te vieran sentarte. Y cuando regresemos a la sala común después de clases, ¡abriremos tus regalos! —mencionó Johanna, sonriendo alegremente—. Invité a Fiona. Espero que no te importe.
—Por supuesto que no —Felicity estaba tocada porque sus amigas se molestaran en hacerlo. Siempre le habían deseado feliz cumpleaños, seguro, pero esto estaba por encima y más allá—. Chicas, esto es realmente lindo de su parte. Pero, ¿por qué todo el problema ahora? Habría estado bien solo con un feliz cumpleaños.
Lanelle tuvo esa mirada en sus ojos, la mirada que sugería que estaba feliz pero extremadamente triste por algo.
—Bueno... es nuestro último año en el que podemos celebrarlo contigo. Nos graduamos en mayo. Además, es tu decimoséptimo cumpleaños, así que técnicamente tienes permiso para hacer magia fuera de Hogwarts ahora.
Felicity no sabía por qué las palabras de Lanelle la hacían querer llorar, pero lo hacían.
—Oye, esta no es la última vez que lo celebraremos juntas. Para cada uno de nuestros cumpleaños nos reuniremos en el Caldero o algo. No dejaré que dejen de darme regalos.
Lanelle le envió una mirada agradecida y una gran sonrisa antes de que las lechuzas comenzaran a llegar desde la Lechucería. Un sobre cayó frente a Felicity y abrió la carta de sus padres deseándole un feliz cumpleaños. Luego, como si fuera una caída de bombas, una lechuza se abalanzó hacia abajo y dejó caer un gran ramo de tulipanes rosados en la mesa. Casi aterrizaron en los waffles, pero los reflejos de quidditch de Lanelle hicieron su aparición y ella los atrapó antes de que cayeran a la comida.
—Merlin, estos están preciosos —mencionó Lanelle con una mirada sorprendida en su rostro, echándoles un vistazo a los hermosos tulipanes rosados—. ¿Quién diablos te mandó flores? —Antes de esperar la respuesta de Felicity, se estiró y leyó la pequeña carta junto a las flores—. "Feliz cumpleaños, Felicity. Te mereces esto y más." Demonios, ¡has ido y te has conseguido un admirador secreto!
La cabeza de Felicity daba vueltas. Estaba segura de que los tulipanes estaban expulsando alguna especie de sensores que estaban jugando con su cerebro. Porque no había forma de que alguien en realidad le enviara flores voluntariamente. Además, las únicas personas que sabía por seguro que sabían de su cumpleaños eran Johanna, Lanelle, y quizá Hailey si removía sus labios de la cara de Thorton el tiempo suficiente como para notar la estúpida decoración de cumpleaños que Lanelle había dispersado por su dormitorio.
—¿Estás segura de que son para mí? —preguntó Felicity tontamente. Cuando recibió una mala mirada de Lanelle que sugería que Felicity era la persona más ignorante que caminaba en el planeta, trató de arreglarlo—. No, quiero decir, sé que son para mí, pero... —Felicity no sabía qué estaba tratando de decir. Sus mejillas se sintieron como si estuvieran en llamas, y supo que estaban muy rojas—. Son absolutamente hermosos —susurró Felicity. Atrajo las flores a su rostro e inspiró el dulce perfume floral que emitían.
—¡Esto es tan lindo! —mencionó Johanna, una gran sonrisa en su rostro—. ¡Flick tiene un admirador secreto!
Como siempre hacían, los pensamientos de Felicity aletearon hasta Remus. No era lo suficientemente estúpida como para engañarse a sí misma creyendo que Remus los había mandado, pero quien sea que haya sido no parecía saber que ella estaría enamorada de Remus por el resto de su vida. Su corazón se cayó. Si el admirador secreto confesaba quién era y confesaba tener sentimientos por ella, tendría que romper su corazón.
Pero igual... los tulipanes eran demasiado encantadores como para dejarlos. Los atrajo hacia ella incluso más fuerte.
Aún estaba aturdida cuando hizo su camino hacia su primera clase, tomando asiento con una perpetua expresión confundida en su rostro. Observó a Sirius y Remus hablando entre ellos antes que Remus tomara su usual asiento junto a Felicity. Él le dio una sonrisa que derritió su corazón.
—Hermosas flores. ¿Asumo que son de alguien especial por tu cumpleaños?
Remus Lupin sabía que hoy era su cumpleaños. Quería desmayarse. No había suficiente aire en el lugar.
—Sí, eso supongo —replicó Felicity, acariciando uno de los pétalos entre sus dedos—. No tengo idea de quién pudo mandarlos.
—Alguien a quien le gustas, de seguro —replicó Remus, empujado su hombro juguetonamente. Era genial verlo así, tan feliz y despreocupado. Eso solo hacía su cumpleaños aún mejor.
—¿A quién le gustaría yo? —cuestionó Felicity. No había dolor en su tono, solo genuina curiosidad. La sonrisa de Remus decayó cuando la quedó mirando y se dio cuenta de que era completamente en serio su pregunta.
—De verdad que no lo ves, ¿no es así? —preguntó, dándole una pequeña sonrisa similar a una expresión de asombro. Hizo que sus mejillas se calentaran de nuevo—. Felicity, eres increíblemente divertida e inteligente y una de las personas más amables que he conocido alguna vez. No es ninguna sorpresa que le gustes a alguien.
De acuerdo, ahora sus mejillas estaban definitivamente ardiendo. Remus Lupin no solo la había llamado divertida, sino que le había dicho que era inteligente y amable de igual manera. Tres cumplidos en una oración. ¿Cómo esperaba que se recuperara de eso? Se sentía como si alguien estuviera apretujando su corazón en su pecho.
—Oh —replicó, la única palabra que fue capaz de dejar salir de su boca antes de que se girara a mirar la parte frontal del salón. Oyó a Remus dejar salir una pequeña risa junto a ella antes de que él murmurara algo.
—Eres una en un millón, Felicity Jane Opal.
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