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I. FELICITY HATES LUPIN

—Están terminando.

Brevemente mirando por encima de su libro, Felicity observó a Lanelle estando de pie en el marco de la puerta de su dormitorio de Hufflepuff. El voluminoso cabello negro de Lanelle estaba ligeramente desordenado, debido a lo que Felicity asumió era la caminata hacia la sala común de Hufflepuff, y su corbata estaba torcida. Lanelle siguió los ojos de Felicity hacia el amarillo y negro artículo de ropa a rayas antes de jalarlo de su cuello y lanzarlo a su cama.

—¿Vienes? —preguntó Lanelle mientras se dejaba caer de golpe en su cama, al lado de donde Felicity estaba sentada—. Creo que están terminando en la biblioteca esta vez, lo que será interesante.

Las cejas de Felicity se juntaron en señal de estar pensándolo.

—Iré la próxima vez que terminen. Realmente tengo que terminar este ensayo de Pociones. Además, fui a su última ruptura.

El "ellos" de los cuales Felicity y Lanelle hablaban eran la tercera miembro del grupo de séptimo año de Hufflepuff y su vuelve-a-ser deja-de-ser novio. Hailey siempre había sido lo suficientemente buena, pero era un poco melodramática y Lanelle y ella jamás se habían llevado bien, lo que hacía que ser amiga de Hailey fuera difícil para Felicity, considerando que iba a donde sea que Lanelle iba.

Lanelle siempre había tenido un gusto especial por ver a Hailey y Thorton terminar. A Felicity no le podía importar menos. Aunque a veces era entretenido, el destino de su carrera de Pociones no dependía de ver a su compañera de cuarto hacer un espectáculo de sí misma.

La mejor amiga de Felicity se encogió de hombros y estuvo a punto de salir del cuarto una vez más cuando observó algo en el suelo. Alzando una perfecta ceja, Lanelle se agachó y levantó la deshecha caja de cartón ensuciando su piso.

—Flick —Felicity gruñó ante el horrible apodo. Le había dicho a Lanelle que dejara de llamarla así, pero su amiga nunca parecía escuchar—, no eres una vidente.

—Sí, estoy consciente. Y por milésima vez, por favor no me llames así —El sobrenombre había aparecido de un particularmente embarazoso accidente en primer año, cuando en la Ceremonia de Selección, había tratado de limpiar discretamente su nariz húmeda con su mano y había salpicado moco en la profesora McGonagall, haciendo un flick. Es vergonzoso y me hace querer llorar, si soy sincera.

—Entonces, dado que estás consciente de que no eres una vidente, sabes que hacer tonterías con cartas de tarot no logrará que Remus Lupin se enamore de ti.

Remus Lupin. Remus jodido Lupin. Si Felicity pudiese avanzar con su vida sin escuchar su nombre, sería una bendición. No porque lo odiara, más bien al contrario. Él ocupaba sus pensamientos casi todos los días, con su estúpido cabello perfecto y su estúpida sonrisa perfecta. Ella deseaba poder odiarlo.

No había hablado más de doce palabras con él y estaba convencida de que estaba enamorada.

Su atracción por el Gryffindor no había pasado desapercibida. Por nadie. Estaba muy convencida de que incluso Remus sabía, aunque nunca había hablado realmente con él para estar segura. Lanelle definitivamente sabía. Hailey y Thorton también.

—Cállate, Lanelle.

Lanelle suspiró y se encogió de hombros otra vez, poniéndose un suéter sobre su cabeza.

—Si me necesitas, estaré viendo la relación de Hailey desmoronarse.

—Qué gran persona —mencionó Felicity, despidiendo a su mejor amiga con un movimiento de mano. Una vez que Lanelle estuvo fuera del cuarto, Felicity saltó de su sitio y coleccionó las desperdigadas cartas de tarot del piso de su cuarto.

La verdad era que sabía que las estúpidas cartas no iban a funcionar. No era Trelawney. Pero era una chica adolescente con muchas emociones y sin esperanza actual de que Remus Lupin la mirara dos veces.

No estaba segura de qué le atraía mucho. Quizá era porque lo había visto con sus amigos, cuando la guardia que siempre parecía estar alzada a su alrededor estaba baja. Él sonreía, reía y se veía como un chico normal que no tenía el peso del mundo en sus hombros. Quizá era porque ella lo veía tratar a los de años menores con respeto y amabilidad.

Quizá era porque ella era horriblemente plana y penosa y él era inteligente y fantástico.

Después de que las estúpidas cartas de tarot estuvieron recogidas y guardadas en su cajón para que Hailey y Johanna —la última chica de séptimo de Hufflepuff con la que compartía cuarto— no las encontraran y cuestionaran qué demonios estaban haciendo en su cuarto, luego de decidir que nunca tendría hecho su ensayo de Pociones, cerró su libro con un suspiro y caminó hacia las cocinas.

No recordaba cómo ella y Lanelle habían descubierto sobre la pera cosquillosa, pero se encontró a sí misma agradeciéndole a Godric de que lo hubieran hecho. Empujó el retrato para abrirlo y dejó salir un respiro que no se había dado cuenta que estaba reteniendo.

—Hey —dijo una voz de la nada desde la cocina, y Felicity la reconoció inmediatamente—. Eres Flick, ¿verdad?

Felicity levantó su cabeza, sus abiertos ojos aterrizando en nadie más que Remus Lupin. Estaba mordisqueando un sándwich —era tan triste admitir que sabía que su favorito era el de jamón— y tenía un libro abierto frente a él. Felicity sintió que su boca se abría y cerraba mientras él la miraba expectante.

     Di algo divertido. Dile que tu nombre no es Flick. Di algo.

—Eh... hola —Dios, quería golpearse a sí misma en la cara. Con un sartén hirviendo.

—Soy Remus Lupin —dijo él, estirando su mano. Ella la tomó gentilmente, como si se hubiese roto si la hubiese cogido con algo menos de cuidado.

Una vez que su corazón se hubo calmado del contacto piel con piel, hizo un extraño sonido que sonó como un chillido.

—Lo sé.

Sus cejas se levantaron. Felicity quería arrojarse al Lago Negro.

—Entonces, Flick —Felicity trató de no estremecerse ante el nombre. Era su propia culpa, después de todo—. ¿Qué te trae a las cocinas?

Ella se dio cuenta de que decirle cuánto quería embutirse con helado no la haría lucir atractiva. En vez de eso, optó por encogerse de hombros.

—So-solo quería un aperitivo.

Remus le dio una pequeña sonrisa, dando golpecitos en el asiento junto a él como una invitación a sentarse. Eso hizo con piernas de consistencia de jalea, sus rodillas débiles mientras se sentaba en su silla.

—¿Quieres? —ofreció, señalando su sándwich a la mitad.

Remus Lupin le estaba ofreciendo un sándwich. Remus Lupin le estaba ofreciendo algo que probablemente tenía su saliva por todos lados (lo que era ligeramente asqueroso, pero Felicity estaba muy asombrada para pensar en el disgusto que debería de tener). Su sonrisa se desvaneció un poco cuando se dio cuenta de que ella solo lo estaba mirando, pero rápidamente ella asintió y tomó la mitad del sándwich que él le ofrecía.

—Gr-gracias.

—No hay problema.

Estuvieron sentados en silencio por un momento, ambos masticando silenciosamente. Felicity se preguntaba si él podía escuchar los latidos de su corazón en su pecho. Ella podía.

—¿Has terminado tu ensayo de Pociones? —preguntó Remus tras un largo periodo de silencio. Los ojos de Felicity parpadearon hasta llegar a su rostro, que masticaba pensativamente.

—Sí —mintió. No sabía por qué. Quizá ella solo no quería que supiera cuán penosa era—. Lo terminé justo antes de venir aquí.

Él la miró por un momento, sus labios fruncidos levemente a la vez que escaneaba su rostro en busca de alguna señal de que estaba mintiendo.

—No has empezado, ¿no es verdad?

—¿Cómo lo supiste?

—Eres una terrible mentirosa —respondió con una sonrisa para dejarle saber que no había molestia alguna detrás de sus palabras.

—También soy terrible en Pociones. Slughorn va a conseguirme un tutor, eso me dijo la clase pasada —empujó un mechón detrás de su oreja. No estaba segura de quién iba a ser su tutor, pero esperaba que fuese Remus. Él era bueno en Pociones.

—Al menos estarás obteniendo ayuda para ello. La mayoría solo elige fracasar —añadió amablemente. Fue ahí cuando Felicity se dio cuenta de que estaba recogiendo sus cosas y comenzando a empacarlas. Su corazón se rompió solo lo más mínimo, pero no mucho. Se negaba a ser melodramática—. Tengo que irme a Aritmancia. ¿Te veo después?

Te veo después. ¿Qué significaba eso?

—Claro, te veo después. Gracias por el sándwich —dijo, algo sin respiración. Sentía como si hubiese corrido un kilómetro.

Le dio una hermosa sonrisa rompecorazones antes de que se escabullera por la puerta. El segundo en el que oyó que el retrato se cerraba, Felicity lanzó su cabeza hacia abajo agraciadamente, olvidando que en vez que solo hubiese una mesa de madera, estaba también la mitad del sándwich de jamón de Remus.

Tendría que lavar la mayonesa de su cabello después. Odiaba a Remus Lupin.

(Pero ella lo odiaba de una manera en la que quería verlo de nuevo desesperadamente. Y pronto.)

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