Capítulo 37:
Pierdo la cuenta de la cantidad de besos y caricias que recibo por parte de dos pares de labios y dos pares de manos. Después de cada orgasmo el fuego que se ha apoderado de mi cuerpo, causando devastación en cada célula que lo compone, se extingue de a poco hasta que no queda nada de él corriendo por mi sistema. Tanto Ibor como Weston mantienen su promesa de no obtener ningún tipo de placer a través de lo que estamos haciendo, limitándose a hacerme gemir hasta que mi garganta se seca y mi voz empieza a salir ronca y a sonar desgarrada. Para entonces estoy tan cubierta de sudor que no les queda de otra que llevarme a la ducha, a dónde ambos intentan acompañarme, pero los detengo colocando una ambas manos sobre sus pechos desnudos. Los dos están sonrojados y tan exhaustos como yo.
─Yo puedo sola.
Si los dejo entrar, probablemente me desmayaré.
Nunca había tenido tantos orgasmos en una sola noche.
Weston me mira fijamente antes de asentir e inclinar la cabeza hacia una pequeña nevera en una esquina, preguntándole después a Ibor si quiere una cerveza. Me ducho rápidamente, eliminando el sudor encima de mí, y cepillo mi cabello antes de volver a reunirme con ellos sin ninguna prenda de ropa cubriendo mi cuerpo. Sonrío cuando West me da una camiseta del club de tenis y un par de calzoncillos que ato a mi cuerpo con un nudo para que no resbalen por mis piernas. Ibor me sonríe tímidamente cuando termino de vestirme frente a ellos. Ambos tienen una erección, pero estoy demasiado cansada como para devolverles el favor. Esta noche estoy siendo egoísta.
Siento que estoy a punto de colapsar.
─Estoy agotada ─susurro─. Gracias.
Ibor me abraza, apretándome y estrechándome contra su cuerpo de oso.
─De nada.
Alzo mi mirada hacia sus ojos amables y no puedo evitar sonreírle de vuelta, conmovida con el hecho de que se preocupe por mí después de que fui una perra con él frente a Tanner. Aunque solo fuera para protegerlo, eso Ibor no lo sabe y no creo que lo llegue a saber nunca. Si fuera tan solo un poco desagradable o malvado, sería más fácil para mí colocar distancia entre nosotros, pero no lo es y cada muestra de rechazo que lanzo en su dirección me lastima.
Es como hacerle daño a un niño pequeño o a un cachorro.
─¿Qué quieres hacer ahora?
─Dormir ─murmuro en respuesta, lo que hace que tanto él como Weston rían debido a la manera en la que mi voz se rompe cuando hablo.
Mi rostro se llena de fuego cuando me doy cuenta de que probablemente ellos no fueron los únicos que me escucharon ya que a pesar de que la droga que tomé no me quitó la capacidad de decidir por mí misma, sí incrementó mis niveles de excitación y aumentó mi sensibilidad de una manera que no había sentido antes, por lo que todo Maleeh debe ser consciente de lo que sucedió en esta habitación. Aunque no hubo penetración, se trató de mi primer trío. Nunca volvería a ingerir una sustancia así por mí misma, ya que no puedes saber cuando serás drogado por alguien más, pero no niego que la indeseada experiencia fue sumamente intensa, embriagadora y llena de un incontrolable éxtasis. Me gustó. Odio a quién me drogó en contra de mi voluntad, cuyo rostro ni siquiera recuerdo debido a que no le presté atención, pero Ibor y Weston hicieron que fuera tan bueno como pudo serlo.
Me sentí segura con ellos.
Querida.
Adorada.
Probablemente en este momento estaría sintiéndome de la peor manera si me hubieran dejado con Tanner y con Pauline. Ni siquiera puedo entender qué pasaba por la mente del capitán del equipo de fútbol americano de la universidad cuando me propuso pasar la noche con ellos. Es como si a estas alturas no fuera consciente del hecho de lo conflictiva que me resulta su presencia o lo que sea que tenga que decir, o no le importara y se regocijara del efecto que todavía, pese a mis intentos para que no sea así, tiene en mí.
Cualquiera de las dos opciones, es un imbécil.
─Bien ─susurra Ibor antes de tomarme en brazos para conducirme a la cama, a lo que respondo rodeando su cuello y apretándome contra él, riendo ante su sonrisa cálida hasta que el ruido en el exterior hace que me alarme.
Tanto Weston como Ibor miran también hacia la puerta de madera del dormitorio, escuchando el sonido de los pasos en el pasillo como si una manada de elefantes hubiera decidido pasar por ahí. Me estremezco al oír lo que parecen centenares de gritos y jadeo, sintiendo mi corazón en la garganta, al distinguir uno de ellos con fría y lancinante claridad.
─¡Fuego! ¡Hay fuego en la casa!
Ibor abre los ojos de par en par.
─Mierda.
─¡Salgamos de aquí! ─grita el otro rubio, siendo el primero de los tres en reaccionar a pesar de que, al igual que Ibor, está solamente en ropa interior.
Weston lo empuja hacia fuera, conmigo en brazos. Me aprieto más contra Ibor cuando nos vemos rodeados de otros estudiantes, algunos todavía en disfraces, otros más desnudos que nosotros, lo cual es bastante que decir tomando en cuenta el hecho de que ellos siguen en calzoncillos y yo solo estoy usando una camiseta encima de un par de uno de ellos. Cuando llegamos a la parte inferior de la fraternidad, a penas podemos movernos entre tantas personas en ella. Me bajo de los brazos de Ibor cuando finalmente logramos salir de la construcción, mis pies desnudos tocando el césped. Es entonces, cuando el resplandor de las llamas calienta mi rostro de una manera familiar, que me doy cuenta de lo que sucede.
No es la casa lo que está incendiándose.
El granero de Maleeh está en llamas, las cuales se dirigen a la piscina y al jardín, poco a poco hacia el edificio principal de la fraternidad. Sin poder evitarlo, suelto un suspiro de alivio al ver tanto a Tanner como a Pauline salir de la casa. Ella ya está despierta y tropieza con su vestido mientras camina hacia la calle, tosiendo con su mano hecha un puño sobre su boca. Él no la pierde de vista con la mirada, pero también ayuda a otros estudiantes a salir y organiza a los demás tanto como puede dentro del caos de tener que manejar a un gran grupo de personas jóvenes ebrias y asustadas. Entra y sale de la casa en repetidas ocasiones tras dejar a Pauline a cargo de unos integrantes del equipo de fútbol como si no fuera capaz de cuidarse por sí misma. Sigue usando su disfraz de SWAT y no puedo evitar estremecerme cuando nuestros ojos finalmente se cruzan, la tensión que usualmente veo alrededor de ellos disolviéndose por unos segundos antes de volver con suma intensidad cuando repara en Weston tras de mí. Sin embargo, no me concentro en él por tanto tiempo como para que nuestros ojos vuelvan a toparse. En su lugar escondo el rostro en el pecho de West, quién acaricia suavemente mi cabello y me estrecha contra él mientras escucho a Ibor hablar con un chico con el cuerpo lleno de cenizas sobre lo que pasó.
─Estábamos en el granero ─susurra─. Jugando un rato con Gordon y su novia cuando aparecieron Hans y el pres. No sé cómo pasó, pero todo terminó en fuego antes de que nos diéramos cuenta de lo que estaba sucediendo.
Ibor comparte una mirada conmigo antes de ver nuevamente al chico.
─¿Qué pasó con Gordon y Anahí? ¿Hubo algún herido?
Él niega.
─No. Todos salimos del granero.
Un nudo se instala en mi garganta al pensar en Tanner arriesgándose nuevamente a ser expulsado a tan solo un par de meses de graduarse con el mejor promedio que alguien en la escuela de negocios de la Universidad de Texas haya alcanzado alguna vez. Por más indiferente que me obligue a ser al respecto, no puedo evitar acercarme cuando el camión de bomberos y la policía llega y estos entrevistan a todos los presentes en el granero, también a Pauline, mientras Weston e Ibor suben a cubrir sus cuerpos con ropa. Para entonces la multitud se ha dispersado y solo quedan los chicos que viven en la fraternidad. Jadeo cuando las piedras se incrustan en mis plantas desnudas de camino al sitio en el que están haciendo preguntas sobre lo que pasó.
Me escondo tras un árbol. Está oscuro y el tronco es grueso, por lo que nadie me nota.
La primera a la que escucho entrevistar es a Pauline.
─Señorita, ¿podría decirnos si su novio, al que todos han señalado como culpable, se encontraba con usted durante el momento de los hechos?
Pauline niega.
─No, lo siento, yo... estaba dormida.
Mis manos se aprietan en puños.
Por alguna razón la ira me invade. No, no por alguna razón, por muchas, entre ellas el hecho de que se supone que ama a Tanner, lo conoce lo suficientemente bien como para saber que otro incidente así dañaría su futuro y que ella se preocuparía lo suficiente por él como para mentir. Para cubrir su espalda de la misma manera que él ha estado protegiéndola desde que la conoció del hecho de que a pesar de que proviene de una familia de dinero, es buena, gentil y hermosa, la triste realidad es que sería un cero a la izquierda, una perdedora en su máximo esplendor, de no ser por él y por mí.
Nunca he aborrecido tanto a Pauline como ahora.
El detective, afortunadamente no ninguno de los que nos llevó a la cárcel la vez anterior, alza las cejas hasta que estas rozan el inicio de su cuero cabelludo. Es un anciano delgado con varias arrugas en el rostro, pero ojos amables. Se ve tan sorprendido con su respuesta como yo lo estoy.
─¿Dormida? ¿Con la música y el estruendo que hacen estos jóvenes en Halloween? ─Pauline asiente. Él suspira─. Me cuesta creerlo, señorita, pero a menos que quiera modificar su versión de los hechos justo ahora, no me queda más remedio que tomar esta pequeña y poco cooperativa declaración suya. Le recuerdo que cualquier cosa que tenga que decirnos, podría ayudarnos a cooperar con su novio si es encontrado culpable.
Pauline niega.
─No, no tengo nada más que agregar. Estaba dormida y no sé dónde estaba Tanner, oficial. ─Pauline alza el mentón, apretándose en la manta de lana que vi a Tanner traer para ella en uno de sus tantos viajes al interior de la casa mientras se aseguraba que todos estuvieran a salvo─. Mi Iglesia me enseñó a no mentir y no empezaré ahora. No puede obligarme a hacerlo.
Él la ve con la frente arrugada.
─En ese caso creo que he terminado con usted.
Tras asentir en su dirección, Pauline empieza a caminar hacia el interior de la fraternidad. Me quedo escondida tras el tronco de un árbol el tiempo suficiente para oír un par de interrogatorios más que me hacen pensar que Gordon estaba haciéndole algo terrible a Anahí para el momento en el que Hans y Tanner aparecieron hasta que el turno de este último finalmente llega. Cuando se dirige a él, el tono del oficial Spencer cambia, volviéndose más serio ya que esta vez está tratando con un verdadero sospechoso. Al contrario de cómo pensé que sería su actitud, altiva y prepotente como siempre, Tanner permanece con la mirada gacha y los hombros encorvados. No tengo ni idea de qué sucedió, pero sé que es todo menos impulsivo.
Sé que si incendió el granero, al igual que yo el auto de Gordon, fue por algo.
Quizás mientras yo tenía mi trío, Hans y él descubrieron quién llenaba de drogas las bebidas de las fiestas de Maleeh, quién drogó a Pauline. Si ese fuera el caso, no podría aborrecerla más, novia de Tanner o no, porque significaría que mientras él hizo todo para protegerla, ella ni siquiera se molestó en cubrirlo gracias a su estúpida doctrina sin sentido.
Si realmente fuera tan religiosa y remilgada, no tendría sexo frente a mí.
No sería tan buena juzgando a los demás.
─Entonces, Reed, cuéntame qué hacías mientras...
La voz del detective se apaga cuando el césped cruje bajo mis pies, los cuales están doloridos por caminar en el exterior sin zapatos, al acercarme a ellos. Tanner finalmente alza el rostro, sus hombros tensos, y sus labios se entreabren cuando lo alcanzo, pero no hace nada para detenerme cuando envuelvo su cintura con mis brazos y me presiono contra él.
─Mi nombre es Savannah Campbell, oficial ─digo, mi voz melosa y risueña, pero también clara y firme mientras sonrío de oreja a oreja, enseñándole mis dientes blancos y perfectos de una manera que no suelo hacer normalmente─. Pauline es su novia ya que es la chica que sus padres aprobarían, pero yo soy quién lo mantiene despierto hasta tarde. ─Aparto un mechón de cabello oscuro de la frente de Tanner─. ¿No es así, precioso?
La mirada de Tanner se vuelve dura, al igual que sus facciones, pero asiente al entender que estoy montando un teatro para salvar su arrogante trasero.
El detective me mira con ojos amplios, sorprendido con el giro de los acontecimientos. Probablemente parecemos una de las malas, pero divertidas, novelas mexicanas que mi abuela y yo vemos, pese al ceño fruncido de mamá, cuando voy a visitarla a la Riviera Maya.
─¿Estuvo usted con el señor Reed esta noche, señorita Campbell?
Afirmo.
─Sí, oficial.
─¿Hay testigos de ello?
Nuevamente asiento.
─Así es. ─Mi sonrisa se vuelve maliciosa─. Solemos invitar a más chicos a unirse a nosotros. Todos en la fraternidad me oyeron mientras teníamos sexo. Si alguien vio a Tanner en otro sitio, probablemente se debía a sus estados de ebriedad o... al efecto bajo el cual estaban al consumir otras sustancias. En un dado caso, sé que sus acusaciones serían nulas en un juicio si somete a todos los testigos que lo acusan a un test de sustancias en este momento, lo que exigirá tanto su abogado como el mío si insiste en tachar a mi chico como el culpable. ─Bajo mi voz, mi tono volviéndose amenazador─. Está claro que por más que busque, ni siquiera los culpables son conscientes de lo que pasó. Si yo fuera usted, dejaría esto así. No pierda su tiempo con universitarios ebrios cuando podría estar salvando el mundo en algún sitio.
El hombre gruñe antes de fijar sus ojos en Tanner, quién no deja de verme con mirada amplia y conmocionada. Le sonrío al estúpido engreído, intentando verme amorosa mientras llevo mis manos a su chaleco anti balas.
─¿Eso es cierto, chico? ¿Estabas en una orgía cuando todo esto pasó?
Tanner duda, su ceño frunciéndose por un momento ante el recordatorio de mi libertinaje, así que tomo aire profundamente antes de ponerme de puntitas, armándome de todo el coraje que tengo, y juntar sus labios con los míos. El ambiente a nuestro alrededor, antes frío debido a que es de madrugada, se vuelve gélido mientras enredo mis dedos en su cabello oscuro y muevo mis labios al sobre los suyos hasta que los entreabre y soy capaz de deslizar mi lengua en su boca, saboreando el sabor de cigarro y cerveza en ella, lo cual me hace arrugar la frente fugazmente debido a que tenía entendido que Tanner había dejado de fumar desde que Pauline se lo pidió. El oficial carraspea, pero no me alejo de él hasta que me estrecha contra su pecho, temblando de la misma manera en la que yo lo hago, y el hielo que nos rodea se vuelve un fuego más intenso que el que presenciamos.
Esta es la segunda vez que nos besamos.
Es dolorosamente placentero, incorrecto y a la vez correcto ya que mi oscuridad abraza a la suya, invitándola a permanecer juntas, pero la luz vuelve a separarnos y a diferenciarnos en dos sombras diferentes cuando se separa de mí con los ojos vidriosos y la respiración irregular.
Incluso él sería incapaz de decir que mi beso no lo afectó.
Tanner presiona mi labio inferior con su pulgar, tragando mientras me mira con agradecimiento, antes volverme a besar rápida y castamente en la frente y fijar sus ojos negros en el policía mientras me abraza con un aire similar a la posesividad. Su expresión es tan mortal como puede ser y grita que lo reta a contradecirlo, lo que este no hace en lo absoluto.
─Sí.
El oficial hace una mueca.
─Sí, algo intenso está pasando entre ustedes, creo que no hay dudas al respecto. Si me permiten un consejo, son demasiado jóvenes para complicarse la vida y estar dónde no deseen estar ─dictamina─. Muchas gracias por su declaración. Estaremos en contacto con ustedes si la necesitamos en vivo, el cual dudo mucho que sea el caso.
Dicho esto, cierra su libreta y se da la vuelta, caminando en dirección a la patrulla en la que más oficiales se encuentran. Suelto un suspiro, alejándome de Tanner mientras una sensación de asfixia me inunda, cuando está lo suficientemente lejos de nosotros como para no percatarse de nuestro distanciamiento. Me doy la vuelta para entrar inmediatamente a Maleeh y buscar a Ibor o a West, pero tanto su voz como el agarre de su mano en mi muñeca me detiene. Me deshago de él retorciendo mi brazo y apretándolo contra mi pecho, pero no se aleja aún cuando es obvio que quiero que lo haga, sino que exhala bruscamente mientras avanza hacia mí e invade mi espacio personal. Afortunadamente no estoy tan cerca como para que sea capaz de sentir el contacto de su piel contra la mía o de lo contrario no sabría cómo reaccionaría. Si sucumbiría a la tentación de besarlo de nuevo.
─Gracias ─suelta en voz baja.
Trago el nudo en mi garganta.
Clavo mis ojos en los suyos antes de huir.
─No lo hice por ti. Lo hice por mí ─murmuro─. Ya no te debo nada, Reed.
Cualquier deuda que tuviera con él por haber ido a prisión conmigo se ha desvanecido. Por el rabillo del ojo veo el destello dorado del cabello de Weston y corro directamente hacia él, quién permanece con los brazos abiertos de par en par para mí y me estrecha delante de todos, y de todo, porque con él no tengo motivos para esconderme o sentirme como si fuera la mancha en la suela del zapato de alguien, sino como una princesa.
Así como Pauline es buena para Tanner, West es bueno para mí.
Con la diferencia de que él sabe perfectamente quién soy y estaría dispuesto a ensuciarse las manos por mí, la razón por la que no lo corregí cuando me llamó su novia frente a Tanner más temprano o por la que no protesté cuando me animó a vestirme con su ropa. Quizás no sea mala idea pertenecerle. Es atractivo, rico y amable. Me conoce y me quiere como soy.
¿Por qué no?
─¿Está todo bien? ─pregunta con el ceño fruncido con preocupación mientras entrelaza nuestros dedos, tirando suavemente de mí hacia la enorme casa cuando simplemente me le quedo viendo sin decir nada.
Afirmo, avanzando y forzándome a no sucumbir al intento de mirar hacia atrás. No importa cuán fuerte sienta sus ojos sobre mí, no puedo girar.
─Todo bien.
*****
Decir que estoy agotada por toda la emoción de la noche es un eufemismo, por lo que animo a Weston a que pasemos el resto de ella en una habitación de hotel porque no confío en permanecer más tiempo en el campus. Es Weston Wertheimer, así que me lleva al mejor hotel cinco estrellas de Austin y pide una suite presidencial para nosotros con desayuno, champagne y día de spa incluido. Lo gracioso del asunto es que cuando nos despertamos y comemos, va al spa conmigo y permite que le hagan uno que otro tratamiento en el rostro pese a que tiene una mueca durante todo el proceso. No puedo evitar reír y besarlo cuando entramos desnudos en una tina de lodo, la cual es sorprendentemente buena para sobrellevar la resaca.
La piel de su cara está sonrosada y suave, al igual que la mía, por lo que una sensación más que agradable me recorre mientras froto mi nariz contra la suya. Weston rodea mi cintura con sus brazos y me sonríe cunando me aparto unos centímetros, los suficientes para hablar cómodamente, sus párpados cayendo de manera soñolienta y pesada. Me mira con deseo.
Con deseo y aprecio.
─Ayer le dijiste a Tanner que era tu novia ─lo acuso.
Weston se sonroja.
─Ah. Mi enemigo es orgulloso. Decirle eso era la única manera en la que te habría dejado ir. ─Sus labios se tuercen con una mezcla de burla y desagrado─. Por más atraído que se sienta hacia ti, es de los que prefieren ver cómo lo que quiere se aleja de su alcance a arrastrarse.
A pesar de que sus palabras traen una punzada a mi corazón porque Weston no podría estar más equivocado al hablar de él como si me quisiera, me encojo de hombros mientras termino de ajustarme sobre él y llevo mis manos a sus mejillas, centrando toda su atención únicamente en mí.
─Olvida a Tanner. Olvida a tu padre. Concéntrate en ti y en mí.
Su mirada se afila.
─Si lo hago, ¿tú lo harás?
Relamo mis labios antes de responder.
─Puedo intentarlo.
Espero que el capítulo les haya gustado. A mí me encantó. Lamento mi ausencia, es que de verdad he tenido muy difícil actualizar
Cada vez estamos más cerca del final
Capítulo dedicado a: avokkanto
Siguiente a la que + comente
Love u
No olviden seguirme en twitter e Instagram como oscaryarroyo para novedades, adelantos y más. Siempre trato de estar en contacto con ustedes
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro