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II

Los ojos de Sana se abren repentinamente al escuchar el nombre de Park Jihyo. Su compañera y amiga, Jeongyeon, la mira confundida.

—Soy yo. ¿Qué necesitas?—trata de que su voz se escuche decente a través de la llamada.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara?—le susurra Jeongyeon.

Sana hace un gesto de espera con su mano izquierda.

—No, no, no... no estoy ocupada. Por supuesto, estaré allí en dos minutos.

Segundos después termina la llamada y recoge alguna de sus cosas.

—¿Cómo me veo?—le pregunta a Jeongyeon.

—¿Por qué quieres saber cómo te ves? Te ves igual que todos tus días, al menos que te hayas hecho una cirugía y el cirujano te haya estafado.

—Esto es en serio, ¿cómo me veo?

—¿A dónde irás? ¿Nayeon te citó o algo así?

—No, ella no fue, fue alguien del departamento de escritura y creatividad.

—¡No!—antes de que su voz se escuche a todos lados tapa su boca, se acerca a Sana y en voz baja le dice:—Allí trabaja...

Sana asiente nerviosa.

—Ella me acaba de citar a su oficina.

—¿Qué? Ahora comprendo porque tus ojos no dejan de brillar.–dice en un tono picarón y pellizca las mejillas de Sana.—¡Espera! No puedes irte así, retoca tu labial al menos, tus labios se ven muy resecos.

Sana saca de su bolso el labial y su espejo, retoca sus labios y luego mueve sus pies y estira sus dedos.

—¡Ay! Estoy tan nerviosa, ¿qué le diré?

—Solo sé la mejor versión de ti, Sana.—aconseja Jeong.—Ahora no salgas a decirle: ¡Hola soy Sana! La chica que pide excusas para ir al baño pero en realidad va a verte.—habla con ironía.—Solo ve, el tiempo corre.

—Estoy tarde por quince segundos, me debo ir.

—Un segundo, no le demuestres esa cadena de hilos que escribes para ella.

—¿Qué? No. Ella no tiene porque saber de mis tuits.

—Ah, bueno. ¡Mucha suerte, cariño!

—Máxima concentración, Park.—coloca sus manos sobre sus sienes y cierra sus ojos.—No, el romance no es lo mío.–dice rendida y otra vez choca su cabeza con el escritorio.—¿Cuánto tiempo me queda?—observa el reloj.—¿Qué?
¡¿Una hora y media?! ¿En dónde carajo está la chica del departamento de edición?

—¡Buenos días!—una chica de cabello castaño oscuro se asoma a su oficina tímidamente.

—¿Eres Minatozaki?

—Sí, lamento mucho la demora, es que...

—Tranquila, no tienes que explicarme, solo toma asiento.—ofrece Jihyo.

—¿En qué necesitas ayuda?

—Verás es que mi compañera Mina me ha mostrado...

—Permiso.—aparece Nayeon junto a Chaeyoung.—Paso para ver el progreso de la tarjeta, y le dije a Chaeyoung que me acompañara para que se vaya inspirando y comenzando el diseño.

—Aún no he comenzado.

—¡No has comenzado! Caray Jihyo, te falta una hora con veinte minutos.

—Si no me presionas tanto, mi inspiración puede surgir, además me estás quitando tiempo para crear esa obra tan solicitada que quieres.

—Estoy de acuerdo con Jihyo, nos estás presionando a todos.

—Entiéndanme también, los demás ejecutivos quieren ver, aprobar y vender. No es sólo mi culpa, pero si mi responsabilidad en tener la tarjeta lo antes posible.—explica y observa a Sana.—¿Qué haces en este departamento? ¿Acaso no se supone que estés editando las tarjetas de Mina?

—Yo...—Sana se levanta nerviosa.

—La solicite para que edite las tarjetas que ya tengo escrita.–responde Jihyo.—Quédate tranquila Sana, es solo Nayeon no te dejes intimidar.

—Soy Nayeon jefa de ambas.—les recuerda.—Jihyo, no le pidas a Sana editar esas terribles tarjetas, quiero una nueva.—suelta un suspiro.—Bueno, no pretendo estresarme más...

—La que nos estás estresando eres tú.—comenta Chaeyoung.

—Las dejaré trabajar, pero no dejaré pasar un segundo del horario asignado. ¿Entendido?

—¡Entendido jefa Im!—confirma Jihyo en modo militar recibiendo una orden.

Nayeon se va y solo queda en la oficina: Chaeyoung y Sana.

—¿Cual es la temática de la tarjeta, Jihyo?—pregunta Chae.

—Navideña y romántica.

—Eso lo sé, pero necesito más detalles, de igual manera debo ver tu mensaje, haré varios diseños y presentamos el que encaje bien. ¿Va?

—Trabaja tranquila Chae, no permitas que se te
peguen las energías negativas de Nayeon.

—Eso trataré, la que también debe trabajar en eso, eres tú.—sale de la oficina.

Un silencio surge entre ambas chicas, Sana acaricia sus piernas rápidamente, repitiendo varias veces el patrón. Jihyo le sonríe y Sana le responde aún nerviosa.

—Bueno ahora que estamos a solas, te decía que mi compañera Mina, la escritora de al lado, me mostró tus tuits...

—¿Qué? ¿Qué tuits?

—Los mensajes románticos que publicas en twitter. Eres muy buena para los mensajes cursi. ¡Te felicito!

—¿Tuits cursis? Todo lo que hayas leído no lo escribí yo, solo son citas.—niega, para que Jihyo no se dé cuenta de nada.

—¿Estas segura de eso? No leí que las frases fueran citadas de algún autor.

—Es que por los caracteres de twitter, no lo puedo hacer, ya sabes espacio y eso...

—Oh...

Jihyo la miro extrañada.

—Entonces estoy acabada.

—¿A qué te refieres con acabada?

—Nayeon viene a cada rato a mi oficina porque quiere una maldita tarjeta navideña romántica. A mi el romance no me sale, no me inspira, soy mala para pensar en lo que es enamorarse.

—¿Por qué? ¿No estás enamorada de alguien? ¿No te gusta a nadie?—interroga curiosamente.

—Es una pregunta que omito porque es mi intimidad.

—Lo siento, yo...

—Tranquila. Pensé que podrías ayudarme y salvarme de esta, pero de igual modo seguiré acabada.—encoge sus hombros.

—Jihyo, eres una buena escritora, he leído y trabajado en tus tarjetas. Tus tarjetas románticas no tienen que ser horribles como Nayeon expresó.

—Si estás tan segura de eso, solo lee este mensaje.—le pasa una de las hojas y Sana la recibe, lee con cuidado y abre sus ojos al leer cada oración.

—¿Qué piensas ahora?

—Tal vez no has experimentado el romance, pero yo sí, y lo estoy experimentado justo ahora. En este mismo instante puedo expresar las miles de emociones que estoy sintiendo, solo con ver a esa persona.—dice Sana.

—¡Guau! Eso me gusto. ¿Por qué no lo anotas?—le ofrece una hoja en blanco junto a un bolígrafo.

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