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Capítulo 45:

Los Longhorns le ganan a los Tigers por un amplio margen. Cualquier crítica sobre el rendimiento del equipo durante la temporada se desvanece cuando Tanner juega como si necesitara ganar para sobrevivir, siendo agresivo y letal con cada uno de sus lanzamientos. El balón gira en el aire como si estuviera diseñado para hacer realidad todas sus jugadas. Anders e Ibor también tienen mucho que ver con nuestra ventaja. Taclean y aplastan a los jugadores del equipo contrario como si estuvieran hechos del papel, Grayson siendo tan violento al respecto que envía a más de uno a la enfermería o al hospital en una ambulancia. Sus oponentes se pasan todo el juego mirándose entre sí, probablemente preguntándose si es realmente viable continuar con el partido si todos terminarán con las piernas o los brazos rotos cuando no tienen ninguna esperanza de ganar. En cualquier otro juego alguien como Anders ya estaría fuera, pero mi defensor juega sucio de una manera que nadie puede cuestionar ya que cuando hiere a alguien más, lo hace parecer dentro de reglas deportivas. Es como si tuviera perfeccionado el arte de pasar desapercibida su violencia y lo que esté mal con él.

No tenía pensado asistir a ninguna fiesta después del juego, pero después de lo que sucedido con el pelirrojo junto al puesto de cervezas no puedo evitar alegrarme, un sentimiento que nace desde lo más profundo de mis entrañas, cada vez que su equipo hace una mala jugada o alguna de las buenas es interrumpida por los enormes cuerpos nuestra línea de defensa. O cada vez que Tanner usa su brazo y hace una anotación antes de mirar al sitio en el que Pauline y yo nos encontramos como si quisiera decir algo con su usual expresión sin expresión, aunque no tengo idea de qué es.

Indiferente a cualquier cosa que haya pasado entre nosotros, choco mi puño con el suyo cuando el juego acaba y trota hacia dónde Pauline y yo nos encontramos esperándolo en el estacionamiento para ir a celebrar.

En su caso, su victoria.

En mi caso, la derrota de los Tigers, el cual es ahora el equipo que más odio dentro de la liga universitaria de fútbol americano y de todo el mundo deportivo.

Felicidades ─murmuro─. Fue un juego espectacular.

Tanner se encoje de hombros, restando importancia a su éxito, con Pauline guindada de su brazo al instante en el que se detiene junto a nosotras. A duras penas contengo el impulso de rodar los ojos. A veces se ve como si su relación fuera una coreografía. Como si cada paso que dieran estuviera diseñado por el autor de los clichés americanos. Extremadamente adorables para algunos, asquerosos para otros.

Tuve la inspiración adecuada ─dice mirándome fijamente antes de echarle un vistazo a su novia y sonreír, lo que hace que el ceño fruncido en la frente de ella se deshaga mientras le devuelve la sonrisa. Por la forma en la que Pauline lo mira, me digo a mí misma que soy la única que escuchó el matiz oscuro de burla en su penetrante voz, al igual que soy la única que cree que ella está en mi lugar─. Sin eso no habría ganado.

Lo hiciste bien, bebé ─murmura ella mientras se pone de puntillas para besar su mejilla en respuesta, a lo que Tanner se tiene que inclinar hacia un lado para recibir el contacto de sus labios─. Todos estamos sumamente orgullosos de ti.

Después de agradecerle con la mirada el cumplido, enfoca sus ojos oscuros en mí e inclina la cabeza hacia su Raptor negra a modo de invitación, la cual se encuentra estacionada al otro lado del patio en el que los vehículos se aparcan cuando los puestos convencionales se llenan. Tanner todavía se encuentra utilizando la parte superior de su uniforme, lo cual incluye sus hombreras, pero ha cambiado la parte inferior por un par de vaqueros y sus tacos por zapatillas negras. Salió antes que todos los demás de los vestidores, por lo que, junto con su olor, el cual no es precisamente desagradable y percibo cuando se inclina para abrirme la puerta de la cabina trasera de su camioneta después de que hace lo propio con su novia, deduzco que todavía no se ha dado una ducha, lo cual hace siempre al instante en el que escucha el pitido que da fin al juego.

Mi ceño se frunce al notarlo.

El aseo personal forma parte de sus trastornos de ansiedad. Debe haber algo carcomiéndolo por dentro o manteniendo su mente tan ocupada que su TOC queda de lado, pero no me desgasto a mí misma averiguando qué es. Me limito a contemplar el exterior a través de la ventana hasta que me hace girar el rostro hacia él al encender la radio y subirle todo el volumen, gritando luego en búsqueda de mi opinión, mirándome por el retrovisor, y la de Pauline. Es una emisora en español, así que ella no entiende la música y puedo ver cuán afectada está por ello con su expresión de disgusto.

¡¿Así está bien?! ─pregunta, a lo que ella intenta bajarle el volumen, pero él detiene su mano antes de que llegue al botón─. ¿Savannah? ─insiste en obtener una respuesta de mi parte, sin gritar, por lo que debo leer sus labios.

Mi garganta se seca ante su exigencia.

Ante la mirada incrédula y molesta de Pauline, quién lo ve como si no entendiera qué está sucediendo, por qué la opinión de alguien que no es su pareja es repentinamente tan importante. La entiendo. Yo tampoco sé por qué o no tengo ni idea de lo que su novio planea, puesto que Tanner siempre planea algo.

Ninguno de sus movimientos es deliberado.

Nunca.

Es el ser más calculador y manipulador que conozco.

Yo.... ─murmuro, tratando de encontrar la forma de salir de esta sin que nadie salga herido o afectado de ninguna manera─. Está bien como Pauline quiera.

Podría haber sido una perra y decirle que está perfecto así, lo que en realidad es verdad porque adoro la música alta tanto como ella la odia y los tres lo sabemos, pero no soy la clase de perra que se deja en evidencia de esa manera. Soy una perra discreta y sutil. Tanner me dedica un mirada extraña por el retrovisor, entre decepcionada y molesta, antes de alejar su mano y permitir que ella le baje el volumen. Pauline lo hace por completo, sumiendo el interior de la camioneta en un horrible silencio que me hace querer cometer suicidio dejando de respirar. Nunca había querido más llegar tanto a mi destino como ahora, lo cual es un efecto común de los paseos con ambos.

No se lo recomendaría a nadie.

Posteriormente ella vuelve a sentarse correctamente en el asiento cruzando sus brazos sobre su pecho, lo cual significa que podría explotar en cualquier momento porque esa es la posición que adopta cada vez que no está de acuerdo con algo al punto de no poder soportarlo. Esa expresión de mejillas infladas y cuello tenso enrojecido. Presiono mis labios juntos entre sí para evitar sonreír cuando se aclara la garganta sonoramente antes de soltarlo, dispuesta a dejar de lado mi odio por las palomitas si alguien me diera simplemente unas en este momento. Estoy entre disgustada por tener que presenciar su pelea, por estar de alguna manera involucrada en ella cuando he estado intentando huir de ellos por meses, y extasiada porque... bueno.

Esa parte oscura de mí disfruta verlos desmoronarse.

No tienes por qué ser tan idiota ─sisea, su tono de voz tembloroso, suplicante y lleno de ira al mismo tiempo, una combinación que no creí que alguien podría lograr, mucho menos Pauline, hasta que la escuché salir de sus labios. Aunque me guste Tanner y yo misma he terminado pisoteada por su terrible personalidad, siento ganas de decirle que no se arrastre así por él─. Estábamos bien. La estábamos pasando bien. No sé qué te hice, pero no es agradable que me hagas sentir de esa manera de la nada, Tanner, cuando se supone que ya lo habíamos solucionado ─susurra, obteniendo solo más silencio como respuesta, a lo que se gira hacia él de manera abrupta─. ¿No contestarás?

La mandíbula de Tanner se endurece, sus puños apretados con fuerza sobre el volante, el cual no me extrañaría que pudiera romper en cualquier momento debido a la manera en la que sus dedos lucen tensos y sin irrigación sanguínea. Relamo mis labios a la espera de su respuesta, sintiéndome como la espectadora de un partido de tenis.

Verlos pelear no se siente tan bien como debería, pero tampoco completamente mal.

¿Hacerte sentir cómo, Pauline? ─le pregunta, echándole un vistazo antes de girar abruptamente el volante de una manera que hace que todos nos agitemos en el interior de la cabina, cambiando de sentido y yendo en dirección contraria a su fraternidad─. ¿Cómo si tu opinión no fuera la única que importara? ¿Cómo si otras personas a parte de ti tuvieran algo que decir que merezca ser oído? ─Bufa─. Lo siento, novia, pero no es un sentimiento. Es la realidad que tanto te niegas en aceptar.

Separo los párpados en una especie de estado de shock.

Pauline abre la boca para replicar al instante en el que escucha a Tanner, pero a último momento piensa mejor su respuesta y la cierra solo para abrirla de nuevo tras un pequeño momento de meditación. Para ese entonces sus ojos se ven llorosos y apagados. Cansados. Como si llevaran tiempo discutiendo sin sentido de esta manera.

Llévame a casa, Tanner.

Él se gira hacia ella, una sonrisa cínica en su rostro.

Eso hago.

Aunque en parte me cause satisfacción verlos pelear, no puedo evitar sentir repulsión hacia su actitud y bajarme junto con Pauline cuando Tanner se detiene frente al edificio en el que está nuestro dormitorio. Ni siquiera pasa por mi mente la idea de ir a festejar con él sin ella, no después de su extraña actitud, pero Pauline la pone ahí empujándome hacia el asiento copiloto a penas me ve junto a ella.

No ─dictamina─. Necesito estar sola.

Miro hacia sus ojos marrones con las cejas sumamente juntas, todavía más confundida con su actitud de lo que lo estoy con la de Tanner, lo cual es mucho decir.

Pauline...

Aunque no puedo estar en la misma habitación que él justo ahora, necesito que te asegures de que no cometerá ninguna locura. ─Al ver cómo mi expresión pasa a preocupada e insegura sobre si hacerle caso o no, la angustia se apodera de cada centímetro de su cara─. Sav ─murmura mi nombre como una súplica─. Por favor. Siento que Tanner tiene a alguien más y yo... confío en ti. ─Mi garganta se cierra. Separo los labios para replicar ya que definitivamente no puedo irme con él, no con Pauline sospechando de esa manera y el hecho de que me muero por su novio prácticamente escrito en mi cara, pero ella me interrumpe tomando mis manos y apretándolas con tanta insistencia que me duele─. Por favor ─insiste─. Confío en ti. Cuídalo por mí.

Trago.

Le echo un vistazo de reojo a Tanner, quién se encuentra mirando al frente con la mandíbula apretada y tamborileando sus dedos sobre la cima del volante con gesto de impaciencia. La música está de nuevo alta y por eso no nos escucha hablando sobre él. Sospecho que no se ha ido todavía debido a que la puerta del asiento copiloto todavía está abierta. Cuando me percibe mirándolo, gira su rostro hacia mí y yo giro el mío de vuelta al de Pauline, temiendo dejarme en evidencia de alguna tonta manera.

¿Por qué crees que tiene a alguien más? ─le pregunto─. ¿Has visto algo?

Ella niega.

No. Es solo un presentimiento. ─Su rostro se crispa, contrayéndose, antes de relajarse como si no me acabara de decir que piensa que Tanner le está siendo infiel─. Quizás solo está en mi cabeza, Savannah, pero de todas formas... ve con él, por favor.

Me muerdo el labio con fuerza, sin poder creer estar en esta situación, antes de responder. Ya no solo se trata de mi atracción por Tanner, el cual era el caso de unos meses atrás, sino también de mi especie de noviazgo con Weston. Yo tampoco soy libre.

Aún así, no puedo evitarlo.

Me deberás una ─murmuro.

Ella sonríe.

Sus ojos están llenos de alivio, pero sus hombros están tensos.

Gracias.

Al igual que yo, le echa un vistazo rápido a Tanner antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia el edificio en el que vivimos. Una vez traspasa su entrada, entro en su camioneta. Sin mirarlo, me abrocho el cinturón y le bajo el volumen a la radio.

Él no me detiene.

Eres un idiota.

Tanner no lo niega. En lugar de perder el tiempo debatiendo lo obvio, arranca.

No le dije nada que no fuera cierto. ─Sorprendida por su tranquilo tono de voz cuando se supone que acaba de salir de la tercera guerra mundial, me giro hacia él con los ojos abiertos como platos─. Amo a mi novia, Savannah ─dice─, pero ella no está hecha soportar esta noche ni esta noche está hecha para personas como ella.

Ni siquiera me molesto en ocultar la sorpresa en mi tono de voz.

¿Peleaste con ella a propósito?

Tanner se encoje de hombros.

Es por su bien.

La ferocidad en sus palabras me hace darme cuenta de que realmente él piensa eso, que se preocupa por ella de su extraña y machista manera que no tiene nada que ver con la realidad actual, pero que Pauline adora que vierta sobre ella.

Pero ya que no me corresponde a mí opinar, me enfoco en lo que me concierne.

¿Qué pasará hoy? ─pregunto─. ¿Qué puede ser tan peligroso?

Tanner hace una mueca, pero sus ojos sonríen mientras conduce con una sola mano y abre una cerveza de lata con la otra, la cual lleva a sus labios antes de contestar.

No lo sé ─susurra─. Dímelo tú.

Mis cejas se juntan.

¿Qué cosa?

Tanner deja de mirar hacia el frente para fijar sus ojos oscuros en mí, el pálido y sonrosado perfil de su rostro siendo alumbrado por las farolas.

Cómo quieres vengarte del imbécil que te molestó hoy.

¿Más?, pregunta una voz en el interior de mi mente a la que no le hago caso.

La misma voz que no oí cuando incendié el auto de Gordon.

¿No se fue luego de que Anders lo golpeara?

Tanner niega.

No ─responde, volviendo su vista al frente─. Arregló su nariz en la enfermería y ahora está en una fiesta privada a las afueras de Austin que organizaron a última hora.

Mi pecho se oprime cuando un presentimiento me inunda.

¿Tú?

Tanner curva sus finos labios hacia arriba.

Necesito que hagas algo por mí esta noche ─dice─. Así que no importa. Lo que sea que desees que pase con él, está hecho. Solo abre tu boca y pídelo, Sav.

Miro hacia abajo.

Hacia mis manos, las cuales puedo ver tan sucias y llenas de pecados.

¿Qué importa uno más?

Cuando tratas con un abusador de esa magnitud, no solo se trata de ti. Se trata de las chicas que hubieron antes y que habrán después. En mi caso no les tengo miedo y siempre he podido defenderme a mí misma porque estoy acostumbrada a lidiar con ellos, soy una especie de imán para atraerlos, pero sé que con todas no es así.

Está bien ─digo, suspirando─. Estoy dentro.

Él asiente, complacido.

Bien.

Aparto un mechón de cabello de mi rostro y lo escondo tras mi oreja antes de verlo de nuevo, apreciando por debajo de mis pestañas su belleza dura y fría, como el acero inoxidable más resistente al calor, mientras continúa conduciendo.

¿Qué es lo que necesitas que haga por ti?

Nada que te pueda resultar difícil ─promete.

*****

Hay una fiesta en la fraternidad de Tanner cuando llegamos a ella, pero no hay ningún miembro del equipo de fútbol presente. Me quedo en su Raptor mientras se cambia, fijando mis ojos en todos los sujetos borrachos haciendo desastre en el jardín. Cuando veo a caminar Tanner de regreso a su auto, siendo interceptado decenas de veces por fanáticos a quienes tiene que saludar, la baba prácticamente se desliza por mi barbilla. Está usando una camisa tipo polo, vaqueros y zapatillas del mismo tono negro por debajo de su chaqueta de capitán de los Longhorns, la cual hace contraste con su ropa.

Contengo el impulso de rodar los ojos.

No se cambió antes porque no quería que Pauline sospechara, pero aún así ella lo hizo.

No hablamos de nuestro plan hasta estar a un par de kilómetros de la cabaña en medio de la nada a las afueras de Austin, recorriendo un camino solitario que está alumbrado por luces que se sostienen a los troncos de los árboles, escuchando música en silencio.

¿Llamaste a los chicos?

Tanner asiente.

Sí, todo está listo. ─Se relame los labios antes de echarme un rápido vistazo y hacer un cruce. Al final del sendero que tomamos finalmente soy capaz de ver la cabaña de troncos entre San Marcos y Austin de Grayson. Cualquiera de los motivos que se me vienen a la mente cuando intento descifrar por qué alguien tendría una propiedad como esa me resulta escalofriante, por lo que no escarbo en ello. No cuando sirve a mi favor y, no quiero saber─. Si todo sale bien hoy, mataremos dos pájaros de un tiro.

Tanner vuelve a mirarme al mismo tiempo que yo ladeo la cabeza hacia él para sonreír, tanto ansiosa como nerviosa. No solo le daremos a mi abusador una cucharada de su propia medicina, haciéndolo pagar a nuestra manera, sino que también lo ayudaré a descubrir quién frogó a Pauline poniéndome a mí misma como blanco.

Espero.


Chicaas, las extrañé y las amo, pero mañana tengo un examen horrible. Espero que nos podamos ver de nuevo pronto -cries-

Las amo

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