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78.- Recuerdos.

Mientras caminaban el duque volvió a detenerse en el medio de otro corredor. Mirando hacia una puerta recordó un suceso que había vivido.

—¿Qué ocurre? —preguntó Aynoa devolviéndose.

—¿De quién es esta habitación?

—Era de la marquesa, duque —dijo la criada—. Ahora ella tiene otra habitación para el lado norte del castillo mucho más grande.

—¿Tarikan? —Aynoa lo observó, pero él no llevó sus ojos hacia ella y simplemente siguió el camino detrás de la criada, su actitud incluso con ella había cambiado.

Todo, cada parte de ese lugar, todo lo que veía, incluso el aire que respiraba era veneno para él.

Aynoa no entendió que había ocurrido, miró la puerta y apretó los labios, su pasado siendo una mujer delicada y sin tener la fuerza para encargarse de su madrastra había pasado. Hoy con los recuerdos de su vida anterior mezclados con su realidad, era capaz de todo.

Tarikan fue el primero en entrar a la habitación, se mantuvo caminando lentamente por ella mientras que la criada le explicaba a la duquesa las horas de baño y una campanilla que había para llamar a los sirvientes.

Una vez que la puerta se cerró, Aynoa volteó y miró a su esposo.

—Siri, busca —dijo el hombre y rápidamente la serpiente salió de él y se fue moviendo como una sombra.

—¿Qué exactamente estás buscando? —preguntó ella con tranquilidad.

—Soy desconfiado, duquesa de Castilville. No puedo simplemente relajarme en este lugar sin antes revisar si hay algún artículo mágico o brujería.

—Es mi padre...

—Con mayor razón.

—¿Sabes que tu actitud también me hace sentir que estoy en la mitad de ustedes dos? —dijo mientras comenzaba a desabrochar su ropa, sin sacar sus ojos de él, lo vio sacándose parte de la armadura.

—La primera vez que estuve aquí, salí de una reunión y caminé por estos pisos. La puerta de allí estaba semi abierta y estoy seguro que escuché una varilla cortar el aire.

—¿Una...varilla?

—En ese momento pensé que la marquesa estaba castigando a una de sus hijas así que convertí la varilla en...

—¡Convertiste la vara en una serpiente! —dijo Aynoa sorprendida mientras sonreía, nunca había pensado que él había hecho eso.

Pero nada de eso le causó gracias al duque. Que su esposa supiera ese detalle que él había hecho, significaba que a quien golpeaba la marquesa no eran sus hijas sino a ella misma.

—Quiero irme de aquí, ¡Maldición! —gritó dándole una patada a una silla que cayó con fuerza en el suelo, Aynoa solo pegó un salto por su cambio radical de actitud.

Volteándose el duque llevó su mano a refregar su pelo mientras le daba la espalda a su mujer.

—¿Eras tú, cierto? —preguntó el sin mirarla, sus hombros subían y bajaban bruscamente.

Aynoa no contestó, su actitud valiente y fuerte se había ablandado frente al mismo hombre que había dejado casi de rodillas en la tienda.

Las criadas entraron a la habitación para instalar la tina, habían traído toallas, sales aromáticas y agua caliente, pero al entrar se encontraron con una atmosfera tensa entre sus invitados.

—La comida estará lista, por favor tomen un baño y vístanse para ir al salón.

—Gracias, estaremos pronto allí —dijo Aynoa.

Ella les sonrió de agradecimiento, pero en cuanto la puerta se cerró su sonrisa se fue con las sirvientas y volvió sus ojos hacia el hombre.

—¿Por que sigues pensando en el pasado? —dijo caminando hacia él—. Acordamos en crear nuevos recuerdos en los lugares que más nos dolieron en nuestras vidas.

Tarikan sintió la mano de ella agarrar su brazo y lentamente ella se acercó hasta quedar en su mirada.

—No puedo...

—Si puedes —dijo ella parándose en puntas y rodeando su cuello con sus brazos—. Solos claro que no, pero juntos donde tú me ayudes y yo te ayudo a ti.

—¿Cómo puedes? —preguntó Tarikan más calmado—. Después de todo lo que ellos nos han hecho, ¿Cómo podemos estar aquí sin sentir nada?

—Por que confío en ti. Mi padre no tendrá el valor de pedirte nada, pero pensará que yo podré pedirte el favor de ver a mi hermana y con eso podemos crear una deuda inconsciente que el pague cuando la guerra se desate.

—¿Eras tú, cierto?

—¿Qué importa eso? —dijo ella desabrochando botón a botón la camisa del duque. Los sonidos de las hebillas y cadenas sonaron cuando su ropa se fue haciendo más holgada.

—A mí me importa —dijo tomando sus muñecas y deteniendo lo que ella estaba haciendo.

—Sí, Tarikan.

Aynoa notó rápidamente como el duque tenso la mandíbula y llevó sus ojos a la pared que estaba detrás de ella. Le soltó las muñecas mientras respiró profundamente.

—No la justifico, ese día había salido a la ciudad a buscar telares. Mi padre había discutido con ella por permitirme bajar sin escolta, y cuando ocurrió el ataque claramente no tuve como volver al castillo. Mi padre estaba muy preocupado, Sophia me castigó por eso.

—Sobreviviste Aynoa, no debían haberte castigado por no estar aquí.

—No te enojes por algo que ya pasó, fuiste tú el que me salvó —dijo volviendo a desabrochar la camisa hasta que lentamente metió la mano en su pectoral para subir por sus hombros. La prenda cayó hacia sus brazos dejándolo solo con el torso desnudo que luego él sacó lo que quedaba.

—Perderé el control Aynoa si tú sigues poniéndolos a ellos antes que a ti misma.

—Entonces estaré allí para ayudarte a calmarte —dijo ella caminando a la tina y con rapidez se desabrochó el pantalón.

—No es lo que necesito. —El duque volvió a subir la voz.

—¿Y lo que necesito yo? —dijo ella volteándose.

—¿Qué es? Sé que me contradigo con todo lo que te dije en la tienda, pero quizás haya otra forma de sobrellevar la guerra.

—Solo piensas en eso, Tarikan. No estás pensando racionalmente, ¿Por qué entonces me pediste que de igual manera viniera aquí y tratara de ayudar a mi padre? ¿No es importante que Abeul apoye a Castilville y no al rey? ¿Crees poder con dos ejércitos, con tres si se suma ahora los hombres de mi padre?

—Aynoa no...

—Eres insuficiente para tantos soldados. Al pedirme que viniera veo tu miedo en eso, nuestros soldados son valientes y fuertes, pero Rómulo, Richard y ahora Abeul.

"Insuficiente"

—Yo no podré ayudarte en la guerra que estás planeando, se que no me has incluido en eso, pero si puedo ayudarte buscando el apoyo de mi padre, lo haré.

"Insuficiente"

Aynoa lo miró a los ojos, el rostro del duque cambió con solo una palabra y ella lo notó. Suspiró pesadamente y caminó hacia él, sin decir una palabra, apoyó su frente en su pectoral y miró sus pies.

—¿Tu crees que también soy insuficiente para ti? —Su voz cambió.

—No... Claro que no.

Ella negó con la cabeza, habían palabras claves en el libro que producían a este hombre una herida sobre otra y ella las recordó, pero ya habían salido de su boca.

—Lo siento, no quería decir eso, solo me preocupo por nosotros. Nuestro ejército no es tan grande como el que se crearía al juntar a los demás.

—Puedo con ellos.

—No, Tarikan, ¿Qué hay de mi? Mientras tú entras a la guerra, yo me quedaré en Castilville ¿Y si es atacada?, ¿Si no tienes los hombres suficientes para cuidar el ducado?

Tarikan apretó los labios mientras lentamente abrazó a su esposa, ella subió el rostro y lo miró con cejas inclinadas al mismo tiempo que apoyaba su mentón en su pecho.

—Si en mi vientre hay vida ¿Te importaría más? —preguntó abrazándolo—. Llevamos menos de una hora y mira como hemos discutido por algo que ya habíamos planeado hacer. Todo el camino me vine pensando en esto y quiero conseguir a esos hombres.

—Lo lamento.

—Se que es difícil, deberíamos dejar que esa mujer muera, pero si lo hago no sería realmente yo. Me crie con ella y la odio, como odio a Sophia, pero aún así, si la dejamos morir no habremos ganado nada.

—Yo si podría.

—Lo sé perfectamente —dijo soltándolo y volviendo a caminar a la bañera—. Hagamos de esta visita algo que nos beneficie a ambos. Nosotros obteniendo el poder que hoy tiene mi padre y ellos pues intentemos hacer algo por Mariam. Después de todo no solo es a mi padre que debemos convencer.

Tarikan no estaba contento, pero no quería seguir discutiendo con ella, ya que no podía ganar y ella tampoco. Pelear de esa forma con su esposa era como gastar toda la energía de su magia sin siquiera tener que invocarla.

El duque la observó mientras se sacaba las botas y posteriormente los pantalones. Desnudo caminó a ella mientras ella ya se había desnudado y doblaba su ropa, contrario a lo que había hecho él de dejarla desparramada por el suelo.

Se acercó lentamente a ella sin decirle nada y justo cuando ella iba a entrar, el hombre la agarró del pelo y la empujó hacia delante.

—¡Tarikan! —reclamó ella. Su rostro quedó a pocos centímetros del agua mientras que su espalda quedó doblada hacia delante. El borde de la bañera se apegó a su estómago aprisionándola.

Aynoa sintió que se caería de cabeza al agua, así que firmemente se agarró del brazo de él que la tenía agarrada del pelo.

—Sin ropa ya no te ves tan ruda.

—Suéltame y te lo muestro —dijo entre dientes, pero el hombre apretó más su agarre jalándole el pelo el cual ella soltó un quejido.

—Me gusta cuando te enojas.

—Oh...recién no te gustaba nada —dijo ella ya molesta.

—Creo que le he dado mucha autoridad a mi esposa como para que olvide su lugar —dijo pasando su mano por su espalda y lentamente apegó su cadera a sus glúteos.

—Tarikan, está mi padre afuera, nos bañaríamos e iríamos a cenar.

—Yo nunca dije que haría eso —dijo y agarrando su miembro lo frotó contra ella, este lentamente comenzó a endurecerse.

—Tarikan, huelo a caballo, he sudado. Déjame bañarme y lo dejamos para la noche.

En cuanto lo dijo, el duque había acercado su labios a su espalda y beso sus cicatrices. Eso solo produjo un escalofríos hacia ella e instintivamente dobló más la espalda.

—Tu también quieres.

—No puedes... No podemos...

—No te estoy escuchando...

Tarikan continúo besando su espalda mientras su cosa se refregaba con sus pétalos. Aynoa no quería hacerlo allí sabiendo que en ese lugar estaba lleno de oídos de los espías de Sophia como era de costumbre. Pero ante eso también le importaba que ellos dos mostrarán risas y alegría mientras todo afuera se veía deprimente.

Al notar que el duque no le hizo caso, respiró profundamente y dejó caer sus manos al borde de la tina, no quiso dale tregua a las cosas que estaba sintiendo por culpa de él.

—Bien, hazlo, pero termina luego y nos vamos.

El duque se detuvo en seco, apretó los labios y sin decir una palabra le soltó el cabello. Aynoa sorprendida, soltó una pequeña risita al levantarse y verlo entrar en la bañera.

—No te enojes por esto.

—Jodete Aynoa.

—A mi también me gusta hacerte enojar —dijo ella con una sonrisa mientras entró en la tina—. Había olvidado lo que se sentía ver tu rostro y escuchar tu voz molesta.

El duque solo le pegó una mirada antes de agarrar el jabón y refregar sus brazos. Aún así Aynoa no tomó distancia de él, mojando completamente su cuerpo se acercó y se metió entre sus brazos.

—Hey... —dijo él al sentir como la mano de ella le agarró el miembro.

—¿Sabes que si lo hacemos no vamos a poder saber si realmente quedaré embarazada de tu parte humana o de esta?

—Ah... Demonios —dijo Tarikan dejando caer su cabeza hacia atrás—. Lo había olvidado, maldición.

—Solo serán unas semanas. Aguantemos todo esto solo unas semanas. Aynoa se subió encima de él, sentándose en sus piernas, el duque no tardó en abrazarla y acariciarle la espalda.

—¿Cómo me dices eso y después vienes a tentarme? Apegándote a mi, tocándome y....

Aynoa por primera vez se sintió con el control sobre él. Beso sus labios y disparó rápidamente la respiración del duque. El enseguida apretó las manos en sus glúteos y la apegó a su ingle. Ella no podía mentirle, también se sentía tentada, también quería sentirlo dentro de ella, pero era peligroso. La oportunidad de traer un hijo sano de dos personas sanas se perdería si eso continuaba.

—Tarikan —dijo ella al sentir como él besó su cuello y con su mano tomó su seno derecho. Ella soltó un gemido cuando le pasó su pulgar por su pezón— ¿Estás sensible o es porque realmente quieres hacerlo?

—Quiero hacerlo, pero no voy a ceder.

—Cede a esto —dijo abrazándola con su brazo izquierdo y con el derecho bajó hacia sus glúteos pasando más allá y metió sus dedos en ella.

Aynoa abrió la boca al sentirlo, su espalda dio pequeños espasmos cuando el comenzó a estimularla. Apoyada en su hombro no pudo evitar gemir cerca de su oído y lentamente sus manos apretaron el costado del abdomen de él hasta llegar al clímax.

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—Siéntate Tristán —dijo Sophia mirando como el marqués daba vueltas por el salón.

—Estoy nervioso, no sé cómo comunicarme con el hombre sin tener que fruncir el ceño o resistir a responderle todo lo que dice.

—Solo compórtate Tristán, no es que el hombre muerda, solo no sabes cómo tener una buena conversación con él.

—La tuve cuando fue a buscar la mano de Mariam. El hombre se comportó como un caballero.

—Quizás lo es, solo que hay algunas cosas que no puedes cambiar. Acéptalo y si no puedes, piensa en Aynoa. Mírala, obsérvala y te tranquilizas.

—No tengo la cara para pedirle ayuda.

—Convéncela a ella y ella convencerá al duque. ¿No viste como venia vestida? parecía un hombre como todos ellos. La iglesia estaría muy en contra de ese tipo de cosas.

—En Castilville las cosas no son como tu y yo hemos sido criados Sophia. Es entendible que mi hija haya sido influenciada por el duque y aprendido malas practicas.

—Después que vea a Mariam, debes decirle o hablar con la iglesia.

—No, no hare nada de eso. Mi hija se ve feliz, el duque la hace feliz y no interferiré

—Ese hombre la llevara al infierno

—No nos concierne, si Aynoa logra hacer algo por Mariam, tu y yo quedaremos en deuda.

—Señor, señora —dijo una criada entrando al salón pequeño—. La comida esta próxima en servirse.

—Bien, ¿Los duques?

—Ya han ido a informarles —contestó la mujer.

—Enseguida iremos, gracias. 

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—La cena está lista —dijo una criada abriendo la puerta, ni siquiera tocó antes de esperar entrar. Por lo tanto la escena que quedó en su pupila fue algo que provocó un gran escalofríos en ella.

El duque, seguía siendo temible, pero también su rostro no podía ser ignorado por las damas, con su actitud tan fría y seria, hacían que no cualquiera pudiera intercambiar palabras con él. Pero más de alguna hubiera querido están en la posición de esa atrevida mujer que se arriesgó a entrar a ese lugar sin llamar antes y frente a ella algo que en su fantasía se habría imaginado.

El hombre de pie dentro de la bañera tenía una mano en el borde de ella y la otra sujetaba el pelo de su esposa que se encontraba sentada dentro.
Todo el torso de su cuerpo desnudo brillaba como oro por la luz que entraba de la ventana de atrás de él. Podía notarse cada músculo de su abdomen apretarse, junto con las venas sobresalientes cada vez que llevaba su cadera hacia delante, incluso sus grandes muslos y la línea de bello que descendía desde su obligó hasta desaparecer cubierta por su mujer.

—Oh... Yo... No... Quería... —dijo la mujer, pero no apartó la mirada.

El duque parecía hermoso ante ella, pero no fue así cuando subió su mirada a su rostro que unos ojos asesinos la esperaban.

—Sal de aquí —le dijo con una voz sin temblar. Sin una pizca de vergüenza el duque no se detuvo mientras Aynoa tenía la boca llena de él.

Aguantándose, el hombre sostuvo su mirada aterradora hasta que la puerta fue cerrada y recién allí solo un gemido gutural tapándose el rostro con la mano.

Aynoa tenía los ojos llorosos y una cejas fruncidas. Lo primero que había intentado al oír la puerta abrirse, fue apartarse de él, pero el duque empujó su cabeza hacia él introduciendo todo su miembro hasta llegar más allá de su úvula. Una arcada enorme la hizo salivar más y lloriquear.

El no tardó en venirse, sacado con rapidez su cosa de la boca de ella, lo agitó tres veces antes de tensar la mandíbula y soltar un gemido caliente.

—No tienes pudor.

—Sal del agua —dijo riéndose.

—¿Qué dirán ahora? —dijo obedeciendo lo que él le había ordenado.

—Aynoa, si no nos hacemos respetar entonces esto es lo que pasa —dijo mirando a la puerta aún con el respirar agitado—. Si muestras vergüenza, les darás poder para que se burlen de ti.

—Tarikan —dijo ella mirándolo, el duque la miró con los brazos a cada lado—. No vuelvas a presionarme tanto.

—Esta bien, lo siento.

Ambos se prepararon luego de ese fugaz encuentro, el malestar que habían traído desde la llegada parecía que se había ido. Vestida ahora con un vestido de encaje celeste, el duque se encargó de amárrale bien la ropa como si fuera la misma criada.

Aynoa poco a poco dejaba la vergüenza, muchas de las criadas que estaban en el castillo era parte de las que estuvieron en su niñez, pero ahora no era una niña sin voz. No le importaba si la pillaban en actos comprometedores, si era junto al duque ya nada le importaba.

Cuando salieron de la habitación, las criadas soltaron rápidamente risas silenciosas bajando sus cabezas. Aynoa apretó los dientes y frunció el ceño, pero el duque le soltó la mano en un solo instante.

Tomó a una de las mujeres del borde de la ropa y la empujó bruscamente a la pared, era justamente la criada que había entrado. El sonido que hizo su cabeza al chocar se escuchó como un cuenco vacío, la mujer hizo una morisqueta de dolor y levantó la mano hacia su nuca, pero el duque la pescó de la mandíbula enterrando sus dedos en su piel.

—Habla de lo que viste y cortaré tu lengua y sacaré esos ojos tuyos —dijo acercando su rostro hacia ella—. Lo mismo haré con cualquiera que entre en la habitación sin tocar antes.

Las mujeres no dudaron en guardar silencio y bajaron sus cabezas asustadas, ni siquiera miraron a la duquesa que permitió aquello.

— ¿Lo entendiste o lo vuelvo a repetir? —dijo el duque entre dientes.

—Sí-sí, du-duque.

—Bien, es bueno que conozcan como tratarme desde un principio a mi y a mi esposa, no habrá una segunda vez.







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NO quiero verlas llorando por las sorpresas que saldrán mas adelante, aun me sorprenden que no se han dado cuenta en que lugar se sitúa este libro luego de darle muchos detalles. Perdonadas las que no han leído los demás

Por tu intento de contestar la pregunta. 

Me olvidé, me habían dicho que Tarikan se parecía al brujo Gerald de Rivas jajaja. Este es mi brujo duque

Soy-Tu-Nena

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