La mañana del veinticuatro de octubre parecía un día de locos. No había podido conciliar el sueño. Sentía un millón de mariposas en el estómago, era un día de ensueño, aunque mis nervios prometían ponerme en ridículo en cualquier momento. Me sacudí entre las sabanas. Luego mis oídos me alertaron el sonido del móvil. Arrastre mis manos a toda prisa en la mesilla de noche, mis manos comenzaron a sentir un hormigo total y desenfrenado. Era un texto de Julián. Al leerlo el corazón se aceleró.

—¿Seguirás en cama el día de tu boda? ¡Santo cielo Valeria, te ves fatal! Si yo fuera Julián, no me casaría contigo, mira esas enormes ojeras, pareces un zombi en plena boda. ¡Das pena!

—Mamá esa no es a forma de animarme, bueno si es lo que tratas de hacer. Me siento... ¡no sé cómo explicarlo! El corazón está amenazándome con explotar en cualquier momento.

—cariño, estoy tratando de hacer que te arrepientas. Es una locura casarte en menos de tres meses. Pero no entiendes. Así que pruébalo tú misma y luego no vengas a buscarme lloriqueando a decirme que tenía razón. Sabes que las mamás tenemos un sexto sentido que nos hace percibir las cosas. Casi me atrevo a asegurar que somos psíquicas.

—Y yo debo de estar loca para creer todos los disparates que dices. Pero cuando tenga hijos no vayas a visitarme todos los días diciendo que te sientes sola  o que extrañas a tus nietos.

—Cuando tengas esos hijos entenderás lo que digo. —mi madre parecía tan convincente, a veces sus locuras me causaban gracia, extrañaría eso... pero mi vida estaba floreciendo como una rosa en plena primavera.

—No pensaras casarte sin comer nada, o que tú estomago ruja en medio de la boda. No creo que quieras agregar otro momento de vergüenza a tu historial de vida cariño. ¡De nada!

—¡Mamá! Juro que no volveré si arruinas mi boda... ¡Te amo! —No pude evitar sentirme triste.

—Me siento orgullosa de ti. Solo espero que seas muy feliz.

Mi madre me ayudo con el vestido, verme vestida de blanco parecía irreal. El gran pasó de mi vida. Mis madrinas llegaron media hora después, por lo que ellas se aseguraron de que cada detalle estuviese a la perfección. Sentía los nervios de punta al ver el auto llegar por nosotras. Julian y yo acordamos casarnos por lo civil, eran pocos los invitados, era tonto para nuestros padres cuando les dijimos que nos casaríamos en el lugar donde nos habíamos conocido. En el campamento Diane.

Al recorrer por media hora el trayecto hacía el campamento, sentí mi corazón al límite. Vi varios autos estacionados. Al acercarnos en la entrada, los padres de Julián nos estaban esperando. 

—¡Oh! Valeria estas hermosa. —La madre de Julián me dio un abrazo, pero se aseguró de no arruinarme el peinado—. Ya es hora. Julián se encuentra adentro.

El mundo parecía de muchas formas increíblemente bello, quizás porque era el día de mi boda. No sentí como di los pasos en todo el sendero de árboles que embellecía el lugar. Antes de que pudiera respirar con calma vi a todos esperándonos. Todos se pusieron de pie y aplaudieron, sentí mi rostro ruborizarse. Julián me observo de pies a cabeza y sonrió ampliamente. Entonces  supe que había hecho la elección correcta. Éramos un desastre perfecto.