Capítulo 5:
Tanner me ignora durante el resto de nuestro paseo en yate, enfocándose en divertirse con Pauline en el jacuzzi, y no me dirige la palabra hasta después que regresamos al auto tras contemplar el atardecer en el mar. Weston sostiene mi mano de camino ahí. Me aparta, empujándome con suavidad, con una sonrisa torpe en su rostro cuando me inclino para tomar la manija, abriendo la puerta por mí. No está usando camisa. Nada a excepción de un par de shorts y zapatos de natación. Es adorable y sexy y aunque alguien más reclama mi mente, no puedo evitar pensar en lo bien que se verían todo ese músculo bronceado trabajando para mí.
─¿Te recojo en media hora? ─pregunta inclinándose sobre la ventana, lo que ocasiona que algo parecido a un gruñido salga de la garganta del novio de Pauline, quién se inclina para besarla.
Pero una parte de mí me dice que es por Weston.
Decido confiar en esa parte.
─Sí. ─Le sonrío─. ¿Estás seguro de que sabrás cómo llegar?
Él afirma.
─Utilizaré el GPS. ─Me vuelve a ofrecer una cálida curvatura de labios cuando se aparta─. No te arrepentirás. Lo prometo.
Muerdo mi labio inferior con nerviosismo.
─Espero que no.
Guiñándome un ojo, se da la vuelta y se acerca a la Hummer negra del novio de su madre. Acelero una vez llega a ella. Estoy tan distraída pensando en West y en cómo sospecho que nuestra cita molestará a Tanner, especialmente si logro que él y Pauline vengan con nosotros, que no me molesta estar siendo un Uber para ellos de nuevo y no me doy cuenta del momento en el que este se sitúa en el espacio entre los dos asientos delanteros, asomando su cabeza con la frente arrugada y la mandíbula apretada. No puedo evitarlo. Dejo escapar un suspiro. Aunque Weston es lindo, la masculinidad de Tanner me atrae tanto.
Cómo una chica podría sentirse segura a su lado gracias a su constitución de más de un metro ochenta y músculos. Cómo mi mano se sentiría pequeña, protegida y cálida en la suya. Cómo podría ser dulce conmigo cuando es un bastardo con todos los demás, pero aun así lo suficientemente exigente dentro del dormitorio. También está el hecho de que Tanner es inteligente. Lo he visto estudiar la cantidad de veces suficientes, encorvado sobre el pequeño escritorio de Pauline mientras esta duerme a su lado, como para saber que realmente se preocupa por su futuro. Sus compañeros confían en él para tomar decisiones porque es listo y tiene el carácter para hacer lo que hay que hacerse. Es oscuro y se enoja con facilidad cuando las cosas no salen como quiere, pero eso es algo que todos a su alrededor parecen obviar o pasar por alto debido a todas sus otras perfectas cualidades.
Yo no.
─¿Oí que saldrías con el desconocido, que hasta donde sabemos podría resultar un psicópata, esta noche, Savannah?
Pauline, asomando la cabeza junto a la suya, responde por mí.
─Sí, Savannah lo hará ─dice, temblando de la emoción, lo que me recuerda a cuán feliz estuve por ella cuando pensé que el presidente de la fraternidad que la buscaba para declararle su eterno amor no era Tanner Reed─. Pero no irá sola, Tanner, ¡tendremos nuestra primera cita doble! Estoy tan feliz. He querido esto desde que empezamos a salir, pero Sav solo rompe corazones. Nos arreglaremos juntas hoy y seguramente en un par de años planearemos nuestra boda con ustedes, juntas también.
Ya que sabe que está sonando tonta, también un poco loca, suelta una risita mientras lo arrastra de nuevo hacia atrás jalando la tela de su camisa, lo cual trae un fruncimiento a la frente de su novio porque de verdad odia la ropa arrugada. Tanner permanece en silencio, pero puedo sentir sus ojos en mí durante el todo el trayecto a casa. Cuando alzo la mirada hacia el retrovisor, descubro que esto no es solo producto de mi loca imaginación.
Él me ve como si esperara una explicación.
No le importa que no tenga derecho a pedirla.
******
Ya que Weston es un chico dulce y realmente algo bonito podría salir de aquí, aparte de mis deseos de hacer sentir celoso a Tanner, decido no lucir tan zorra. Tomo un vestido de mangas de una sola tira de mi armario, negro y de estampado de cayenas, y meto mis pies en sandalias oscuras troyanas. Aliso mi cabello completamente hacia atrás y meto mechones detrás de mis orejas para que estas sean visibles. Uso aretes sencillos, pero llamativos debido al tamaño de las piedras negras de fantasía. Ya que no puedo ser del todo una mojigata, no llevo ropa interior. Me maquillo de la forma más natural que encuentro. Ya que Weston vendrá por nosotros, solo llevo mi teléfono con mi tarjeta de crédito escondida entre este y el forro. Abandono mi habitación al escuchar el sonido de la bocina de la Hummer de su padrastro. Al llegar al recibidor, tanto Tanner como Pauline parpadean al verme.
─Luces bien ─dice ella, puesto que normalmente soy más atrevida con mi ropa─. Como si realmente lo quisieras impresionar.
Ella lleva un vestido rosa con mangas del mismo largo que el mío y zapatillas de deporte. Tanner tiene un par de pantalones caqui, una sencilla camisa blanca que solo está abrochada en los primeros cuatro botones y mocasines. Aunque no puedo evitar echarle un vistazo a su pecho pálido y lampiño debajo de esta, me fuerzo a mí mismo a no detallarlo demasiado y abro la puerta para ellos, puesto que me tengo que asegurar de cerrar bien después. Una vez me doy la vuelta, me encuentro con la expresión amable y cariñosa, algo ansiosa, de Weston. Me siento bien por mi elección de ropa al verlo usando una sencilla camiseta blanca y pantalones marrones. A pesar de mi promesa implícita de hacerlo pasar un buen rato, todo en él grita que está teniendo una primera cita con una chica. Desde el movimiento nervioso de sus manos a la flor, una rosa, que tomo de una de estas cuando me la ofrece.
Su gesto le hace cosquillas a mi corazón.
Llámenme cliché, pero tengo un gusto culposo con las rosas.
Toda la vida me han gustado debido a que mientras mi padre es un exitoso corredor inmobiliario, mi madre es dueña de un vivero en Houston. La crianza de rosas es su especialidad y crecí viéndolas cada vez que la acompañaba al trabajo, pero empecé a ansiarlas cuando Tanner comenzó a dejar centenares de ellas frente en nuestra puerta para que estas fueran encontradas por la mañana al menos una vez a la semana. Todas con cartas y notitas con su letra dirigidas a Pauline. Notas cursis y ridículas, pero por ello el doble de especiales viniendo de alguien como él.
─Muchas gracias. ─Olvidando que estamos acompañados, me pongo de puntitas y presiono mis labios contra los suyos con suavidad, riendo mientras paso mi mano por encima de ellos para limpiarlos al mancharlos con mi brillo de labios una vez que me separo con la flor sin espinas en la mano─. ¿Nos vamos?
Deslizando sus dedos en los míos, Weston asiente, pero se detiene frente a Tanner y Pauline abrazándose en la acera. Ni siquiera me importa verlos juntos, pero no es por Weston. Es por la manera en la que Tanner lo mira, como si apenas pudiera soportar el mismo aire que él, y saber que no soy la única pasando un mal momento entre nosotros. Su ego está siendo amenazado.
─Amigo, ¿te molestaría conducir? Mi GPS te dirá a dónde ir. Me gustaría acurrucarme con Savannah, hombre. Tú tendrás a tu chica cerca después de este fin de semana. ─Presiona sus labios contra la cima de mi cabeza, mirándome con afecto─. Yo no.
Tanto su discurso como la mirada de Pauline lo obligan a aceptar, pero puedo ver molestia e ira empezando a burbujear en sus ojos oscuros mientras toma el juego de llaves y se acerca a la camioneta. No importa cuán amplio sonría, se me hace absolutamente obvio que está enojado y que el humo está saliendo de sus orejas. No sé cómo ellos no pueden verlo.
─Sin problemas, hombre.
Sube en la Hummer con los músculos de su espalda en tensión. Oculto mi rostro en el pecho de Weston una vez entramos, escondiendo mi sonrisa ante lo irónico y divertido que es esto. Tanner Reed no se siente cómodo siendo el chófer. Me regodeo de la manera en la que su barbilla se tensa cada vez que la voz femenina del GPS le da una indicación. Pauline intenta hablar con él, pero por primera vez desde que están juntos... pasa de ella, limitándose a decirle que debe concentrarse en el camino o nos perderemos cuando en realidad todo se trata de seguir una vía.
─Tengo un buen presentimiento sobre esta noche ─susurro en el oído de Weston antes de dedicarme a hacerle cosquillas con mi nariz en el cuello a lo largo de todo el trayecto, agradecida con el hecho de que no solo luzca bien, sino que también huela bien.
No quiero dejar la rosa que trajo para mí en el auto, así que la coloco detrás de mi oreja cuando llegamos. Eso hace que sus ojos verdes brillen y me arrastre hacia él para que caminemos extremadamente juntos hacia el interior de Il Paraiso, un clásico restaurante de comida italiana en el muelle de Corpus que se caracteriza por tener luces colgando de extremo a extremo y paredes llenas de recuerdos de los viajes de sus dueños. Tomamos una mesa para cuatro en la zona al aire libre, por lo que escuchamos tanto las olas de mar como la suave música en vivo interpretada por una banda cerca de la entrada. Todos pedimos pasta. Pauline boloñesa. Weston a la marinera. Tanner y yo pasta a la carbonara. En mi defensa, nuevamente pedí antes que él.
Y no estoy persiguiéndolo.
O acosándolo.
Solo deseándolo.
Indebida e inapropiadamente, sí, pero no lo he perseguido a ningún lado. Él es quién se atraviesa en mi camino una y otra vez.
*****
La cena transcurre en silencio. Weston se limita a acariciar mi muñeca y mi muslo de manera sugerente. Tanner y Pauline cuchichean entre ellos. Él se separa de ella cada dos por tres para ir al baño, atender llamadas o apreciar la vista al mar desde la barandilla. Si continúa enojado, no ha actuado conforme a ello. Cuando el postre llega a la mesa, sin embargo, y Weston empieza a llevar pedacitos de torta de queso con chocolate a mi boca, movimiento que atrae la atención a su lindo Rolex, Tanner se echa hacia atrás en su silla y lo mira con una sonrisa condescendiente.
─Y bien, Weston, ¿a qué te dedicas?
Sin mirarlo, puesto que sus ojos están en el movimiento de mis labios y garganta mientras mastico y trago, Weston le contesta.
─Mi padre trabaja en la bolsa.
Tanner niega.
─No pregunté a qué se dedica tu padre, sino a qué te dedicas tú.
Tras darme un bocado más con una mirada intensa en sus ojos verdes, finalmente Weston se gira y enfrenta al novio de mi amiga. Pauline me observa con incomodidad, como pidiéndome que intervenga o que los detenga, pero niego. Mientras Weston pueda hacer dejar mal a Tanner por sí mismo, ya sea con su presencia o haciéndolo perder los estribos, estoy pasándola bien.
─Estudio economía en Columbia.
Alcanzo su mano sobre la mesa y le doy un apretón.
─Eso es increíble, West. ─Aparto un mechón de cabello rubio de su frente─. Inteligente. Dulce. Lindo. Creo que gané la lotería.
Se sonroja.
─No soy tan brillante, Sav, más bien del promedio.
Tanner se cruza de brazos.
─Si eres del promedio, ¿entonces cómo entraste?
Weston se encoje de hombros.
─Mi padre hizo una donación. Cuando vieron mi apellido, entré.
Luciendo satisfecho consigo mismo, Tanner afirma.
─Y conociendo el nivel de exigencia de las escuelas de la Ivy League, ¿tomas el riesgo de cruzar de estado un fin de semana?
─Pausé mis estudios por un año para tomar unas vacaciones.
Ahora viéndose levemente molesto, Weston mira hacia el interior del restaurante tras contestar la pregunta de Tanner. Vuelvo a apretar su mano y lo imito cuando se pone de pie y se dirige al interior para pagar la cuenta e irnos. Sé que debería estar molesta con el novio de mi amiga por estar actuando como un patán, pero no puedo evitar sentirme ligeramente decepcionada de Weston en su lugar. De que su toma de decisiones sea tan infantil o de que no sea tan inteligente como el capitán del equipo de los Texas Longhorns. A pesar de que con mis calificaciones y la posición de mis padres pude ir a una de las ocho universidades de la Ivy, siempre he creído que un título de una universidad prestigiosa no es lo que hace el éxito, sino lo que haces con las herramientas que consigues en el camino, por lo que escogí guardar el dinero que ahorraron para que fuera a alguna de ellas para empezar mi propio negocio una vez termine la carrera. Algo en mí me dice que Tanner opina igual. Pauline, por otro lado, no es adicta a pensar sobre su futuro. Solo quiere ser veterinaria y salvar las razas de animales extraños y exóticos que aún quedan en el planeta.
Siempre he querido decirle que debió haber estudiado biología en su lugar, si su meta era evitar la extinción, pero no puedo ser tan perra con ella cuando en secreto me muero por lo que es suyo.
─No se preocupe, señor, su cuenta ya ha sido cancelada ─dice la bonita mujer rubia tras el mostrador cuando nos acercamos, lo que hace que tanto Weston como yo miremos hacia Tanner y Pauline.
Tanner levanta su copa de vino, brindando, antes de beber lo que queda en ella de un trago y levantarse para seguirnos.
Weston bufa.
─Creo que tu amigo es un poco imbécil.
No lo contradigo. En lugar de hablar, opto por deshacerme del escozor en mi pecho deslizando nuevamente mis dedos en los suyos y mirándolo por debajo de mis pestañas. Aunque continúa irritado, Weston no deja de mirarme fijamente, lo que podría ocasionar que me acostumbre a ser el centro de atención.
─Por suerte para ti, mis amigos no tienen permitido entrar en mi habitación ─susurro justo en el momento en el que Tanner y Pauline se nos unen, por lo que ambos podrían haberme oído─. Y creo que suena como un buen plan que nos detengamos en el camino por una botella de champagne y más chocolate, preferiblemente para untar. No he tenido suficiente del postre aún.
Cuando Pauline suelta una risita al pasar junto a mí, sé que lo hicieron. Escucharon mi proposición. Weston, quién ya no luce molesto, apresura el paso hacia la Hummer. Tanner continúa siendo el chófer. Esta vez no puedo evitar soltar una risita cuando mi cita le pide detenerse en un bodegón abierto las veinticuatro horas. Si solo fuera un poco más fuerte, el volante estaría roto.
******
No somos los únicos que compramos licor y chocolate. Tanner y Pauline también lo hacen. Ni siquiera les dirijo una mirada cuando llegamos a casa. Tomo dos vasos de vidrio de la cocina y arrastro a Weston a mi habitación, dónde lo primero que hago es quitarme las sandalias. Tras encender las velas alrededor de mi cama, haciendo que sus ojos verdes brillen todavía más, y dejar tanto la botella como el chocolate en la cama, me pongo de espaldas a él. Weston entiende el mensaje y desliza las mangas de mi vestido sobre mis hombros hacia abajo, lo que ocasiona que este caiga y se arremoline a mis pies. Toma una honda bocanada de aire al comprobar que no llevo nada debajo. Dándome la vuelta y poniéndome de puntitas, rodeo su cuello con mis brazos. Susurro en su oído mientras disfruto la manera en la que mis pezones se endurecen contra la tela de su camisa. Me excita el hecho de estar desnuda frente a él, vulnerable, y que aun así sienta que soy quién tiene el poder entre nosotros, lo cual hace esto completamente diferente a cualquier experiencia previa.
─Me gustaría que bebiéramos champagne así. Todavía no quiero que te desvistas. ¿Tienes alguna objeción a ello? ─Él niega. Tomándolo de la mano, lo llevo a mi cama y hago que se acueste en ella. Renunciando a los vasos, me siento a horcajadas en su regazo, lo que me permite sentir su erección por debajo del pantalón, y apunto el pico de la botella hacia su boca─. Abre.
Weston me obedece y traga el chorrito de champagne que dejo caer entre sus labios. Cada vez que bebe uno lo dejo quitarse una prenda de ropa mientras yo llevo mis labios al pico y lo imito, apreciando su figura masculina como si fuera una obra de arte o fuera mi puta de esta noche. Para cuando ambos estamos completamente desnudos, también estamos algo ebrios. Me río en voz alta cuando finalmente pierde el control y se abalanza sobre mis labios. Ignoramos el chocolate para untar en la mesita de noche. Justo en el momento en el que empiezo a escuchar los familiares gemidos de Pauline, Weston toma un condón y entra en mí con fuerza. Aunque quisiera, que no quiero, no puedo evitar no gritar debido a que su pene no es precisamente pequeño y llevo algunas semanas sin sexo. Estoy mojada, pero todavía duele.
─Creo que estoy perdiendo la cabeza ─gruñe en mi oído cuando rodeo su cintura con mis piernas, sudor corriendo por su frente─. Me haces perder la cabeza, Savannah. Eres una chica tan mala. ─Cuando dice eso, finalmente lo entiendo. El por qué es tan diferente con él. Weston tiene algo que me hace sentir como si yo fuera quién lo ensuciara, no al revés. No como me sucede con Tanner─. Mierda, eres tan mala que el novio de tu mejor amiga claramente se muere por ti. ¿Esa actitud territorial? ¿Su obsesión por hacerme quedar mal? ─Niega mientras golpea más profundamente dentro de mí, sus ojos verdes viéndose salvajes y molestos, pero tan excitados─. El idiota te quiere, Sav, pero no te tendrá porque he decidido no dejarte ir. Tendrá que conformarse con ella aunque lo desgarre por dentro que no seas suya.
Bueno, eso fue sexy.
Tan sexy, exactamente lo que mis oídos querían oír, que me vengo sobre su pene arqueando la espalda y gimiendo sin control. Weston, a quién he empujado hacia sus límites desde esta mañana en el yate, alarga mi orgasmo tanto como puede entes de seguirme y darse la vuelta conmigo sobre su pecho. Aunque sus ojos se cierran, como si no pudiera resistir mucho tiempo más despierto, sus dedos trazan circulitos sobre la piel de mi espalda.
─West... ─susurro.
Aunque sus palabras me hicieron acabar, son tan parecidas a la verdad, solo que esta ocurre desde otro punto de vista, que no puedo evitar sentirme ahogada y expuesta. Vulnerable. Nadie sabe lo que significa Tanner para mí. No mis padres. No mis amigos en casa. No Pauline. Ni siquiera el mismísimo Tanner Reed, aunque tengo la sospecha de que se hace una idea de ello.
─Estaba hablando en serio ─murmura sobre mi cabeza, cortándome y ocasionando que me incorpore un poco para mirarlo hablar con los ojos cerrados, viéndose como un ángel enojado y decidido─. Él no te tendrá. Me aseguraré de ello. A la mierda la distancia, creo que es hora de que pase un tiempo con mi madre.
Sin saber qué responder, me inclino sobre sus labios. Claramente está ebrio y confundido por el sexo. Mañana ni siquiera recordará lo que dijo y si lo hace probablemente sienta vergüenza de ello, obviándolo como yo lo haré. Tras asegurarme de que duerme, lo retiro de mí y lo cubro con mis sábanas antes de tomar el chocolate para untar y dirigirme hacia la playa con una de ellas rodeando mi desnudez. Al igual que los nuestros, los ruidos de Tanner y Pauline mientras tenían sexo se han detenido. Aun así abro una de las puertas corredizas de mi habitación para dirigirme a la playa en lugar de pasar por la casa. No quiero encontrarme con ninguno de ellos en este momento. Además de estar asustada por lo cerca que Weston, un desconocido, ha llegado a mi sucio secreto, una parte de mí también se siente aliviada.
Quizás ya no estoy completamente sola.
Me siento en un montículo de piedra frente a la playa y meto mi dedo en el frasco de Nutella, apreciando el sabor cuando lleno mi boca de ella y trago. Es de noche y la playa está completamente oscura, pero aun así puedo ver cómo las olas llegan a la orilla debido a la luz que emite la luna y las farolas alrededor de la casa.
Tiemblo cuando de repente estas se apagan.
Me pongo rápidamente de pie, lista para correr al interior, pero antes de que pueda dar un solo paso de regreso a mi habitación soy rodeada por un par de largos y tonificados brazos. Además del aroma a sal marina, percibo el suyo y el de Pauline mezclados, por lo que no empiezo a gritar y a correr por mi vida.
El de él a jabón y colonia cítrica, el de ella a vainilla.
─Escúchame bien ─gruñe en mi oído, inclinándose sobre mí y acercándome con sus manos para que sus labios puedan pegarse aún más a mi sensible piel─. Amo a Pauline. Quiero un futuro con Pauline. Ella es mi jodido mundo. Tú no eres nada para mí. ─Me estremezco. Apenas puedo contener el nudo en mi garganta. A pesar de que no puede verme, su pulgar rápidamente encuentra mi labio inferior y tira de él hacia abajo. Todavía tengo chocolate en mi boca, por lo que su dedo se ensucia─. Ni siquiera pienso que seas una buena amiga, así que encuentra una buena excusa para irte de su habitación apenas regresemos y deja de perder tu maldita dignidad. Eres hermosa, sí. Eres inteligente, sí. Eres malditamente creativa, mierda, sí. Todos en el campus te desean, ¿por qué tienes que ir tras el único que no lo hace? ─A pesar de que está siendo cruel, no puedo evitar darle la razón. Las lágrimas se empiezan a deslizar por mis mejillas. Tanner las roza con sus dedos, por lo que a pesar de que no puede verme, sabe que estoy llorando. Aun así no modifica el tono de su voz─. Eres perfecta, Savannah Campbell, pero no eres la chica que quiero para mí. En realidad, eres todo lo que no quiero y de lo que estoy cansado, así que ni siquiera te esfuerces en intentar joder mi relación porque aunque cometa el error de sucumbir a esta mierda que me lanzas cada vez que estamos cerca, jamás dejaré a Pauline por ti.
Tras hablar, se desliza lejos de mí y regresa al interior.
A los minutos la luz vuelve.
Deseando que no lohubiera hecho, pues cuando estaban apagadas, sumiéndome en la oscuridad, mesentía en casa, permito que el viento deslice la sábana blanca sobre mishombros y dejo caer el frasco de chocolate a mis pies antes de avanzar hacia elagua y buscar consuelo entre las olas. Un camuflaje para el agua salada quecontinúa deslizándose por mi rostro.
Holaaa, espero que les haya gustado el capítulo
¿Tanner Vs. Weston?
¿Creen que haya estado celoso?
¿Parte favorita?
Dedicación a: 1DPlsMarryMe
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Love u
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