Capítulo 9:
Mi nuevo dormitorio no es tan malo. Después de organizar mis cosas y hacerle una limpieza, dejó de lucir como el viejo depósito de un cementerio. Anahí tampoco resultó ser tan mala como pensé que sería. Hans se quedó luego de que Tanner se fue para presentarnos. Ambos son estudiantes del programa de biología marina, pero Anahí también es jugadora de voleibol. Con su cabello rojo, ojos verdes y hermosa figura, es la típica chica mala y superficial acostumbrada a tener lo que quiera cuando quiera. Es el tipo de persona a la que estoy acostumbrada y que sé manejar, por lo que empecé nuestra relación de compañeras de dormitorio regalándole un suéter dorado de lentejuelas que todavía tenía su etiqueta. Por la sonrisa que eso trajo a su rostro fruncido ante mi presencia, fue un excelente movimiento.
Nos entendimos al instante.
A cambio de mi presente, no se molestó cuando arrastré mi escritorio al balcón. Anahí no pasa mucho tiempo en nuestro dormitorio debido a sus clases de voleibol, por lo que por lo general tengo el silencio y el espacio que necesito hasta avanzadas horas de la noche. También sale mucho con su novio, casi como Pauline, quién es miembro del equipo de fútbol americano de la universidad, por lo que en ocasiones ni siquiera llega. A diferencia de mi anterior compañera, Anahí nunca lo trae aquí. Sé quién es él, Gordon, debido a que Tanner nos invitaba y arrastraba a las fiestas del equipo, pero afortunadamente nunca tonteé con él en ninguna fiesta.
Eso habría sido un poco bastante desagradable y repetitivo.
Mi frente se arruga mientras termino mis bocetos para un nuevo concurso. El modelo de un nuevo edificio de ciencias para la Universidad de Texas. La escuela de arquitectura abrió un certamen para elegirlo entre los estudiantes. He ganado varios tanto de la universidad como de afuera, pero si gano este sería la entrada perfecta a mi carrera como arquitecto. Me gusta la decoración de interiores, encajo bien en ella, pero mi verdadero sueño es dejar mi huella en la historia formando parte de la creación de edificios emblemáticos. Sueño con que un día una familia vaya en su auto por las calles de una ciudad y el hijo pequeño presione su mano contra el cristal, sus labios entreabiertos con asombro, mientras mira mis planos hechos realidad. Él le preguntaría a su madre por él y ella mencionaría mi nombre, puesto que lo que pasé horas dibujando, o en ocasiones minutos, dependiendo de la inspiración, resultó trascendental.
Quizás es narcisista, pero es lo que quiero.
Aunque antes lo hacía, pensando que era superficial y tonto, ahora no me siento mal al respecto. He pasado mucho tiempo sintiéndome mal por mis deseos y he descubierto que no tiene sentido hacerlo cuando no estás dispuesta a cambiarlos. En lo que termino de trazar mi última línea de hoy, mis dedos temblando debido a que he pasado todo el día haciendo borradores, por fin me encuentro satisfecha con el resultado. Estamos en el estado del fútbol, mi universidad es una universidad del fútbol, así que me inspiré en los Longhorns, el equipo al que veo trabajar todos los días en el campo durante mis pausas. Dibujé dos torres inclinadas de cristal con la forma de cuernos, conectadas por un edificio horizontal a la lejanía, pero sobresaliente hacia adelante cuando te acercas. Es perfecto para dejar una huella y encontré la forma de hacerlo lucir estéticamente hermoso. Las personas no solo dirían que es impresionante, sino que se sentirían orgullosos.
Yo me siento orgullosa de él.
Tras observarlo un poco más, deslizo el papel entre mis dedos y lo dejo sobre mi escritorio lleno de hojas hechas bola y materiales de dibujo. Ahora que tengo mi idea lista, es el momento de pasar a los planos y de preparar una maqueta, pero mis manos no pueden permitirse a sí mismas continuar, puesto que mis dedos arden y tiemblan por el esfuerzo. Tras soltar un suspiro, cedo a la tentación y me asomo en la ventana de mi dormitorio.
Desde hace media hora he escuchado el revuelo de los estudiantes agrupándose en el campo de fútbol, pero el partido no ha empezado. Aun así están todos, menos los jugadores, presentes en el campo. La noticia ha sido bombeada en mis oídos a lo largo del día, así que sé que se enfrentan a los Houston Cougars, el equipo de fútbol al que apoyaría de haberme quedado en casa para estudiar. Al que de no ser por Tanner, la verdad, continuaría apoyando. Mis labios se curvan en una sonrisa cuando una idea divertida pasa por mi mente. No tengo ganas de quedarme en casa, pero tampoco tengo ganas de verlo. Si los Cougars ganan o no, probablemente harán una fiesta o asistirán una diferente a la del grupo de Tanner. Me gustaría estar ahí. Quizás hacer nuevos amigos con raíces en mi ciudad natal.
Siempre he ido a los partidos de fútbol de mi universidad vistiendo de naranja, marrón o blanco y haciendo diferentes combinaciones entre ellos, pero esta vez tomo un top blanco sin mangas y un pantalón alto y suelto color rojo. Hurgo entre mis pertenencias hasta encontrar un sombrero de vaquero color sangre con un adorno dorado y con forma de estrella en el centro. Lo conseguí en un rodeo en toples en una fiesta. Los tacones están descartados, por lo que tomo un par de botas marrones y puntiagudas de cuero que son requisito en el armario de toda chica texana. Una vez estoy vestida, hago mi maquillaje con puntitos de brillo dorado en mis párpados y alrededor de mis ojos. Convierto una cadena en un arnés alrededor de mis pechos. Ya que hace frío, me cubro parcialmente con un abrigo rojo sin abrochar, por lo que mi abdomen continúa visible. Por último, ondulo las puntas de mi cabello y me limito a tomar mis llaves y mi celular.
Esta noche, así me consiga a Tanner de frente, la pasaré bien.
*****
Las gradas para los Cougars no están tan llenas. En su mayoría se encuentran en ella estudiantes que apoyan a los Longhorns, pero no son lo suficientemente fanáticos como para ver el juego de pie o arrojarse al suelo en lugar de sentarse con el enemigo. Es un partido amistoso para recaudar fondos para los orfanatos de Austin, por lo que están vendiendo entradas para acceder al campo y recibiendo donaciones, pero eso no parece importarle a nadie. La rivalidad entre los Cougars y los Longhorns sigue ahí.
Son dos son buenos equipos de la primera división de la NCAA, la liga universitaria del país. Los jugadores ya se encuentran en el campo para el momento en el que me siento en primera fila con un refresco de lata y un hot dog con mostaza en la mano. Mientras mastico, mi mirada se dirige al equipo de blanco y rojo en lugar de al que usualmente miraría: el de uniforme naranja. A pesar de que estoy yendo en contra del noventa por ciento de los presentes, siento algunos ojos hambrientos en mí cuando el partido empieza y me levanto para gritar tan fuerte como mis cuerdas vocales y los músculos de mi garganta me lo permiten, mi hot dog y mi refresco de uva todavía manteniendo mis manos ocupadas.
─¡Vamos, Cougars!
Aunque recibo abucheos, me divierto cuando uno de los integrantes del equipo de fútbol me nota y después de unos segundos de recorrerme con la mirada, me lanza un beso con su mano enguantada. No puedo evitar soltar una tonta risita nerviosa tras ello, puesto que ese gesto hace que me convierta en la chica del equipo contrario. En casi la traidora de mis propios planos.
Se siente bien.
─¿Me ayudas a sostener esto? ─pregunta una chica rubia que baja algunos escalones hasta detenerse junto a mí con una pancarta, la cual viste un par de sencillos vaqueros y un suéter de lana rojo, anteojos cubriendo sus ojos─. Mi mejor amiga no pudo venir y si me escondo tras ella no sería lo mismo para Marcus. Mi chico necesita verme para concentrarse. ─Aunque no necesitaba darme un argumento para que lo hiciera, su explicación es tan adorable que me siento bien por formar parte de un gesto tan lindo en el momento en el que tomo mi extremo de la pancarta. Me sonríe ampliamente─. Gracias. Me llamo Abigail y de no ser porque esto es por una buena causa, odiaría estar aquí. Es completamente injusto que tengan que ser sometidos a tanta presión, pero supongo que eso es lo que será para ellos una vez sean reclutados por un equipo fuera de la NCAA y jueguen lejos de casa. ─Se encoje de hombros─. Pero lo odio mucho. Marcus es sensible a la opinión de los demás. Se debe esforzar el doble en partidos así. ─Hace una mueca─. Nunca pensé que diría esto, pero realmente extraño al equipo de animadoras.
Aunque no parece una chica de fútbol, sino más bien una chica de biblioteca, mis labios genuinamente se curvan hacia arriba, puesto que encuentro interesante a las personas que desafían las etiquetas. Es como si a pesar de que prefiriera pasar sus tardes leyendo romances, se haya aprendido a la perfección cada posición, estrategia y normativa de las ligas de fútbol americano y estuviera constantemente revisando los portales de noticias deportivas por él. Al instante me siento identificada con ella. Eso es lo que yo haría, ya hice, por un tiempo, pero ya no, por la persona que quiero.
─¿Cuál es Marcus? ─le pregunto.
─Es un corredor ─responde mientras suelta un chillido de emoción, ya el partido ha empezado, gotas de sudor deslizándose por su frente a medida que corre el reloj.
Siguiendo la dirección de su dedo, visualizo la sección opuesta del campus de a dónde suele encontrarse Tanner, puesto que él está en la línea ofensiva de su equipo. Por fortuna estamos más cerca de los Cougars ofensivos que de los Longhorns ofensivos, por lo que no tengo que verlo en ningún momento. Identifico a Marcus y asiento hacia Abigail hasta que baja el dedo, él es un chico alto y más atlético que robusto, pero luego mis ojos se dirigen al mariscal de campo, al quarterback, de los Cougars. Es el mismo que me lanzó un beso. Cuando después de unos minutos de jugadas, la mayoría de ellas a favor del equipo de Austin, por fin el balón llega a sus manos, Abigail y yo volvemos a levantarnos y armamos un alboroto con las demás novias de los jugadores. El tipo es casi de la misma contextura de Tanner. También igual de ágil. Antes de hacer la jugada me apunta con su dedo, dedicándome el pase perfecto. Abby y yo celebramos cuando el balón llega exitosamente a las manos de Marcus y este corre con fuerza hacia la línea de marcación, haciendo una anotación que deja todo el campo en silencio a excepción de 'nosotras. Su primer punto a favor. Dedicado a mí. Grito mientras la cartulina se dobla entre nosotras. Todos nos odian en este momento y ese odio me encanta. Acelera mi corazón y me hace sonreír ampliamente.
─Johnson te tiene en la mira ─comenta Abigail con una risita─. Es un buen chico. ─Pone los ojos en blanco─. Mujeriego, pero un buen chico. Es dulce con su madre, así que cuando alguien finalmente conquiste su corazón, será un buen partido.
No estoy buscando una relación en este momento, no cuando mi corazón aún es un desastre, pero debido a la emoción no puedo evitar que las comisuras de mis labios tiemblen mientras asiento. Después de la jugada de Johnson y Marcus, el partido cambia. Los Cougars emparejan en el marcador con algunos touchdowns del mariscal de campo, todos nuevamente dedicados a mí. Casi me desmayo cuando ponen mi cara y la de Abby en la pantalla de marcación después de que Johnson anota y nuevamente cuando me señala antes de la siguiente jugada.
Y aunque es un excelente jugador, el cambio en la puntuación del partido no solo se debe a él. Tanner, por primera vez desde que empezó a jugar para los Longhorns, ha dejado pasar varios pases y perdido múltiples anotaciones, lo que tiene a su bancada confundida. Él nunca falla. Nunca se equivoca. Es un dios del fútbol americano. Aunque una parte de mí está feliz por eso, no puedo evitar sentirme preocupada por él. No está siendo él mismo esta noche.
El balón prácticamente se desliza de sus dedos.
Me fuerzo a dejar ese sentimiento de lado cuando, tras el medio tiempo, Johnson me señala nuevamente antes de hacer el touchdown que lleva el marcador treinta y tres a veintiocho a favor del equipo de Austin. Abby y yo nos abrazamos esta vez, lo que ocasiona que se derrame el contenido de nuestras cervezas mientras saltamos y que nos llenemos de ella, pero no importa.
Los Cougars van ganando.
Y ganan.
Aplastante y en contra de todo pronóstico, con todas las personas a su alrededor odiándolos y abucheándolos, lo hacen.
Y sin poder evitarlo, mis ojos se dirigen a Tanner al otro lado del campo. Él se quita el casco. Tras arrojarlo sobre el césped, despeina su cabello casi con desesperación. Pauline lo alcanza y le dice cosas, cubierta con su camisa de los Longhorns, pero él niega y sigue a sus compañeros hacia los vestuarios. Abigail corre con la pancarta hasta alcanzar a Marcus en medio del campo y saltar a sus brazos, él sosteniéndola mientras giran, por lo que a los segundos de la victoria me encuentro sola. Con las manos metidas en los bolsillos, me dirijo a la salida que lleva prácticamente a mi edificio, pero es una de las menos concurridas. Aunque varios chicos de ambos equipos me invitan a continuar disfrutando de la noche con ellos, me niego cuando me entero de que por alguna razón ambos equipos planean festejar junto al comité de recaudación de las donaciones en la fraternidad de Tanner. Ahora que no tengo por qué soportarlos a él y a Pauline, no lo escogeré voluntariamente. Aunque todavía duele, la verdad es que soy más feliz siendo libre de ellos. Quiero ir a casa y dormir.
Mientras camino hacia mi portal, sin embargo, una mano alcanza la mía y me obliga a darme la vuelta con un estremecimiento. Las personas transitan por la calle del campus frente a mí, pero ninguno de ellos está prestándonos atención. Él ya no trae el uniforme del equipo, sino un par de vaqueros oscuros y un sencillo polo azul, colores que solo hacen que su palidez fantasmal destaque. Con las llaves en la mano, arrugo la frente cuando extiende su brazo para tocar mi sombrero con una sonrisa cínica.
─Me alegra que por fin te hayas dado cuenta de lo que somos.
Enemigos.
Tras hacer una mueca, suelto un suspiro mientras me cruzo de brazos. Esto es incómodo, molesto e innecesario para ambos. Él lo debe saber, pero por alguna razón está aquí, fastidiándome. Después de nuestra última conversación no tenía pensado volverle a hablar en la vida, pero aquí está, arruinando mi voto.
─¿Por qué estás aquí, Tanner?
Mi pregunta trae una contracción a su rostro, pero eventualmente sus labios se curvan hacia arriba de nuevo.
─Hay una fiesta esta noche y Pauline me pidió que te invitara ─responde, su nuez moviéndose cuando toma una pausa entre sus palabras─. Ya que al parecer estás ignorándola.
Al igual que él las tiene en los de sus vaqueros, meto mis manos en los bolsillos de mi abrigo. La noche era fría y acogedora, perfecta para un chocolate caliente, Netflix y porno, hasta Tanner.
─¿Qué le hizo pensar a Pauline que el que vinieras aquí cambiaría mi opinión sobre reunirme con ella o ir a la fiesta?
Las palabras salen de mi boca sin que realmente piense en ellas, pero cuando me escucho a mí misma me doy cuenta de que es una pregunta interesante. Aunque nos soportábamos a su alrededor, no éramos precisamente amigos. Nunca podría ser amiga de alguien como él. No cuando lo deseo y estoy segura de que sería horrible como un amigo, puesto que lo único que puede aportar son un sentido del humor oscuro, detalles sobre fútbol y cerveza.
No tendría sentido ser su amiga.
Tanner se encoje de hombros mientras se acerca, a lo que retrocedo sosteniendo las llaves sobre mi pecho como si fuera un crucifijo. Él es el demonio. Yo soy una chica de Iglesia que ha cometido muchos pecados y debe exorcizarse, pero el pastor está demasiado ocupado atendiendo el resto de su rebaño como para atenderme.
Trago cuando sus ojos negros se enfocan en los míos.
─Sabe que soy persuasivo ─responde en voz baja, pero audible, inclinándose sobre mí mientras relame sus labios. Un destello de una emoción desagradable pasa por sus ojos antes de que hable, pero desaparece cuando lo hace─. Y Johnson va a estar ahí.
─¿Él te pidió que vinieras por mí?
Lentamente, Tanner asiente.
─Vio a Pauline ir tras de ti cuando te fuiste, pero ella no te alcanzó, así que me preguntó por ti. Ambos te quieren en la fiesta, Savannah. Vamos.
─¿Johnson es el mariscal del otro equipo? ─pregunto aunque ya sé la respuesta, siguiendo una estúpida corazonada.
La mandíbula de Tanner se aprieta.
─No finjas que no sabes quién es ─gruñe─. Porque ustedes dos hicieron un maldito espectáculo en el campo. Todo el mundo esperaba el momento en el que el imbécil de Houston se pusiera de rodillas en medio del juego y te pidiera matrimonio.
Mis labios se curvan lentamente hacia arriba.
Nuevamente, su ego está herido porque perdió.
Lo detesta.
Probablemente también detesta mi ropa a juego con Johnson.
Tanner trata de no mirarme, pero lo hace cuando me cruzo de brazos, trayendo su atención a mi busto. No llevo sostén. Solo un top y las cadenas doradas delineando el contorno de mis atributos. Aunque la ame, lo está enloqueciendo no ver más de mí. Eso me gusta y ambos lo sabemos, pero yo tuve la decencia de alejarme.
¿Por qué está él aquí entonces?
─Entonces... ¿crees que él esté interesado en mí? ─pregunto.
Traga, sus ojos viajando entre mi cuello y mi escote.
Mis pezones se endurecen al sentir su mirada y al recordar la escena del baño en la playa. Cómo dijo mi nombre mientras se venía sobre las baldosas y yo me masturbaba en el pasillo viéndolo. Si me hubiera dejado, lo habríamos pasado mejor.
Mucho mejor de lo que la pasó con Pauline o yo con West.
─No creo ─responde de manera cortante─. Lo sé.
─Es un buen jugador ─prosigo, mi voz suave.
Tanner afirma, aún bajo el hechizo de mis tetas.
─Sí, es bueno.
─Y te ganó hoy.
Cuando las palabras salen de mi boca, el influjo se rompe. Para entonces mi espalda se encuentra presionada junto a la pared al lado de las puertas de cristal de mi edificio. Tanner golpea la palma de su mano sobre el concreto encima de mi cabeza antes de alejarse con una mueca, su espalda tensa y su expresión sumamente molesta. Probablemente nadie se lo ha dicho en la vida, pero podría morir de un infarto antes de lo previsto si no controla su ira.
─No estoy de ánimos para esto, Savannah. ─Se da la vuelta y empieza a caminar hacia la calle, dónde veo su Ford Raptor negra aparcada en la entrada. Justo sobre la zona de no estacionar y obstaculizando la rampa de discapacitados, los cuales he notado que hay muchos debido a la cercanía con el campus. Pauline no lo acompaña─. Ven si quieres venir. Si no... bueno. ─Me mira por encima de su hombro─. Váyanse Pauline, Johnson y tú a la mierda. No me importa.
Dios, esto se está poniendo intensooooo
En serio, lo que viene tanto en pasado como en presente está AAAAAHHHHH
Lamento no haber actualizado estos días, pero es que estaba pendiente de terminar Cavalli y no tenía mente para nada más JAJAJAJA si me ponía a escribir Tanner Reed Savannah lo solucionaría todo a tiros o con veneno
Capítulo dedicado a: AstreaV21
Siguiente a la que más comente. NO olviden escuchar las canciones mientras leen.
Me pueden seguir en Instagram y twitter como oscaryarroyo, hoy en la noche quiero que por fin escojamos juntas quién es Savannah y Tanner
Love u
(Debo actualizar pronto)
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