Capítulo 43:
La cena de mi cumpleaños es silenciosa. Mi mente sigue girando alrededor de las confesiones y advertencias de Tanner y la sorpresa de haber visto a Weston y a Pauline tan juntos en la cocina, así que no le presto mucha atención a los intentos del rubio de entablar conversación. Las experiencias cercanas a la muerte deben aumentar el apetito ya que devoro el doble del número usual de rebanadas que normalmente comería. Del otro lado de la mesa Reed me observa esporádicamente con el ceño fruncido, pero me fuerzo a mí misma a no prestarle demasiada atención ya que cada vez que lo veo debo presenciar la manera en la que Pauline se apoya en uno de sus brazos y lo mira con ojos de cachorro. Estoy tan aburrida de ello.
De ella luciendo como si de verdad lo amara.
Como si de verdad tuviera una idea de quién está sentado a su lado.
─Me encanta que hayamos venido aquí, pero la verdad es que me estoy muriendo y esta vez del aburrimiento ─suelto de repente, trayendo la atención de todos a mí. Incluso con mis padres estaría divirtiéndome más, obligada a cubrirme los ojos con las manos y a reír mientras papá, ebrio, invita a mamá a bailar─. Bailemos ─susurro, hipando, debido a que me terminé yo sola lo que quedaba de la botella de champagne de Tanner, más o menos la mitad, antes de que estuviera lista la cena, y yendo hacia el reproductor de música para conectar mi teléfono.
Lo dejo en la mesita, pero tomo otra copa con alcohol mientras me dirijo a la cubierta.
Sin mirar a ninguno de los tres, empiezo a mecer mis caderas al ritmo de Toda de Alex Rose, una canción lenta en español que probablemente solo Tanner entiende y que me hace suspirar. Desear estar rodando en una cama en compañía de alguien y sentarme en su regazo.
─Suena caliente ─escucho decir a Weston a mis espaldas con voz entrecortada, en compañía de sonidos que indican que están levantándose para unirse a mí, mientras me meso contra la barandilla y me doy la vuelta, esperándolos, pero ni él ni Tanner se acercan, viéndose casi nerviosos, lo cual es adorable tomando en cuenta que ambos casi me asesinan a su manera.
Solo Pauline camina hacia mí. Su seguridad es fingida. Sus mejillas están rojas y sus pasos son lentos. Sus manos tiemblan y sus ojos me gritan que está casi tan ebria como yo. Sigue usando su pequeño bikini rojo, así que inevitablemente la atención de Tanner y de Weston viaja a ella. La mía también. Sus pequeños pezones están fruncidos por debajo de la fina tela que los recubre y de cuando en cuando aprieta sus muslos como si no soportara la tensión de su cuerpo. Me uno a ella con lentitud, moviendo mis caderas, y Pauline tira de su cabeza hacia atrás, riendo, cuando giro mi copa unos centímetros sobre sus labios y bebe lo que queda en mi copa.
La dejo en el suelo antes de unirme a ella, consciente de que ahora la atención de Tanner y Weston está en ambas. Pauline se ahoga con su propia saliva al darse cuenta de ello e intenta apartarse de mí a pesar de la oscura satisfacción en su mirada, pero no lo permito. Le doy una probada de lo que significa ser yo tomando sus caderas en mis manos y ascendiendo por su piel suave y sonrosada hasta alcanzar el lazo que mantiene la parte superior de su bikini en su lugar.
Tiro de él con suavidad, obteniendo un jadeo de su parte como respuesta y dos gruñidos de apreciación masculina. Es injusto que el peso de todo esto recaiga solamente sobre ella, así que paso mi suéter por encima de mi cabeza y sonrío, mi rostro escondido en la curva entre su delgado y frágil cuello y su hombro, cuando esos gruñidos se convierten en sonidos ahogados. El calor de los pequeños pechos de Pauline se dirige hacia los míos y viceversa mientras nos mesemos para ellos. Miro a Weston fugazmente, arrogante ante el hecho de que si existe la posibilidad de que quiera a Pauline, sepa que yo podría tenerla primero si quisiera, al igual que a él o a Tanner porque aunque todos aquí tengan sus propios intereses egoístas, ninguno es capaz de dejarme ir, incluyendo a la rubia entre mis brazos, y eso es por algo, antes de tomar las mejillas de Pauline entre mis manos y deslizar mi lengua sobre su boca hasta que jadea.
Baby, porque quiero maltratarte toda
Él te lo hace a medias, yo te beso toda
Quédate conmigo y le picheo a todas
Como tú ninguna, tú le ganas a todas
Ya que a la pequeña pueblerina católica no es particularmente fanática de la dureza, sino de la suavidad, probablemente encuentra consuelo en mis atenciones debido a la manera en la que me devuelve el beso, primero con timidez y después con entrega, mientras permite que explore un poco más en su cuerpo con mis manos como si estuviéramos a solas en nuestro dormitorio y no con una audiencia frente a nosotros. Ambas reímos cuando las manos de la otra viajan a los lazos laterales de las respectivas partes inferiores de nuestro traje de baño. Somos dos diosas jóvenes en su mayor esplendor, así que ninguna de las dos se siente intimidada cuando quedamos completamente expuestas ante nuestros chicos. Tanner traga sonoramente, su atención completamente fija en nosotros, mientras Weston empieza a quitarse la ropa.
Cuando el rubio hace ademán de acercarse, se lo impide presionando su brazo contra su pecho.
─Déjalas jugar.
Weston frunce el ceño en su dirección, arruga que se deshace cuando Pauline y yo nos dirigimos al jacuzzi y soltamos chillidos cuando el agua caliente relaja tanto la contracción de nuestros músculos durante el baile como la tensión que creamos alrededor de ambas.
Tiro de mi cuello hacia atrás, riendo, cuando pasa sus manos por su torso, sonriendo ante los gemidos de apreciación que obtiene como respuesta a cada uno de sus movimientos. Sus ojos brillan con emoción, como si acabara de descubrir el poder que tiene como mujer frente al sexo masculino en este ámbito, y salta sobre sí, lo que hace que sus pequeñas tetas se agiten e, interiormente y en el fondo, me sienta orgullosa de haberla arrastrado al lado oscuro.
Quizás ahora no sea tan perfecta y casta ante sus ojos como Tanner cree que es.
─Están tan calientes ─murmura, sonando feliz.
─Sí ─susurro en respuesta, ofreciéndole un rápido vistazo a Tanner, a su entrepierna abultada, y a Weston en las mismas condiciones antes de salpicar a Pauline con agua─. Lo están.
Ella ríe y me salpica de regreso, luciendo desinhibida y feliz.
Mis sentimientos negativos hacia ella se aflojan por un momento ante ello, pero regresan cuando Tanner y Weston se unen a nosotras en iguales condiciones de desnudez. Trago cuando mis ojos se enfocan en el pelinegro, el cual se sienta junto a Pauline y la arrastra a su regazo. Weston no tarda en hacer lo mismo conmigo, sentándome sobre su erección y haciéndome envolver su cuello con mis manos. Cuando escucho a la rubia reír ante lo que sea que Tanner esté murmurando en su oído mientras la estrecha contra él con cariño, empiezo a arrepentirme de haber armado todo este espectáculo. Weston me abraza cuando apoyo mi cabeza en su pecho. Después de unos segundos toma mi barbilla entre sus dedos y la alza para que lo vea.
─Cuando pienso que no puedo desearte más, encuentras la manera de que lo haga.
Antes de inclinarme sobre él para besarlo pasa por mi mente el recuerdo de cómo se sintió ser ahogada, intencionalmente o no, y no puedo evitar estremecerme con disgusto, lo que mi novio percibe con el ceño fruncido, pero no dejo que las palabras de Tanner se apoderen de mi mente y me pongo a horcajadas sobre él dentro del agua, sosteniendo su rostro entre mis manos antes de inclinar mi cabeza hacia abajo y juntar sus labios con los míos. Weston ha sido más que bueno conmigo hoy y no merece menos que ser el centro de mi atención. Gimo abiertamente cuando aprieta la carne de mis caderas con sus manos, manteniéndome sujeta contra él, y antes de que guíe su pene a la abertura de mi humedad tras extenderse y tomar un condón que dejó en su paquete en el borde del jacuzzi, escucho a Tanner y a Pauline saliendo del agua a pesar de los sonidos de protesta de esta debido a que, al parecer, le gustó el exhibicionismo.
Mis ojos grises se cruzan con los suyos mientras se aleja, su mano sosteniendo la de su chica.
Yo ya lo descubrí, que tú eres para mí, que yo soy para ti
Baby, quédate aquí, más cerquita de mí, él no me lo hace así
Aparto mi boca de la de Weston y muerdo mi labio inferior con fuerza al sentirlo llenarme, apretando mis uñas contra la piel de su nunca de una manera que lo hace gruñir con dolor y a la vez placer mientras Pauline señala distraídamente hacia el mar, gritando haber visto una delfín.
Tú quieres comerme toda
Él me lo hace a medias, tú me besas toda
Quédate conmigo y pichéale a todas
Como yo ninguna, yo le gano a todas, ven cómeme toda
Tanner aparta la vista, sus ojos llenos de asco, cuando empiezo a gemir.
******
Después de una hora y media, cuando finalmente están a punto de ser las doce, cortamos mi pastel. Pauline, Weston, Tanner y cantan para mí. Después de que apago las velas, los dos rubios se dirigen a la cocina por un cuchillo y platos para cortarlo. Estiro las mangas de mi suéter cuando Tanner y yo nos quedamos nuevamente a solas, preguntándome qué saldrá de su boca esta vez. Me sorprende, sin embargo, sacando una caja del tamaño de un bolígrafo del bolsillo trasero de sus pantalones de pijama azul y tendiéndomela. Es blanca y está adornada por una cinta plateada bastante bonita, lazo que deshago con más ansiedad y emoción de la que me permito a mí misma sentir porque mientras pude haber intuido cuáles serían los regalos de Weston, algo excesivo y lleno de lujo, y de Pauline, un feo suéter que nunca usaré, no tengo ni idea de qué es lo que Tanner escogió para mí. Trago cuando veo una antigua llave de hierro dentro y asciendo mis ojos hacia él, sin entender en lo absoluto qué es lo que me dio.
No me queda de otra que seguirlo cuando inclina su cabeza hacia la barandilla.
Con las manos apoyadas en ella, se explica.
─Hay una organización que se ha mantenido por siglos bajo las narices de todos los estudiantes de la Universidad de Texas. No tienen reuniones o eventos de ningún tipo, ni nombre. Solo esta llave y una habitación con un cofre en la que cualquier deseo que hagas prácticamente se hará realidad por acción de otros graduados a los que se les hizo el mismo favor, con la condición de que te comprometas a ser la colaboradora de alguien más en un futuro y cedas esta llave a otro que lo merezca cuando hayas pedido lo que quieres y estés a punto de irte ─murmura─. La ubicación de la habitación está en constante cambio. Se te dará si aceptas formar parte de esto y si se comprueba que eres capaz de guardar un secreto, lo que sé que puedes hacer.
Nunca me han gustado las hermandades o cualquier otro tipo de secta universitaria, pero no puedo evitar mostrar abierto interés en ello. Acaricio la llave de hierro, sin ningún grabado, antes de volver a fijar mi atención en su perfil apretado y duro. Esto no es tan valioso como el brazalete de Weston o cualquier otro presente que me hayan dado, sino más. Acaricia mi alma, seduciéndola, de una manera que ninguna otra cosa que me dieron en la vida hizo.
No tiene valor, pero este a la vez es incalculable.
Una herramienta más para mi futuro.
No puedo evitar apretarla de forma protectora contra mi pecho.
─¿Por qué me la das a mí?
Tanner deja de contemplar el mar en el que navegamos para verme.
─Porque eres la única persona que conozco que tiene tanta ambición como yo y mereces que tus sueños se hagan realidad. Esta simple y oxidada llave, aunque no lo creas así, te puede ayudar a subir un peldaño o dos. No lo desaproveches ─responde antes de incorporarse, el sonido de los pasos de Pauline y Weston deshaciendo la privacidad del momento que estamos viviendo, y acercarse a mí para presionar sus labios sobre mi frente por escasos segundos antes de apartarse y ofrecerme una mirada cálida que se graba no solo en mi mente, sino en cada célula que me compone como ser humano─. Feliz cumpleaños, Savannah.
*****
Ya de regreso en el campus al día siguiente, lo primero que hago al entrar en mi dormitorio es caminar hacia el armario y guardar la caja con el regalo de Tanner en el cajón de mi ropa interior. Pauline entra tras de mí con aspecto cansado y ojeroso. Ambas llevamos pijamas debido a que ya que no dormimos nada durante toda la noche debido a la celebración de mi cumpleaños, lo hicimos de camino aquí porque debíamos estar temprano en el campus para el juego de este domingo de los Longhorns contra los Tigers, de Princenton. Una vez deshacemos nuestro equipaje, se arroja sobre su cama mientras me pregunto qué me pondré más tarde. Debido a la presión de los exámenes finales no he lavado mi ropa y todo lo que me queda es demasiado revelador para el frío que está empezando a hacer debido al cambio de estación.
Por más que quiera ignorar la existencia de Tanner, esta es su última temporada en el equipo y las finales del la NCAA están por terminar y este año tenemos altas posibilidades de ganar. Con Austin y los otros equipos de Texas descalificados, los Longhorns son nuestra única esperanza de que el estado se lleve el Bowl de la serie universitaria de fútbol y ni siquiera yo puedo ir en contra del fanatismo que eso desencadena en cada texano. No cuando solo puedo recordar la manera en la que me apoyó con mis propios proyectos antes de arruinarlos, lo cual todavía no sé si hizo consciente o inconscientemente o fue culpa de Pauline, y estuvo ahí para mí cuando sucedió lo de Gordon. Quiera o no, con ánimos o no, termino mis deberes temprano y me acerco a Pauline, arreglándose en el baño, para alistarme junto a ella para salir, mi cabello mojado humedeciendo mi espalda debido a que unos minutos atrás me di una rápida ducha.
─¿Irás al juego? ─pregunta ella con el ceño fruncido, viéndose extrañada cuando me sitúo junto a ella y empiezo aplicar base sobre mi rostro, asintiendo─. ¿Por qué?
Detengo la presión que ejerce una y otra vez una pequeña esponja sobre mi piel para verla.
Alzo uno de mis hombros y lo dejo caer con indiferencia antes de responder.
─También estudio aquí. El espíritu deportivo es contagioso.
Pauline arruga la nariz, su expresión desconcertada.
─Savannah, las pocas veces que has ido a los juegos de los Longhorns ha sido para abuchear o vestida con los colores del equipo contrario ─señala, girándose hacia el espejo para darse unos últimos retoques de labial rosado. Su maquillaje es bonito de una manera simple y clásica─. No entiendo por qué cambiarías de opinión tan drásticamente con respecto a ellos. ─Por medio del reflejo veo cómo sus ojos se entrecierran─. A menos, claro, que te guste uno de los jugadores.
Ante sus palabras no puedo evitar ahogarme con mi propia saliva, prácticamente confirmando su teoría. Pauline deja escapar un suspiro antes de empezar a guardar sus productos de maquillaje en su estuche, negando con desaprobación una y otra vez con su cabeza. Se ve decepcionada, lo cual me extraña ya que nunca antes se interesó, más allá de comentarios de mal gusto y consejos de amor de hace mil décadas, por mi vida amorosa, así que no puedo evitar excusarme. Está tan cerca de la verdad que mi pecho se hunde con pánico.
─No, yo...
─Sav, Weston es genial y la manera en la que te ve, la manera en la que encajan, merece que le des una verdadera oportunidad. Él realmente se esfuerza por verte feliz y sonríes mucho a su lado. Eres feliz ─dice deteniéndose bajo el umbral, interrumpiéndome─. No te voy a juzgar, sabes que nunca lo hago, pero Weston, después de que Tanner se vaya, será el chico más codiciado del campus y aunque ahora corres con la suerte de tenerlo todo para ti, no lo des por sentado. ─Se relame los labios antes de continuar─. Hay muchas roba novios por ahí, ¿sabes?
Sin nada que decir debido a la impresión que sus palabras me producen y al alivio de que no tenga nada que ver con Tanner, sino con ella siendo fanática de West, trago.
─Sí.
*****
Asisto al juego de los Longhorns con un sencillo par de shorts de mezclilla y una sudadera del equipo que Pauline me presta. Zapatillas deportivas blancas. Uso una gorra y dejo caer mi cabello sobre mi espalda. Mi maquillaje es ahumado. La rubia, por su parte, escoge una falda negra corta y una camiseta con el nombre del equipo que ata para dejar al aire libre una parte de su estómago, igualmente optando por calzado deportivo. Su apariencia me hace nuevamente fruncir el ceño porque su atuendo no es algo que Pauline normalmente usaría, pero me reservo cualquier tipo de comentario mientras caminamos hacia el campo. Durante el camino recibimos algunos elogios a los que no les presto demasiada atención debido a que contesto algunos mensajes de Weston, pero por el rabillo del ojo la veo sonrojarse, dar las gracias y reír.
Ya en el campo, nos separamos.
─Iré por una cerveza, ¿quieres?
Pauline asiente.
─Sí, por favor. Iré a buscar a Tanner. Le gusta que lo bese antes de jugar. ─Una sonrisa tonta se apodera de sus labios. Su mirada brilla de manera soñadora─. Dice que le da suerte.
Me encojo de hombros, intentando verme desinteresada.
Porque no me importa.
No me importa, pero lo hace.
─Bien.
Tras verla asentir y adelantarse a los bastidores, me desvío entre la multitud para caminar hacia los puestos de comida rápida. A diferencia de cuando jugamos contra algunos equipos de universidades públicas y la bancadas de nuestros oponentes se encuentran vacías, la universidad hoy se encuentra llena de niños ricos que vinieron desde New Jersey en sus caros autos para apoyar a sus amigos. Suelto un suspiro cuando algunos de ellos intentan captar mi atención y obtener mi número de teléfono de manera desagradable, hablándome como si estar en la Ivy fuera lo único que se necesitara para ser considerado un buen partido.
En resumen, chicos como Weston, pero sin lo agradable.
─Dos cervezas, por favor ─le pido al vendedor en uno de los puestos, quién me echa un vistazo de reojo, su ceño fruncido debido a que sospecha que no tengo la edad legal para ingerir alcohol, antes de ir casi a regaña al barril y dármelas en dos vasos desechables─. Gracias.
─Solo no te vuelvas loca.
Suelto una risita, dejando caer dos billetes de un dólar sobre el mostrador.
─No ─dice una voz profunda, desconocida, tras de mí, lo que hace que me dé la vuelta y trague al ver a un chico grande y pelirrojo con una sudadera de los Tigers tras de mí. Sin darme la oportunidad de reaccionar, toma mi dinero y lo guarda en el bolsillo delantero de mis pantalones cortos, haciéndome estremecer con desagrado debido a lo cerca que están sus dedos de mis partes íntimas. Chillo al sentirlo y sus amigos tras de él ríen─. Yo invito.
Niego, intentando esquivarlo, pero solo consiguiendo que bloquee mi paso.
─No es necesario. Yo pago ─gruño dándome la vuelta y haciendo malabares con las dos cervezas para dejar nuevamente los billetes en el mostrador, percatándome de que el vendedor ha decidido ser indiferente a lo que sucede debido a que los niños ricos de Princeton le darán buenas ganancias hoy. El chico pelirrojo, sin embargo, no se quita─. ¿Podrías...?
─¿Quitarme?
Asiento.
─Sí.
─Claro que sí ─responde con una sonrisa ancha que hace que todo aquél que lo vea se deslumbre con sus carillas, obviando la fealdad de su alma─. Después de que me devuelvas el favor y metas esa bonita mano tuya en el interior de mi pantalón y no desde mi bolsillo.
Mi mandíbula se desencaja, pero no me permito a mí misma lucir intimidada.
He lidiado con hombres peores que esta patética excusa de masculinidad.
─Patán.
Poniendo toda mi fuerza en ello, lo golpeo con el hombro al pasar, pero no se quita, sino que hace ademán de rodear mi cintura con sus brazos y apretarme contra él. Ante ello no puedo evitar actuar por impulso y arrojar el contenido de los dos vasos de cerveza para protegerme.
Los jadeos de sorpresa e impresión llegan al mismo tiempo que su mano a mi cabello.
─¡Suéltame! ─grito, a lo que algunos de sus compañeros empiezan a acercarse porque el sujeto ya pasó de ser un abusador estándar que pueden pasar por alto debido a su estatus a un abusador irracional que podría dejarlos mal, pero por algún motivo estos no terminan de acercarse, así que grito aún más alto antes de que cubra mi boca─. ¡Suéltame, idiota!
─No, pequeña zorra, es hora de que alguien te enseñe cuál es tu lugar.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando dirige sus manos a mis tetas. Más que por el hecho de estar siendo abusada, por el que nadie se acerque a ayudarme. Entiendo por qué no lo hacen, sin embargo, cuando una mano se cierra alrededor del cuello de mi agresor y una figura aún más aterradora que él emerge de las sombras para protegerme pese a que la oscuridad en sus ojos grita satisfacción ante el hecho de tener una excusa para lastimar a alguien, no furia o deseos de defenderme. El pelirrojo boquea, sin aire a pesar de que no sabía que una persona podría ser ahorcada con una sola mano y mucho menos desde atrás, pero su agarre sobre mí no solo permanece, sino que se hace más intenso debido a que termino convirtiéndome en una especie de salvavidas al que se aferra durante durante sus últimos momentos de vida.
─Suéltala ─dice, su tono de voz vacío de emociones humanas─. Y te suelto.
Él lo hace.
Me libera y después el moreno con el uniforme de los Longhorns que no había visto antes, su cabello oscuro como la noche de una manera que me hace preguntarme si es teñido, hace lo que prometió. Lo libera después de aplastar su rostro contra una de las paredes del puesto de cerveza, deformando el metal y rompiendo su nariz con un crujido que hace aullar a muchos.
Incluyéndome.
El chico de apellido Anders, sin embargo, solo ríe mientras se acerca a él y presiona la suela de su zapatos contra su espalda para mantenerlo abajo. No parece importarle estar rodeado de otros fanáticos de los Tigers, aunque no es como si debería. Con lo que haces tres de ellos, lo obtienes a él, pero no solo se trata de tamaño ya que Ibor es grande y nunca me he sentido intimidada en su presencia. Es lo que emana. Sin exagerar, podría estar ante la muerte.
Es caliente, pero aterrador.
Más aterrador que caliente.
─Puedes hacer lo que quieras con tus putas de Princeton, no me interesa si las follas hasta sangrar y ellas te dan las gracias por ser el jodido hijo de tu padre, pero de dónde vengo no entras al territorio de tu enemigo como un visitante y maltratas a sus mujeres cuando no tienes las pelotas para enfrentarte a las consecuencias. ─Me abrazo a mí misma, titiritando, cuando lleva su pie a la parte posterior de su cabeza y la presiona contra la tierra, haciéndolo gritar debido a la manera en la que esto afecta aún más su nariz rota. Indiferente a su agonía, mira hacia los compañeros del chico─. Corran la voz. Que esto les sirva de ejemplo de lo que le pasará a todo aquél que sobrepase los límites que cualquier chica de los Longhorns imponga. ─Una sonrisa irónica se apodera de sus labios por un momento, como si estuviera pensando en algo más, antes de que se aparte de su víctima, despidiéndose de él con una patada en las costillas que viene cuando todos, incluyéndome, piensan que ha terminado. Antes de separarse, sin embargo, pide tres cervezas, las cuales toma y agradece antes de dejar un billete de diez sobre el mostrador─. ¿Qué? ─pregunta con las cejas alzadas al darse la vuelta, andando hacia mí e inclinando la cabeza hacia el camino de regreso a las gradas, ofreciéndome dos de ellas.
Las tomo.
Pero lo hago más por miedo a contradecirlo que a otra cosa.
─Nada ─murmuro─. Gracias, supongo.
Se encoje de hombros.
─No lo hice por ti.
Asiento.
─Lo sé. Eres un asesino y necesitabas saciar tu sed de sangre ─bromeo, lo que lo hace sonreír.
─Exacto.
Abro la boca para preguntarle qué tiene pensado hacer si el chico de Princeton lo demanda por agresión, a lo que probablemente tendré que enfrentar mi segundo asunto legal este año debido a que no dejaré a su suerte a alguien que me defendió, pero Tanner escoge ese momento para trotar hacia nosotros desde el campo, dejando a Pauline hablando con la novia de otro integrante de su equipo tras de él. Su ceño está fruncido mientras mira de mí hacia Anders con un signo de interrogación en la mirada. No se ve feliz de vernos juntos, por cómo luce.
─¿Savannah? ¿Todo está bien? ─pregunta cuando llega a nosotros.
Asiento.
─Sí. Tuve un problema con uno de los chicos de Princeton, pero Anders lo resolvió.
Sus ojos se estrechan hacia el mencionado, reparando en la sangre que cubre sus zapatos deportivos para el juego. Son blancos y tienen algunas gotas del líquido rojo que escapó de la nariz de mi agresor, al igual que sus guantes. Me estremezco al recordar lo que hizo con él.
─Ya veo.
Anders lo mira con las cejas alzadas.
─¿Algún problema con eso, capitán? ¿Debí haberla dejado a su suerte?
Tanner niega.
─No, hiciste bien ─gruñe─. Pero pudiste haber pensado fríamente y esperar terminar el partido para encargarte de él en un sitio sin testigos, Grayson. Suficiente espectáculo haces en el campo ya, ¿no crees? Lo que menos necesitamos ahora es perder otro defensa a final de temporada.
Grayson ríe, un sonido rico, profundo y ligero a la vez, que contrasta con todo en él.
─¿Para encargarme de él en un lugar sin testigos o para invitarte? ─le pregunta, todavía riendo, mientras le echa un vistazo de reojo a Pauline y luego a mí ante la ausencia de respuesta por parte de Tanner, quién lo fulmina con la mirada tras las rendijas de su casco─. Tú tienes mejores tetas ─susurra en mi dirección, al pasar junto a mí, antes de trotar al campo y unirse a los demás─. Eso siempre gana si sabes usarlas a tu favor. Si ese es el caso, hará lo que quieras. No te preocupes innecesariamente.
─¡¿Lo dices por experiencia?! ─grito ya que ahora está lejos de nosotros.
Él se limita a asentir secamente antes de buscar su posición en el campo.
Una sonrisa tonta se instala en mi rostro mientras me pregunto cómo será la chica capaz de manejar a una bestia como él y si sus tetas realmente tienen que ver con ello, pero Tanner hace que se deshaga cuando capta mi atención tirando de mi muñeca para que lo enfrente.
─Aléjate de él. Acaba de ser cedido por la sede de San Marcos. Nadie sabe una mierda de Grayson Anders a parte de que juega futbol para hacer sufrir a los del equipo contrario, más no para ganar, y que su suegro le paga para que forme parte de los Longhorns ─dictamina─. No importa si te defendió. No es trigo limpio.
─Lo sé ─susurro en respuesta, acercando mi rostro a las rendijas de su casco.
Todos los músculos del cuerpo de Tanner se tensan.
Las venas en su cuello se marcan mientras se inclina aún más hacia mí.
─¿Entonces por qué le coqueteas? ─sisea.
─Porque yo tampoco lo soy ─murmuro, deslizando mis labios por la barra de metal─. Ni tú.
Sin esperar una respuesta de su parte, me doy la vuelta y camino hacia las gradas.
FELIZ AÑOOOOOOO
JAJAJAJA amé a Vi
Espero que el primer capítulo del año les haya gustado. Los próximos estarán mejores. Lo prometo
¿Qué tal el crossover? Si no saben quién es Grayson, vayan a Mafia Cavalli (mía también). No se arrepentirán y la pasarán bien mientras esperan actu jaja
Las amo y las extrañaba mucho. Lamento haberme ausentado tanto tiempo, pero la uni volvió y tuve que enfrentarme a cosas que no estaban en mi agenda. Las actus serán tan frecuentes como puedan ser porque de verdad ya quiero terminar la historia
Las amooo
Nos vemos pronto
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