38.- Parte de ellos.
—Seguramente aquí hubieran colgado a la mayoría de las personas que se atrevieron a tocarme, pero luego mi honor sería votado a la basura y ni un solo hombre quería casarse conmigo.
Aynoa se quedó quieta en la cama mientras forzaba su mente a recordar más hechos de su pasado, en parte quería olvidarse, pero también necesitaba recordar de quién huía y quiénes eran ellos. No solo eran hombres, habían mujeres, jóvenes, todos controlados por un simple aroma.
—Mi aroma. —Aynoa se levantó rápidamente de la cama y comenzó a oler su piel, parecía que su mente incluso recordó aquel olor extraño. Tomando un trapo mojado se refregó los brazos con fuerza.
Sabía que aquí en este mundo no existían ese tipo de humanos, aquí habían monstruos para temerles, allá era a esos seres supremos.
—¡Maldición! —dijo lanzando el trapo al suelo y llevó sus manos a su cabeza para sujetarla.
“Si aquí no están ellos, entonces... ¿Por qué siento tanto temor? Ellos jamás podrán volver a tocarme; jamás volveré a ver sus ojos y jamas viviría preocupada por medicarme con tal de que ellos no pudieran ni siquiera olerme”
—¿Señorita, está despierta? —La puerta de su habitación sonó. Aynoa tardó unos segundos en contestar e inmediatamente se escabulló dentro de la cama.
—Adelante.
—Oh hermosa duquesa, es un honor para mí conocerla —dijo una señora entrando junto a una joven—. Es muy lamentable lo que ocurrió anoche, pero una vez que llegue a su nuevo hogar estoy segura que le va a encantar.
—¿Usted...es?
—Soy la dueña de este lugar, mi nombre es Cecilia, quería conocerla antes que marcharán.
—¿Marcharemos muy pronto?
—Los soldados llegaron antes de lo previsto, en este momento están haciendo los preparativos para partir.
—Escuché que nos quedaríamos en Rumani por unos días.
—Señora, alimentece y gane fuerzas —dijo la más joven acercando una bandeja con alimentos—. Todo lo malo que vivió pasará, créame.
Aynoa quedó perpleja unos momentos, era verdad que allí la trataban de mejor forma, parecía que apreciaban hasta lo más mínimo que saliera de su boca.
El olor a buena comida hizo que Aynoa olvidara por unos momentos todos los recuerdos que habían llegado a su mente. Regaló la primera sonrisa del día y tuvo una larga charla con ellas como si se conocieran la vida entera. Descubrió que en Rumani la gente no era tan fría y amargada como en la capital, no tenían problemas de hablar de sus aventuras y chismosear de algún acontecimiento.
********************
Cuando el sol estuvo en lo más alto del día, las serpientes se prepararon para partir. Tarikan no quiso quedarse un día más, partirán ese mismo día y llegarían pronto a Castilville. El duque ya no quería más sorpresas, si algo le hubiera ocurrido a Aynoa, seguramente aquel matrimonio habría sido el más corto de toda la historia de la humanidad.
Aynoa se subió al carruaje esperando que Milla entrara. El viaje había sido agotador, pero a pesar de todo lo ocurrido agradeció haber despertado en una cama cómoda y blanda.
Aynoa miró por la ventanilla del carruaje, la mayoría de los soldados ya estaban montados, no sacó sus ojos del exterior hasta que por el otro lado la puerta se abrió y el carruaje se meció lentamente.
—Tardaste demasiado, no sabes las cosas que quería contarte... —dijo ella y luego llevó sus ojos hacia el individuo que había entrado—. Duque.
El hombre se veía enorme en el carruaje, venia vestido con su armadura y una gran hombrera en el hombro izquierdo, en la otra estaba sujeta parte de la capa azul cubriendo la mitad de su cuerpo. Él al escucharla solo la miró unos segundos antes de sentarse frente a ella.
—¿Qué-qué hace aquí? ¿Y mi criada? —dijo asombrada de verlo.
—Ella irá en el otro carruaje— dijo cruzando sus brazos sobre su pecho—. Creo que eres bastante débil para viajar —soltó mirando por la ventana.
—Lo culpo a usted.
—Agradezca que la cuidé y está sana y salva. —Tarikan ya no estaba molesto, pero no tenía la mínima intención de discutir con ella. Estaba cansado, no había dormido mucho y prefirió el carruaje para mantenerla vigilada, a pesar de mostrarse indiferente con ella.
—Si eres un buen hechicero, ¿Por qué no sentiste la presencia de esos moustruos?
—Por que no soy un animal, soy una persona y aunque tenga mucha afinidad con la magia, no puedo estar gastando mi energía revisando cada metro cuadrado del bosque.
—Pense que lo hiciste a propósito.
—Claro que no, no es de mi agrado tener heridas —Tarikan la observó con seriedad hasta que ella desvío la mirada y bajó el rostro.
—Gracias, gracias por cuidarme anoche.
Tarikan no dijo nada, parecía una gratitud forzada, por lo tanto volvió a llevar sus ojos a la ventanilla y subió un pie sobre el asiento donde estaba Aynoa. Sus piernas quedaron casi estiradas, cubiertas hasta la rodilla por un metal recién pulido.
El viaje está vez fue lento, Aynoa no sabía que temas tocar con el duque y él tampoco se esforzó para entablar una conversación con ella. Parecían dos desconocidos dónde ninguno tenía una pizca de intención por saber más del otro. En silencio solo mantuvieron los labios apretados mientras fijaban sus ojos al exterior en un ambiente incómodo y tenso.
Luego de unas horas el duque cayó dormido en medio de todo el viaje, Aynoa por segunda vez pudo observarle. Algo que realmente le gustaba era su pelo, como caía sobre su frente y la mirada que tenían sus ojos a pesar de que ahora estaban cerrados. Cuando apoyaba el menton sobre su pecho arrugaba un poco la frente, pero era sumamente silencioso, no hacía ni un solo sonido, Aynoa lo comparó con su padre, el cual, sí era bastante bueno para roncar.
Otra cosa que llamó su atención fue la vestimenta, el hombre, realmente se veía bastante bien con la armadura oficial de las serpientes, al ser también su comandante era un tanto distinta a la de sus soldados. Su capa era mucho más larga y ancha, mostraba solo una hombrera, junto con tres cadenas y tenía una gran serpiente tallada en ella. El cinturón también era bastante ancho junto a su espada que se mesia lentamente con el movimiento del carruaje.
¿Podría él tratarla como fue tratada en su anterior vida? ¿Sería capaz de obligarla a estar con él de alguna u otra forma?
Entonces recordó la promesa que él mismo le había dicho
“No volveremos a hacer esto, te lo prometo”
Dejando de lado sus recuerdos, volvió a pensar en el presente y en lo vivido como Aynoa. Había algo que no le había dado importancia, un hecho que ahora mientras lo obserbaba recordó aquel momento. El duque se había mostrado un poco sobreprotector en la despedida del ejercito, ¿acaso él quería protegerla de...los reyes?
Dormido, parecía realmente una buena persona, incapaz de hacerle daño, aunque su lengua y su forma de ser decía mucho, el duque jamás sería controlado por una fuerza mayor como ocurrió en su otra vida.
—Gracias de verdad —susurró mirandolo mientras una lágrima volvió a caer por su mejilla. Ella enseguida se la secó y se acomodó en el carruaje, lo último que vio fue a ese hombre profundamente dormido.
******************
A mitad de camino el carruaje se detuvo en una gran planicie, el bosque había quedado atrás y ahora solo montañas de colores verdes quedaron a la vista de todos.
Aynoa porfin pudo salir al exterior, cuando se abrió la puerta fue ella la primera en salir, sus sentimientos habían cambiado solo ver aquel paisaje tan hermoso. El sol estaba bajando lentamente y el cielo tenía pinceladas de colores naranjos que s eiban acentuando a medida que la noche comenzaba a caer. Imnotizada por aquel magnífico lugar, recordó su habitación de Abeul, dónde los atardeceres se podían ver a simple vista.
Alcanzó a dar unos pasos entre el pasto antes de que su brazo fuera agarrado firmemente, volteó solo para encontrarse a Tarikan.
—¿Hacia donde vas? —dijo el duque mirándola seriamente.
—Deseaba acercarme a las colinas.
—No.
—¿Cómo que no? Milla podrá acompañarme, no creo poder ver ningún moustruo aquí, solo...solo hay pasto.
—No irás a ningún lado sola, te quedarás aquí donde te pueda ver.
—¿Estas hechandome la culpa por lo que pasó ayer? No me trates como una niña chica.
—No Aynoa, solo quiero evitar que algo que te llegue a ocurrir —Tarikan enseguida apartó la mirada y volteó al carruaje para bajar unas cajas—. Solo se obediente y quedate aquí, no hagas que todos vuelvan a perder la cabeza.
Aynoa quedó allí sorprendida, él seguía cuidandola a pesar de mostrarse un tanto molesto. ¿Tendría algúna intención oculta?
Aynoa negó con la cabeza, el trato era que él la cuidaría, volteó nuevamente y miró el cielo pensando que la vida que había tenido antes, no debía significativa para esta
—Esta vez haré las cosas bien— se dijo, segura de que lo único que debía preocuparse era en no volver a ser tan insignificante y débil.
—¿Te gusta? —Tarikan que ya había bajado las cajas y las maletas se acercó a su lado y mientras la miraba atenta al firmamento dió unos pasos más adelante
—Sí. Dijiste que todos perdieron la cabeza, ¿Crees que me odian aún más?
—No, solo nos preocupaste un poco.
—Lo lamento.
—¿Qué sientes al ver esto?
Aynoa lo siguió sin entender porque él había hecho tal pregunta.
—Tranquilidad y un poco de paz.
—¿La hija del marques sintiendo eso al ver el cielo?, ¿acaso su vida realmente ha sido mala o realmente te encanta la naturaleza?
—No quiero discutir contigo.
—Nadie está discutiendo —el duque le pegó una leve sonrisa mientras que estiró su mano y le agarró la muñeca derecha firmemente.
Milla que estaba a unos cuantos metros, vió a los dos duques caminando, parecía que ambos iban de la mano, a pesar de que el duque la jalaba levemente y pensó si realmente Aynoa había sido sincera con ella o ¿acaso era tan ingenua que no veía el interés que había del duque hacia ella?
Los miró un buen tiempo hasta que ambos llegaron a la cima de una colina y una vez allí, Aynoa se sentó en el pasto mirando como el sol comenzaba a ocultarse.
Tarikan permaneció a su lado, puesto de pie fue ignorado por todos sus soldados. Merlín que también los había visto, estaba bastante molesto con la presencia de la mujer, pero no había nada que hacer para cambiar ese hecho, fulminó con la mirada a la criada de ella antes de irse de allí.
—Haz llorado, ¿Hay algo que te pueda ayudar?
—¿Qué? No yo no he...
—Me fijo mucho en el rostro de la gente Aynoa —dijo él y lentamente se sentó a su lado dejando la rodilla derecha doblada para apoyar su brazo—. Por eso sé cuándo mienten o en tu caso, cuando lloras. No hemos llegado a mi ducado aún y sinceramente no tenía intenciones de hacerte llorar.
—No eres tú Tarikan —dijo ella bajando el rostro y lo escondió entre sus brazos y rodillas.
—Lo lamento.
—Ya te dije que no eres tú.
—¿Extrañas el marquesado?
—No, extraño un poco a mi padre, a pesar de que lo odias, él fue muy bueno conmigo.
Aynoa levantó el rostro y al girar a observar, a su lado encontró al duque acostado con los brazos cruzados en su cabeza.
—Duque, ¿qué es lo que más odias? —le preguntó mientras apoyaba su cuerpo en su brazo derecho—. ¿Tienes problemas con los reyes?
Aynoa que estaba observando al duque vio que al mencionar a los reyes sus ojos de agrandaron solo por unos segundos antes de apartar la mirada del cielo. No era bueno para mostrar emociones en su rostro, pero solo bastó con esos dos segundos para que volviera a tener el mismo semblante de siempre.
Ella esperó alguna respuesta, con la actitud que tuvo él en la despedida del ejército y con la reacción que había tenido recién, ella estaba segura que algo pasaba con los reyes.
—La gente dice que los reyes te criaron, ¿los consideras cómo si fueran tus padres?
“Padres”
Hechos de su infancia llegaron con solo esa palabra, los reyes no tenían hijos, pero tampoco podían ser aptos para tenerlos. El duque apretó fuertemente los dientes al fijar el rostro de ambas personas en su cabeza, sinceramente no esperaba que Aynoa arruinara todo el momento.
—Soy un hombre bueno —se dijo a si mismo.
Tarikan hizo una leve mueca mientras se fue sentando en el pasto, miró un poco el cielo y a los segundos se puso de pie sin decir nada. Aynoa solo lo miró.
—No te quedes tanto tiempo, desde aquí todos te estarán vigilando.
—¿Du-duque?
Él se fue de allí lentamente, Aynoa no entendía que había hecho o dicho para llegar a molestarlo, parecía que cada vez que llegaba a conectar con él para entablar una conversación, algo ocurría que el nuevamente se alejaba de ella.
Sin entender nada siguió al duque con su mirada, su gran espalda y hombros anchos cubierto por la capa flameó con la brisa del viento.
Aquella escena produjo un palpitar fuerte en su interior, extrañada por su sentir parpadeó varias veces sintiendo que aquella escena le era muy familiar y luego una leve angustia como si perdiera algo.
********************
Tarikan estuvo todo lo que quedaba del día desaparecido. Ni un solo soldado pudo darle respuesta a la duquesa sobre su paradero. Parecía que para sus hombres era común perder al duque y actuaron como si nada hubiera ocurrido.
Está noche fue mucho más tranquila que las anteriores, el cielo estaba completamente despejado, el clima se sentía fresco y agradable.
Aynoa se sentó junto a una gran fogata mientras Milla le entregaba un tazón de comida y se sentaba a su lado. Los soldados está vez estuvieron pendientes de la duquesa, lo que había ocurrido en la noche anterior a todos había dejado preocupados, y aunque muchos no la querían por su apellido, si respetaban el título que hoy estaba sobre ella.
—Hoy no saldrá a pasear en la noche ¿No?— preguntó Caleb acercándose a ella y sentandose a unos pocos metros.
—No era mi intención preocuparlos.
—Aun así, los soldados ahora están más pendientes en usted. Nos asustamos al verla desmayada.
—Me aseguraré de cuidar mejor mi salud— agregó ella para luego hecharse la cuchara a la boca.
—Castilville está a pocas horas de aquí, llegaremos mañana antes del medio día.
—Sir Caleb, ¿el clima de Castilvell es igual a este? —preguntó Milla.
—Sí, aunque en invierno cae bastante nieve.
—He oído algunos rumores de la situación que vive hoy el ducado.
—¿Rumores? —Aynoa no tenía idea de ellos y tampoco había conversado con Milla para enteraste, al parecer su criada había aprovechado su tiempo en Rumani.
—Eso, no es algo que una mujer deba preocuparse —contestó Caleb frunciendo el ceño.
—Involucran a mi señora, no puedo no preocuparme.
—Milla
Caleb no dijo nada, el rostro relajado que había tenido se puso tenso y no contestó una sola pregunta más. Aynoa que no entendía la situación intentó cambiar el tema ya que en vez de buscar pleitos con los soldados ella deseaba agradarles. Seguramente Milla le contaría después.
—¿Por qué están cubriendo el carruaje? —preguntó mirando hacia atrás y viendo cómo el carruaje dónde venía ella estaba cubierto por grandes telas.
—Para su tranquilidad. Al no haber árboles, en la noche suele correr mucho viento, dormirán comodamente así.
Aynoa logró cambiar el semblante del soldado, aunque estaba curiosa de lo que Milla sabía no intentó averiguar. Miró a Caleb y de repente el hombre llevó sus ojos detrás de ella y movió el rostro hacia arriba.
El duque había llegado, Aynoa se volteó, pero no intercambiaron miradas. Su rostro estaba un poco rojo y su pelo parecía mojado ya que se veía bastante brillante.
—No se preocupe, el duque le gusta estar solo. Con todo respeto mi señora —dijo Caleb ofreciéndole un cuenco con vino— ¿Bebe?
—Solo en ocasiones especiales.
—Esta es una ocasión especial ya que mañana conocerá su nuevo hogar. Despidamos su pasado para dale la bienvenida a su futuro.
Aynoa dudo un poco, pero no tardó en tomar el cuenco y observarlo. El vino estaba lleno de olor a uva con una pizca de acidez, su color hermoso le hizo recordar las palabras de su padre respecto a beber junto a hombres. Aquella acción sin duda no era de una señorita.
—Los soldados la aceptaran de mejor manera si usted comparte con ellos.
—Mi señora —dijo Milla dudando de aquellas palabras.
—Tu nombre es Milla ¿Cierto? Este es para ti —agregó Caleb, pasándole también un cuenco. Luego de eso, se puso de pie y miró a todos los hombres que enseguida llevaron sus ojos hacia él—. Brindemos está noche.
Los soldados sonriendo al verlo tomaron rápidamente los cuencos de vino y alzaron sus manos, Aynoa por unos segundos se sintió incluida y dibujo una sonrisa en su rostro que calmó a su criada preocupada.
—¡Por la nueva duquesa de Castilville! —dijo Caleb.
—¡Por la nueva duquesa!— agregaron todos y luego bebieron, no sin antes de fijar sus miradas a la mujer que no dudo un segundo en beber del cuenco.
—¿Es buena bebedora duquesa? —preguntó un hombre.
—No hay como una mujer que sepa cómo beber —dijo otro.
—Es bastante bueno —dijo ella mirando el cuenco vacío.
—Es de las mejores cosechas que tiene Tiham, el mejor vino del reino —Caleb no dudo en volver a llenar el cuenco y entre palabras Aynoa volvió a vaciarlo con rapidez.
—Mi señora, no debe beber tan rápido.
—Sí, duquesa —dijo Sebastián apareciendo entre unos soldados y se sentó junto a Milla—. Beba, juntelo en su boca un poco para sentir su sabor y luego lo traga.
—Recuerdo que el vino que había probado era amargo— dijo ella mirando como aquel líquido se movía en el cuenco—. Este es sin duda el mejor.
—Cortesia de los condes— respondió Caleb mirando a Sebastián.
El soldado enseguida le hizo una seña moviendo la cabeza, pero Caleb soltando una risa volvió a llenar el cuenco de la duquesa con más vino mientras le explicaba que los padres de Sebastián habían regalado barriles de vino en su visita a Rumani.
********************
—No soporto sostener la magia cuando pones esa cara.
—Pues no tengo otra.
—Eres un idiota —dijo Merlin—. Haz logrado ir de un lado a otro con una mujer ¿Cómo aprenderé eso sí quemaste todos los libros?
—Dejate de llorar Merlin, yo te diré como.
—Sí, te gusta ser el único que sabe los hechizos de alto nivel, pero algún día morirás y todo lo que has aprendido se irá contigo si no alcanzas a enseñarme bien.
—Dejaré todo anotado.
—Maldicion Tarikan, debes enseñarme más.
El silbido de la espada se escuchó como un hermoso sonar de aves, cada vez que Tarikan afilaba su espada en la piedra, hacia un sonido agudo y hermoso.
—Tarikan —le dijo Merlin deteniendo su mano para que el hombre le escuchará y le pusiera atención—. Sabes que soy muy perceptivo con la magia...
El duque fijo sus ojos en su hombre y rápidamente una leve angustia de formó en su interior ¿Acaso su soldado sintió la doble energía de Aynoa?
—No te sorprendas cuando lleguemos a Castilville y no esté la barrera.
—¿Qué?, eso es imposible.
—¿Lo es? No siento ni una sola energía mágica, quizás es porque aún estamos lejos de Castilvell, pero hay rumores sobre Mormont.
—Ah... Esa mierda —agregó el duque refregándose el rostro.
—No me digas que los rumores son ciertos— dijo Merlin riéndose—. Eso será divertido, el duque volviendo a su ducado casado cuando había aceptado comprometerse con otra mujer.
—Jamás acepté comprometerme.
Tarikan volvió a pensar en el asunto, nunca pensó que al aceptar el caballo de un hombre sería aceptar comprometerse con una mujer. Entonces pensó en Aynoa, ella debía cumplir con lo pactado, ¿Sería capaz de alejar todo lo que él odiaba?
********************
—Mi señora, pruebe esto es jabalí— dijo un hombre ofreciéndole un plato con carne—. La textura es bastante buena, es muy jugosa, le encantará.
Aynoa había llamado la atención de todos los soldados, de la mujer débil que había sido el día anterior ahora compartía con ellos como si los títulos sobre ella no impidiera aquello. Eso hizo que la curiosidad de cada hombre se enfocará en ella.
Bebiendo y comiendo con ellos Aynoa por fin podía sentirse aceptada.
—Señora sería mejor que la lleve al carruaje —le dijo Milla pero la duquesa ma ignoró.
—Me estoy divirtiendo —le contestó con una sonrisa, después de todo lo que había vivido y recordado este momento hizo que ella de olvidará de todo.
Aynoa entonces pinchó el trozo de carne y se lo echó a la boca, un agradable sabor llegó a ella. Acentuándose por el vino que había bebido sintió que jamás había probado una carne tan exquisita como esa.
—Está bastante buena ¿no? —preguntó Caleb.
—Es-es la me-mejor carne que he pro-probado
—¿Vino y carne de jabalí?— preguntó un soldado uniéndose al grupo. Aynoa estaba rodeada mientras reían entre todos—. Estoy seguro que con este vino sentirá mejor el sabor de la carne.
—Sí mi señora, si usted es la esposa del comandante debería beber esto.
Un soldado ofreció otra botella de vino el cual la duquesa acepto nuevamente que su cuenco fuera llenado.
Aynoa sentía que flotaba, se sentía tan bien que parecía que de un momento a otro sus pies comenzaban a dejar el suelo. Entre risas ella comenzó a sentirse parte de ellos, con su rostro ruborizado y acalorado, su corazón latió con más fuerza.
—Yo pensaba que usted no bebería con soldados como nosotros.
—Es cierto, la imagen de usted siempre fue un poco fría. Parecía una mujer muy cómoda con las cosas que tenía y haberse casado con el duque creíamos que sería un problema.
—El problema es de ustedes. —La voz de Aynoa subió de tono y frunciendo fuertemente el ceño miró al hombre—. Ustedes que me juzgan por algo que no he hecho.
—Usted se mostró de esa forma.
—¿Y se dejaron llevar por...por haberme visto dos o tres días? Cargar con los problemas que hizo mi padre no es agradable.
Los soldados quedaron en silencio mientras la observaban, su actitud fuerte volvió a sorprender a cada uno de ellos. Ahí mismo todos entendieron porque Tarikan había aceptado casarse con esa mujer y no con una de sus hermanas. Diferente fue para los que sabían de que el duque solo la eligió por intentar dañar al marqués.
Caleb volvió a aprovechar el momento tomando delicadamente su mano que sostenía el cuenco, volvió a llenarlo de más vino.
—Diganos una cosa mi señora —dijo él—. ¿Usted cree que el duque es digno de usted?
Aynoa con ojos un poco más dormidos, movió su rostro lentamente hacia atrás. Del grupo y cerca del carruaje vio a Tarikan que conversaba con Merlín.
—El... El es una víbora, escupe palabras malas to-todo el tiempo, pero es bueno conmigo.
Caleb sonrió al escucharla y cruzó miradas cómplices con Sebastián que se puso de pie y lentamente corrió a Milla del lado de la duquesa para sentarse a su lado. Caleb alzó la mano y empujó lentamente el cuenco de Aynoa para que volviera a beber, y fue exactamente lo que hizo.
—Soldados llevaré a mi señora a descansar —dijo Milla poniendose de pie.
—¿Qué?, ¿por qué harías tal cosa?, ¿no ves que la duquesa se está divirtiendo?
—Milla, no te preocupes... ellos no me harían daño —dijo Aynoa riéndose sola.
—Ya ve, vaya a dormir usted.
—Entonces, ¿Usted se enamoraría de nuestro duque?— dijo Sebastián.
—¿Enamorarme?, ¿has-has visto su rostro? —dijo ella mirando a Caleb—. No es por nada que todas las mujeres se mueren por él y yo... No soy una roca.
Aynoa se inclinó hacia adelante mientras se reía, los hombres también se rieron. Aquella confesión hizo que los soldados personales del duque se imaginarán que entre los dos si había una química fuerte.
—No te confundas sir Caleb, yo aún no-no amo a ese hombre.
—Si señora, como usted lo diga. Salud por eso.
—Estoy contenta sir, pensé que usted estaría de-de mal humor después que mi criada menciono los rumores.
—¿Usted no ha escuchado los rumores?
—No, no tuve tiempo para saber de ellos, pero no me sorprendería que el duque tuviera más problemas o ¿Acaso ya está casado?
—Escucheme algo duquesa —dijo Sebastián posando su mano en la espalda de ella y acercándola le habló en silencio— usted es la única que puede alejar a las víboras de Castilville.
—¿Vi...víboras? —preguntó ella tratando de enfocar el rostro del soldado. Frunció el ceño y pensó en eso.
—Si usted muestra amar a nuestro duque, los soldados la van a aceptar aún más.
—Entiendo, yo me esforzaré.
—Salud por eso también.
Aynoa nuevamente levantó el cuenco hacia su boca, cuando esté estuvo a unos segundos de tocar sus labios, la mano de un hombre se interpuso y ella chocó aquella piel dándole un beso sutil.
—¿Que demonios estás haciendo? —La voz del duque rápidamente se escuchó, tan ronca que los soldados enseguida se fundieron en el pasto.
Aynoa giró su rostro y vio sus ojos filosos como una daga pero aquello no le importó. Regalandole una hermosa sonrisa le contestó sin temer nada, al mismo tiempo que le era arrebatado el vino de sus manos.
—Si yo te llegó a amar ellos van a quererme.
Los soldados volvieron a reírse, pero el rostro del duque cambió. Abrió los ojos enormemente y sus dientes se asomaron cuando apretó la mandíbula.
—¿Quien fue el de la idea de emborrachar a mi esposa?
Los soldados enseguida guardaron silencio, pero la mirada del hombre se enceño en los dos soldados que estaban cerca de su esposa. Los demás poco a poco huyeron de allí.
—Lo siento Tarikan, solo nos emocionamos con el vino mientras hablábamos de nuestras aventuras.
—Su esposa se entretiene con nuestras historias —agregó Sebastián.
—Veo que se divirtieron demasiado a costa de ella, después de haberles dicho que debían cuidarla.
—Duque.
Tarikan miró nuevamente a Aynoa, parecía que poco a poco caería dormida mientras se tambaleaba lentamente de un lado a otro. Tomándola con cuidado, se hincó en su espalda y pasó sus brazos por debajo de sus piernas para alzarla.
—Sigan divirtiéndose, cuando llegue la hora del entrenamiento se acordarán de esta noche.
********************
—Aynoa, no sabía que bebias —dijo él llegando al carruaje. Lentamente pasó por las telas que lo cubrian y abrió la puerta.
—No lo hacía.
—¿No lo hacías?, ¿no me digas que es tu primera vez bebiendo vino?
—Lo es, papá...decía que no es...de-de señoritas beber.
Aynoa fue sentada dentro del carruaje mientras que el duque cerraba la puerta.
—Espera... —dijo ella tratando de detenerlo. El duque no tenía otras intenciones ocultas, solo comenzó a desabrochar su vestido para que pudiera dormir cómodamente— no...no puedes tocarme.
—Estas borracha.
—Eres hermoso —dijo ella agarrando su rostro con ambas manos. Tarikan se detuvo y la observó unos segundos. Con la poca luz que había dentro pudo notar sus ojos dormidos y sus mejillas rojizas—. Pero debes casarte conmigo antes de querer tocarme.
El duque soltó una leve sonrisa al escucharla, pensaba que Aynoa era ruda y un poco desafiante, pero borracha su lengua se comenzaba a soltar.
—Si sobria aceptaste casarte conmigo no me imagino que me hubieras ofrecido en esta condición— dijo volviendo a tocar su ropa y a soltar los botones que cerraban su vestido.
—Tarikan ¿Puedo llamarte por tu nombre?
—Puedes, pero...
—¿Puedes olerme?
—¿Qué?
Aynoa se puso rápidamente de pie y se acercó a él, pero Tarikan se alejó, no entendía que era lo que ella quería, parecía un juego de niños, pero está vez no pensó que aquello fuera una molestia sino que le regaló una sonrisa mientras trataba de comprenderla.
—¿Que haces?
—Solo quiero que...sientas mi olor, por favor dime qué sientes al hacerlo... —Aynoa no sé contuvo y llevando sus manos a él lo agarró de la ropa para acercarse más.
—No voy a olerte, no soy un perro, espera Aynoa.
¿Cómo era que ella podía en un día hacerlo sentir mal y al mismo tiempo sacar su lado más jovial?
Desde afuera Caleb que aún estaba cerca del fuego, volteó para ver cómo el carruaje que estaba tapado, se meció de un lado a otro, su imaginación y la palabra "enamorada" lo llevaron a pensar situaciones fogosas de ambos duques.
Tarikan en su intento de alejarse de ella entre el juego de niños cayó sentado, apoyando su espalda en uno de los costados del carruaje, Aynoa no lo dejó en paz. Con su rostro aún adormilado se arrodilló entre sus piernas y apoyó su mano en los hombros de él.
—Por favor —soñozó.
—¿Estás llorando?
Tarikan entonces se puso serio, estiró su mano y le limpió una lágrima que cayó de su mejilla. Estaba lo suficientemente confundido para no decir nada, de un momento ella estaba diciendo cosas vergonzosas y ahora lloraba frente a él. Podía sentir las manos de ella sobre él y el calor que ella le entregaba.
—Solo hueles a rosas.
—¿Y ahora? —dijo ella acercándose más, su mejilla quedó apegada a la mejilla derecha de él y Tarikan intentó mantener sus manos sobre los brazos de ella.
Su corazón rápidamente comenzó a latir con fuerza, podía sentir el pecho de ella posarse en sus pectorales y como su sangre alocadamente empezó a correr.
Aynoa a pesar de estar ebria, lo único que en ese momento se le había metido en la cabeza, era que deseaba saber si Tarikan reaccionaria a su olor como lo hacían las personas que acabaron con su antigua vida. Si fuera así, acercándose lo suficiente al hombre este no dudaría en intentar tocarla más y diría las palabras que todo ser decía "estás muy dulce"
—Solo hueles a rosa Aynoa, al jabón que tiene Cecilia en su posada. —Aynoa se separó de él y lo miró atenta.
—Tu corazón corre muy rápido— dijo bajando su mano desde su hombro a su pecho izquierdo.
—Eso es porque estás muy cerca.
Tarikan tragó lentamente mientras podía ver solo su silueta, y al cabo de unos minutos, Aynoa lo tomó del rostro y lo besó
Un beso lento, un beso tan apretado que hizo que el hombre estrujara un poco el brazo de ella. Fugaz como aquel momento Aynoa solo cayó apoyando su cabeza en el pecho de él.
—Lo siento Tarikan, lo siento tanto.
Aynoa se largó a llorar mientras lo abrazaba, el duque no era como esos seres humanos. Un alivio y un desahogo sintió en su cuerpo al cerciorarse de que en este mundo los moustruos solo eran el peligro mayor.
Tarikan quedó atónito, no sabía cómo reaccionar a eso, hasta el momento ambos prácticamente se odiaban, pero ahora allí en medio de la oscuridad la cercanía de ambos se había estrechado. Aynoa parecía la misma mujer de esa noche, temerosa y completamente vulnerable.
Con un poco de timidez puso su mano en su espalda mientras sentía como ella lentamente dejaba caer su cuerpo encima de él.
—No dejes que ellos... vuelvan a tocarme —soltó con voz adormilada.
—Yo voy a protegerte —susurró, pero ella ya no escuchó aquello.
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Regalo de pascua jiji capítulo largo no lo quise cortar jiji
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