118.-Nuestras almas perfectas
Los días fueron pasando, el castillo del duque se cerró por completo y nadie supo qué ocurría en esas paredes por al menos un mes. Fuera de allí, parecía que para todo el reino todo había vuelto a la normalidad. La gente comenzó a organizarse para elegir un rey, un rey que pudiera gobernar con sabiduría, pero tampoco un rey débil. Por primera vez en la historia, la sangre no sería la que decidiría quién subiría a aquel trono, por lo tanto, muchos sucesos trajeron aquello.
La gente más de una vez pronunció el nombre del duque, lo querían como rey de todo Hamrille, pero eso nunca ocurriría, el hombre vomitaría primero antes que una corona se posará en su coronilla. Aun así, la gente no perdió las esperanzas, las serpientes y los demás soldados se agruparon y controlaron a la multitud. Muchos nobles fueron nombrados, incluso el nombre del marqués estuvo allí, pero gracias a la historia cruel que había cometido en el nacimiento de su hija, su nombre pronto fue borrado.
Todo el mundo estaba atento a aquel acontecimiento, las noticias iban y venían, pero para la gente del ducado, un acontecimiento había pasado entre boca a boca.
Las primeras semanas fueron difíciles, Tarikan había hecho cosas horribles con los seres queridos de la ciudad, las disculpas llegarían, pero cada vez que se preguntaba por él, los soldados tenían distintas respuestas.
"Está de viaje, está ocupado, está enfermo, no está, ya se les va a compensar"
Todo lo que ocurría en el ducado se mantenía en el ducado, y aunque ninguna persona había visto entrar o salir al duque del castillo, la fe y la lealtad que aún mantuvo, hizo que la gente comentará en voz baja el rumor de que la señora había vuelto a la vida.
Aun así, la gente estaba preocupada, los hermosos pastos del exterior comenzaron a secarse, el castillo fue reconstruido, pero aún se veía bastante abandonado y sucio. Extraño para los que realmente conocían los gustos del duque, ¿Acaso había muerto?, ¿Quién estaba a cargo del castillo si él ya no estaba?
Las interrogantes se mantuvieron por un tiempo, muchos decían que el duque se había suicidado después de la perdida de su amada esposa, otros, que los había abandonado a todos, incluso a su hijo, quien estaría siendo criado, bajó el cuidado de los soldados, pero la realidad nunca estaba tan lejos de aquellos pensamientos.
*******************************
—Tarikan... Oh Tarikan...
Su voz, ¿Cuánto tiempo había anhelado escucharla?, ¿cuántas noches pasaron imaginando como volvía a pronunciar mi nombre? Llámame idiota; como tanto te gustaba hacerlo, llama por mi nombre porque solo de tu boca pareciera que mi alma se vuelve libre, llámame amor, por qué solo a ti mi corazón alocado y aventurero ha encontrado con quien estar.
La música de un violinista a lo lejos, el canto de las aves y una leve caricia de una brisa que entraba por la ventana, hizo que aquel cuerpo enfermo y débil comenzará recién a reaccionar.
El tiempo fue efímero, inconcluso y poco claro, pero allí luego de unos meses las pestañas del hombre temblaron unos minutos para luego separarse y unos ojos que nadie veía hace mucho, intentaron enfocar lo que miraba.
Podía escuchar su propia respiración, salía de forma brusca, y entre cortada. Extrañado observó el lugar sin moverse, una elegante habitación lo hizo darse cuenta de que había vuelto, pero su cuerpo no se sentía igual.
Levantando lentamente la mano, sintió como esta era más pesada de lo habitual, pero luego comprendió el porqué sentía que su propia extremidad era distinta.
Su mano era delgada y un poco huesuda, al igual que sus brazos, que habían disminuido su grosor. Entonces llevó sus dedos a tocar su rostro y también lo noto extraño, no se reconocía, y tampoco recordaba porque estaba así.
—Mierda... ¿Fue todo un sueño? —dijo, pero su voz apenas salió de su boca. Rápidamente, se dio cuenta de sus labios secos
¿Qué había ocurrido?
De forma lenta intentó sentarse en la cama, pero cuando lo hizo, todo su cuerpo crujió y dolió, parecía que aún lo quería mantener postrado en esa cama. La túnica con la que estaba, se abrió dejando ver su pecho, y en su pupila una realidad que rápidamente lo asustó.
—Mierda —soltó viendo como en su pecho se podían notar las costillas, parecía que su piel se había pegado a sus huesos y perdido muchos músculos—. Oh...
Tarikan volvió a acostarse mirando el techo, y respiro profundamente controlando el aire.
—Siri... —dijo y sintió rápidamente la presencia de su demonio dentro de él—. Muéstrame que pasó.
La serpiente se fue moviendo para salir de su interior y en cuanto lo hizo, el duque apretó los dientes fuertemente, parecía que había pasado mucho tiempo desde que había invocado a su demonio, aun así, le extraño que Siri no estuviera fuera cuidándolo.
Mientras la serpiente se fue difuminando por el lugar, Tarikan puso su concentración en las imágenes que ella le estaba mostrando, pero también tocó su pecho con la mano derecha y comenzó a recitar unos conjuros para que su cuerpo comenzará a recuperarse.
*************************
En el castillo, todo había estado bastante tranquilo, los soldados estaban haciendo sus cosas, Sebastián se encontraba en su oficina organizando unos documentos y Caleb guiaba las clases de los hechiceros nuevos.
Había pasado más de un mes después del gran acontecimiento, por alguna razón el duque no despertó después de ese día. Preocupados, lo cuidaron sin saber realmente qué había ocurrido, no podían mantener hechizos para preservar su cuerpo, pero lograron al menos que se mantuviera vivo, revisando constantemente su energía vital. Aquella podía haber sido afectada por las innumerables veces que se había roto.
Aquel día Sebastián fue el primero en sentir aquella extraña magia. Mientras escribía una carta, un aura ajena pareció llegar desde su cabeza a sus pies y continuar hacia los pisos inferiores. La pluma que se movía entre sus dedos se detuvo y sus ojos se despegaron rápidamente del papel hacia la puerta.
—Tarikan —susurró al tiempo que se ponía de pie.
Ansiaba que aquel día llegará. Con su corazón corriendo a toda velocidad, sonrió mientras se fue con rapidez hacia el salón pequeño. Sus pasos retumbaron por el lugar mientras los magos que habían estado en el cercanías también habían sentido aquella magia que todos conocían.
Sebastián no se detuvo, ante la mirada de los guardias, abrió la puerta a la par y dijo en voz alta.
—Ha despertado...
**************************
Tarikan se fue sentando lentamente en la cama mientras miraba todas las imágenes de lo que había ocurrido después del hechizo de la escama del dragón.
El dolor en su pecho aún lo hizo volver a caer en la realidad de haber perdido a su mujer. Ante sus ojos y sus recuerdos, la mujer había desaparecido cuando el hechizo se había activado, pero no fue así.
Mirando las imágenes, vio como el mismo cayó al suelo, al lado de ella, mientras que Caleb y Sebastián lo intentaban ayudar. Su propia magia se fue expandiendo y entrando bruscamente en él, lo que provocó que su propio cuerpo no pudiera manejarla y quebró la línea de su vida.
Pendiente de las imágenes, no le importó lo que había pasado con él, sino que fijó sus ojos en ella para descubrir si realmente Aynoa había vuelto.
Su respiración se agitó al no ver nada, y la angustia comenzó a ser señor de su cuerpo, no podía aguantar y un deseo salió de su boca al ver cómo Caleb y Sebastián miraron el cuerpo de su esposa.
—Esperen, solo esperen...
Si ellos la volvían a poner en el ataúd y la intentaban encerrar, el oxígeno se detendría. Si ella volviera, sería una sentencia más de muerte.
Tarikan soltó un gran suspiro al darse cuenta de que sus soldados tomaron una buena decisión, pero continuó observando. Mientras eso ocurría, su mano no había dejado de curar su cuerpo, poco a poco sintió como su cuerpo comenzaba a recuperar su fuerza. Cuando terminara seguramente ya sus costillas no serían notorias y su musculatura volvería a ser la de antes.
Concentrado en las imágenes, el duque sintió la manilla de la puerta moverse, pero no le importó quién entrara, él necesitaba saber si ella había vuelto. Necesitaba saber que la escama del dragón había devuelto la vida a su esposa.
—Dime, ¿dónde está ella? —dijo.
—Duque de Castilville, me sorprende lo descuidado que has sido. —Su voz, fue lo único que congeló el corazón del hombre.
—Siri—susurró solo para que su serpiente volviera a su cuerpo mientras sus ojos se flecharon en la mujer que había entrado.
Con un hermoso vestido de color celeste y encajes en sus brazos, la mujer que había amado con todo su corazón lo miró con una sonrisa.
Tarikan se levantó lentamente, sin decir nada. Su rostro asombrado, atónito, hizo que su pecho se agitara. El duque frunció el ceño mientras sus ojos se cristalizaron.
—Te esperé mucho —dijo ella y rápidamente dio pasos hacia él.
Lo había logrado, ella había vuelto a la hora de haber ocurrido aquel hechizo, pero fue el duque quien tuvo que pagar el costo de aquello cayendo en un sueño que por fin había despertado.
Sebastián, desde la puerta, observó lo que ocurrió allí adentro, por orden de su señora, ninguno pudo entrar. Ella quería un momento completamente a solas con el hombre que le había devuelto la vida.
—Reimy, si te pones a llorar fuertemente, van a escucharte —dijo Sebastián mientras lo vio de reojo a su lado.
El mayordomo solo llevó un pañuelo de tela a su nariz mientras sollozaba en silencio. Mirando la habitación en sus pupilas quedó el reencuentro que todos habían esperado.
El duque se volvió a desmoronar frente a ella, mientras la abrazaba con fuerza y enterraba su rostro en su hombro. Podían ver sus manos aferrándose a la tela mientras que ella trataba de contener todas las nuevas emociones que aquel hombre soltaba, algo que nunca había visto, ni ella, ni los demás.
Lamentablemente, todos habían visto como había sufrido el duque ante la perdida de su esposa, no solo como la había perdido, sino con todos los fracasos que vinieron después de eso.
—Yo te amo... Te amo, te amo, te amo...
—Lo sé, siempre lo supe —dijo ella acariciando su cabello mientras besaba su cabeza.
Aynoa recordaba todo, como había ocurrido su deceso y también más enormes ganas de llamar su nombre y que él la salvará.
Lo abrazó con fuerza, la misma fuerza que su esposo la tenía firmemente agarrada, y sus lágrimas también cayeron por sus mejillas. No era culpa de él todo lo que había ocurrido, pero aun así deseaba tocarlo. Desde que había vuelto el hombre no había despertado y ella constantemente lo cuidó para que su cuerpo no sufriera tanto daño.
—Mírame —dijo ella tratando de levantar su rostro—. Mírame Thari, solo mírame...
El duque lentamente se separó de ella y subió la mirada, ante los ojos de Aynoa quedó un hombre completamente desnudo, aunque llevará ropa.
—Jamás voy a apartarme de ti.
***************************
Los días comenzaron a pasar lentamente, la recuperación del duque fue bastante rápida gracias a su magia y lentamente dejó de sentir dolor cada vez que invocaba a Siri.
El castillo gradualmente se fue abriendo hasta que llegó el día que el duque tuvo que dirigirse a la ciudad y pedir disculpas públicas ante su comportamiento. Recompensaría a todos al cabo de un año y agradeció la comprensión de todos.
Por otro lado, el castillo poco a poco se fue remodelando, Aynoa no dudo en molestar a su esposo por lo descuidado que había sido, pero en el fondo entendía muy bien el porqué.
Las noches ya no fueron solitarias, ni triste, con un hombre que mantenía sus ojos en ella, pero ahora con un bebé que molestaba en las noches, aquello por primera vez hizo que el duque se sintiera parte de una familia. Claro que tomó unos días en aprender como debía actuar delante un bebé y que debía hacer con él.
—Podríamos ir a cabalgar...
—Tarikan ya no podemos hacer esas cosas —dijo ella pasándole a su hijo a una de las criadas.
—Oh, vamos, llevémoslo con nosotros.
—No sabes nada de como cuidar un bebé —dijo Aynoa viendo a su pequeño marchar—. Aún es muy pronto, los bebés prematuros deben estar en incubadora, son máquinas que ayudan a que sus pulmones maduren
—¿Máquinas? Recuerdo algunas cosas —dijo el duque mirándola y comenzó a relatarle lo que había hecho en ese suelo. No estaba seguro si realmente había ido a ese mundo o solo fue producto de su inconsciente, pero Aynoa lo escucho con gran atención.
—Dudo que sea mentira —dijo ella—. ¿Cómo sabrías de esas cosas si no lo hayas visto?
—Porque soy muy astuto.
—Por supuesto —rio ella mientras miraba como la comida era servida en la mesa.
Un pequeño silencio se hizo entre ambos, hasta que la duquesa alzó la mano y la puso sobre la mano del duque.
—Gracias, Tarikan. Gracias por todo.
El hombre la miró unos segundos y luego apretó su mano tomando sus dedos entre ellos.
—Soy débil, cuando se trata de ti...
—No lo eres, eres solo un hombre enamorado.
Tarikan soltó una leve risita al escucharla, no podía decirle que no era verdad, pero apartó sus ojos grises de ella mirando hacia otro costado y luego lamió lentamente los labios antes de ponerse de pie.
—¿A dónde vas? —preguntó ella siguiéndolo con la mirada.
—Este hombre enamorado —dijo abrazándola desde atrás—. Podría besarte toda la noche.
—Tarikan —dijo Aynoa soltando una risa nerviosa—. No aquí...—agregó sintiendo como el hombre le agarró el lóbulo de su oreja derecha y bajó besando su cuello—. Se supone que vinimos a comer...
—Entonces déjame comerte.
El sonido de la losa se escuchó quebrando la paz de aquel lugar, no tardó en que los vasos se dieran vuelta y los platos a caerse rompiéndose. Todo eso hizo saltar a los soldados que custodiaban el lugar, incluso las damas que esperaban alguna orden levantaron sus rostros. Se dieron cuenta de que la comida había sido regada y que el duque había empujado a su esposa sobre la mesa.
La duquesa solo se rio ignorando a todos, mientras tuvo una pequeña lucha con su esposo. Las manos del hombre intentaron tomar sus manos para llevarla a cada costado, pero ella no lo permitió hacerlo con facilidad. Entonces el duque la besó inclinando su cuerpo sobre ella, incomodando aún más a los presentes.
El carraspeó de la garganta de Reimy se escuchó en el ambiente, el duque separó sus labios de ella y la miró desde lo alto a centímetros de su rostro.
—¿Te importa?
—Claro que no —dijo ella viendo cómo el duque mostró una hermosa sonrisa, tan grande que hoyuelos pequeños se formaron en su rostro—. Me siento fuerte, cuando se trata de ti.
—¿Qué significa eso?
—Que somos un complemento perfecto.
—Lo somos —dijo el duque y volvió a besarla, Reimy no tardar en ordenar en silencio que todos salieran, perplejo por lo que estaba presenciando, no dijo una sola palabra hacia su señor.
La puerta fue cerrada con fuerza, dejando un mayordomo custodiándola mientras las mujeres se reían. A través de la madera, el sonido de la losa continuó mientras se escuchaban las risas entre ambos, pero al cabo de unos minutos, Reimy lamentó tener que interrumpir.
—Señor... —dijo Reimy tocando la puerta.
Había llegado un soldado con una carta, pero luego del espectáculo que habían estado a punto de presenciar, no estaba seguro de como sería recibido. Aun así lo hizo por la gravedad del asunto.
—Van a perdonarme —dijo abriendo la puerta y bajando rápidamente la mirada al suelo. Lo que menos quería era encontrarse a la duquesa desnuda en actos escandalosos.
—Reimy... —dijo la voz del duque.
Aynoa respiró agitada mientras se aferró al cuello del hombre que la tenía inclinada aún sobre la mesa. Reimy no levantó la mirada en ningún momento, pero escuchó el agitado respirar de ambos.
—Anteriormente, le comenté sobre el navío mercante que llegó a Lehim...
—Reimy —volvió a decir Tarikan con los dientes apretados, pero su mayordomo continuó.
—Ahora han mandado las carretas a Castilville como usted ordenó, pero lo que viene dentro de una de ellas ha estado causando problemas, ni los soldados han podido controlar la situación.
—No me molestes ahora...
—Señor, por favor tenga un poco de respeto con su esposa, estoy seguro de que ella no está cómoda en este sitio, pero me urge que pueda ir a ver usted esté asunto personalmente. Es una carta de emergencia.
—Deberías ir.
—Aynoa... ¿Vas a dejarme así? —agregó bajando la voz.
—Es una emergencia, Tarikan, además el reino ya ha perdido a muchas personas. No esperemos que más inocentes se sumen —dijo Aynoa bajándose el vestido y posando sus pies en el suelo.
—¿Has dicho que algo que viene dentro de una carrera ha hecho problemas?, ¿es un monstruo?
—No, señor, es algo que seguramente le va a interesar.
Aquellas palabras realmente despertaron la curiosidad del duque, entonces recordó a su mentor y lo que había dicho de un barco que llegaría con algo que el mismo había enviado.
—Ve —dijo Aynoa yendo a la ventana y mirando para la ciudad—. Estaré aquí cuando vuelvas.
Tarikan no se apartó de ella, cuando terminó de hablar la abrazó de atrás y la tomó con fuerza.
—¿Tienes miedo?
—No quiero alejarme de ti —Le susurró en el oído.
—Todo estará bien, confía en mí.
Tarikan miró a la ciudad mientras escondía medio rostro en el pelo de ella y tomaba un profundo respiro para guardar su olor en su mente.
—Volveré a ti.
Tarikan se fue después de eso y el salón solo se quedó Aynoa con Reimy.
—Lo siento Reimy, ese comportamiento no es digna de una duquesa.
—No creo que a nadie le importe cuál es el comportamiento adecuado de una duquesa, pero sí nos importa cuál es el comportamiento que tiene con su esposo. Tarikan la extrañó muchísimo.
—Lo sé, debió estar muy lastimado como para que ahora...—dijo bajando su cabeza y apretó levemente los labios antes de continuar—, no quiera despegar sus ojos de mí.
—No se lo imagina...
—Es gracioso, no es el hombre que siempre conocí. La primera vez le tuve mucho terror, era frío, serio y nada le importaba. Ahora...
—Usted es la única que ha podido darle un motivo a mi muchacho de continuar.
Aynoa pensó en eso, y era verdad, luego de la venganza de los reyes, Tarikan no tenía otras metas, Aynoa se había convertido en una.
—Manda a llamar a la nodriza, deseo que mi hijo este conmigo el resto del día.
—Por su puesto.
*************************
Sebastián, que había estado a cargo del trasporte de las cosas del barco, también se enteró del problema que había generado una de sus mercancías. Desde el ducado intercambió rápidamente cartas con el encargado que iba con la tropa.
Un grupo de soldados llegaron a primera hora para coordinar los esfuerzos que se estaban realizando, ya que en un principio habían dicho que era una bestia, después que era un hombre poseído, pero luego cuando el conde recibió el reporte, se dio cuenta de que solo era un hombre, con la fuerza de diez hombres.
—Duque —dijo Sebastián al ver una oleada de pájaros aparecer frente a su escritorio.
Sebastián desde su mesa lo miró extrañado, pero rápidamente se levantó cuando lo escuchó.
—Acompáñame —dijo Tarikan.
—¿Ya se ha enterado de la mercancía que venía del barco?
—Sí, ¿quieres ir conmigo?
—Estaba justo averiguando la ubicación exacta, ya que para evitar a los mercenarios o ladrones, la otra parte de la caravana continuó a Castilville.
—Entonces investiguemos dónde están —dijo Tarikan extendiendo su mano.
Sebastián lo miró unos momentos y luego negó con la cabeza mientras sonreía.
—Lo haces ver tan raro —dijo apartando la mano del hombre y se acercó a él para poder tocar su hombro derecho.
Tarikan soltó una risita burlesca e hizo lo mismo.
—Cuidado conde, no vaya a tocar algo que se quiera arrepentir.
—¡Déjate de bromear! Ya me he transportado contigo.
—Pensé que era tu primera vez —soltó mirando entre ojos.
—¡Tarikan!
Ambos desaparecieron en un pestañeo, gracias al duque no tardaron mucho tiempo en rastrear la ubicación de los rezagados.
***************************
Enserio, e insisto, no era mi año. Un día después de navidad por tercera vez terminé con Covid, horrible. En fin, disfruten estos últimos dos capítulos
Pd: No me hago responsable de nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro