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Capítulo 48:

Paso el resto de la semana alistándome para el baile de recaudación de fondos del estadio de los Rangers, los últimos cinco días que espero tener que trabajar para Jason. Además de desperdiciar horas que no tengo sacando copias, sirviendo su café y atendiendo llamadas en la constructora, estoy cansada de pararme frente al espejo y ver mi cabello rubio. Durante los primeros días fue un cambio agradable, diferente, pero ahora solo es molesto y nada de ello tiene que ver con la manera en la que Tanner crispa su rostro cuando se fija en él. Hoy es viernes y sé lo que pasará mañana, así que no puedo evitar sonreír ante el último intento de coqueteo de mi desagradable jefe. El castaño de ojos claros toca mi mano cuando la llevo al pomo de la puerta de su oficina, a dónde entré para darle el resto de su agenda de la tarde antes de irme para nunca más volver. Incluso si Cynthia no testifica en su contra, la grabación que hice es suficiente para que LDSW Inc quiera evitar un escándalo y tome cartas en el asunto, echándolo y compensando a todas sus víctimas antes de que estas lo lleven nuevamente a juicio de forma masiva y pública, incluyéndome.

Con los abogados de Tanner, puedo demandarlo incluso por tocar mi mano como lo hace en este momento. Ante esta conclusión no puedo evitar reír al recordar cómo ha pasado el último par de días preguntándome si quiero añadir algo a la información que le dimos a Ryland y a su equipo. Si demandar a Jason por otras cosas. A pesar de que sé que es capaz de hacerlo y de ganar, no puedo evitar pensar que solo lo usó como un argumento para saber si me había tocado.

De ser así, algo me dice que Tanner se habría encargado él mismo.

─Lo siento ─se disculpa, su tono de voz diciendo que no lo hace.

─No te preocupes. ─Bato mis pestañas hacia él─. ¿Nos vemos mañana? ¿A qué hora pasarás a recogerme?

Jason se relame los labios antes de responder.

─A las ocho ─responde─. ¿Qué tal si luego vamos a mi apartamento a tomarnos algo? Tengo una buena botella de vino sin abrir.

Trago la bilis que asciende por mi garganta.

─Claro.

Dicho esto, termino de salir de su oficina debido a que mi actuación tiene límites y permitir que el hombre que me robó el mérito del diseño de un estadio de béisbol, además de ser un acosador y abusador, se acerque es uno de ellos. Tomo mis cosas del escritorio, cualquier pertenencia que no quiera dejar atrás para aparentar, y camino en dirección al elevador intentando no delatar mi entusiasmo, pero cuando llego a él este se abre y los ojos enloquecidos de Cynthia se encuentran con los míos. A pesar de que es baja y delgada como un palo, logra empujarme a su interior debido al shock que sus acciones me generan. Acaricio mi hombro dolorido por haber golpeado una de las paredes metálicas mientras descendemos a planta baja.

─Sé lo que pretendes ─dice y por un momento creo que se refiere a destruir a Jason, pero luego recuerdo su amenaza sobre acercarme a él con otras intenciones─. Y no te lo permitiré. Pensé que eras como las otras, pero hoy los vi y has estado todo el día sonriéndole.

Hago una mueca.

Sonriedóle no, sonriendo.

─El padre de tu hijo no tiene nada que ver con eso ─digo y se congela, puesto que estoy segura de que casi nadie, por no decir nadie, sabe sobre Jackson. Me mira con ojos amplios mientras se aparta─. Tengo otros motivos por los cuales sonreír así. ─Cynthia no tiene ni idea de cuáles son mis planes. Tanner no la contactará hasta mañana porque no quiere que termine yendo a contarle todo a Jason. Para cuando él lo haga, ya será muy tarde para que lo salve. Las puertas del ascensor se abren y salgo de él. Antes de que se cierren de nuevo, la miro por encima de mi hombro─. Y así como te has tomado la libertad de lastimarme, me tomaré la libertad darte un consejo: Jackson tiene suficiente con que uno de sus padres no lo ame por encima de todo. No seas tú el segundo de ellos. Digas lo que te digas a ti misma, Jason no merece el primer lugar en tu corazón. No cuando te trata con el mismo cariño que le tiene a su alfombra. Entiendo que te mueras por él, de verdad lo hago, pero tu hijo no lo hará.

Dicho esto, me alejo de ella y me dirijo a la acera sin quedarme para contemplar su reacción porque es doloroso cuán familiarizada me siento con ella. Espero que Tanner llegue. Sin poder evitarlo, una parte de mí me grita que haber visto a Cynthia fue como verme a mí misma en un espejo. El sentimiento agridulce en mi pecho se esfuma cuando mi celular suena y lo alzo para ver el mensaje de Malcolm, quién lleva sin hablar conmigo desde el juego en Houston. Mis labios se curvan hacia arriba cuando experimento alivio ante el hecho de que no está molesto conmigo. Dicha sonrisa se deshace cuando leo.

Malcolm: Me están preguntando si traeré algún tipo de acompañante durante el resto de la temporada para las reservaciones de hotel y los boletos de avión, pero no he recibido tu respuesta todavía.

Empiezo a escribir, pero algo hace que me detenga.

No puedo decirle que sí.

Pero tampoco puedo decirle que no.

Es mi único amigo. No quiero perderlo y tampoco quiero perder a Tanner. Su advertencia con respecto a su hermana fue clara. A pesar de que Malcolm y yo solo somos amigos, nos besamos frente a él y ahora este quiere que lo acompañe de hotel en hotel alrededor del país. No puedo culparlo por sospechar sobre sus sentimientos hacia mí, los cuales pensé que solo debían a nuestra buena amistad.

No cuando yo misma estoy haciéndolo.

Antes de que pueda responder, me llega otro mensaje de él.

Algo en común que tiene con su hermano.

Malcolm: Olvídalo. Les dije que sí irás.

Malcolm: Sea cual sea tu decisión, la respetaré, pero llevo días intentando encontrar la manera de pedirte que vengas conmigo. Por eso no te he hablado. Porque tengo la esperanza de verte en cada partido de lo que queda de la temporada. Tanner tiene razón. No sé qué haré si no le doy a los Kings el Super Bolw. Todos confían en mí para eso. No quiero depositar esa carga sobre ti, pero eres la única persona que me importa y que todavía me mira como si fuera más que un jugador o como si no esperase nada de mí a parte de... yo. Verte en las gradas o saber que después de cada victoria o pérdida habré recibido un mensaje, flores o una llamada de alguien que se molesta en escucharme me permite respirar en medio de tanto humo.

Malcolm: Eres el único elemento en mi vida que no ejerce presión sobre mí, Sav, y habría muerto internamente si no te lo decía.

Malcolm: Si no decía que te quiero allí.

Sin estar lista para responder, cierro nuestra conversación y guardo el teléfono en mi abrigo. Alzo la mirada hacia Tanner. A diferencia de los otros días, no viene a recogerme solo. Anahí, Hans y Sam se encuentran en el asiento trasero de su auto. Él mismo está conduciendo y fija sus ojos molestos e irritados en mí. La pequeña familia llegó ayer y se quedaron en mi departamento, pero toda la mañana han estado haciendo recorridos con Sam en la ciudad. Por alguna razón Tanner se ofreció a llevarlos a todas partes, pero ahora veo en sus ojos oscuros cuánto se arrepiente de ello.

Abre la puerta de copiloto para mí desde dentro.

Cuando entro, enfoca sus ojos en los míos.

─¿Qué está mal? ─pregunta, su mandíbula dura─. ¿Te hizo algo en tu último día? Porque si es así pasaré a emplear otro tipo de métodos que no podría decir en voz alta con Samantha presente.

Niego, forzando mis labios a sonreír.

A mentirle.

─Nada ─respondo─. No pasa nada.

Solo que tu hermano acaba de cambiarlo todo.

Absolutamente todo.

*****

El campus de la Universidad de Austin está lleno de personas. Sus senderos están adornados con globos de múltiples colores y hay muchos carritos de comida a su alrededor. Hay una pequeña feria para niños en la que se encuentra un carrusel. Sami está sobre uno de los caballos sosteniendo un algodón de azúcar rosa y utilizando un conjunto con estampado de cielo y zapatillas. Tanner y Hans la miran de cerca intercambiando anécdotas sobre su alianza de ventas de drogas durante la universidad, ambos vestidos con sudaderas de su generación que tanto yo como la pelirroja llevamos por encima de nuestra ropa. En su caso vaqueos y camiseta, en el mío un mi vestido entallado color azul marino. Anahí, comiendo un hot dog junto a mí, los observa y sonríe tras limpiarse la comisura de los labios con una servilleta. Yo la imito, admitiendo para mí misma extrañar la dieta universitaria. Las noches sin fin de comida chatarra y calorías durante época de exámenes. Los primeros años fueron un descontrol.

Luego todo fue mejor.

─Te ha ido bien ─dice Anahí, a lo que afirmo─. En el zoológico Tanner nos contó sobre su ático, sobre el bar, sobre muchos de tus proyectos. Es tu mejor crítico. De verdad ama tu trabajo, Savannah.

─Sí. Laboralmente todo está bien ─le digo, ignorando la punzada que viene a mi pecho al escuchar que Tanner les habló de mis proyectos. A excepción de Jason, tiene razón. Todo va bien─. ¿Cómo les ha ido a Hans y a ti? ¿El negocio es próspero?

Anahí ríe y nunca he visto algo más hermoso.

El recuerdo de la chica llena de rabia y odio que destruyó mis planos por acción de su novio no tiene lugar en mi mente con la imagen frente a mí, así que los suplanto. Esto es mucho mejor y demuestra que a veces hay que dejar ir el pasado para apreciar el presente.

Que tenemos razones para hacerlo.

Yo quiero sonreír así.

Cada vez soy más consciente de ello.

─La escuela de surf no nos da tanto dinero. La mayoría de nuestros estudiantes son proyectos de caridad de niños sin recursos que provienen de hogares conflictivos. ─Le ofrezco una mirada llena de simpatía, entendiendo que la propia niñez de ambos fue lo que los ha llevado a mantenerlo así. Hans era hijo de una prostituta adicta a las drogas y a su proxeneta con los mismos problemas de manejo de la ira que solía tener Anahí debido al abandono de su padre, lo cual hizo que la odiara al principio de su relación. Luego la ayudó a superarlos. La amó y la hizo feliz, solventando cualquier pecado que hubiera cometido y por los cuales no podemos condenarlos. No cuando Anahí no era precisamente una santa. Unos pecados no exculpan otros, pero algunos demonios se entrelazan y crean su propio paraíso bajo sus propios términos. Hay que respetarlo─. Pero el museo va bien. Estamos haciendo una ampliación. Hans y Reed hablan de negocios.

Ruedo los ojos.

─Ya entiendo por qué decidió ser su guía turístico hoy.

Anahí sonríe.

─Tiene grandes planes para Corpus que podrían incluir a Hans. Le diría que rechace su ayuda porque ambas sabemos el tipo de relación que tuvieron en la universidad, pero ya han sido socios antes y no le diré que no a nada que nos ayude a ayudar a más chicos ─se explica, pero niego, tranquilizándola debido a que sé por qué lo hace.

Porque, al igual que todos, cree que Tanner me lastimará.

─No tienes que explicarte. Tanner puede ser muy persuasivo.

Anahí me ofrece una mirada triste.

─Lo sé. ─Sus ojos se entrecierran─. ¿Eres feliz con él, Sav? No sé si te ayude a entender la situación en la que estás, pero ambas tenemos mal gusto con los hombres. No nos gustan los príncipes azules. A pesar de que Gordon y Hans no eran buenos para mí, discrepaban. Uno me hacía llorar y sentir angustiada todo el día, muerta, pero el otro me hacía sentir viva. Me golpeaba para que me defendiera, no para derribarme y no, no me refiero a literalmente. Es solo la única metáfora con la que puedo explicar dos tipos de amor que consumen ─murmura─. El que te condena te consume solo a ti. Con el que puedes vivir y ser feliz el resto de tu vida los consume a ambos. ─Sonríe, sus ojos dirigiéndose a su familia por un momento antes de fijarse nuevamente en mí─. Eso es lo que Hans y yo somos desde que nos conocemos. Dos personas ardiendo en fuego. Ardiendo felices.

Trago, sus palabras creando su espacio en mi mente.

Fueron tan profundas.

Tan exactas para describir la situación en la que estoy.

─Gracias, Anahí ─digo con voz ronca, a lo que asiente metiendo ambas de sus manos en sus bolsillos.

─No hay de qué ─responde─. Iré a visitar a mis compañeras del equipo voleibol, tienen su reencuentro en el gimnasio, ¿vienes?

Niego.

─No. Me quedaré aquí con los chicos.

Aunque la duda se adueña de sus ojos, afirma.

─Quédate cerca de ellos. Si Pauline aparece y necesitas ayuda con ella si se pone agresiva contigo, ya sabes dónde estoy o llámame.

Reprimo una sonrisa.

─Pauline no vendrá ─le aseguro, haciéndole fruncir el ceño.

─¿Cómo estás tan segura? He visto cientos de personas que nunca pensé que volvería a ver en mi vida de todas las facultades.

Porque no hay nada para ella aquí.

Pauline siempre fue torpe alrededor de las demás personas. Siempre quiso encajar, lo cual hacía que la detestaran por esforzarse demasiado. Por recurrir a sonrisas y comentarios falsos que en lugar de acercar a los demás, los hacía alejarlos. Tanner y yo la salvamos de eso, de la muerte social, y este sería el último lugar al que vendría.

Tampoco creo que me golpearía. Ese no es su estilo.

Ella lloraría. Me manipularía. A Tanner.

Quizás lograría que volviera con ella, pero lo dudo.

Dejándome de lado, abrió una profunda herida en él que ni siquiera yo puedo cerrar. La herida de sus bebés. De su matrimonio. De su intento de un futuro perfecto fallido. Él solo camina en línea recta y cuando dicha línea se tuerce, realmente sufre y hace sufrir a los demás.

Yo soy la curvatura más grande a la que se ha enfrentado.

Pero ella lo hizo perder tanto tiempo.

A veces sospecho que soy lo único que le impide ir tras ella y vengarse por ello. Por no haberle dicho antes que tener una familia no estaba entre sus planes. Que no encajaba con el papel que quería que desempeñara. No quiero estar ahí para ver cuando la arruine porque a pesar de que todos creen que la odio, no lo hago. Una parte de mí la aborrece, pero la otra no puede evitar sentir compasión y lástima hacia el desastre en el que convirtió su vida por jugar a ser alguien más.

Al igual que Tanner.

Pero a Tanner lo amo, a ella no.

─Solo lo sé ─murmuro y Anahí asiente.

─Vendré en un momento.

Afirmo y se va. Pido otro hot dog antes de acercarme a los chicos. Acepté venir porque Anahí y Hans son buena compañía y porque adoro pasar tiempo con Samantha, a quién no veía desde su última competencia de surf. Antes lo hacía todos los días. Cuando Tanner y Pauline se casaron, me refugié en Corpus Christi para lamer mis heridas. La familia iba a visitarme casi a diario, buscando animarme. Incluso fui niñera de Samantha por un par de meses antes de mudarme definitivamente a Austin y antes de saber que Tanner y Pauline decidirían vivir en Travis, no en el pueblo natal de esta.

Cuando me doy la vuelta para regresar con ello, sin embargo, soy detenida por un fuerte grito que me hace alzar la vista y sonreír cuando un cuerpo enorme y fuerte de oso se abalanza sobre mí.

Ibor.

─¡Savannah!

─Ibor ─río, alejándome de él para mirarlo. Su rostro sigue siendo como el de un bebé, pero su mirada ahora es más madura. Dulce, pero madura. Está en forma, así que llena a la perfección su vieja chaqueta de los Longhorns. Por el rabillo del ojo otra figura familiar me hace enfocarme en extraña pareja en la que es el hombre quién carga con tres niños pequeños, uno de ellos de cabello blanco en una cangurera, mientras su esposa, una hermosa castaña alta, esbelta y delicada, pero con aura intensa y oscura, habla por teléfono con otros hombres rodeándolos. Escoltas. Es él quién se me hace familiar, no ella, pero nunca he conocido a alguien con el cabello tan rubio que parece blanco. De haberlo hecho lo recordaría─. ¿Cómo está la familia? ¿Cómo está...?

─Estamos bien ─responde Weston, pasando su mano trajeada por encima de los hombros de su esposo y presionando sus labios contra su mejilla, lo que hace que Ibor enrojezca y yo suspire a pesar de que llevan ya dos años de casados─. Weston Segundo y Genevieve están en la máquina de algodón de azúcar, ¿quieres algo, príncipe?

Ibor niega, sonriéndome.

─No, pero iré a acompañarlos. ─Me dirige una mirada rápida antes de apartarse de Weston─. Así Savannah y tú pueden ponerse al día.

Sin esperar una respuesta, se escabulle de su brazo. Weston lo mira como si quisiera matarlo, pero rápidamente redirige sus ojos verdes a los míos. Ya que no dice nada, inclino la cabeza hacia el mismo sendero que recorrimos la noche que vino por mí.

Que me hizo creer que vino por mí.

─Vamos ─le digo─. No puedes estar enojado conmigo para siempre.

Traga, pero termina siguiéndome.

─No es enojo ─se explica cuando nos sentamos en un banquillo. El mismo, también, en el que lo besé─. Sabes muy bien lo que es.

─No puedes culparme. No cuando ahora eres feliz.

─No ─admite─. Pero lo hiciste más difícil de lo que ya de por sí era.

─West ─susurro─. Me ahogaste en un ataque de ira hacia lo que sentías. Te gustaba alguien más y me ahogaste por celos. Estaba preocupada por ti. ─Aprieto su mano. Se tensa, pero no se aparta. Traga mientras mantiene fija su mirada hacia el frente─. No sabes por cuánto tiempo me pregunté por qué simplemente no me lo dijiste. Estuvimos juntos por tanto tiempo. Pudimos habernos casado, pero mientras me decías que me amabas, realmente me odiabas.

Lo que digo hace que lleve sus ojos a los míos.

─No te odiaba, Savannah. Eras estupenda. Lo que odiaba era el hecho de que a pesar de que me sentía atraído hacia ti y teníamos química, química como ninguna otra pareja heterosexual la haya tenido antes, no me sentía completo. Eso era lo que sentía cuando estaba contigo, pero también me sentía cómodo y renunciar a esa comodidad fue difícil. Cuando me dejaste, me dejaste a merced de mis miedos y la oscuridad. Por una parte te lo agradezco, pero por otra...

─Sientes que te traicioné ─murmuro.

Afirma.

─Te amé, Sav. Te amé y te traté mejor de lo que ese bastardo lo hará.

Tomo aire, mis ojos llenos de lágrimas.

─Lo sé, pero te habrías tenido que conformar en tantos aspectos, West ─susurro─. Merecías más que eso.

Niega.

─Aunque el yo que soy ahora está de acuerdo con tus actos, para el yo de antes no habría sido un problema. Eras mi compañera perfecta.

Niego, en desacuerdo con él.

─Solo lo dices porque nos gustaba la misma persona y nos gustaba odiar a la misma persona.

─¿No te dice algo el hecho de que lo primero haya sucedido dos veces? Tenemos los mismos gustos en hombres. Tengo buen gusto en mujeres. ─Sonrío, un peso deslizándose fuera de mis hombros ahora que ha vuelto a sonar como el Weston que amaba tanto, no como el que me impidió ir a su boda pese a los intentos de Ibor por apaciguar su ira. Con respecto a ellos, supongo que nuestro trío los conectó y ser compañeros de cuarto en la misma fraternidad hizo el resto del trabajo. Enterarme me llevó a decirle que no me casaría con él semanas después de que Pauline y Tanner se comprometieron. De no ser así, hoy estaríamos juntos. West suspira cuando lo abrazo─. Supongo que mi enojo no podía durar para siempre, ¿no es así?

Niego, riendo.

─Claro que no, pero el mío por no haberme invitado a tu boda nunca se irá.

Weston hace una mueca.

─No solo se trató de ti. También estaba sensible por la ausencia de mi padre durante la boda. Sigue sin hablarme y me desheredó oficialmente durante esos días. Se niega a conocer a sus nietos. Estoy muerto para él. ─Mi pecho se oprime. Ibor no fue el primer hombre con el que Weston estuvo. Cuando se vino de New York, no fue debido a sus notas. Fue debido a su padre. Afortunadamente es brillante y su madre quedó encantada con Ibor, un jugador de los Dallas, así que ha podido surgir por sí mismo. Ibor y yo a veces hablamos por Instagram. Lloré cuando aprobaron la adopción de Genevieve, una niña morena de tres años, y cuando tuvieron a Weston Junior, un bebé producto del alquiler de vientre. A pesar de que se llama como Weston, se parece a Ibor. Su niñera, una anciana regordeta, los acompaña junto al carrito de algodón de azúcar. A pesar de que Weston me dijo que pude haber sido su compañera, en realidad lo que quiso decir fue que pude ser su complemento. La mujer para ellos. A veces creo que continúan buscándola─. ¿Cómo estás tú? Ibor me dijo que no viniste sola. ¿Desde cuando eres rubia? Casi no te reconocí, pero él sí lo hizo al instante y me dijo que se acercaría. Creo que todavía le gustas.

Suelto una risita, negando.

Si se pudiera elegir a quién amar, los habría amado a ellos.

Seríamos tan felices.

Pero no se puede.

─Estoy bien ─susurro─. Estoy aquí con Tanner.

Weston me mira fijamente.

─¿Esas dos respuestas pueden venir juntas?

Asiento.

─Dejó a Pauline. ─Los ojos de Weston se llenan de sorpresa y de dolor, lo cual oculta rápidamente, pero lo noté. No importa si lo hice. No es como si lo fuera a delatar. Lo que nos unió, al fin y al cabo, fue eso─. Estamos juntos, pero no somos nada. Solo...

─No tienes que terminar de decirlo ─dice─. Sé lo que haces. Lo que siempre has hecho. Sin importar cuánto me duela verte en esa posición, mientras creas que existirá una posibilidad así será. La única manera de ser libre es haciendo lo que quieres real o que tus esperanzas se terminen de extinguir. ─Su mirada se suaviza─. Te sigo queriendo, Savannah. Realmente espero que suceda lo primero. Has esperado cinco años por esto. Dejaste ir mucho por esto. No mereces más que ser feliz y si es con él que lo logras, también lo estaré por ti por mucho que me duela. ─Me sonríe─. Asistiré a tu boda y sonreiré.

Aprieto su mano.

─Ojalá fuera tan sencillo.

Weston frunce el ceño.

─¿Qué cosa? ¿Ser feliz? En realidad es sencillo y aburrido. Escoge a la persona que menos daño te haya hecho, que más te ame, cásate y esfuérzate por hacerlo feliz a cambio y todo será el cielo.

─No ─murmuro─. Saber con quién serlo.

Él sonríe, levantándose y ofreciéndome su mano.

La tomo.

─Bueno, tenemos una habitación extra en nuestra casa si decides ser feliz ─dice, haciéndome reír─. Pero mientras compruebas, otra vez, que Tanner es un idiota, esto nos ayudará a sobrellevarlo.

─¿Qué cosa?

Weston sonríe, lo cual me hace retroceder con una sonrisa, de vuelta al primer año de mi carrera, y me alcanza. Suelto una risita cuando sus labios se unen a los míos. A la lejanía puedo ver a Ibor sonriendo con Weston Junior en brazos, pero cerca de nosotros se encuentra Tanner con las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros. El tic en su ceja es lo único que delata su molestia. Su eterna rivalidad.

─Wertheimer ─grazna Tanner.

Río, negando, cuando Weston se separa de mí.

Tanner es tan inteligente para algunas cosas, pero tan torpe para otras.

─Reed ─dice, sonriéndole, y atreviéndose a besar su mejilla cuando pasa junto a él, lo cual hace que las mejillas de Tanner cobren color por la ira. Antes de irse, me mira─. Ibor te enviará mi número. Estoy seguro de que solo terminaste con este insecto porque no estoy cerca.

Ladeo la cabeza, sonriéndole ampliamente..

─Claro.

Me guiña un ojo. Cuando mi atención va hacia Tanner, niego.

─No puedes estar enojado por esto.

─Te besó ─señala, adelantándose─. Está casado con tu otro amante, quién siempre estará enamorado de ti, y fuiste tú quién los unió.

No, me abstengo de decir.

Fuiste tú quién lo empezó.

Porque todo, absolutamente todo, siempre ha tratado de ti.

─¿Puedes culparlos? ─le pregunto, enredando mis dedos en su cabello oscuro y llevando mi mano libre a la parte frontal de sus pantalones. A pesar de mis movimientos, los cuales ocultan nuestras sudaderas, y de la dureza entre sus piernas que percibo casi al instante, es la tensión en su rostro lo que lo delata─. ¿Puedes?

Tanner aprieta fuertemente la mandíbula antes de responder.

─Puedo hacerte pagar por ello.

Retrocedo, soltándolo.

─No tengo miedo ─le digo─. He pagando por ello por mucho tiempo.

Su mirada se suaviza y se llena de arrepentimiento ante mis palabras.

─Savannah...

─Pero no podemos cambiar el pasado. Solo el presente. ─Lo abrazo para que no sea capaz de ver mis ojos. Él me lo devuelve, inconsciente de todos los sentimientos golpeándome el día de hoy y que, sorpresivamente, no lo involucran del todo─. Y el futuro.

Y hoy, más que nunca, soy consciente de lo que quiero en el futuro.

De lo que no sé si Tanner pueda darme.

Pero eso no significa que no lo ame.

Hola. Espero que les haya gustado el capítulo. A mí me encantó. Llevaba tiempo esperando este reencuentro y leer sus reacciones jajaja ahora solo nos falta el reencuentro con Pauline. No se olviden de comentar y dejar estrellita

A la novela le queda un estimado de 6/8 capítulos y tendrá 2 epílogos

Esperemos que nos lleve a un buen sitio <3

En fin. Las amo

Nos leemos pronto


Por cierto, empecé una nueva novela en Booknet. Se llama Heaven. Incluye sugardaddy, sugar babies y +18. Está increíble y Mave es un amor

Tampoco olviden seguirme en redes sociales para fandom, info y más. No sé si quieren que haga un live hoy hablando de Tanner y Heaven <3

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