Capítulo 46:
Barbours Cut es el nombre del terminal más transitado del puerto de contenedores de Texas, el cual es el más importante de Estados Unidos en lo que se refiere a tonelaje extranjero. Está situado en Houston y no tiene ningún tipo de competencia a nivel nacional. Es allí a dónde se dirige el buque de carga de Reed Imports anclado en medio del Golfo de México que Tanner hace detener en su trayecto en aguas profundas para que los ganadores de la excursión tras el partido de fútbol con los Kings puedan visitarlo. Cuando el yate se sitúa a una distancia prudente de él, no puedo evitar sentirme intimidada por su gran tamaño y el resplandor del metal, lo que él nota.
Sonríe mientras agita el contenido de su vaso, jugo de naranja, y se detiene a mi lado para contemplarlo. Lleva bermudas, un polo blanco, zapatos para navegar y un par de gafas oscuras que han ocultado su mirada de ojos oscuros de mí desde que salimos de su casa por la mañana. Yo utilizo la parte superior de un bikini negro de tiras largas que rodean una y otra vez mi torso hasta atarse sobre mi espalda y pantalones anchos blancos en conjunto con sandalias y un pañuelo de estampado floral en la cabeza. Los chicos que nos acompañan usan sus trajes de baño o cualquier prenda de ropa en compañía de esas lindas sudaderas de natación con el logo de Reed & Campbell program. A pesar de que acabo de conocerlos, la mirada esperanzada en sus ojos me hace desear hacer cada uno de sus sueños realidad.
Me hace querer comprometerme con esto como nunca he estado comprometida con nada a parte de tener una carrera exitosa.
─No te asustes. No es tan grande e intimidante por dentro como parece ─dice mientras toma un salvavidas y me hace señas para que alce los brazos. Después de que los levanto y encaja el salvavidas en mi cuerpo, ajusta las correas. Debido a su cercanía no puedo evitar inhalar su aroma y suspirar porque tengo buenos recuerdos de la noche anterior, en la que me recompensó por cuán mal me sentí durante la inauguración del sport bar. Eso trae una sonrisa engreída a su rostro─. Pero si aún así tienes miedo, puedes sujetarte.
A pesar de que no entiendo a qué se refiere, no se toma la molestia de explicarme. Se dirige a los chicos tras sacar cinco salvavidas más de una bolsa. Se los ofrece. Se asegura de que lo ajusten sobre su cuerpo de la manera correcta y si no lo hacen les indica cómo. Después de que pasa uno por su cuerpo y ajusta el intercomunicador en su oído antes de hablar, comprendo sus palabras. El sonido de movimiento metálico sobre nosotros hace que alce la cabeza y vea dos pequeños, pero sofisticados botes bajar a través de poleas. Cuando estos conectan con el agua, dos conductores los conducen a la entrada del yate. Olivia, una linda chica rubia extremadamente delgada que va en el bote con nosotros, se abraza a Xander, el atractivo jugador de fútbol americano con el IQ de un genio.
De todos nuestros becados, he notado que es con el que Tanner se siente más identificado debido a que Xan no solamente deberá cumplir con las exigencias de nuestro programa, sino también con las de su papel dentro de Longhorns debido a que cursará en la Universidad de Austin. Él intenta separase de Olivia ya que sus ojos marrones han estado puestos en una chica bajita y de cabello azul, Salomé, que es una prodigio en arte y nos entretuvo a todos de camino aquí haciendo retratos de cada uno con acuarelas, inclusive de Tanner, pero ella está tan asustada o finge estarlo que el agarre de sus dedos sobre su brazo es de acero. La imito cuando la polea nos sube, gritando y riendo al mismo tiempo mientras clavo mis dedos en la piel de Tanner.
─Cierra los ojos ─dice por encima del ruido que hace uno de sus cientos de buques, no lo sabría decir con exactitud, mientras aprieta mi rodilla con suavidad─. Si sientes miedo, solo ciérralos.
Lo hago y me concentro en la sensación de sus dedos acariciando mi piel. En la brisa salina impactando contra mi rostro. Las cosquillas en mi estómago me hacen sonreír y no puedo evitar sentirme como una niña pequeña en a bordo de una atracción en un parque de diversiones. Me estremezco cuando nos detenemos con una abrupta sacudida que hace que el bote se tambalee. Cuando separo mis párpados, Olivia y Xander están saliendo de él. Ella entre risitas y él con la mirada desviada hacia la otra nave en la que Salomé se haya con Gabrielle, una chica de piel oscura que puede resolver cualquier operación matemática que pongas ante ella, y Quebec, un adolescente de cabello rubio desordenado y mirada perdida con antecedentes penales. Acaba de salir de un reformatorio por clonación de tarjetas de créditos, pero es un indudable experto en tecnología.
En conjunto con los otros chicos que no asistieron al viaje, son tan variados y especiales que no puedo comprender cómo Tanner los encontró, pero no podría pensar en otras personas para ocupar su puesto. Todos provienen de familias con pocos recursos que ellos mismos han intentado sostener de alguna forma. Alguna de ellas me parten el corazón, pero todas me han hecho sentir admiración.
Amar más a mi madre y a mi abuela por luchar por un mejor futuro ya que gracias a su esfuerzo, al esfuerzo de personas como ellos, lo tuve sumamente fácil en comparación a ellas y eso es lo que Tanner y yo queremos que tengan. Que tengan los medios para solo preocuparse por sí mismos. Para esforzarse, porque aunque muchos no lo tomen en cuenta, a veces ni siquiera se tiene esa oportunidad. La oportunidad de demostrarle a todos cuánto vales. No cuando tu familia muere de hambre. Cuando uno de ellos está enfermo. Cuando no te han informado de las otras opciones. No cuando la sociedad te asfixia, exigiendo y exigiendo tanto de ti que termina impidiendo que lo hagas.
Aunque pueda odiar a Tanner por muchas cosas, cuánto significa esto para mí es una de las razones por las cuáles sospecho que nunca veré a nadie de la misma manera que lo veo a él. Se baja primero que yo del bote y presiona sus manos sobre mis caderas para estabilizar mis movimientos antes de que mis pies impacten sobre el piso de metal debajo. También me ayuda a salir del salvavidas. Al momento en el que mi cuerpo se encuentra nuevamente estable, lo primero que hago es cubrir mi frente con una de mis manos para bloquear el resplandor del sol y observar los cuatro montacargas sobre nosotros.
Su mecanismo se pierde en el cielo. El grupo se reúne con nosotros a los minutos y Tanner comienza a darnos una visita guiada a través de los contenedores en la cubierta del buque de su compañía. Son sumamente altos, alrededor de cinco uno encima del otro, y me encojo cuando empezamos a caminar entre ellos.
─En 1945 mi bisabuelo, el Coronel Schulze de la Alemania Nazi, firmó un acuerdo con los países aliados. Su confesión y colaboración a cambio de nuevas identidades para su único hijo sobreviviente, su esposa y su bebé, mi padre. Debido a que no les interesaba si morían o vivían después de todo el daño que ocasionó La Segunda Guerra Mundial, fueron transportados en un buque de carga como mercancía en uno de estos contenedores. No comieron más que pan y agua durante días. El oxígeno a veces les resultaba insuficiente. No tenían prendas de vestir o medidas sanitarias adecuadas. Sé que muchos de ustedes dirán que se lo merecían, lo cual está bien, pero solo quiero señalar como un hecho que la humanidad nunca dejará de combatir la crueldad con crueldad. ─A pesar de que no hace precisamente calor, me abrazo a mí misma a medida que nos internamos entre los pasillos que forma el metal apilado. Me hacía una idea sobre los orígenes de la familia de Tanner, pero nunca pensé que su enlace con la raza Aria fuera tan profundo. Solo asumí que sus antepasados fueron inmigrantes, como los míos, y que estos prosperaron después de haber sido refugiados de guerra, por lo que solo puedo observarlo con sorpresa─. Cuando llegaron a Houston solo se tenían a sí mismos. Estaban llenos de mugre, suciedad y cualquier otra secuela del traslado que tuvieron y de la guerra. Solo mi abuelo hablaba inglés y a medias. Vivieron a las afueras del puerto en el que desembarcaron por días, demasiado asustados de transitar por las calles del país que tanto los odiaba ya que no podían esconder sus orígenes, hasta que un capitán se apiadó de ellos y le ofreció trabajo en uno de sus buques y hospedaje a su esposa y a su hijo en su casa mientras la mantuviera cálida y limpia ya que no tenía familia. ─Los chicos guardan silencio, atentos a su historia, y se detienen frente a la barandilla cuando él también lo hace, contemplando el mar con las manos sujetas al acero inoxidable que la conforma─. Su salario era nefasto, así que a medida que el tiempo transcurrió mi abuelo empezó a invertir su dinero en traer mercancía de cada lugar que visitaba, por lo general Medio Oriente y Latinoamérica. Comenzó con pequeñas cajas de chocolates de Venezuela que su esposa revendía a sus vecinas cualquier domingo por la tarde y aunque le tomó años, ellas terminaron convirtiéndose en cientos de contenedores a su nombre a la semana. ─Tanner se gira hacia nosotros para señalar las estructuras de metal con el logo de su compañía impreso en ellos. Un sentimiento cálido, pero intenso, se apodera de mi pecho al contemplarlo. Orgullo─. Esos cientos de contenedores pasaron a ciento cuarenta buques operativos las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, navegando o anclados a algún puerto para liberar o recibir su carga. Mi abuelo empezó Reed Imports a partir de cero, mi padre la destruyó y yo hice que volviera a la vida porque mis antepasados me enseñaron que es posible crearlo todo a partir de nada y tenía a mi alcance las herramientas más importantes para el hombre que quiere superarse a sí mismo: el conocimiento, tanto teórico como el que surge a raíz del aprendizaje de los errores de otros, y el profundo deseo de impedir que alguien más dictamine tu futuro porque sabes que naciste para estar a cargo de él, no las grandes corporaciones, no quienes te dicen que no podrás y definitivamente no nadie al que no le importas ni siquiera lo que vale un grano de arroz con cáscara en oferta. ─Cuando termina de hablar y ninguno de los chicos dice nada, demasiados absortos en su historia, se quita las gafas y se frota los ojos antes suspirar y volver a ponerlas en su lugar, señalando luego hacia las grúas─. ¿Alguno de ustedes tiene algún interés real en conocer el funcionamiento de las grúas o del buque? ─les pregunta, a lo que ninguno responde─. Porque si no es así, podríamos llevarlos a casa ya, dónde podrían estudiar y hacer algo útil ya que hasta que no se gradúen y generen ingresos para devolverme todo el dinero que depositaré en su educación, son una inversión y no me gusta perder dinero. Ahora que su tiempo es mi tiempo el que estén aquí fingiendo que algo de esto les importa es una pérdida doble para mí.
Ruedo los ojos, pero no quiero ser molesta con los chicos, por lo que me uno a ellos cuando Tanner empieza a caminar hacia la polea para volver a los botes que nos llevarán a su yate. A medio camino, sin embargo, la suave voz de Olivia hace que todos nos detengamos.
─Esta embarcación está diseñada para el transporte marítimo de acuerdo a las normativas ISO de los contenedores. Generalmente sus sistemas son automatizados, pero noté que la mecánica de las grúas se quedó unos cuantos siglos atrás. No tienen ningún tipo de componente eléctrico salvo el usado para su manejo y para la seguridad. Su mecanismo es simple y creo saber por qué. ─Tanner, a mi lado, se detiene para contemplarla con una sonrisa de medio lado. Cuando hace un gesto con la cabeza para que siga, Olivia lo hace─. Mientras menos piezas o menos complejo sea un sistema, menos posibilidades tendrá de fallar debido a una de ellas. Prefiere invertir en mantener cuatro o dos componentes en perfecto estado en lugar de hacerlo en más que no sabrían si podrían o no fallar e igual manera requerirían de supervisión y mantenimiento. ─Cuando todos la miramos en búsqueda de una explicación, se encoje de hombros─. Entré en la escuela de ingeniería mecánica. Son nociones teóricas simples. Mi padre tiene un taller.
─Qué plot twist ─dice Salomé, haciendo reír a los chicos, en especial a Xander, quién ahora ve a Olivia de manera extraña también.
Le ofrezco una sonrisa suave a Olivia, cuyas mejillas se sonrojan. Sé por qué Salomé respondió de esa manera y aunque todos los demás lucen de acuerdo con ello, yo no lo estoy. El hecho de que dediques más de un par de minutos a ti misma frente al espejo no significa que no seas lista o que no tengas nada que ofrecer, al igual que no lo hace el que no. Olivia, con su cabello rubio y figura extremadamente delgada y frágil, es la personificación del concepto de modelo tonta.
No puedo evitar identificarme con ella.
Con el deseo de querer romper todos los estereotipos.
─Tanner no tendrá ningún problema en continuar el recorrido por ti.
A pesar de que sus ojos brillan con satisfacción ante la mente brillante que reclutó, mi socio y malévolo amante dirige sus ojos negros a mí.
─No, ya dije que no perderé mi tiempo y retractarte de una toma de decisiones es mucho peor que eso, pero el capitán de la nave lo hará. ─Presiona su intercomunicador y se aleja de nosotros, hablando en alemán mientras, sospecho, le da indicaciones. Cuando regresa se dirige a Olivia─. Te darán un recorrido completo por todas las instalaciones, además de pasantías a bordo por el par de días que esté anclado a Houston. Al llegar allí te traerán más ropa y material para hacer apuntes. También llamé a tus padres y les pedí permiso para esto. Están de acuerdo. ─Olivia asiente, visiblemente emocionada, y Tanner me mira de manera intensa─. Vámonos.
Acepto su mano cuando la tiende hacia mí.
─Conozco esa mirada ─susurro mientras nos dirigimos al bote.
Tanner sonríe en mi dirección.
─¿Cuál? ─pregunta.
─La mirada que dice...
─Señor, también me gustaría quedarme ─dice Quebec, deteniéndose y haciendo que el grupo se detenga también. Cuando Tanner le dirige una mirada llena de intriga, se encoje de hombros. Es el único que no está usando la sudadera de nuestro programa, sino una sudadera normal con capucha de aspecto viejo─. Siento curiosidad por sistema de navegación y los componentes eléctricos de la nave.
No muy convencido con su respuesta, Tanner asiente.
─Como quieras. Llamaría a tus padres, pero no tienes, así que suerte.
Dicho esto asciende el agarre de su mano a mi antebrazo y camina con rapidez hacia los botes. Tan rápido que no me percato de la mirada aterrada de Olivia hasta que es demasiado tarde y nos encontramos descendiendo hacia el mar.
*****
Tras dejar a los chicos en la cubierta, Tanner y yo nos excusamos en tener cosas importantes de las qué hablar para bajar a los camarotes. No puedo evitar soltar una risita y sentir la excitación ascendiendo por mi cuerpo cuando desabrocha el lazo de que mantiene la parte superior de mi bikini sujeta contra mi cuerpo. Sabe que no tenemos mucho tiempo, que debemos volver con nuestros becados, por lo que baja mis pantalones antes de abrir el cierre de los suyos y se sumerge en mí dentro del estrecho baño. Gruñe cuando clavo mis uñas en su nuca, demasiado perdida en la sensación de su pene raspando mi interior como para que me importe lo que hago o no con mis manos.
─Zorra ─sisea.
─Imbécil ─lo insulto, tirando mi cuello hacia atrás cuando me embiste más fuerte en consecuencia─. Ni siquiera soy capaz de sentirte. Hazlo mejor que eso.
─¿O qué? ─pregunta bajando la rapidez de sus estocadas, pero manteniendo su intensidad. Tiemblo cuando dirige sus labios a mi oído y me insta a sentarme sobre el lavamanos─. Después de que tuve que detener la excursión porque no soportaba la manera en la que me veías, tan hambrienta y necesitada de sexo, ¿crees que te creeré cuando dices que no soy lo suficientemente bueno? ─Bufa, enredando sus manos en mi cabello antes de darme la vuelta y presionar duramente mi rostro contra el cristal, el cual se empaña con mis exhalaciones─. Soy un dios, Savannah, pero solo porque tú me haces sentir como uno, y tú eres mi puta favorita.
─Sí ─jadeo cuando va aún más fuerte.
En contraste con su actitud salvaje, besa la cima de mi cabeza.
─Buena puta.
*****
Hemos pasado todo el día navegando, por lo que tanto Tanner como yo decidimos pasar la noche en tierra firme. Antes de dirigirnos a casa la casa de mis padres en la playa, sin embargo, pasamos por el mismo restaurante italiano a dónde fuimos con Weston y Pauline tiempo atrás. En esta ocasión también estaremos acompañados, pero la compañía será interesante. En la entrada de él Tanner deja de mirar su teléfono, vestido todavía de la misma forma, al igual que yo, para observarme.
─¿Tus amigos tardarán mucho en llegar?
Niego al oír un gritito infantil.
─Ya están aquí.
─¡Savannah!
Me arrodillo en el suelo cuando Samantha corre hacia mí. Una pequeña niña de rizos rojos y ojos verdes que se abraza a mi cuello cuando me alcanza, ensuciándome con la arena que cubre algunos sitios su traje de surf azul cielo. Cuando me alejo para mirarla, me enseña las conchas marinas que sostiene. Son caparazones de ostras sin ningún tipo detalle especial, pero ella las observa como tesoros.
─Tía Sav, mira lo que encontré en la playa ─dice, sonriendo. Tiene cuatro y es sumamente adorable. Regordeta de una manera que me hace querer abrazarla sin parar. A la lejanía veo a sus padres acercarse. Cuando nota a Tanner junto a mí, arruga la nariz─. ¿Quién es él y por qué se ve como un camarón? ¿No usó protector solar?
Ahogo una risita, viéndolo de reojo.
─Su nombre es Tanner y sí usó protector, pero su piel es muy sensible.
─La mía también. ─Su ceño se frunce─. Debes ir al dermatólogogo.
Tanner hace una mueca cuando toca su brazo, señalando su rojez.
─Creo que tienes razón. ─Le sonríe antes de dirigir sus ojos a mí, pero cualquier pregunta que tuviera sobre ella se desvanece cuando vemos a Anahí y a Hans acercarse. Ambos usan trajes similares a los de Sam, solo que negros, y caminan hacia nosotros con las manos entrelazadas. El cariño con el que él la mira supera cualquier mito de que el amor se apaga con el paso de los años, creando el suyo propio de que lo que ocurre es todo lo contrario. Cuando los reconoce, Tanner arruga la frente─. ¿Todavía mantienes contacto con estas personas? ─Afirmo─. ¿Por qué? ─insiste en saber, lo que no respondo ya que Sam nos observa con ojos amplios, absorbiendo todo lo que decimos como la pequeña esponja que es, y ellos se acercan.
─Savannah ─saluda Anahí con su característico tono indiferente y enojado, pero con genuina apreciación brillando en sus ojos. Cuando estos se posan en Tanner, se abren con asombro que rápidamente apaga antes de agacharse para recoger a su niña del suelo─. ¿Reed?
Tanner afirma, dirigiendo su atención a su esposo.
─Hans.
─Tanner ─saluda este con una mueca, mirándome luego─. ¿Por él no has aceptado salir con mis amigos? ¿Es en serio, Savannah? ¿Acaso fui el único que dejó las dro...? ─Se corta cuando Anahí lo fulmina con la mirada, recordándole a Sam─. ¿Qué dejó la palabra con d?
Me limito a reír y a abrir la puerta para que todos pasemos ya que es Anahí quién responde por mí mientras entra con Samanatha jugando con sus conchas de otras y guindada a su cadera. Sus padres son biólogos marinos y pasan dos tercios de su vida en el mar, así que ella también lo hace. Al igual que su madre, ambas parecen sirenas con su cabello rojo y belleza natural debido a que ningún tipo de maquillaje lucirá mejor que sus pecas y piel sonrosada por el sol. Hans sigue siendo delgado y desaliñado, su cabello oscuro largo, pero convertirse en padre y luego en esposo le ha dado ese aire de hombre de hogar sumamente atractivo y conmovedor de contemplar.
Después de que Gordon terminó en prisión por violar la orden de alejamiento que debía mantenerlo lejos de mí, descubrieron que estaban esperando a Sam. Ambos terminaron la universidad antes de que Anahí diera a luz. Querían venir a Corpus Christi para ejercer su profesión en algunos estudios que se realizaban en aquel entonces sobre la fauna y flora marina y mis padres querían vender la casa de la playa porque les enojaba gastar dinero en el mantenimiento de una propiedad que casi no utilizaban, así que hice un trato con Larissa. Arreglé que Hans y Ana se hicieran cargo de ella a cambio de hospedaje. Después de un par de años ambos pudieron reunir el dinero suficiente para mudarse y abrir su propio pequeño museo de especies marinas, además de una pequeña academia de surf que Anahí maneja porque siempre ha sido una deportista.
Le pusieron Samantha a su hija porque Savannah sería muy obvio.
He hecho un montón de cosas mal en la vida, pero ayudarlos no ha sido una de ellas a pesar de que tuve mis propias razones egoístas para ello. Quise aportar mi grano de arena y observarlos como si se trataran de un experimento, supongo, ya que cada vez que me siento mal por algo pienso en ellos y en cuán felices son a pesar de lo mucho que tuvieron que luchar para alcanzar dicha felicidad. Anahí fue abusada y manipulada por su novio, quién se aprovechó de sus vulnerabilidades para usarla como quiso. Hans era su camello y la aceptó como moneda de cambio antes de darse cuenta de lo que sucedía. De que Anahí no era tan detestable como pensábamos.
Si ellos pudieron, quizás no todo esté perdido para mí.
Me dan esperanza de que llegará el día en el que sea muy feliz.
─Savannah no aceptó salir con tus amigos porque son pésimos partidos, Hans ─dice Anahí cuando llegamos a la mesa, sentándose en el asiento que él echa hacia atrás para ella. Tanner no hace lo mismo por mí, pero sus ojos no abandonan los míos hasta que Sam llama su atención enseñándole sus conchas marinas. Mi corazón se rompe cuando sus ojos oscuros se enfocan en ella y veo un profundo dolor en ellos cuando hace todo lo posible por sonreírle y lucir interesado en lo que la niña dice. A pesar de que eso no define si lo será o no, no puedo evitar pensar que sí sería un buen padre y que independientemente de todo lo que haya sucedido, Pauline fue egoísta. Si Tanner quería a su bebé, incluso enfermo, al menos debió haberlo escuchado─. A parte, todos aquí sabemos que ellos tienen historia.
Hans rueda los ojos.
Yo solo me limito a sonreír ya que fue precisamente por eso, por su conocimiento sobre nosotros, que los invité aquí, cansada de estar alrededor de personas que nos señalarían o juzgarían porque lo que hacemos está mal. Es prohibido y dañino y aún así no lo siento equivocado. No siento ni un ápice de culpa o remordimiento.
─Sobre eso, ¿se enteraron de la semana de reencuentro?
─¿Semana de reencuentro?
Anahí afirma.
─La Universidad de Austin hará una especie de festival para todos sus egresados. Dura una semana a partir del lunes. Hans no quiere ir, pero yo sí. ─Baja la voz, sus mejillas tiñéndose de rojo─. Me gustaría ver nuevamente el sitio en el que todo ocurrió. Quizás ustedes no tengan buenos recuerdos de esa época, pero fue gracias a esa época que estoy aquí, que soy feliz, y realmente me gustaría vivirlo otra vez.
Tanner le ofrece su celular a Sam, quién se sienta a su lado para jugar con él en silencio. Sin tener ni idea del tipo de juegos que pueda tener en él, alzo las cejas, pero ella luce tan feliz y concentrada en la pantalla que no me inmiscuyo. Sus padres tampoco lo hacen.
─¿Quieres revivir cómo enviamos a tu ex psicópata granjero a prisión?
Anahí niega.
─No ─susurra, viendo a Hans, quién presiona sus labios contra su frente mientras habla─. Quiero revivir cómo conocí al amor de mi vida y cómo finalmente me encontré a mí misma a pesar de que pasé veinte años de mi vida sin saber que estaba perdida.
Le sonrío.
─Si no quieren acompañarnos, podemos ir juntas.
Anahí me observa con agradecimiento.
─Eso estaría bien.
─Mami ─la llama Sam, trayendo la atención de todos a ella─. ¿Qué es un ex psicópata granjero? ¿Puedo tener uno para mi cumpleaños?
Tanto Tanner como Hans gruñen.
─Sobre mi maldito cadáver tendrás uno, Sam ─dice su padre.
Pero eso solo la hace sentir más curiosidad.
─¡Quiero uno! ─se ríe y tanto Anahí como yo compartimos una mirada, sabiendo que haremos hasta lo imposible para que eso no le suceda a Sam y que ambas podemos ser muy diferentes en muchas cosas, pero que una vez nos unió el gusto culposo por los chicos así.
Que en mi caso, todavía estoy allí.
Y me encanta.
*****
Después de pasar la noche hablando sobre el museo, al cual nos invitaron y animaron a visitar la próxima vez que vengamos a Corpus, y su escuela de surf, la pequeña familia se despide de nosotros en el estacionamiento. Media hora después estamos en el interior de la casa de playa de mi familia. Hans y Anahí se pasan al menos una vez a la semana por aquí o contratan a alguien para que la limpie, por lo que todo está limpio, pulcro e intacto. Como si los años no hubieran pasado desde esa vez que vinimos y lo descubrí masturbándose mientras murmuraba mi nombre en el baño. Como esa vez que vinimos y me rompió el corazón a la horilla de la playa. Entramos a mi habitación luego de conectar la electricidad y jadeo cuando me toma en brazos para llevarme al baño. Ambos seguimos pegajosos, por lo que soy feliz cuando el agua cae sobre nosotros. Tanto por lo fresca y renovada que me siento como por la visión que su cuerpo desnudo, mojado y sonrosado ofrece. Cuando se inclina sobre mí apoyando su mano encima de mi cabeza sobre las baldosas, junto nuestros labios.
Sisea cuando paso mi mano por la piel de su pecho.
Sam no exageraba. Tanner se quemó con los rayos del sol.
─Debes aumentar el espectro de tu protector solar.
Tanner niega, alejándose mientras toma una pastilla de jabón que compramos en la farmacia de camino aquí y la pasa por su cuerpo. Cuando termina de lavarse a sí mismo, se acerca a mí y la pasa con suavidad sobre el mío, tratándolo con más cuidado que con el que trató el suyo pese a su piel enrojecida. Sus movimientos son delicados y destinados a alguien que veneras. Que aprecias más allá de cualquier cosa. Me hacen sentir deseada y a la vez adorada.
Quizás querida.
─Lo he intentado todo, Sav. Haga lo que haga, este siempre será el resultado de venir a la playa. Creo que servirá más si consigo nuevos genes para mí. ─Gimo, un sonido que atrapa con su boca al sus labios encontrase tan cerca de los míos, cuando desliza la espuma que creó por mis pechos, contemplándolos y apreciando cómo mis pezones se endurecen bajo su tacto─. A pesar de que los años han pasado, nunca he podido dejar de preguntarme cómo algo tan insignificante como el color de nuestra piel pudo de destruirnos como lo hizo.
Ante sus palabras, alzo la vista hacia él.
─Tu bisabuelo cometió el error de seguir una ideología atroz y estoy segura de que pagó el precio. ─Sostengo su rostro entre mis manos, el agua cayendo sobre nosotros, obligándolo a verme fijamente─. No tienes por qué sentirte culpable por los crímenes que él cometió.
Tanner traga, retrocediendo tras retirar mis manos de su rostro.
─No, pero por los que yo cometí sí.
Hola. Espero que el capítulo les haya gustado <3
Estaba pensando en retirar la novela para editarla y luego subirla debido a muchos motivos, pero bueno. Al final decidí terminarla tal y como está antes de la edición. Realmente espero que les haya gustado y que le den amor al cap
Nos leemos pronto
Love u
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