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Epílogo 1:

Un año y medio después...

Sonrío mientras me contemplo en el espejo, encantada con la visión que ofrece mi vestido blanco. Es de encaje tanto en la parte superior como en la falda, manga larga, y de transparencias. Fue diseñado exclusivamente para mí por Pnina Tornai, lo que hizo que mamá y yo saliéramos en un episodio de Say Yes to the Dress en Kleinfeld debido a la relevancia de mi prometido en los medios. Ver a Larissa y a la madre de Malcolm discutir por el mejor con papá, quién solía apoyar todas mis opciones, fue una experiencia que nunca olvidaré. Río al recordarlo mientras acepto el ramo de rosas blancas que mamá me tiende, cuyo ceño está fruncido a pesar de que se supone que debería estarme dando ánimos, pero sabe que no los necesito. No siento miedo. Solo ganas de iniciar esta nueva etapa de mi vida con el hombre que amo, que me ayudó a sanar y que me convirtió en una mejor versión de mí misma.

Más amable, menos solitaria y más inclinada a disfrutar las emociones positivas de la vida que las negativas. A hallarme a mí misma por un camino color rosa en lugar de negro.

Soy una novia feliz.

Hoy es el día de mi boda y realmente soy feliz.

─Debiste haber escogido el de seda. Este es muy revelador.

─Mamá ─río─. Deberías decirme que me veo hermosa.

─¿Por qué? ─pregunta─. Eso ya lo sabes, Savannah. No seas egocéntrica.

A pesar de sus palabras, sus ojos están vidriosos. Aunque un principio tuvo sus reservas con respecto al hecho de que empezara una relación con el hermano del hombre que me hirió, Malcolm se esforzó por demostrarles que es diferente a los otros Reed. Se ganó su puesto en sus corazones. Ahora tanto ella como Will están felices de añadirlo a la familia y de alardear de que el mariscal de los Kings, quién nos llevó a ganar el Super Bowl este año y el anterior a ese, lo cual vi en primera fila, sea parte de la familia Campbell. Con respecto a Tanner, sé que en ocasiones se reúnen y sé que estará en algún lugar de la ceremonia viendo cómo me caso con su hermano, pero no ha vuelto a intentar ponerse en contacto conmigo después de que Malcolm y yo nos reunimos en el aeropuerto.

Me dejó ir.

Mi vida es tan buena ahora que solo espero que algún día pueda sanar y ser tan feliz como yo.

Como nunca lo habría sido con él.

─La boda está a punto de empezar, mamá ─le recuerdo cuando se limita a mirarme a través del reflejo del espejo frente a nosotras, llorando con miedo de arruinar su maquillaje ya que limpia constantemente el borde de sus ojos enrojecidos con una toalla húmeda.

─Lo sé, pequeña rosa, pero no puedo dejar de verte. ─Alisa mi cabello, el cual cae completamente lacio sobre mi espalda, y me abraza─. Estoy tan feliz por ti. Realmente deseo que Malcolm te haga tan feliz como tu padre me ha hecho feliz a mí.

─Es un sueño hecho realidad ─susurro, enternecida al recordar el último año.

Los viajes. Las cenas. Los juegos tras los cuales corrí sobre el césped ante la atenta mirada de todos para aterrizar en sus brazos y besarlo para celebrar sus victorias. El cómo huía al menos media hora de sus entrenamientos para acercarse a mi oficina y hacerme el amor sobre mi escritorio, traerme mi almuerzo favorito, pizza, o simplemente recordarme cuánto me ama a pesar de que lo primero que hice antes de aceptar ser su novia fue contarle sobre Tanner y yo.

Malcolm se enojó al principio, se distanció, pero regresó.

Me perdonó.

─Papá ya está esperando por mí. ─Me separo de ella─. Nos vemos en un rato, mamá.

─No sé por qué si fui yo quién te tuvo nueve meses en mi interior, debe ser Will quién te lleve al altar ─protesta saliendo de mi vestuario, a lo que suelto una débil risa.

Siguiéndola, me encuentro a papá en la puerta. Sus ojos grises se abren con sorpresa y después se entrecierran con calidez cuando reparan en mí. Se ve como un apuesto modelo Armani maduro dentro de su traje, pero cuando sus ojos se vuelven brillantes siento ganas de llorar.

─Te ves hermosa, Savannah. Estoy honrado de llevarte al altar.

─Yo estoy honrada de llamarte papá.

Tras abrazarlo, entrelazo mi brazo con el suyo. Descendemos las escaleras hacia el primer nivel del salón en el que se desarrollará la ceremonia nocturna repleta de luces brillantes y rosas y otras especies de flores blancas que la floristería de mamá proporcionó. Hay una elegante alfombra clara que conduce al altar. Cuando el novio me identifica al final de esta, la marcha nupcial empieza a sonar y lo único que puedo ver es cuán apuesto y nervioso de una manera adorable luce Malcolm en su traje de dos piezas con pajarita. A su lado están Ibor y Marco, uno de sus amigos del equipo, y junto al que yo ocuparé se encuentran Isla y Faith, mis dos mejores amigas ahora. La primera se ha convertido en mi socia y la segunda en una importante colega.

Los pétalos llueven sobre mí, toda una sorpresa, mientras caminamos hacia ellos.

Clavo mis dedos en el brazo de papá debido a la emoción que siento.

Una vez él se despide de mí presionando sus labios contra mi frente y estrechando el hombro de Malcolm, nuestras manos se encuentran después de que le entrego mi ramo a Isla y juro ser capaz de sentir su pulso errático en mis dedos y viceversa.

Trago el nudo de emoción en mi garganta al escuchar al orador.

─Malcolm Reed Johnson y Savannah Campbell Suárez ─pronuncia nuestros nombres─. Están aquí para intercambiar sus votos y unirse en sagrado matrimonio ante los ojos de Dios y de todos los presentes. ─Sonrío. Malcolm me devuelve la sonrisa, viéndose tan feliz como yo me siento. El sacerdote lo mira a él primero─. Malcolm, tú primero, por favor. Dinos tus votos.

Malcolm se aclara la garganta antes de hablar.

─Sav... ─dice, apretando suavemente mis manos─. Me esfuerzo día a día por ser alguien digno de ser llamado tu amigo, tu confidente, más que un amante. Espero algún día llegar a merecer tener una mujer como tú a mi lado, pero no podía tentar a la suerte y esperar que eso sucediera para hacerte mi esposa porque otro podría venir y hacerlo. Si apartarte para mí mientras lo logro me hace ganar ser llamado egoísta, asumo mi pecado y rezaré cada día para ser absuelto de él aunque no tengo intenciones de dejar de cometerlo. Te amo y no imagino ningún día de mi vida sin ti. No solo formas una parte importante de ella. Eres ella y también lo serán nuestros hijos cuando termines de cumplir todas tus metas, y yo también, y seamos padres. ─Mi barbilla tiembla─. Mientras eso sucede estoy feliz de iniciar mi familia contigo. Todos aquí saben que te has convertido en mi amuleto de la suerte y que no habría llegado a donde estoy sin ti. ─Me acaricia las manos con sus pulgares, la sinceridad de sus palabras trayendo una gran opresión a mi pecho─. Cada uno de mis Touchdown llevan tu nombre, preciosa.

Le sonrío entre lágrimas.

─¿Savannah?

Aclaro mi garganta antes de empezar.

Mis votos son simples y cortos en comparación, pero significativos.

─No pensé que podría tener este tipo de felicidad hasta que te arrollaste frente a mí y me pediste que fuera tu esposa ─susurro, haciendo que todos rían de nuevo al recordar su propuesta de matrimonio tras la victoria de su segundo Super Bowl. Una de las propuestas de matrimonio más televisadas─. Viste y apreciaste cosas en mí que nadie más notó, Malcolm, y me hiciste apreciar y ver cosas en ti sin las que ahora no puedo sobrevivir. Te amo y prometo recompensarte cada pequeña o gran alegría que generes en mí y en mi padre ─río, lo cual también lo hace reír y a todos los demás porque Will es su fan número uno─. Te amo y me siento honrada de ser la mujer que elegiste para convertir en la señora Reed.

Porque la única manera en la que lleve ese apellido es si está ligado a Malcolm.

Los ojos marrones de mi prometido se vuelven cálidos.

Prometen hacerme tantas cosas cuando estemos a solas. Tras verlo relamer sus labios con apetito en su mirada, lo cual captan las cámaras, el sacerdote continúa.

─Si alguien se opone a esta unión, hable ahora o calle para siempre. ─A pesar de que siento un cosquilleo de anticipación en mi nuca, no giro mi rostro. El silencio es la única respuesta que obtiene el padre─. Malcolm, ¿tomas a Savannah como tu esposa para serle fiel, para mantenerla y tenerla a tu lado desde hoy, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta el día en el que la muerte los separe?

─Sí. Por supuesto que sí ─responde de forma ansiosa.

─Savannah Campbell...

─Sí ─lo corto, haciendo reír a todos, pero simplemente no soporto cuán rápido va mi corazón dentro de mi pecho. Quiero que cumpla ya mi fantasía de ser tomada en brazos, pasar de la fiesta de celebración e ir directamente a nuestra luna de miel─. Acepto.

─Los anillos ─dice Malcolm, sin dejar que el pobre hombre continúe, a lo que Samantha se acerca con un cojín y nos los tiende pese a la mirada de molestia en sus ojos.

No entiende por qué no me estoy casando con camarón, pero es muy joven para comprender y Anahí y yo nos limitamos a decirle que lo nuestro simplemente no había funcionado, pero no por qué. Está usando un lindo vestido amarillo y una corona de ostras doradas en la cabeza, viéndose como siempre como una sirenita. Cuando se aleja Malcolm desliza uno de ellos en mi dedo, tomando mis manos con delicadeza y adoración en cada uno de sus movimientos.

─Savannah Campbell, con este anillo te tomo como mi esposa.

Lo imito.

─Malcolm Reed, con este anillo te tomo como mi esposo.

Una vez terminamos, volvemos a ignorar al orador y presionamos nuestros labios juntos.

Todos los presentes aplauden mientras enredo una de mis manos en su cabello oscuro y presiono la otra contra su hombro. Mientras inclina mi espalda suavemente hacia atrás y me besa con pasión, pero también con ternura, haciéndome sentir como su único y primer amor a pesar de la absurda cantidad de mujeres que pasaron por su cama. Una vez se separa de mí, hace exactamente lo que prometió y me toma en brazos con suma facilidad, lo que me hace reír mientras los pétalos llueven sobre nosotros de manera uniforme y hermosa.

─Nos vemos en un mes, Dawson ─le dice a su entrenador tras nosotros, lo que mamá escucha y hace que comience a andar tras nosotros para evitar que nos fuguemos, pero no nos detenemos.

Andamos hacia el auto de huida esperando por nosotros en la entrada.

Antes de salir del salón, sin embargo, lo veo.

Lo veo y sigo sin sentir nada, pero él está sintiéndolo todo y la única emoción que puedo dedicarle a cambio es lástima porque mamá tenía razón. Sané, lo superé y volví a enamorarme, pero él está y siempre estará hundido en la miseria de los sueños que no se hicieron realidad.

Porque dentro de su mente pudimos haber sido nosotros.

Debimos haber sido nosotros.

Pero el nosotros dejó de existir cuando me arruinó.

Cuando lo arruiné.

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