53.-Atracción
Aynoa pensó que nunca iba a recibir la ayuda de algún soldado, pero extrañamente Caleb había parecido muy amable con ella, aunque sabía el trasfondo de todo esto, terminó decidiendo ir a ese lugar.
Caleb con astucia, sabía que lo único que había cambiado era algo entre ella y el duque por lo tanto cualquiera que sea el problema entre ambos, debía solucionarse ahora ya o seguirían sufriendo cada día más. Al menos sabía perfectamente que dónde la estaba mandando no le ocurriría nada malo, y por otro lado Aynoa no permitió que el fuera con ella.
El carruaje partió aquella noche hacia uno de los rincones más ricos de Castilville. Asombrada por aquello, Aynoa se mantuvo mirando a través de la ventana imaginando que podía hacer para encontrar al duque.
Los edificios eran hermosos, con azulejos finamente hechos, la arquitectura no se comparaba incluso con el castillo del duque. Habían casas enormes de tres o cuatros pisos, jardines hermosamente decorados y la riqueza estaba en cada detalle esculpido en ellas.
Al bajar, no olvidó ocupar su mascara, aquella le cubría gran parte de la nariz, ojos, frente y parte del pelo. Se sintió extraña e incomoda, pero cuando dió un paso fuera del carruaje, descubrió que todas las personas llevaban lo mismo que ella.
—Diablos —dijo mirando lentamente el lugar. Encontrar a Tarikan sería como buscar una aguja en un pajar.
Había mucha más gente de lo que estaba acostumbrada, el ante jardín era bastante grande y la gente caminaba por todo el lugar mientras conversaban, bebían y reían. Un sinfín de eventos estaban ocurriendo todos a la vez, por un lado vió un teatro donde la gente aplaudía y se reían a carcajadas, juegos de cartas, juegos de lienzas, por un lado incluso había una arena de pelea.
Aynoa se sintió temerosa, no conocía a nadie, tampoco podía reconocer a Sebastián, entre tanta gente, todos parecían ser personas comunes y corrientes. Quizás haber venido sola no había sido una buena idea.
Dentro del edificio, ornamentado elegantemente había un baile de parejas, con una orquesta bien formada. Eso parecía más familiar para ella, por lo tanto pasando entre la gente se puso a observar y tratar de tener suerte. Antes de poder ir más allá, en el hall del edificio habia una mesa con copas servidas y un mujer con un cabello de color amarillo, se acercó a cada uno de los que entraban hablándoles con gran entusiasmo.
—Tenga, debe beberlo completamente antes de ingresar y aquí está su pulcera —dijo amarrándole una pita de cuero roja en su muñeca.
—¿Qué es esto?
—Licor de alta calidad con un poco de arcilla de piedra Glims. Ya sabe, para que no se propaguen las enfermedades.
—¿Enfermedades?
—Bébalo y podrá entrar.
Extrañada, Aynoa no entendió porque aquello evitaría enfermedades, para ella era absurdo, pero para las personas que conocían el lugar, sabían que allí dentro no solo se realizaban bailes.
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Tarikan no estaba allí. Con su rostro manchado de negro carbón, esperaba pacientemente en una orilla, sus pies descalzos podían sentir la arena fría, los gritos de la gente y luego una pequeña campana que anunciaba su entrada.
Con la poca luz y los rostros pintados oscureciendo su identidad, cada hombre se enfrentaba entre todos a combo limpio.
El duque se infiltró entre la muchedumbre junto con Sebastián que también se había perdido entre los juegos de apostar. Contrario a él, Tarikan estaba reviviendo uno de sus recuerdos de niñez.
—“Las personas no sienten dolor”
—“¿No sienten? Cuando me golpean si me duele y mucho”
—“No Thari, los niños que lloran por dolor son los primeros en morir. Lo que sienten los valientes no es dolor”
—“¿Si los golpeó... Solo llora el que quiere morir?”
—Idiota —susurró justo para esquivar el golpe de un hombre y enseguida mientras dividía su concentración, manteniendo una parte en la lucha y la otra en el pasado, le dió de lleno en el rostro de un hombre.
La gente aplaudía y gritaba alabando al único hombre que quedaría de pie sobre la arena, los golpes se escuchaban como si un fierro fuera golpeado contra un tronco. Duro, seco y frío la sangre pronto comenzó a teñir los cuerpos de los hombres. Las pulsaciones del corazón junto con la adrenalina, hizo que los nudillos de Tarikan palpitaran constantemente y al cabo de unos minutos, sus manos no eran los únicos que soportaban los golpes.
—¡Si duele! —dijo noqueando un hombre que rápidamente cayó tirado en la arena.
Tarikan era un buen luchador, pero no era el mejor, desahogando todo lo que sentía trató de esquivar a otros, pero pronto cayó sentado en la arena con un hombre subiéndose encima para darle en la mejilla izquierda.
Levantó dos dedos haciendo la señal que todos conocían y el hombre lo dejó para seguir con otro contrincante. Rendido y agitado miró el cielo y se perdió en sus pensamientos.
—Definitivamente te gusta que te golpeen. —El rostro oculto por una máscara del conde Sebastián lo miró desde la altura, tardó unos segundos en estirar su mano y ayudar al hombre a levantarse.
—Solo me gusta recordar cómo duele ser golpeado.
—Eso es tan estúpido, pero respeto tu locura.
El nombre ficticio del ganador se estaba anunciando mientras los otros participantes salian de la arena. Tarikan y Sebastián también marcharon hacia las tinas que tenían a un costado para poder asearse.
—Dime que has ganado algo —dijo Tarikan agarrando una gran manta y cerrando, privó un lugar para bañarse.
—Lo he hecho, y lo perdí en próximo juego.
—Oh que mala suerte tienes.
—La noche es aún joven señor, podría intentar nuevamente —dijo Sebastián asomándose por encima de la manta y viendo cómo el duque hacia pequeñas caras al sacarse la ropa—. Lo han golpeado duro—agregó al verle rojo el costado derecho.
—¿Te quedan más monedas?
—Sí, ¿irá a bailar o a las apuestas?
—Iré a comer algo, beber un poco, luego podría ir a las apuestas.
—¿Le molesta si pierdo mi noche en ese lugar?
—Claro que no, pero recuerda que mañana temprano hay entrenamientos.
Tarikan entró lentamente a uno de los barriles, apretó los dientes al sentir el agua fría, pero aquello rápidamente calmó el dolor de su cuerpo magullado. Podía sentir como su labio comenzaba a hincharse y parte de su ojo derecho también, pero claro que no estaría así toda la noche.
Negando con la cabeza, soltó una leve risa mientras las luces de sus manos comenzaban a curarlo.
—Me retiraré, no se olvide de usar la máscara.
—Claro que no.
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Aynoa por más que veía a la gente no podía encontrarlo, era extraño que ahora el duque viniera dónde había personas de alta clase, pero ya con esto sabía que de él podía esperar de todo.
Parecía que Tarikan disfrutaba de todo tipo de diversiones extrañas, aún le sorprendía que el sabía perfectamente sobre su secreto y aún así no había mostrado interés en el. Pero estaba segura que después de ver el subterráneo, el hombre había estado investigando de ella.
Un hombre común y corriente seguramente la hubiera llenado de interrogantes sobre su otra vida, pero el duque solo la hechizó y no volvió a tocar el tema.
Preocupada por él, lentamente llegó a un gran salón, allí más de cien personas se encontraban bailando, en los bordes de tres murallas había fuego de colores que salían y se apagaban constantemente, la magia también estaba allí.
Ese escenario hizo que un recuerdo viniera a ella, en su otra vida, más de una vez se escapó de sus padres para asistir a fiestas con música fuerte y una esfera de colores que giraba sin parar desde el techo. Junto a tres de sus amigos pasaron una adolescencia también llena de fiestas, aunque de ellos no recordaba nada.
—Seguramente te hubiera encantado vivir allá —se dijo mientras tomaba una copa de vino. Pensó que Tarikan realmente hubiera estado encantado con una fiesta como esa.
Otras preguntas llegaron a su mente y su sonrisa se desvaneció.
—¿Que serías allá?, ¿depredador o presa como yo? ¿Un alfa o un simple omega?
La mujer estuvo un tiempo mirando a las parejas bailando, ninguno de ellos le dió la impresión del duque, se llegó a preguntar incluso si se había equivocado de fiesta. El lugar era enorme Tarikan debía estar por algún lado, quizás el duque no vino a bailar está vez.
Mientras pensaba en como encontrarlo, un hombre se acercó a ella saludando y no dudo en invitarla a bailar. Aynoa no se negó, la noche aun era joven y tendría tiempo para después seguir con su búsqueda.
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Aynoa en un leve lapso de tiempo, se había olvidado que estaba allí para buscar al duque. Los bailes de allí eran tan hermosos, tan suaves y a la vez sensuales que no pudo evitar bailar con los caballeros que pedían su mano. A ninguno de ellos había conocido directamente, con sus rostros tapados, parecían realmente un misterio que no le interesaba descubrir. Se fijó solo en lo que ella misma sentía y eso era algo que el duque le había enseñado, libertad.
¿Que hubiera hecho el duque estando allí con ella?, ¿hubiera bailado toda la noche como lo había hecho en su cumpleaños?
Aynoa tenía tantas interrogantes sobre él, y mientras seguía los pasos de baile que todos conocían bajó su cabeza hacia el hombre que era su pareja y continúo moviéndose por el salón junto a las demás mujeres.
Perdió la cuenta de cuántos hombres habían tomado su mano e intercambiaron piezas de bailes, más de alguno le mostró la pulcera que llevaban en sus muñecas, pero ella no entendía que era lo que querían. Cansada fue a una mesa y bebió otra copa de vino, estaba consciente que no podía dejarse llevar con la situación ya que nadie estaría allí para protegerla, pero aún así se estaba divirtiendo.
A los cinco minutos miró todo su alrededor y soltó un gran suspiro, el recuerdo de su vida anterior hizo que nuevamente comparara esta fiesta con las celebraciones que se hacían en el otro tiempo. Alcohol, drogas, música electro, luces brillantes, y sexo.
Negó con su cabeza, esto era mucho más tranquilo, pero también había un ambiente caluroso.
Recobrando el aliento observó a cada pareja, podía ver cómo cada una de ellas se conectaba, habían algunos que bailaban solo por bailar, otros lo hacían con tanta pasión que parecían que el deseo embriagaba sus cuerpos.
Y eso fue exactamente lo que comenzó a sentir a la media hora después, cambio de pareja en una vuelta, el hombre había estado allí desde antes, era alto y de hombros anchos. Llevaba camisa pantalón negro, un cinturón elegante y una máscara dorada de un diablo enojado.
Aynoa siguió sus pasos, sonriendo no le dió mucha atención al rostro del hombre, así que solo se dejó llevar dando vueltas, tomando su mano, su hombro y de vez en cuando acercándose lo suficiente como para que su vestido quedará a centímetros de la ropa de él.
En la quinta vuelta, volvió a cambiar de pareja, pero no tardó en chocar con aquel bailarín y la música cambió. Comenzaron los tambores a sonar con más ritmo y todo instrumento de percusión siguió dando paso a una música más alocada. Era tan fuerte que incluso se podía sentir como la vibración de este llegaba a sonar en el interior de su pecho.
El hombre entonces la hizo girar y enseguida le inclinó el cuerpo, solo ese movimiento hizo que ella recordara nuevamente al duque. Aún con su cuerpo cerca del suelo, alzó la mirada hacia el bailarín que la tenía firmemente agarrada y sintió como el hombre apegó su ingle a ella mientras que su rostro se acercó a su pecho.
Pudo sentir el respirar de él, como el aire caliente salió de su boca y acarició la piel desnuda que tenia el vestido. Luego de forma ruda volvió a jalárla hacia él y ella quedó a centímetros de su rostro. La habitación era con colores tan oscuros que no podía verle los ojos a través de la máscara, estaba segura que el duque tenía una forma de bailar elegante, pero también un tanto brusca.
Volvió a girar, volvió a ser jalada hacia su pareja de baile y justo cuando llegó a chocar su cuerpo con él, las luces se apagaron unos segundos. El sentido de la visión se perdió, pero el oido y el tacto quedaron más sensibles. Entonces sintió la mano del hombre acariciar su mejilla y lentamente bajó tocándole el cuello. Su cuerpo volvió a inclinarse lentamente mientras sentía como la mano del hombre pasó entre sus senos y bajó por encima de su ropa hasta que su cuerpo volvió a ser levantado.
Su corazón se agitó provocado por un tacto que no había planeado. Volvió a comparar al duque con la forma de bailar de este personaje, pero lo que estaba viviendo ahora era extremadamente sensual.
Entonces las luces volvieron a prenderse justo cuando ella agarró el cuello de su pareja para girar, sentía las manos de él en su cintura y rápidamente fue levantada en el aire y bajada lentamente. Su cuerpo de nuevo se apegó lo suficiente a él para que no hubiera un centímetro entre ellos.
Una luz azul iluminó su rostro, Aynoa recién se dió cuenta del extraño deseo que tenía, frente a ella solo pudo ver la máscara, su mirada se fue exactamente a los labios finos que podía notar. No pudo evitar lo que vino después de eso.
El hombre la besó sujetando con suavidad parte de su cuello, ella inmediatamente intentó apartarse y cerrar los labios. No estaba lo suficientemente ebria como para darse cuenta lo que estaba haciendo, no era responsable de serle fiel al duque ya que no era un matrimonio real, pero lo que no podía permitirse es engañar a su propio corazón.
Volvió a recibir un beso y enseguida tapó su boca mirando al hombre a través de la máscara, pero cuando sintió nuevamente los labios de él, una extraña sensación familiar llegó a ella y no pudo volver a resistirse.
Su labio inferior fue jalado con suavidad antes de que ella volviera a abrir la boca para recibir más besos.
¿Acaso el duque la había encontrado entre tanta gente?
Su espalda tocó una de las paredes, entre todos los besos había dado unos pasos hasta llegar a un pasillo de un costado y allí la oscuridad era mucho más profunda.
Aynoa se sintió perdida, estaba casi segura que el hombre que besaba era su esposo, su aliento, sus labios. No quiso detenerse y volvió a besarlo está vez con más pasión. Fue entonces que ella sintió como la lengua de aquel hombre ingresó en su interior acariciando su lengua tímida. Recordó el beso que había visto y sentido de la mujer en la fiesta de los gitanos e intentó responder de la misma manera.
Su respiración se volvió agitada y brusca, sus manos tímidas dejaron de serlo cuando entre todos esos sentimientos profundos las llevó a acariciarle el cuello y lentamente bajaron por la camisa del hombre. Entre los botones pudo sentir la piel tibia de su pecho.
Fue solo ese gesto que dió riendas sueltas a una pasión que ella no había experimentado. El hombre dejó sus besos y le besó el cuello bajando lentamente por el, mientras que sus manos subieron parte de su vestido. La mano derecha, atrevidamente le tocó la piel de la pierna subiendo de forma lenta por su muslo hasta que su extremidad completa se mantuvo en el aire.
Quería más, cada vez más, pero entonces se cuestionó, ¿Si realmente era su esposo o estaba besando a un desconocido?, y si era él, ¿él sabía quién era ella o solo besaba a una mujer cualquiera?
Entonces un gemido salió de su boca, podía sentir como los labios del hombre atraparon y chuparon parte de su cuello y clavícula el cual volvió a agitar todo su interior. Su cuerpo temblaba y un cosquilleo se comenzó a centrar en su vientre bajo, deseaba ser tocada. Sensaciones extrañas fuertes y abrumadoras comenzaron a invadirla.
Aynoa entonces logró desabrochar dos botones de su camisa y al tocar su piel confirmo lo que quería confirmar, la sensación de haber tocado escamas. Enseguida abrió los ojos, estiró la mano y le sacó la máscara, ambos se detuvieron enseguida.
—Duque —susurró.
Él enseguida la soltó y se incorporó derecho, mientras ella lentamente sacaba las manos de su pecho.
Mirándolo incrédula esperó alguna palabra de él, pero el hombre levantó la mano hacia su rostro con la intención de sacar también su máscara. Ella se negó enseguida y el duque sonriendo, miró hacia un costado donde estaban aún la gente bailando mientras peino su cabello.
Parecía que ni una pareja estaba pendiente de los demás, ya que muchas también habían estado en lo mismo.
—Aynoa, no voy a preguntar porque estás aquí —soltó mientras bajó la cabeza y mojó sus labios con saliva.
—¿Cómo...?
—¿Te he dicho que soy muy observador?—dijo subiendo su mirada y observándola con tranquilidad le continúo explicando—. Tu forma de caminar, tu forma de bailar, como tu pelo cae por tu espalda, tus manos pequeñas, caderas anchas, baja altura... ¿Continúo?
—No, ya entendí.
—Ni siquiera cuando te disfraces de algo podrías engañarme, mujer.
—Tu... ¿entonces me besaste sabiendo que era yo?
Tarikan abrió un poco la boca, pero las palabras no salieron, Aynoa no apartó la mirada de él, y vió al duque sin una sola palabra que decir.
“Él sí tiene sentimientos por mi”
—Fue Caleb ¿cierto? —dijo cambiando el tema—. Reimy no tendría algún motivo para mandarte a este lugar. Me sorprende lo valiente que eres.
—Me has estado ignorando —dijo ella subiendo su cabeza mientras intentaba volver a respirar con normalidad—. Eso-eso es por-por... Eso es por...
—No intentes hablar de ese tema, no lograrás decir nada.
Realmente no podía decir una sola palabra referente a su pasado, Aynoa pensaba que el duque la estaba ignorando por lo que había descubierto de ella, pero tampoco pudo tener su respuesta.
Mirándolo con seriedad, despegó su espalda del muro y se acercó a él, estiró sus manos y lo agarró del borde de la camisa jalándolo hacia ella. El duque sorprendido la miró mientras que por su fuerza inclinó su rostro hacia ella quedando solo a centímetros, su corazón volvió a correr.
—Confio en ti —le dijo con dientes apretados y el ceño fruncido en pliegues.
Tarikan si comprendió sus palabras, ella se estaba refiriendo a qué confiaba en él para que nada le pasara por su secreto.
Brusca y sin una duda no lo soltó cuando él quiso enderezar su espalda. Aynoa le miró a ambos ojos grises hasta que vió una leve sonrisa dibujarse en su rostro.
—Tu...
Su voz ronca sonó como gruñido y enseguida Aynoa fue empujada nuevamente a la pared y fue presionada por el cuerpo del hombre que pasó su pierna por el medio de las piernas de ella.
—¿Crees que la gente viene aquí a bailar nada más? —dijo agarrándole el rostro y pegando la mejilla de ella con la muralla helada.
Aynoa no le dió miedo, todo lo contrario, aún se sentía muy ansiosa. Relajó un poco los músculos y sintió enseguida como su entrepierna quedaba en contacto con el muslo de él.
—No me provoques Aynoa, una mujer como tu aún no sabe nada de esto.
—No estés tan seguro. —Aynoa se soltó y seriamente lo miró, estaba tan cerca de él que ahora que sabía con exactitud que era el duque, no pudo aguantar las ganas de volver a sentirlo.
Entonces lentamente sin sacar sus ojos de él, bajó su mirada hacia sus labios que estaban fríamente apretados, pero solo bastaba con acercarse un poco, solo un poco y ellos serían suyos.
Aynoa lentamente puso su mano en la mejilla izquierda del duque al mismo tiempo que se atrevió a acercarse, está vez el hombre no se apartó, ni le tapó la boca para evitar ser besado.
Suaves, húmedos, el duque era cálido, sus labios parecían una mezcla extraña de una droga que llamaba constantemente a ser consumida.
El primer beso fue tan lento, tímido, sus labios solo se juntaron, pero cuando se separaron continuó uno más profundo, dónde cada vez que ella separó los suyos el hizo lo mismo para volver a besarse.
Entonces Aynoa sintió como él tomó con ambas manos su rostro y lo inclinó hacia un lado justo cuando ambos abrieron la boca más grande, devorándose en una pasion que tenían reprimida hace mucho tiempo atrás.
¿Cómo era que sus pies dejaban el suelo si aún tocaba la tierra?, ¿cómo era que en ese instante lo único que deseaba era aferrarse con más desesperación a ese hombre? Desnudarlo, tocarlo, acariciarlo, sentir el calor de su cuerpo, ella por un instante dejó el miedo que le producía el acto carnal.
—Aynoa...—susurró él agarrando sus brazos y lentamente los apretó bajando su cabeza.
Ella aún agitada deseaba seguir besándolo, pero cuando abrió los ojos vió el pelo del hombre mientras miraba el suelo.
—No sigamos.
—Tarikan...
—¡Es el duque! —La voz de una mujer interrumpió todo lo que entre ambos estaban experimentando.
Tarikan abrió los ojos grandemente y giró su rostro para ver a una mujer a unos pocos pasos.
—No puedo creerlo, el duque está aquí —dijo otra, que había escuchado a la primera.
—Usted, ¿ya bailo con ella, le entregó la pulcera?
Aynoa no entendía, la primera mujer era una rubia con un vestido ajustado y con una máscara plateada, se acercó más cuando vio que más mujeres se iban acercando.
—Ella aún tiene la pulsera —dijo otra
—Duque, acepté mi pulsera por favor.
—¿Ella es su esposa? —preguntó otra.
Aynoa vio a Tarikan como comenzaba a dar un paso más atrás, no entendía que estaba pasando y porque preguntaban tanto por las pulceras, pero quizás era mejor no decir que ella realmente era la duquesa. Miró al hombre, pero al cabo de segundos las mujeres se pusieron entre ella y él.
—Oh vamos, solo vine a divertirme —dijo soltando el agarre de una mujer que había tomado su brazo derecho.
Aynoa lo miró desde una distancia, había sido su culpa haberle sacado la máscara y que todos supieran que allí, estaba el señor del propio ducado. Sin duda alguna, está sería la segunda vez que los rumores de amoríos del duque salieran a la luz. Seguramente todos hablarían que el hombre estaba allí teniendo a su mujer en el castillo esperándolo, acusando su adulterio con alguien que no era su esposa.
Aynoa levantó la mano despidiéndose y caminó rápidamente lejos de allí, sabía que él mismo se las arreglaría para salir de ese embrollo. El problema ahora era ella, ya que no debía hacerse notar o que la buscarán para saber quién era realmente.
Escabulléndose por la multitud se fue dirigiendo entre las personas hasta un pasillo posterior, el lugar tenía pocas luces muy parecido al que había llegado. Dio pasos por allí mirando constantemente hacia atrás, luces celestes iluminaban el final del corredor.
—Ven aquí.
Entre toda la oscuridad unas manos le agarraron su cintura y rápidamente fue sujetada mientras sus pies dejaban literalmente el suelo.
—Tarikan. —Sorprendida solo puso sus manos en los hombros de él al mismo tiempo que él la fue llevando más al fondo del oscuro corredor.
—Primera vez en mi vida que no soy yo quien causó un problema.
Aynoa se rió al escucharlo, su voz parecía no estar molesta y aunque estaba nerviosa por qué hoy habían tenido más contacto que el usual, agradeció que el hombre mantuviera un buen humor.
—Thari, bájame.
—No.
—Al menos dime dónde vas a llevarme.
—A la salida —contestó él.
—¿De verdad?
Tarikan la escuchó y rápidamente se detuvo ¿Acaso ella estaba pidiendo algo más? Levantando su rostro hacia las alturas, la observó con una ceja sobre la otra y con delicadeza la soltó. El cuerpo de ella bajó al suelo apegado al de él y ella dejó sus manos en su pecho.
—¿Qué estas tramado? —le preguntó con seriedad.
—Nada, pensé que me llevarías a ver otras cosas como la otra vez, no simplemente irnos.
—Solo te puedo ofrecer ir a ver una obra de teatro.
—Bien, me parece bien —dijo dando unos pasos y enseguida se encontró con un pasillo posterior.
—No, por allí no —dijo Tarikan tomando su mano y deteniéndola. El pasillo se hacía más oscuro, pero al fondo la leve luz azulada se notó con más claridad.
—¿Por qué?
—Por que es muy pronto para llevarte a ese tipo de cosas. Cuando vuelva de las excursiones quizás te lleve, pero no ahora— contestó jalándola hasta que ella comenzó a seguirlo.
—¿Es-es como los gitanos? —dijo volteando a ver el lugar.
—Más, mucho más de lo que viste en los gitanos.
—¿Más?, ¿por eso en la entrada te daban un licor extraño?
—Ese licor tiene Glims, una piedra mágica que se obtiene en las montañas, ayuda para que la gente que tiene enfermedades no las transmita en las relaciones íntimas. Si quieres ir allí le entregas tu pulsera a quien tú quieras, si acepta pues solo van.
—¿Relaciones...intimas?, ¿eso es lo que están haciendo en ese lugar?
—Vamos no le pongas mucha atención, yo sigo molesto contigo —dijo soltandola y caminando adelante de ella.
—Ya te pedí perdón. —Aynoa lo siguió mirando su espalda y tratando de que la distancia entre ellos no fuera mayor—. No creo poder hacer nada más para cambiarlo.
—Mañana saldré a cabalgar, queda poco tiempo para que comience la excursión y te prometí llevarte al lago. Sería un buen momento para conversar.
—Thari.
Tarikan se detuvo, ¿por qué su nombre salía tan dulcemente de su boca?, aquello le provocó un escalofríos que hizo mover sus hombros.
—¿Que quieres?
—¿Puedes olvidar lo que ocurrió en la iglesia? Lamento lo que ocurrió y la verdad es que disfrutó mucho de tu compañía.
Aynoa le observó la espalda, el no dijo nada, se quedó quieto por cinco segundos, luego volteó mirándola sobre su hombro.
—No recuerdo que pasó en la iglesia —dijo y volvió a caminar.
—Gracias.
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Milla preocupada por Aynoa, se quedó en la habitación de ella hasta que volviera, el sueño le había ganado cuando el duque llegó junto a su esposa.
Tarikan traía a Aynoa dormida en sus brazos, después de ver la obra simplemente ella solo cayó rendida apoyando su rostro en el hombro derecho de él.
Con delicadeza y sin la intención de despertar a su criada, la recostó en su cama y lentamente le soltó los amarres del vestido, más no se lo sacó.
—Descansa mujer —dijo pasando lentamente su pulgar por su mejilla izquierda.
La observó unos minutos contemplando lo tranquila que se veía, sin duda parte de él la extrañaría cuando marchará a las montañas. Indirectamente se había acostumbrado a observarla.
Sonriendo marchó de allí pensando que al menos el día de mañana la pasaría junto a ella.
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Datito: Una canción que identifique esta obra es “Mil motivos –Avalanch”
Cuando pierdo un poco el horizonte de esta historia, esa canción me devuelve a estos personajes y sus personalidades.
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