51.- Confianza
—¿Lo niego, le explicó todo o simplemente lo omito, ignorando lo que acababa de decir? Seré quemada, el duque me acusará o pedirá algo por su silencio... ¿Qué hago, que puedo hacer?
Aynoa se desconectó rápidamente de su cuerpo, su mente se imaginó todo los escenarios posibles que podía venir una vez que estuviera sola con el duque
¿Qué podía hacer realmente?, ¿podía haber una explicación por lo que él dijo?
—No...—dijo posando sus manos en el borde de una mesa y miró los patios traseros sin ver relamente lo que allí había.
El libro siempre destacó lo inteligente y paciente que era el duque. Se leía libros enteros en menos de dos días y tenía una memoria muy buena para recordar hechizos difíciles, ¿cómo ella había olvidado ese detalle tan crucial?, ¿como había llegado a la conclusión de que ella venía de otro tiempo?, ¿había hecho algo el cual le hiciera sospechar de aquello?
—Yo...estoy muerta. No quiero perder esto...
No había claridad en su mente, por un lado conocía a un hombre dulce, divertido y amable, pero de un momento a otro también podía ser el hombre que todos conocían, frío, calculador y poco empático. La mirada del hombre cuando golpeó a Mormont volvió a causarle terror.
Su cuerpo no volvió a responder, sus manos temblaron y vió el fin de esa hermosa historia que había comenzado a crear junto al duque.
—Acabas de cambiar el pacto y no lo estás cumpliendo. —La voz del duque sonó detrás de ella, estaba lo suficientemente cerca para que en cosa de segundos sintió su abrigo caer sobre sus hombros. Estaba tan perdida que no lo escuchó acercarse.
Aynoa le tuvo miedo enseguida, un escalofrío congeló su espalda a pesar de que él la había abrigado.
Contrario a eso, Tarikan no le vió el rostro, pero pudo notar el profundo miedo de ella, incluso su serpiente comenzó a hacerle cosquillas en los dedos eso solo significaba algo, temor. De ese miedo que tu alma comienza a abandonar tu cuerpo. Percibió lo que ella estaba sintiendo gracias a sus cualidades.
Aynoa no volteó, se congeló completamente y en minutos sintió la mano del hombre tocar su mejilla y le tapó parte de los ojos.
No sabía que era lo que ahora el duque haría, o que era lo que le esperaba, pero allí no podía pedir ayuda, ni confiar en nadie.
Su vida, su mundo mágico y hermoso comparado con el otro ya vivido, se fue desvaneciendo frente a ella.
Sus lágrimas fluyeron mientras soltó un gemido asustada cuando la espalda de ella, se apoyó en el cuerpo del hombre, el rostro del duque quedó cerca de su oído derecho y el agarre de su cara se apretó hundiendo sus dedos en su piel.
—Sh...—La hizo callar con esa tranquilidad que siempre tenía.
Desde el ojo derecho, quedó una leve apertura entre los dedos del hombre, donde pudo ver qué Tarikan estiró su mano derecha al frente y una luz verdosa salió de él cubriendole la cara. Ella estaba a punto de ser hechizada.
—No hay explicaciones, no hay mención, no hay pensamiento, ni boca que pueda pronunciar los secretos de tu vida. Cuando las estrellas toquen la tierra y puedas ver tu reflejo en ellas, llegará el día, dónde no habrán excusas que tú lengua pueda formular y la verdad llegará a mis oídos. Hasta entonces tu y yo no tocaremos el tema.
La luz se desvaneció entrando en la narices de ambos y luego lentamente el duque la soltó. Aynoa extrañamente se calmó enseguida, las palabras que había dicho Tarikan antes de voltear e irse comenzaron a ser encerradas en su mente. Las recordaba, pero no hubo ni un solo sentimiento ante eso.
—Es decepcionante —dijo el duque y ella lentamente se volteó a verlo, mientras limpiaba las lágrimas que habían manchado su rostro.
Los ojos de él miraban el interior de la iglesia, estaba tranquilo y tardó unos segundos en volver a mirarla.
—Aun crees que voy a dañarte —dijo mirándola directamente a los ojos—. No puedes dejarte llevar por la gente que no me conoce, siendo que la única persona que ha conocido como realmente soy, eres tu.
—Tarikan.
—Muevete, nos iremos ahora.
Aynoa se arrepintió enseguida, el duque era solo de una forma y ella si lo había conocido, ¿por qué le había tenido tanto miedo? Entonces quizo explicarle todo y allí mismo comprendió el hechizo que había hecho el duque sobre ella.
Por más que intentó abrir su boca y decir algo sobre su vida pasada, le fue imposible despegar sus labios y pronunciar algo.
El duque la observó cómo trató de modular, pero por más que lo hiciera el sabía que nada saldría de sus labios. Luego solo la ignoró caminando hacia la iglesia.
El regreso fue completamente diferente a lo que había sido la llegada, el hombre fijó sus ojos en la ventana y no volvió a iniciar algún tipo de conversación con su esposa. Aynoa por otro lado se sintió diminuta, como si hubiera sido regañada, no siempre guardaba silencio con la cabeza baja, pero está vez no pudo evitarlo ya que el duque dió justo en el blanco sobre lo que pensaba de él.
—Lo lamento —dijo ella, el hombre siguió ignorandola.
Cómo Aynoa, una mujer de ese tiempo criada para ser la sombra de un hombre, claramente dejaría todo allí esperando que su esposo y dueño la perdonará, pero no era tan solo Aynoa.
—¿Sabes qué? Lo lamento de verdad— dijo poniéndose de pie y apoyando su mano en la ventana le agarró el mentón para que él la mirara. El duque, con su rostro aún serio, relajó la mirada y la observó—. Me cuesta cambiar mi pensamiento después de escuchar a tanta gente hablar mal de ti.
—Que encantador es lo que dices.
—No, no es encantador, es complicado, pero quiero que sepas que intentaré confiar plenamente en ti sin adelantarme a pensar en tu reacción.
“Confiar”
Esa palabra hizo que el duque recordara rápidamente lo que había olvidado, la rata en su castillo.
—¿Terminaste? —preguntó tomando su muñeca y lentamente hizo fuerza para que ella le soltara el rostro.
—Sí, pero... —contestó volviendo a sentarse.
—Olvídalo, ¿quieres?
—Tarikan...
—En dos semanas partiré a una excursión en las montañas, quiero que estudies los libros que te dejaré y cuando vuelva de allí, probaré darte una piedra mágica.
—¿De verdad?
—Sí, pero para eso deberías estudiar.
—No, ¿de verdad te irás?, ¿por cuánto tiempo? —dijo ella bajando su voz.
—Por al menos dos meses, luego el rey me mandará a unirme a Romulo en la expedición del otro continente.
—¿No te veré por... cuánto?
—Aynoa, eres la duquesa, aunque esto sea un contrato tienes la responsabilidad de mantener el ducado a flote.
—Contestame.
—Un año. Suficiente tiempo para pensar en lo malo que he sido contigo. —El duque seguía molesto y era muy evidente.
Aynoa se sintió más arrepentida, no quería alejarse de él o que él se alejara de ella y menos después de lo que había ocurrido. Deseaba poder conocerlo completamente y dejar de pensar tanto en su vida anterior. Realmente él nunca había mostrado alguna señal e intención de dañarla.
Cuando llegaron al castillo el duque bajó de los primeros, ni siquiera volteó para ayudarla, ni esperarla. Su esposo se alejó de ella tan rápido, que a los pocos minutos desapareció en el interior del edificio sin que ella haya logrado pisar el primer escalón de la entrada.
—Señora, es un gusto que hayan vuelto —dijo Reimy acercándose— ¿Almorzarán en el salón pequeño o lo harán con los soldados y estudiantes?
—No tengo hambre ahora Reimy, iré a la biblioteca, ¿puedes llevarme la comida hacia allá?
—Claro que sí, mandaré a llevarle una mesa limpia para su agrado, ¿el señor la acompañará?
—No, el duque tiene otras cosas que hacer.
—Entiendo. —Reimy bajó la cabeza y esperó que ella pasara. Aynoa siguió su camino hacia el lugar donde había dicho mientras que su criada la siguió a unos pasos atrás.
—Te dije que entre los dos no se llevan bien —dijo Cler acercándose al mayordomo y mirando la espalda de la duquesa, cruzó sus brazos sobre su pecho.
—No nos rindamos, hay que hacer algo.
—Un colibrí no elegiría miel para comer si su alimento es el polen de las flores.
—¿Qué?
—Que no te metas en lo que no nos incumben —dijo Cler volteando para marcharse.
Reimy quedó unos minutos allí pensando en el porqué, ¿por qué el duque era tan difícil?, ¿o la difícil era ella?
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A los dos días Tarikan recibió la carta del rey, aquello confirmaba la ubicación del animal. Eso solo hizo que el poco tiempo que le quedaba allí era ya un hecho, dos semanas y dejaría Castilvell en un viaje por las montañas en busca de aquel dragón.
Reimy estaba esperando instrucciones luego de haberle pasado el sobre del rey, pero el duque una vez que la leyó se apoyó en el escritorio y arrugó el papel en la mano.
—¿Son malas noticias, señor?
—¿Sabes por qué el rey me mandó a llamar?
—Escuché que lo necesitaba para una tarea.
—La arpía que se encontró en Abeul, los vampiros en los bosques de Rumani fueron sacados de sus cuevas por un animal que todos temen.
Reimy se sorprendió, eso solo significaba que el duque desaparecería por más de un mes.
—Señor el rey sabe que usted se casó hace poco tiempo, ¿aún así está pidiendo que usted personalmente vaya?
—¿Por qué estás tan sorprendido?, ¿esperabas que realmente Gerald respetará aquello de mi?
—Creí que al tener a la señora el lo podía dejar tranquilo. El rey no puede disponer de su tiempo así como así, mientras a otros les da meses de descanso usted...
—Un mes ya es suficiente.
—Pero señor...
—No le digas nada a ella.
—¿Qué? Señor ella debe saber que usted marchará y estará fuera por un tiempo.
—Eso no, Reimy, solo...no le hables de la capital a mi esposa.
—Esta bien.
—Ahora, la vez que el rey me llamó —dijo el duque caminando a la ventana y viendo a la gente trabajando fuera—. Curiosamente ellos sabían que no comparto la habitación matrimonial con mi esposa, dime tu—agregó volteando—. ¿Cómo mierda sabían eso ¡VIVIENDO AL OTRO EXTREMO DEL REINO?!
El rostro del duque enseguida contrajo sus pupilas y se torno rojo cuando su voz subió hasta gritar. Reimy solo bajó su cabeza, entendió enseguida que era lo que había ocurrido y lo grave, ya que conocía la relación que tenía la corona con el duque.
—Reúnelos a todos afuera —dijo volviendo a calmarse y giró nuevamente hacia la ventana.
—Enseguida señor —dijo Reimi manchándose hacia la puerta, su mano toco la manilla y la abrió pero un interrogante volvió a surgir en su cabeza.
Se giró lentamente y tragó saliva con temor de volver a molestar al duque, pero abrió sus labios sin darle más vueltas al asunto.
—¿Sus soldados, la señora...?
—Todos dije.
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Aynoa estaba en la biblioteca cuando comenzó el ruido afuera, Cler fue la responsable de ir a buscarla y llevarla a los patios donde todos se estaban reuniendo. Nadie sabía porque estaba ocurriendo aquello y porque debían dejar todo lo que se estaba haciendo para ir para allá.
Reimy el mayordomo, ya había hablado con Cler sobre lo que había ocurrido, entre ambos eran los únicos que sabían de mas sospechas del duque y aunque la duquesa tenía títulos, tuvo que salir de igual manera como todos.
—¿Que está pasando? —preguntó Aynoa.
—El duque tuvo un problema que debe subsanar de forma rápida, todos fuimos llamados —dijo Cler.
Aynoa no entendió, había compartido bastante tiempo con él y no se había enterado de nada, ¿Será que algo habia ocurrido en estos días?
La servidumbre y algunos soldados se reunieron en las afueras, Aynoa se quedó en una esquina mirando de frente a Caleb, Sebastián y Merlín.
A los pocos minutos apareció el duque, no sé veía para nada contento, Aynoa notó que se veía más serio de lo normal, y levemente apretaba las cejas. Entre ambos no habían vuelto a conversar desde lo ocurrido en la iglesia y ella aún se sentía muy distante de él.
—Vivir en Castilville ya es gratificante para cada habitante, la seguridad, los pagos por los trabajos, no se compara con las otras ciudades. Aún así —dijo el duque caminando entre la gente—. Vivir y servir en mi castillo tampoco se compara a la gente fuera de estos muros, cada familia queda bajo mi responsabilidad, les entrego buenas compensaciónes, les doy tierras, casas, prometiendole que no los despediré si cometen algún error.
Nadie habló, todos guardaron silencio mientras aquel hombre se fue dando vueltas por ellos.
—Pero tenemos una gran regla que se les informa a todos al llegar. "Todo lo que ocurre en el castillo...
—“Se queda en el castillo y se castiga como un ladrón” —dijeron todos a coro.
Aynoa se asustó, buscaba a un traidor entonces, alguien que haya abierto la boca y contado las vivencias allí para el exterior. Recordó la carta que hace unos días envío a su padre, allí también contaba como eran las cosas del castillo y lo bien que había vivido en el aprendiendo cosas nuevas.
¿Acaso debía haberle preguntado a Tarikan sobre responder la carta al marqués? Lo hubiera hecho, pero el hombre aún parecía enojado con ella, el cual solo mando la carta sin avisar.
De repente mientras Aynoa se metía en sus pensamientos, una chispa de humo gris apareció frente a ella. Como una leve flama consumiendose en si misma.
Levantó la mirada y se dió cuenta que todos tenían aquella cosa frente a sus narices. Los sirvientes nuevos se asustaron un poco dando unos pasos atrás pensando que el duque los iba a quemar vivos, pero esa no era su intención.
—Tranquilo —dijo Tarikan mirandolos con atención—. Mientras flamea no deberías preocuparte, pero si se apaga, voy a encontrarte.
Aynoa se sorprendió de algo, el duque hizo aquello con todos, con cada uno de los que vivían allí. Reimy, Caleb e incluso ella, no fue la excepción.
Eso hizo que tomara conciencia de algo, el duque, no confiaba ni en las personas que habían estado con el por años.
Entonces lentamente comenzó a pasar por cada persona, posando su mano sobre la llama, su mano no se quemó cuando la movió a través de ella, su flama se interrumpía, pero luego volvía a flamear con normalidad. Aynoa lentamente comenzó a sentirse molesta, había pensado que todo lo que había compartido con ese hombre formó un vínculo entre ambos, pero allí lentamente el duque se fue acercando hacia donde ella estaba.
Sin ser diferente a todos los demás, Tarikan la miró con esa seriedad y frialdad en su rostro directamente hacia sus ojos. No mostró anciedad ni nerviosismo aunque una parte de él, rogaba para que ella no fuera la culpable.
Aynoa le devolvió la mirada frunciendo el ceño, pero él la ignoró. Llevando sus ojos a la llama pasó la mano sobre ella y está se apagó por un segundo para luego volver a prenderse. Fue distinta a las demás, todas solo se movieron como lo hace el fuego al darle una ventisca, pero la suya se había apagado completamente para luego volver a emerger.
Nerviosa enterró las uñas en sus dedos, ni una persona pareció darse cuenta de aquello, así que solo mantuvo su compostura y el duque volvió a mirarla, para luego volver a moverse entre las demas personas.
Tardó unos minutos hasta que detrás de un grupo sacó a un hombre y lo tiró al suelo, Sebastián fue quien lo agarró y lo mantuvo allí mientras el hombre negaba toda acusación.
La llama de Sebastian no desapareció se movió junto a él como si le siguiera a todas partes, entonces Aynoa buscando al duque descubrió como encontró a esa persona.
Tarikan alzando la mano sobre la llama de una mujer, pilló al segundo espía. Su llama se apagó completamente y no volvió a surgir.
—No-no, no, no —dijo la muchacha. Parecía una joven de diecinueve años vestida de sirvienta. Aynoa la había visto una vez limpiando los ventanales del primer piso.
—¿Maritza? —susurró Cler negando con la cabeza.
—¿La conoce?
—Ha servido hace dos años al castillo, llegó siendo la sirvienta más joven de aquí. Es muy buena haciendo su trabajo.
—Pero, ¿qué paso?, ¿acaso no estaba a gusto en el castillo?
—Estar a gusto o no en un lugar, no importa mi señora. Hasta un mudo tratará de hablar si le ofrecen un buen dinero. El señor perdona muchas veces, pero la palabra clave que cambia ese hecho es sencilla.
—¿Cuál es?
—La corona.
Aynoa tomó recién conciencia de lo que estaba ocurriendo ahora, era algo que había ocurrido cuando Tarikan desapareció frente a ella. Cualquiera que sea la información que salió de aquí no importaba para quien era dirigido, pero si era para la corona eso era lo grave.
—¡Señor! Yo...yo no hice nada, solo envié cartas a mi familia, yo arg...
Aynoa lo vió de lejos, su esposo no tuvo problemas de agarrar el cuello de la mujer y lo acercó a su rostro. El duque también la tomaba así, pero la diferencia era que esa mujer agarró rápidamente sus manos intentando lograr respirar por su fuerte agarre.
—Todo lo que ocurre en este lugar, se queda en este lugar, ya lo sabías —dijo Tarikan caminando entre la gente con ella ahorcándose en sus manos, luego la tiró al centro junto al otro hombre que no dijo una sola palabra—. Vuelvan a sus trabajos y no quiero más sorpresas.
Aynoa se fue con el grupo, enterándose que el castigo de un ladrón era cortar una de sus manos como signo de traición dónde todo en el reino sabrían de aquello. Cler la acompañó aprovechando de llevar un macetero con una hermosa flor fragante que pondría en la habitación de la duquesa.
—No se preocupe, duquesa. Las cosas siempre pasan por algo. Me ha contado Reimy que usted ha estado aprendiendo magia —dijo Cler tratando de cambiar el tema.
—Solo he leído algunos libros, el duque aún no me permite probar con alguna piedra.
—Tenga paciencia, tarde o temprano lo hará, ¿le gustaría que le traiga postres aquí? He preparado también pan dulce, es bastante agradable con un buen té de rosas.
—Gracias Cler, aceptaré está vez su pan dulce.
—Perfecto, enseguida se lo traeré—dijo la señora, pero cuando fue abrir la puerta, está fue abierta con rapidez por el Tarikan—. Duque.
Aynoa no esperaba verlo allí, sonriendo dulcemente volteó para verlo, pero su rostro seguía siendo serio y frío el cual hizo que su leve alegría se marchara.
—¿Que has dicho sobre el ducado para el exterior? —preguntó el duque dándose vuelta y mirandola con seriedad.
—Yo no he...
—¡No! No me mientas —dijo acercándose a ella. Su rostro enojado hizo que Aynoa se sintiera intimidada.
—Tarikan —soltó la señora Cler en voz baja para llamarle la atención.
—Respondí la carta a mi padre —dijo Aynoa haciendo una pequeña pausa, pero aquello pareció más molestar al duque—. En ella si te mencioné, obviamente eres mi esposo, escribí las cosas que me has enseñado, y como ha sido el castillo.
—¿Escribiste sobre nosotros?, ¿le comentaste que dormimos en cuartos separados aún?
—No Tarikan, no escribí cosas tan personales. Nada que pudiera arriesgar o poner en juego la virtud de nuestro matrimonio.
Cler guardó silencio mientras esperaba en la puerta, no había tenido la oportunidad de escucharlos a ambos interactuar y todo lo que le había mencionado Reimy hace unos días comenzó a ser cuestionado.
—Bien, para la otra avísame cuando mandes cartas hacia afuera. No dudaría que tu padre tratara te invulucrarme en otras cosa de la corona.
—Mi padre no hará nada con las cosas que le cuento.
—Eres su hija, es entendible que creas aún que es un hombre bueno.
—¿Y que pasa contigo? —dijo ella acercándose, su voz se hizo más fuerte— ¿Eres incapaz de confiar en alguien acaso? Tus soldados allí parados, tu mayordomo, la señora Cler incluso y yo. Todos confiando en ti para después soportar tu insulto al desconfiar en nosotros.
—Tu no sabes nada.
—Pues fíjate que no, pero al menos intentó confiar en las personas que me aman. Soy tu esposa.
—Eso no me asegura nada.
—¿Qué?
—Seas o no mi esposa, si tú algún día me traicionas con la corona, voy a matarte con mis propias manos.
Tarikan no sacó sus ojos de ella, cada palabra fue dicha sin pestañear, aquella amenaza era sincera y no había una pizca de duda en su mirada.
El duque suspiró y se hecho atrás dando unos pasos a la puerta. Cler no dijo nada estaba sorprendida por haber escuchado aquello y como ella sobrellevó todo.
—En el dinero —dijo él volviendo a mirarla—.Estan los ojos de la verdad y no hay persona que se niegue a eso.
—No te sorprendas cuando llegue el día donde te quedes solo —dijo Aynoa antes de que él se marchará.
—Tu también me dejaste en claro que tampoco puedes confiar en mí.
Tarikan paso a un lado de la señora Cler sin mirarla y salió al pasillo, los pasos del hombre sonaron disminuyendo su sonido mientras se alejaba.
—Arg... Idiota.
—Señora, tranquila. Entiendo que es frustrante pensar que uno ha creado lazos con el duque y después descubrir que realmente no somos de confianza, pero como dijo él, cualquier persona es comprada con un poco de dinero. He vivido lo suficiente aquí como para que me falten dedos de las manos para contar las traiciones.
—¿Traiciones? ¿Por qué es tan importante para el duque que la corona no se involucre en sus cosas?
—Por que el saber es poder, y cuando la corona sabe y conoce las cosas que ocurren a tu alrededor duquesa, entonces tienen poder sobre ti para cuestionarte, obligarte y humillarte.
—Cuando alguien traiciona al duque, entonces, ¿le da poder a los reyes, al entregarle información?
—Sí, señora.
—¿Y que tiene mi esposo que la corona no puede dejarlo tranquilo? Mi padre, era contactado por los reyes dos o tres veces al año, ¿por qué el rey Gerald tiene hasta espías trabajando aquí para él?
La anciana apretó las manos en su ropa al escucharla. No estaba segura si realmente debía abrir la boca ante eso, tampoco confiaba mucho en ella, e intentó rápidamente disimular, pero Aynoa tampoco era tonta.
—Sabes de esto —dijo acercándose a ella y cruzó sus brazos—. Quiero escucharlo.
—Señora, hay cosas que lo mejor es no saber.
—¿Crees que al no saber lo que no quieres contarme, mi trato con el duque cambiará?
—No, pero pienso que alimentar las cosas malas que han ocurrido en la historia de la humanidad hará que más personas quieran repetirlo.
Había un detalle que Aynoa sentía que estaba olvidando, algo que explicaría todo lo que giraba entorno al duque, pero ¿que era?
Mordió uno de sus dedos mientras pensaba sobre la historia que había leído.
¿Quién era el duque?, ¿no había sido criado por Ragnur? Si fuera así ¿por qué entonces fue un niño de la corona?
—Cler.
—¿Sí, señora?
—¿Tiene que ver con que el duque fue un niño de la corona?
—Señora...—Su rostro contestó el “sí”que Aynoa estaba buscando.
—Los niños de la corona son huérfanos sacados de las calles, para criarse y terminar siendo personas con títulos —dijo Aynoa caminando hacia su cama y tomando un pequeño libro.
Su mente no estaba concentrada solo ahí, sino que también estaba rebuscando en la historia que había leído
—Incluso dicen que muchos niños de la corona generan energía mágica, haciéndolos aptos para estudiar aquí.
—Sí, señora, es así.
—Entonces, ¿por qué el duque fue un niño de la corona si fue criado por Ragnur? —preguntó sentandose en la cama.
—Señora, no es un tema que me gusta hablar y a ninguno de los sirvientes que han estado aquí desde que llegó el duque mencionará algo referente a eso. Espero que me disculpé, pero no puedo contestar sus preguntas. Iré a buscar sus postres.
¿Por qué...?, ¿por qué tuvo que estar allí? Y ¿por qué ese hombre asesinaría a todos los hechiceros que salieron del castillo al igual que él?
Aynoa se recostó sobre la cama mirando el cielo y suspiro pesadamente.
¿Que era lo que Tarikan vivió allí?
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