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XI. FELICITY HATES ALICE IN WONDERLAND

Felicity amaba los libros muggles. De hecho, los prefería antes que a los libros mágicos. Sin embargo, cuando Remus Lupin quería una lista de libros muggles para revisar, la idea de darle ese vislumbre de su vida lucía increíblemente intimidadora.

—¿Qué es lo que leo? —preguntó Felicity, golpeando su cabeza contra la mesa de su dormitorio. Estaba a medias con su pijama, su polo medio sacado de cuando se estaba cambiando y se acordó que tenía que hacerle una lista a Remus.

—No entiendo por qué tienes que hacer esto ahora —comentó Hailey mientras quitaba el maquillaje de su rostro. Ella y Thorton habían terminado esa mañana, pero habían estado juntos de vuelta para el tiempo en el que la cena terminó. Se sentó en su cama y comenzó a peinar su cabello distraídamente.

—Remus Lupin quiere una lista de libros —replicó Felicity, como si fuera la cosa más entendible del mundo. ¿Qué es lo que Hailey no entendía de eso?

—¿Entonces tienes que hacer esa lista ahora?

—Sí, Hailey, por el amor de Merlin —dijo Lanelle, saltando de sus sábanas—. Tiene que hacerlo ahora. Cierra la boca y vete a dormir.

—No tienes que ser tan grosera, Lanelle. Ser enojona causa arrugas prematuras, ¿sabes?

—Hailey, diré esto con completa honestidad. Me vale una mierda.

Hailey dejó salir un suspiro molesto, rodando sus ojos antes de acurrucarse en su cama, cerrando de golpe las cortinas. Normalmente, Felicity se sentiría lo más ligeramente apologética, pero nunca cuando Remus estaba involucrado.

—Flick...

—No me llames así.

—... Sabes qué es lo que lees mejor que yo —terminó Lanelle, ignorando las palabras de Felicity y recostándose contra la cabecera. Su oscuro cabello ya estaba cayendo rizadamente alrededor de su rostro. Una vez Felicity se había sentido envidiosa de los rizos, pero luego vio en realidad a Lanelle tratar de domarlos en la mañana y esa envidia fue rápidamente aplastada.

—Cierto —replicó Felicity—. Puedo hacer esto. Son solo libros.

Quería poner por escrito algo avanzado y erudito. Desafortunadamente, la única cosa que se le venía a la mente era Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

Cuando le comentó el libro a Lanelle la siguiente mañana, su mejor amiga le dio una mirada.

—Esa es una historia para niños, Flick.

—No me llames así.

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No vio a Remus en el Gran Comedor, pero estaba sentado en el salón de Encantamientos cuando Felicity lo encontró. Lucía casi tan cansado como el día anterior, pero los oscuros círculos bajo sus ojos lucían ligeramente mejor, así que Felicity decidió no mencionarlo en caso de que lo avergonzara.

—Flick —llamó James Potter, y la cabeza de Remus se levantó.

—Amigo, no le gusta que le llames así. Dile Felicity —sugirió Remus, y Felicity sintió una gran sonrisa aparecer en sus labios.

—De acuerdo. Felicity, entonces. ¿Te importaría ser compañera de Lunático hoy? Probaré mi suerte con Evans y Sirius y Peter ya son un par.

Por favor no. Me avergonzaré a mí misma frente a él. Felicity di no ahora mismo. Di que ya le has prometido a Dorcas o alguien que harías par con ellos, pensó.

Pero su boca tenía otras ideas.

—S-seguro, está bien.

—Genial —replicó Potter, sonriendo abiertamente—. Ahora, visitemos a Evans en el otro extremo de la sala. Deséenme suerte, compañeros  —pidió a sus tres mejores amigos antes de apresurarse en dirección de la pelirroja, quien se había distanciado de él a propósito. Él no parecía notarlo. O si lo hacía, no le importaba.

—Espero que no te moleste —dijo Remus apologéticamente, y su corazón dio varios latidos más rápido.

—En absoluto. ¿Cómo te sientes? Te ves un poco mejor.

—Me siento mucho mejor. Fue solo una molestia, pero estoy bien ahora —Luego, como si hubiera recordado, sonrió—. ¿Tienes la lista de libros para mí? También hice una para ti.

—¿En serio?

—Sí, en serio.

     Tomó entumecidamente su bolsa de libros del suelo y sintió sus dedos enrollarse alrededor del pequeño pedazo de pergamino que había doblado nerviosamente esa mañana. ¿Tenía Lanelle razón? ¿Darle un libro de niños era una mala idea? Ella suponía que era un poco avanzado para ser realmente considerado una novela para niños, pero aun así. Sus dedos deslizaron el papel hacia él, y él le entregó el pedazo de pergamino en sus manos.

Othelo.

Frankenstein.

Muerte de un viajante.

Peter Pan.

Sus ojos atraparon el último y los sintió abrirse. ¿Le gustaba Peter Pan? ¿Lo había leído?

—Veo que de igual manera escribiste Peter Pan —dijo, sonriendo hacia ella una vez que hubo leído todos los libros que le había dado—. Es una gran historia, ¿verdad? Una de mis favoritas. ¿Quién es tu personaje favorito?

Sus ojos aún estaban abiertos cuando respondió, lo que debió de haberse visto extraño.

—Wendy.

—¿No Peter? —preguntó, sorprendido.

—Soy parcial a Wendy porque siempre ha sido realista —Cuando Remus alzó una ceja hacia ella, tartamudeó a través de sus palabras—. No quiero sonar como una pesimista o algo, pero ella siempre supo que no podía quedarse con Peter. Me gusta pensar que tengo la cabeza fría, como hizo ella.

Remus asintió, y ella se preguntó si él discretamente sabía que cuando quiera que estuviera alrededor, su cabeza nunca estaba fría.

¿Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas?

—Sí. Sé que eres mitad y mitad, así que de seguro tienes una televisión en casa, y la película es buena. Es una caricatura, pero aun así. Vale la pena verlo.

—Espero verlo con ansias —replicó Remus, sonriendo.

Cuando la clase de Encantamientos empezó, Felicity estaba aliviada. No estaba segura de que pudiera hablar con Remus sin gritar un segundo más. Naturalmente, su boca no escuchó a su cerebro, y se encontró a sí misma inclinándose en su asiento.

—Hey, ¿Remus? ¿Estás seguro de que estás sintiéndote bien?

Él sonrió, y fue cálido y confuso. Hizo sentir a Felicity como si estuviera flotando en las nubes.

—Sí, de verdad estoy bien. Especialmente ahora, con estas sugerencias de libros. Estoy emocionado.

—Me alegro.

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