Capítulo 31:
Me coloco un vestido azul marino ceñido hasta las rodillas y de escote cruzado, manga larga, y un par de sandalias negras con tacón de quince centímetros para la exposición. Ato mi cabello en una cola de caballo para que mis aretes de diamantes de Tiffany, el regalo de mamá y papá para mi cumpleaños número quince, sean visibles. Mi maquillaje es suave y recatado porque no es momento de ser escandalosa, aunque todavía puedo decir que luzco sexy. Cuando salgo del baño, Pauline ya está lista. No tenía un vestido que usar para la ocasión, así que le presté uno de los míos. Uno verde menta de tiras igual de apretado que el que llevo. Con su cabello rubio suelto y zapatos altos, se ve impresionante.
Mucho más impresionante de lo que la he visto desde que la conozco.
─Los chicos ya están subiendo ─anuncia despreocupadamente mientras teclea en su teléfono, sus cejas fruncidas con disgusto─. Realmente no puedo creer que Tanner los haya molestado. ¿Los materiales que utilizaron son tan débiles que no pueden soportar un viaje en auto? Te juro que ayer apenas se rompió cuando la rocé con mi cadera al pasar.
─No lo sé ─respondo con una sonrisa antes de darme la vuelta, ya que la puerta acaba de sonar con el ruido de un montón de nudillos golpeando, sin permitirme estar irritada con ella─. Los compró él.
No me giro para evaluar la reacción de Pauline. Abro y empiezo a reír cuando los integrantes del equipo de fútbol, que hasta dónde sabía me odiaban, me ofrecen un saludo cordial que suena casi obligado saliendo de sus bocas. Cuatro de ellos toman mi proyecto, llevando al menos una señal de que pertenecen a los Longhorns en su atuendo, ya sea una sudadera o un llavero sobresaliendo de uno de sus bolsillos, y se dirigen a las escaleras. Todos ellos son jugadores de banca. Tanner entra después de que salen.
─La joden y no estarán en ningún maldito partido esta temporada.
─¡Sí, capitán!
Resisto el impulso de poner los ojos en blanco, dándome la vuelta para tomar mi teléfono, mis planos y mi abrigo ya que está siendo un día frío con pronóstico de lluvia para la tarde. Para cuando me empiezo a dirigir a la puerta tanto Tanner como Pauline están fuera del dormitorio, esperándome. Al acercarme a ellos, me sorprendo cuando él me sonríe abiertamente sin importar que su novia esté junto a nosotros.
─Te ves hermosa, Sav ─dice─. Arrollarás a todos.
Ante sus palabras, las mejillas de Pauline se encienden con el más vivo rojo, pero ninguno dice nada durante nuestro viaje en ascensor y nuestro viaje en auto a pesar de que, desconcertándonos a las dos, los cuatro nos vamos en la Range Rover de West, quién me regala un lindo oso de felpa sosteniendo un cartel en el que me desea buena suerte que llevo todo el camino en mi regazo, abrazándolo contra mi pecho, como si eso aumentara mis posibilidades de ganar. El hecho de que ambos, Tanner y West, están siendo hipócritas mientras planean apuñalarse entre sí por la espalda cuando el otro se de vuelta se evidencia cuando empiezan a hablar de fútbol y de los valores de la bolsa como si fueran los mejores amigos y suenan tan falsos que mis oídos casi sangran.
Es tan irreal.
─¿Estás nerviosa? ─pregunta Weston cuando llegamos, colocando un brazo encima de mis hombros mientras caminamos a la galería de arte de la universidad, la cual cedió sus espacios para la exposición.
Está usando una camisa blanca desabotonada, por lo que una porción de su pecho dorado es visible. También pantalones de vestir y mocasines. Huele muy bien. Tanner, en cambio, lleva un elegante suéter negro y jeans oscuros con zapatillas negras. Aunque en teoría Weston está mejor vestido que él, no puedo dejar de mirar en su dirección mientras entramos, pero finjo estar desviando mi atención a la calle, esperando que mi maqueta aparezca en algún momento.
─Sí ─susurro─. Siento que tengo un agujero en el estómago.
Hay alrededor de cincuenta exposiciones hoy. Extiendo mis planos en una pared de cristal en la que suelen colgarse fotos, dibujos o lienzos de pinturas. Firmo la planilla de asistencia cuando mi maqueta llega. Mi mamá mandó a hacerlos y me los envió por correo, por lo que dejo algunos caramelos de los Longhorns cerca de mi exposición. Pauline se pierde por algún lugar mientras acomodo mi stand y respondo a los elogios. Weston igual, manteniendo charlas con cada hombre en traje que se le atraviesa. Tanner es el único que se queda para ayudarme.
─Creo que todo lo demás es basura ─dice, sentado junto a la exposición en un mueble de cuero blanco, cuando una chica le pregunta qué opina del resto de las obras y cree que no estoy prestando atención porque hablo con uno de mis profesores acerca de qué me inspiró para la elaboración del edificio o simplemente no le importa que escuche.
Su respuesta la hace jadear y huir lejos de él, pero yo no puedo evitar sonreír. Mi sonrisa, sin embargo, se deshace cuando identifico a Faith por el rabillo de mi ojo.
Está sentada junto a su obra, la cual es de aspecto moderno y futurista. Aunque mi proyecto es el centro de atención, el suyo tampoco se queda atrás. Varios de los integrantes del jurado han venido aquí y me han dicho que soy su ganadora, por lo que no soy del todo egocéntrica al pensar que si hubiera un segundo lugar, sería para ella. Su propuesta es moderna y futurista de una manera hermosa y en sintonía con la naturaleza que rodea el edificio. Los elevadores en él sobresalen en la parte exterior, actuando como especies de cápsulas de cristal que podrían no ser usadas por personas con miedo a las alturas. Ella está en compañía de una mujer con tres pequeños niños que comparten varios rasgos con ella, quizás hermanos de Faith. Cuando mis ojos se topan con los suyos, los aparta de mí como si no soportara verme, lo cual es lo suficientemente justo tomando en cuenta que arruiné su vida cuando solo quiso ayudarme. Trago, recordando nuestra charla el día que me encontró tras la pelea con Gordon y Anahí.
Antes ella solía admirarme.
Ahora me odia.
─¿Savannah?
La voz de Tanner hace que regrese mi atención al stand.
Me siento tan mal que a penas puedo hablar.
─¿Podrías quedarte a cargo unos minutos? Necesito tomar aire.
Él afirma, pero sus ojos oscuros viajan al sitio en el que los míos estuvieron enfocados antes. Entonces la comprensión se adueña de sus rasgos. Al volverme a ver lo hace con expresión seria y suave.
─Lo hicimos lo mejor que pudimos. No te sientas culpable.
─Perdió su trabajo por mi culpa.
─Le dimos una compensación por ello.
Alzo las cejas. Lo único que recuerdo haber compensado tras lo que pasó es el auto de Gordon, cuyo reemplazo mamá envió de una chatarrera en Houston y tuvo que ser traído a Austin en una grúa que costó más que el vehículo. No sabía que mis padres le hubieran dado dinero a ella también, pero siendo mamá hija de inmigrantes y una mujer que alguna vez estuvo en la posición de Faith, con tres empleos para si quiera pensar en la posibilidad de alcanzar sus sueños, lo entendería, pero todavía no encuentro una razón por la que no me lo dirían si sabían lo mal que me sentía por convertirla en un daño colateral.
Les preguntaré por ello la siguiente vez que hablemos.
─El dinero se acaba. Eso no borra lo que le hice.
─Podrías disculparte.
Pienso en ello, pero luego recuerdo la mirada que Faith me dio y niego.
─Mejor dejémoslo así ─susurro─. ¿Puedes quedarte a cargo o no?
Tanner asiente secamente mientras se levanta y ocupa mi lugar con una brillante sonrisa que me recuerda todos los motivos por los que es alabado como un dios en el campus, entre ellos el hecho de que sabe exactamente qué imagen de sí mismo proyectar para conseguir lo que quiere. Tras tomarme unos segundos para oír su versión de lo que le he estado diciendo a las personas que se acercan, encontrándola tan parecida a la mía que debió haberla memorizado mientras estaba sentado cerca, salgo de la galería y compro un paquete de Oreos de vainilla en una tienda cerca.
Estoy a medio camino de llevar una a mis labios cuando un niño, uno de los hermanos de Faith, se acerca con prisa y una vez está frente a mí me sonríe de oreja a oreja. Sus ojos marrones son prácticamente idénticos a los de su hermana. Aunque su cuerpo es regordete y sus mejillas están rojas, signos de que es bien cuidado, su ropa limpia y pulcra le queda apretada y luce vieja. Le devuelvo la sonrisa al notar que dos de sus dientes de leche faltan. Los niños usualmente me odian porque no sé cómo moverme alrededor de ellos. Él al parecer es la excepción.
─Las Oreo de vainilla también son mis favoritas.
Aunque podría estarme viendo como alguien que merezca aparecer en un episodio de CSI como sospechosa del secuestro de varios niños, le tiendo el paquete.
─Toma.
Me mira como si no pudiera creer lo que sucede.
─¿Todo esto es para mí?
Me encojo de hombros.
─Puedes darle dos a tus hermanos y quedarte con dos.
Ahora sus ojos me contemplan como si me hubiera vuelto loca.
─No, ellos no comparten sus dulces conmigo. ─Su expresión se vuelve maliciosa─. Me las comeré en el baño, ¿estás segura de no querer?
Niego tras reírme un poco.
De niña tampoco era buena compartiendo y todo lo quería para mí sola, las razones principales por las que no tuve amigos hasta que socializar se volvió una necesidad, así que me puedo sentir identificada con él.
─Son todas para ti. Estoy a dieta ─añado cuando veo algo de duda y culpa en su expresión─. Por cierto, soy Savannah, ¿qué hay de...?
─¡Nicolás! ─grita su madre, respondiendo a mi pregunta sobre su nombre, mientras sale de la galería y corre hacia nosotros.
En respuesta a ello, Nicolás me ofrece una última mirada antes de correr en dirección contraria, hacia el interior del edificio, dejándonos atrás. Para ese entonces su mamá ya me ha alcanzado y se detiene frente a mí, sus manos sobre sus rodillas mientras toma aire y recupera el aliento.
─Lo siento por Nico ─susurra al incorporarse, su inglés torpe y casi no entendible para alguien que no se esfuerce lo suficiente en comprender lo que quiere decir─. A pesar de todo lo que he hecho para que no sea ese el caso, le gusta hablar con extraños y molestarlos.
─No te preocupes ─respondo en español, odiando el acento estadounidense en mi voz del cual nunca he podido deshacerme sin importar cuantos viajes haya hecho a la Riviera Maya, donde ahora viven mis abuelos en una hermosa casa en Playa del Carmen que mis padres compraron para ellos, sin poder evitar un sonrojo en mis mejillas.
Faith quizás le habló mal de mí.
Esta pobre y dulce mujer seguro es tan amable que está siendo cortés cuando realmente desearía insultarme por hacerle daño a su hija. Aunque mi madre y yo no somos la definición de bondad, mi abuela Teo sí y no puedo evitar pensar en ella y en los casi veinte años que pasó fregando pisos para que su hija fuera a la universidad. A pesar de que sus manos ahora tienen arrugas y son suaves por todo el mimo que ahora recibe en compensación por su sacrificio, todavía tienen callos.
Cuando veo las manos de la madre de Faith, quién las esconde en los bolsillos de sus vaqueros al sentir mi mirada sobre ellas como si se sintiera avergonzada, mi postura perfecta flaquea.
─Debe estar orgullosa de Faith ─añado porque tenía que decirlo casi tanto como necesito una nueva bocanada de aire y si no lo hacía me arrepentiría toda la vida─. Dejando de lado el concurso y sea cual sea el resultado, es mi única contrincante real. No me había sentido amenazada hasta que vi su obra.
Sus ojos marrones se llenan de ilusión.
Cuando vuelve a hablarme, empiezo a sospechar que Faith no le dijo nada sobre sus despido o las razones tras de él.
─¿Realmente crees que tiene una posibilidad? Sé quién eres, Savannah Campbell, la prodigio de arquitectura de la universidad, porque mi hija habla mucho de ti, tanto que incluso Nico sabía quién eras antes de acercarse, ya que encuentra tu historia y la de tus padres inspiradora. ─Un nudo se instala en mi garganta al recordar la manera en la que Larissa Campbell, conocida por nunca bajar la guardia, lloró al teléfono por casi una hora al leer mis agradecimientos y la dedicatoria de mi primera victoria en un concurso de arquitectura en una entrevista que publicó el periódico universitario: para mis abuelos porque gracias a ellos mamá pudo quedarse en Estados Unidos, perseguir sus sueños, conocer a papá y enseñarme que todo es posible si lo quieres lo suficiente. Normalmente me habría reservado la historia de mi familia, pero no puedo encender el televisor, ver la constante lucha de los inmigrantes en los medios y no aportar mi grano de arena a la causa. El mejor activismo, en mi opinión, es el triunfo silencioso. El que las otras personas notan por sí solas y los obliga a mantener la boca cerrada. Es como una puñalada directo al corazón en lugar de varios disparos a ciegas─. Faith está tan emocionada con esto. Dice que si gana sería un boleto seguro a un buen trabajo en unos meses, cuando se gradúe, por no mencionar cómo el dinero del premio nos ayudaría ahora. Sin embargo, creo que nada le alegraría más que oír de parte de alguien que admira que su proyecto vale para ser tomado en cuenta. ─Sus ojos marrones se vuelven vidriosos─. La ayudaría a creer mas en sí misma, lo cual siempre es lo que he soñado que haga. Que se deshaga de la etiqueta de hija de la inmigrante ilegal de la manera en la que tu madre y tú lo han hecho, el motivo por el que te admiramos.
Agacho la mirada, queriendo ahora huir al interior de la galería.
Prefiero los ojos asesinos de Faith a la mirada bondadosa de su madre.
─Lo siento, estaría fuera de lugar porque no somos cercanas.
Ignorando el ácido que se esparce por mi pecho al ver cómo su expresión decae, me doy la vuelta y casi imito a Nicolás corriendo al interior de la galería. Estoy tan apresurada por poner distancia entre nosotras que no me doy cuenta del obstáculo humano en mi camino y Pauline y yo chocamos. Su celular, el cual ha estado sosteniendo todo el día, cae al suelo con un ruido sordo. La pantalla boca arriba. Instintivamente me agacho para recogerlo, pero lo sostengo frente a mis ojos cuando veo una foto mía saliendo de mi edificio la noche anterior.
Sonriendo tímidamente mientras me acerco a la camioneta de Tanner.
El único que habría podido tomar esa foto.
Pauline lo arrebata de mis manos y abre la boca, sumamente pálida, pero me alejo de ella mientras las piezas empiezan a encajar en mi mente. Pauline yéndose. Él acercándose. Ella regresando el mismo día que salimos, llegando a la discoteca sabiendo que sería a mí a quién debían llevar ropa y disculpándose con voz falsa por haber arruinado mi maqueta, lo cual ahora no puedo reprocharle. Yo también habría estado molesta si mi novio quisiera deliberadamente hacerme arder en celos saliendo con mi compañera de dormitorio para que regrese al campus porque me extraña y Tanner no tiene manera de hacer las cosas sin dolor. Ahora entiendo por qué el imbécil se disculpaba en la pista.
He sido usada.
No hay otra forma de llamarlo.
Todo el tiempo que pasó ayudándome no fue desinteresado.
Nuestra salida tampoco.
No valió nada.
Para él no valgo nada. Nuestro trabajo no vale nada. Nuestro beso o lo amable que ha sido los últimos días conmigo.
Todo se trató de Pauline.
Todo siempre tratará de ella.
─Lo siento por haberlos hecho esperar una semana por mí ─digo con voz temblorosa cuando llego a la mesa del jurado─. Fue un error. Me estoy retirando del concurso, voluntaria e indiscutiblemente, porque seria una aberración que un edificio como el que hice eclipsara con fanatismo estúpido el verdadero amor a la ciencia que sienten los estudiantes de esa facultad. Mis más sinceras disculpas. Estoy bastante apenada.
Tras dejarlos a todos con expresiones incrédulas y confusas, me acerco al stand para tomar mi bolso mientras las lágrimas de ira se deslizan por mis mejillas. Tanto Pauline como Tanner me miran fijamente, pero yo no les devuelvo el gesto. Me estremezco cuando Faith corre hacia mí después de que una chica se acerca a ella para darle la noticia. Por el rabillo del ojo veo a Weston aproximarse a nosotros con expresión fría.
─Vuelve al concurso ─exige ella con la barbilla sumamente apretada─. Mi mamá me dijo que hablaron. No quiero tu lástima, Savannah.
─No te preocupes. ─Finalmente mis ojos se dirigen a Tanner y a su novia─. No lo hago por ti ─miento, ya que sí tuvo que ver el hecho de que hubiera alguien que lo mereciera o necesitara mas que yo.
Simplemente eran demasiadas razones juntas.
La victoria siempre habría sido agridulce.
No es así como quiero sentirme cada vez que vea mi primer edificio. Escozor en el pecho al recordar cómo Tanner me usó para atraer a su novia o cómo le hice todavía más daño a alguien que no lo merece y a su familia quitándole la real posibilidad de un futuro mejor, uno como mi presente debido a que mi madre fue como Faith alguna vez. Me doy la vuelta justo en el momento en el que Weston llega, tomando su mano y arrastrándolo fuera de la galería. Sus ojos verdes tienen un signo de interrogación que se me hace difícil, imposible, de ignorar.
─Savannah ─gruñe Tanner, tomando mi otra mano y jalando de ella para que me detenga cuando estamos cerca de la camioneta de West─. Olvida cualquier cosa estúpida que haya pasado. Esto es importante para ti y oportunidades como esta solo se presentan una vez en la vida.
Niego.
─Oportunidades como esta se presentan millones de veces en la vida. ─Para dejar claro mi punto, uno mis labios con los de Weston antes de ocupar el asiento copiloto ya que mantiene la puerta abierta para mí. El rubio no luce sorprendido por ello a pesar de que es consciente de que solo lo hago para molestar a Tanner, pero este último sí. Retrocede mientras arruga la frente─. Es nuestro problema sin resolver si nos quedamos estancados por dejar pasar una, pero ese no será mi caso.
No sé si soy la única, pero no han sentido la asfixiante sensación de que están pasando muchas cosas a la vez? Cosas que no notas o no te dicen, pero asumes o debiste asumir simplemente con un gesto. Así me esfuerzo porque sean mis capítulos, de tal manera que le den un enfoque diferente a todo cuando vengan del futuro porque de eso trata la vida. De la empatia y la evolución de las opiniones que una vez tuvimos sobre algo o sobre alguien
En fin jaja
Espero que el cap les haya gustado. Yo estoy feliz estrenando pc
Cap dedicado a Walk08
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Love u
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