22.- Propuestas
A los seis días de ser liberado, la familia de Tristán estaba esperando la visita del duque para la cena donde se conversarían los últimos preparativos para la boda que se haría. Sophia estaba complacida, orgullosa de que su hija mayor por fin se casaría con un hombre adinerado y también porque el marquesado sería costeado por su futuro esposo.
Aynoa volvió a meterse en problemas en los que pasaron los días, Sophia la pilló lanzando sin cuidado el contenido de la bacinica por la ventana donde justamente Mariam estaba allí. Castigada y encerrada incluso por su padre, se llevó nuevamente la furia de su madrastra.
Sus sirvientas se las habían quitado y Sophia fue la que se encargó de vestirla apropiadamente para la cena, ocultando su espalda, apretó fuertemente el corsé que llevaba y Aynoa no pudo decir una sola palabra.
—Duque de Castilville, me da gusto que llegara —dijo el Marqués poniéndose de pie para recibirlo luego de que el mayordomo lo anunciara.
En un salón pequeño bastante íntimo, ambos hombres se sentaron en unos sillones mientras frente a ellos las criadas servían meriendas. Era una tarde bastante fresca y hermosa.
—Enseguida vienen las damas, mi hija Mariam es una mujer bastante educada, le servirá bien.
—¿Desea vino, señor? —preguntó una de las sirvientas, pero Tarikan solo levantó la mano deteniendo el jarro que había puesto en una copa.
—De acuerdo a lo que dijo el rey el dote, ¿cuándo lo entregaras?
—El día próximo a la boda, sabes lo difícil para mí conseguir ese dinero después de lo que ocurrió en Abeul.
—El rey tendrá a disposición mis ingresos, después que deje la capital, no es necesario que estés en contacto conmigo, comunícate directamente con el gabinete del rey.
—Comprendo —dijo Tristán encendiendo un cigarrillo— ¿Fuma?
—No
—Es una pena, estos puros lo han traído desde muy lejos, tiene un agradable olor —dijo Tristán mientras subía una pierna sobre la otra—. Mi personal ha lavado su prenda, se la entregarán antes de que se marche. Cuando escuché que había sido liberado pensé que podría venir a visitarnos, se dice que estar solo ayuda a pensar mejor las cosas.
—Concuerdo con usted. —Tarikan se tragó una pisca de mal humor, pero después de todo Tristán decía algo verdadero. Estando solo en una celda, su mente llegó a la conclusión de los planes que había comenzado a hacer.
—Quédese tranquilo, nadie tocará el tema de que estuvo en prisión, estoy seguro de que debió ser un malentendido. Algo poco...
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—Te ves hermosa —dijo Gabriela alagando a su hermana—. Estoy segura de que le encantaras.
—Cuiden sus modales, sus palabras y su postura. El duque tiene que ver qué somos una familia de gran clase y que merecemos que Mariam sea la futura duquesa.
—Duquesa ¿Escuchaste eso, hermana?
—Dicen que el duque no está interesado en mujeres, ¿qué les afirma que le gustará lo que verá? —dijo Aynoa que venía un poco más atrás, pero enseguida recibió una cachetada de Sophia que volteó sin pensar.
—Tú te callas —le dijo apuntándola con el dedo índice mientras la joven acariciaba su rostro recién golpeado—. No tienes derecho de hablar y te prohíbo pronunciar una sola palabra delante del duque maldita, estúpida, después de lo que has hecho, Dios ya no me da la misma paciencia contigo.
—Mamá, que dirá el duque si le sigues pegando —dijo Mariam.
—Sí, lose tienes razón, pero no es para tanto. Volviendo al tema. —Sophia agarró levemente el brazo de su hija y continúo el camino hacia el salón recobrando la compostura—. Mañana vendrá el obispo a confirmar tu virtud, tienes que ser fuerte toda mujer noble que despose a un hombre con títulos pasa por lo mismo.
—¿Tú también hiciste eso madre?
—Cuando me case con tu padre claro que sí, solo tenía 17 años, pero con eso la iglesia se quedará tranquila. Se esperan hijos Mariam, con una pureza intacta, no solo hace una mujer idónea para el matrimonio, sino también asegura que procree hijos legítimos.
Aynoa se imaginó al duque, podía imaginarlo de distintas formas, pero jamás siendo un padre, su actitud dura, fría y a veces tan relajada como si nada le importará, o como si no tomará en serio más cosas, estaba lejos de catalogarlo como un ser capaz de cuidar a pequeños niños. A diferencias de las tres mujeres que caminaban frente a ella, Aynoa era la única que hasta el momento había intercambiado más que un saludo con el hombre y eso nadie lo sabía más que los soldados de él.
Cuando las puertas se abrieron el salón estaba iluminado de forma elegante, habían velas aromatizantes en una esquina y una hilera de sirvientes esperando alguna orden ubicados en una de las paredes.
Aynoa pudo ver a su padre a un costado y frente a ella dándole la espalda vio la cabellera café con la delgada trenza que caía de él.
—Duque —dijo Sophia caminando hacia el sillón. El hombre lentamente se puso de pie mientras arregló un poco su ropa antes de estrecharle la mano a la mujer—. Es un gusto verlo, ellas son mis hijas; Mariam, Gabriela, y ella es Aynoa hija del primer matrimonio del Marqués.
Aynoa evitó mirarle a los ojos, el duque educadamente saludó a sus hermanas y cuando llegó su turno de igual manera tomó la mano de ella y la saludó con cortesía. Aynoa no subió sus ojos en ningún momento, quería evitarlo a toda costa, ya que se suponía que ambos solo se habían visto un par de veces.
—Usted ha cautivado mi corazón por mucho tiempo —dijo Mariam tomando una de sus manos y observándolo, pero el no dijo nada. Se sentó nuevamente en el sillón y la joven dama se sentó a su lado. Frente a ellos quedó Aynoa y Gabriela.
Tristán parecía complacido, mientras que Sophia le pegaba una mirada a su hija para que controlara sus impulsos infantiles.
—Lamento no haber estado en su fiesta marquesa —habló él.
—Yo esperaba verlo, fue un agradable momento y oportunidad para conocer a mi hija Mariam.
—Concuerdo con usted, pero tenía unos asuntos que tratar.
—Como quemar una torre. —Aynoa no aguantó la actitud fingida de él.
Mostrándose como si fuera un caballero hecho y derecho, eso no podía engañarla a ella y así sin más soltó palabras culposas. Ignoró completamente la prohibición que le había hecho Sophia antes de entrar.
A pesar de que lo dijo en voz baja, el marqués y la marquesa llevaron sus ojos hacia ella, el duque dibujo una sonrisa en su rostro mientras la observaba con ojos estrechos.
—Ese es un gran ejemplo —contestó Tarikan.
—¿Usted de verdad lo hizo? —preguntó la mujer a su lado. La voz de ella se había transformado en una dulce voz de niña angelical donde Aynoa notó su actuación.
—Mariam —le llamó la atención Sophia—. Ruego que las disculpe, mis hijas pueden ser muy curiosas y un poco irrespetuosas. Me aseguraré de hablar con ellas apropiadamente en su ausencia.
—No toquemos temas delicados, eso no nos compete y menos a mujeres —agregó el marqués—. Tarikan, ¿cuándo partirías a Castilville?
—Lo más pronto posible.
—Es un viaje bastante largo, ¿Tendrás algunas paradas para descansar? —preguntó Tristán.
—Mi hija tiene bastante equipaje, un carruaje no alcanzará —dijo Sophia—. Ella es delicada, espero que tenga un carruaje acordé para ella.
—Su hija quedará bajo mi cuidado una vez que sea mi esposa, no tienen de que preocuparse, me aseguraré que viaje cómodamente.
—No me esperaba menos de usted duque, ansiaré poder viajar en el verano a Castilville y visitar a mi pequeña —dijo Sophia.
—Te recibiremos todo el tiempo que quieras, estoy segura de que el duque no tendrá problemas con eso —dijo la joven.
—Mariam, el duque será tu esposo, por lo tanto, las decisiones las toma el hombre— agregó el marqués llamándole la atención.
Aynoa sonrió y miró hacia un lado, estaba imaginándose cómo sería la sorpresa de su hermana cuando conociera realmente como era Tarikan, a pesar de que no lo conocía completamente, ya sabía cómo era su personalidad.
Mariam siguió conversando con esa voz que ya llegaba a molestar y no solo había cabreado a Aynoa sino también al duque que encontró el tono parecido a la mujer que lo esperaba en su ducado, la famosa "flor de loto"
Aynoa lo observó unos segundos y lo vio sonreír.
—¿Cómo podía ser así de descarado? —pensó, mientras lo observaba. No había podido tener la oportunidad de verlo detenidamente sin que él se diera cuenta.
Tenía una sonrisa dulce que incluso se le arrugaba el costado de sus ojos, manos con dedos largos, y una gran espalda cuando se sentaba derecho. Se veía grande cerca de su hermana, al lado de ella debía verse como un gigante, pero las veces que había estado cerca de él no había notado tanta altura.
Aynoa pensó entonces en el matrimonio, algún día llegaría su turno y esperaba que al menos el hombre que la conquistara pudiera ser amable con ella y no como Tarikan que ocultaba serlo cuando realmente no lo era.
Inmersa en sus pensamientos, vio cómo su hermana puso cálidamente su mano en el muslo izquierdo de él y aquel gesto retumbó en ella. Era una forma de coqueteo evidente de parte de la mujer hacia su futuro esposo, fue rápido y aunque duró solo unos segundos Aynoa sintió una amargura creciente dentro de ella.
Subió su mirada y se encontró con los orbes grises del duque.
—Yo... —dijo poniéndose de pie—. Lamento tener que dejarlos, pero no me siento bien, ruego que me disculpen.
—Adelante, querida —dijo el Marqués—. Ella siempre ha tenido un cuerpo enfermo— agregó mirando al duque y tratando de excusar su partida.
—Duque —dijo ella bajando su rostro—. Fue un gusto verlo.
Tarikan no dudo en ponerse de pie, de verdad parecía un caballero de esos que narraban los libros.
—El gusto es mío, mi lady. —Aynoa no esperaba de él, pero Tarikan tomó su mano y la besó. Recordó enseguida la noche donde sintió el tacto, sus manos mientras daban vueltas en la pista de baile.
Salió de allí sin voltear, sus dedos se juntaron y se acariciaron entre ellos mientras caminaba por los pasillos.
Tarikan se quedó con la familia hasta tarde, parecía que el marqués tenía tantas cosas que conversar que tocó todos los temas que pudo, incluso llegó a disculparse por la masacre de Abeul de forma rápida y con un poco de humor entremedio.
Aquello no le causó la mínima gracia al duque y entraron en una discusión que si no fuera por Sophia aquello hubiera crecido sin detenerse.
Para sorpresa del marqués, Tarikan aceptó pasar la noche en el castillo. Era bastante tarde y las tiendas donde se estaban quedando no quedaban cerca del castillo donde ellos estaban.
—Le hemos preparado una habitación, no dude en usarla —dijo Sophia mientras llevaba al duque por el segundo piso—. Escuché que estaba quedándose en unas tiendas, estoy segura de que una cama cómoda le vendrá bastante bien —agregó mostrándole una puerta—. Si necesita algo las sirvientas estarán a primera hora de la mañana esperando sus órdenes.
—Es muy amable marquesa, no necesitaré nada.
Tarikan entró sin mirar atrás, cerrando la puerta y dejando a la marquesa allí. Una vez adentro observó la habitación, era bastante grande y elegante, una cama de dos plazas con sábanas blancas, un escritorio, un gran sofá, muebles con libros y una mesa con frutas. A los pies de la cama estaba la ropa de dormir que consistía en una blusa blanca con pequeños tirantes que cerraban el pecho donde generalmente los hombres dejaban al descubierto.
—Siri busca —dijo estirando su mano y la serpiente cayó como una jalea que se fue derritiendo.
Lentamente, la serpiente se fue moviendo como una nube por todos los rincones de la habitación. Tarikan era desconfiado y su serpiente revisó cada uno de los rincones sin encontrar nada sospechoso.
—Ah... —suspiró pesado, llevó su mano a su cabello y lo refregó con fuerza, no podía creer lo que estaba viviendo, nunca había tenido tantas ganas de volver a su hogar.
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He vuelto jiji después de unas merecidas vacaciones retomamos las publicaciones.
1. No público tan seguido ya que está obra la estoy haciendo en conjunto con otra que subiré cuanto Tarikan casi finalicé.
2. Es un arduo trabajo, pero después de todo ... todas mis obras están conectadas. Querido lector ve tú a saber el misterio de sus conexiones jiji
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