Capítulo 3:
─No puedo creer que Pauline continúe dormida ─se queja Tanner en voz alta mientras entramos en la casa de mi familia frente a la playa en una zona habitada al oeste de Corpus Christi, Pauline en sus brazos, mirando cada elemento en la habitación con sorpresa.
La construcción no es tan amplia como la casa en la que crecí, pero la decoración hogareña y moderna, orientada a hacerla parecer más grande de lo que en realidad es, la hace hermosa. Hay obras de arte adornando las paredes con paisajes del Golfo de México y un sofá central color beige con una mesa moderna frente a él, sobre la cual se encuentra una bandeja con cactus artificiales. Un plasma sobre la repisa con libros de la chimenea de gas. La cocina está equipada con lo último en línea blanca y se ve directamente desde la entrada, puesto que no hay ningún tipo de división entre esta, la sala y el recibidor. La pared del fondo está hecha de puertas de cristal con vista hacia la playa. Soy capaz de escuchar las olas del mar aunque estén cerradas.
La casa es de un solo piso, por lo que se accede a las seis habitaciones que posee a través de un pasillo junto a la entrada. Ya que Tanner tomó mi lugar desde San Antonio, convirtiéndose en la primera persona además de mi padre a la que dejo conducir mi Mercedes, el cansancio es evidente en su mirada. Sin contestar a su comentario ya que el sueño profundo de Pauline no me sorprende, es mi compañera de dormitorio, le señalo la habitación en la que él y ella se quedarán, planeando buscar mi viejo par de audífonos por toda la casa apenas me quede a solas.
De ninguna manera los escucharé tener sexo bajo mi propio techo.
─Buenas noches ─susurro antes de cerrar la puerta y deslizarme en mi habitación, la cual consiste en una cama central con dosel rodeada de velas sin encender en el suelo de madera junto con muebles y un gran, pero razonable, armario de mimbre oscuro.
Cambio mi ropa, jeans blancos ajustados y un sencillo top gris, por un clásico pijama de botones de pantalones cortos color negro. Demasiado agotada como para pensar en Tanner y en la manera en la que mi mente no ha dejado de girar en torno a la posibilidad de sacar provecho del hecho de que Pauline esté dormida, tomo un encendedor del primer cajón de mi mesita de noche y enciendo las velas que me rodean como n círculo antes de acostarme.
Pero, por alguna razón, no consigo dormir.
Me quedo mirando al ventilador encima de mí dando vueltas. Esperando. Esperando que el sueño me envuelva, reclamándome, pero pasan los minutos y eso no sucede. Ya que tras cambiarme fui directamente a la cama, no lavé mis dientes. Tras recordarlo termino cediendo a la excusa de tener que ir al baño para solventarlo. El único defecto de la casa es que la habitación de mis padres es la única con un uno propio, por lo que todos los demás deben turnarse para usar el que se encuentra en el pasillo. Sin darme cuenta de que la puerta ya se encontraba abierta, la empujo. El sonido del agua de la ducha corriendo me detiene de continuar avanzando hacia su interior. Me echo hacia atrás antes de que pueda interrumpir a Tanner, puesto que Pauline nunca se ducha después de las seis porque eso arruina su cabello. Con la espalda pegada a la pared, me tenso al escuchar un indiscutible y profundo gemido masculino.
Presiono mis ojos con fuerza entre sí antes de abrirlos y girar la cabeza hacia el reflejo del espejo sobre el lavado, cayendo en la sucia tentación, el cual se encuentra frente a la ducha de cristal. Todo su tonificado cuerpo está cubierto con jabón que el agua arrastra por su piel, pasando por encima de cada línea curva o recta bien definida hasta que termina corriendo por el desagüe. Ya que tengo una visión de él completamente desnudo, me doy cuenta de que su rostro y su pecho no son los únicos sitios dónde tiene pecas. Su espalda también. Está inclinado y apoyado en la pared que lleva la sofisticada ducha de hidromasaje. Sus ojos están cerrados como si una gota de shampoo hubiera caído en ellos, su frente arrugada con concentración, pero su expresión no es de dolor, sino de placer mientras presiona sus labios entre sí. También percibo algo de molestia en sus gruñidos. Mientras lo veo deslizar su mano de arriba hacia abajo sobre su eje, inconscientemente meto la mía en mis pantalones cortos.
Es como si no quisiera sentir placer.
Pero no pudiera evitarlo.
Sé perfectamente cómo se siente.
Encontrando mi propio punto sensible, comienzo a tocarme sin pensar en que Pauline pudiera salir de su habitación en cualquier momento. En que Tanner podría simplemente mirar hacia el espejo y notarme. Trazo círculos más fuertes por encima de mi ropa interior, raspando mi clítoris con el material de algodón, cuando los movimientos de su muñeca se vuelven más bruscos. Muerdo mi labio inferior con fuerza, conteniendo un chillido, cuando la manera en la que su pene ha empezado a hincharse hace que evoque los recuerdos de lo bien que se siente dentro de mí cuando está a punto de terminar. Cuán brusco se vuelve. Tomo una honda bocanada de aire cuando termino, un temblor apoderándose de mis rodillas que me obliga a deslizarme por la pared hasta que me agacho en el suelo. Mi brazo libre está extendido. Busca aferrarse a algo o a alguien a quién lastimar para sobrellevar la intensidad de la sensación que recorre mi cuerpo.
─Savannah ─gruñe─. Maldita sea, ¿qué me haces?
Me tenso.
Retiro la mano del interior de mis pantalones tan rápido como puedo. Mi pecho se aprieta con pánico al creer que me atrapó mirándolo, pero se aprieta aún más cuando alzo la cabeza y me doy cuenta de que no lo hizo. Me estremezco ante lo que encuentro al volver a ver el espejo. Tanner está terminando, el semen manchando las baldosas frente a él mientras continúa tocándose deprisa, alargándolo, su cabello cubriendo parte de su frente debido al agua, y no ha girado ni una vez el rostro en mi dirección. Sin saber cómo sentirme, puesto que pudo descubrirme en el momento en el que no estaba viendo, simplemente pude haber oído mal o puede haber otra Savannah en su amplio historial de conquistas, incluso otras, en plural, me doy la vuelta y me dirijo gateando a mi habitación a dos puertas de distancia.
Cierro tan suavemente como puedo.
*****
A la mañana siguiente me despierta el característico olor dulzón de los panqueques. Sabiendo que deben ser más de las nueve de la mañana, puesto que conseguí dormir a eso de las cuatro, mis ojos se abren con un repetitivo parpadeo. Bostezo y me inclino hacia adelante para apagar mis velas entes de levantarme. Mis pies están descalzos de camino a la fuente del aroma. Estamos frente a la playa. No necesito usar zapatos. Mis labios, toda la felicidad que me rodea, se tuercen involuntariamente hacia abajo cuando veo a Tanner situado tras Pauline, quién sostiene una espátula con la que le da vuelta a los panqueques en la estufa utilizando nada más que un bikini amarillo y un sombrero de paja.
Alzo mi ceja.
─¿Dónde consiguieron la mezcla?
Hasta dónde sabía, la despensa estaba vacía. Ya que compraron un apartamento en Miami después de que me fui a la universidad, mis padres tienen casi un año sin venir a Corpus. Soy la razón por la que no han vendido esta casa aún. Bueno, la manera en la que cada vez adquiere más valor debido a la inversión que están haciendo en la ciudad y yo. Lo único que había en mi cocina hasta anoche eran latas de atún, queso azul y latas de cerveza de mi cumpleaños. Tanner me sonríe, su pecho desnudo. Está utilizando únicamente shorts de deporte y zapatillas. Entrecierro los ojos. Empiezo a creer que siempre busca una excusa para enseñar su perfecto torso y sus perfectos brazos de atleta.
─Buenos días ─dice Pauline, alejándose de él para alcanzarme y envolver sus brazos alrededor de mi cuello, alzándose para besar mi mejilla─. Tanner y yo queríamos agradecerte por invitarnos, este sitio es hermoso, Sav, así que fue a la tienda mientras corría esta mañana y yo hice los panqueques. ─Tomando mi mano, me guía al banco frente al mesón de madera en el centro─. Tú solo disfruta. Conseguimos frutas, también, y mermelada.
Mis cejas se juntan.
Girándome, me enfoco en su novio.
Su novio el que decía mi nombre mientras se corría.
Maldiciéndome, también, pero a mí.
Pero aunque lo hubiera hecho, de lo cual no estoy completamente segura, eso no significa nada. Puedes estar con una persona y amarla y aun así fantasear con alguien más. Si eso no fuera posible no se habría acostado conmigo, en primer lugar, habiendo visto a Pauline, puesto que estaba parada junto a mí cuando me echó un vistazo desde las escaleras. Tomando en cuenta la manera en la que siente devoción hacia ella, es imposible que no la haya notado para ese entonces, pero sí que lo haya hecho y que aun así se hubiera dejado arrastrar por mí. Una de mis teorías es que fui su despedida antes de establecerse. Eso o un juego. Sé las cosas que hacen los chicos de fraternidad. Mi papá fue uno.
Él me advirtió.
No escuché, jugué con fuego y me quemé.
¿Cómo ahora podría buscar consuelo en él sabiendo que lo que me hirió fue lo mismo que me dijo mil veces que no hiciera? ¿En mamá? Mi madre es prudente y educada. Estricta sin llegar a perder la suave y característica esencia de ser una mujer. Siempre me ha exigido lo mejor. ¿Cuán decepcionada se sentiría de mí? Los tres solíamos tener una relación bastante estrecha antes de que me fuera a la universidad, razón por la cual opinaban y controlaban cada aspecto de mi vida, así que sabrían que algo va mal en el momento en el que pensara en Tanner frente a ellos.
Se preguntarían dónde quedó su segura e inteligente niña.
Así que ni siquiera puedo buscar consuelo en ellos.
─¿Corriste con toda la compra de regreso? ─le pregunto mientras trago el nudo que se instala en mi garganta.
Tanner se encoje de hombros.
─El entrenador nos la hace pasar peor.
─Son al menos diez kilómetros hacia la tienda más cercana.
Se encoje de hombros, indiferente.
─Tengo buena resistencia.
Aunque sus ojos están fijos en mí mientras lo dice, Pauline se ríe y oculta su rostro en su pecho. Yo me ahogo en mi propio vómito.
*****
Solíamos tener un yate anclado al muelle del puerto, pero mis padres lo vendieron para terminar de pagar su nuevo apartamento, así que ya no tenemos uno. Amo navegar y a Pauline también le gusta, así que nos dirigimos a un sitio de alquiler cuando estamos listos para tener un día en la playa. Hacemos una parada en el supermercado durante el trayecto porque si hubiéramos enviado a Tanner corriendo mientras nos terminábamos de alistar, incluso él, metro ochenta de músculo, no sería capaz de cargar con todo lo que metimos en el carrito. Cuatro botellas de vodka. Tres litros de jugo de piña. Leche de coco. Azúcar. Hielo. Un montón de chucherías e ingredientes para hacer hamburguesas. Agua potable. Bronceador y bloqueador solar. Aunque él alza sus cejas ante nuestro entusiasmo, no interviene, limitándose empujar el carrito mientras metemos cosas en él y a pagar cuando llegamos a la caja. Ruedo los ojos cuando distraídamente pone un paquete de condones en el lector, ocultándolo de Pauline y de mí cuando ambas sabemos que folla.
─Amo este lugar ─suelta Pauline cuando llegamos al muelle del embarcadero de los yates en alquiler, girando sobre sí misma mientras sostiene con una mano la única bolsa que Tanner le permitió llevar: la del pan de hamburguesas. Él habría podido con ello también, pero ella insistió en ayudarlo. Yo no. Únicamente llevo mi teléfono y las llaves de mi auto en el bolsillo trasero de mis shorts, los cuales esconde mi camisola blanca al menos dos tallas más grande. Pauline continúa en bikini y sombrero. Tanner usa un polo, bermudas y gafas─. ¿Cuál es el nuestro?
El encargado señala el yate más pequeño.
─Si el señor Reed está de acuerdo, ese. ─Nos ofrece una mirada de disculpa─. Lo siento. Hemos tenido un fin de semana bastante concurrido. Todos nuestros otros yates están ocupados.
Aunque puedo ver una chispa de molestia en los ojos de Tanner, este asiente y empieza a dirigirse hacia él junto a nuestro chófer y el hombre, dejándonos a Pauline y a mí atrás. Estamos caminando la una junto a la otra, ella demasiado absorta en la vista y yo demasiado absorta en la espalda ancha de Tanner, cuando un silbido desde uno de los botes llama nuestra atención. Un chico rubio sin camisa nos saluda desde la punta de la proa, una sonrisa adornando su rostro. Es casi tan apuesto como... como Tanner.
Sin saber por qué, me encuentro sonriéndole de regreso.
Deteniéndome.
─Hey ─lo saludo, lo cual solo lo hace sonreír más.
Él levanta un dedo en mi dirección, pidiéndome que espere, y lo veo desaparecer por unos segundos antes de volver situándose frente a nosotras. Su camisa de estampados de palmeras está abierta. Está usando gafas, las cuales se retira y sostiene en sus manos cuando llega al muelle. Shorts. Sandalias de cuero de hombre. Pauline, como si hubiéramos retrocedido a la noche de la fiesta, se sitúa junto a mí y aprieta mi brazo, emocionada.
Sorprendentemente, yo también lo estoy.
─Hola. Me llamo Weston.
Me ofrece su mano. Aunque estoy con Pauline y ella está casi desnuda junto a mí, sus ojos verdes están enfocado en mí. La estrecho suavemente antes de regresar mi brazo a mi costado. Repite la misma operación con mi amiga, pero aun viéndome.
─Savannah.
─Pauline.
Nuevamente me sonríe.
─Estoy aquí con mi madre y su novio, pero ellos se centrarán completamente el uno en el otro, ignorándome. ─Relame sus labios, los cuales son perfectos. No tan llenos. No tan finos. Su nariz recta también es bonita y tiene dinero. El reloj en su muñeca y la cadena con una cruz colgando de su pecho son de oro. Tampoco pierdo de vista el movimiento nervioso de sus dedos─. Noté que no estaban solas. ¿Por qué no le dicen a su amigo que compartamos el alquiler del yate? Mi madre no se enojará y así alguna de ustedes no se sentirá, al igual que yo, como un estorbo.
Como si Weston lo hubiera invocado, Tanner se acerca.
─¿Hay algún problema?
Pauline, abrazándolo, niega con una sonrisa.
─Ninguno ─responde─. Solo que Weston se enamoró a primera vista de Savannah y nos ha invitado a compartir el alquiler de su yate, el cual está mucho mejor que el que nos ofrecen. ─Hace un puchero─. Solo lo compartiríamos con su madre, su novio y él, ¿podemos? Así no me siento mal por ignorar a Sav por ti. También tenemos suficientes provisiones y bebidas para compartir.
Weston se sonroja, pero no niega que le haya gustado.
Tanner me mira.
Su rostro está inexpresivo, así que no tengo ni idea de si la idea le disgusta. Él simplemente acaricia el cabello de Pauline y me mira demasiado detalladamente mientras lo hace. No puedo evitar pensar en él como un villano de caricatura acariciando a su gato, lo único por lo que siente afecto, mientras planea el fin del mundo.
─¿Estás bien con eso?
Afirmo, mi atención redirigiéndose a Weston.
─Sí.
Aunque puedo ver el atisbo de un tic en la ceja de Tanner, se da la vuelta tras murmurar que irá a hacer los arreglos con el encargado y a buscar las bolsas de la comida, las cuales dejó en el yate. Sintiendo mi corazón llenarse de felicidad, acepto la mano de Weston cuando la extiende hacia mí y lo dejo ayudarme a subir los escalones del lujoso bote con Pauline revoloteando como una mariposa detrás mientras yo vuelvo a ser como ese pequeño cachorro emocionado con el que siempre me comparo, pero que terminará bajo la rueda de un camión si continúa dirigiéndose a lugares desconocidos y peligrosos.
*****
Esta mañana tras comer, seleccioné el bikini negro de mi maleta. Sería como cualquier otro bikini negro de no ser por las cadenas de bisutería plateadas y doradas en los sitios en los que se ata. Ya llevo algunos meses en el gimnasio, por lo que nunca he estado en mi mejor forma. Tras hablar un poco con Weston, su madre, una reconocida profesora de modelaje y preparadora de reinas de belleza, y su novio, un hombre rico cualquiera por encima de los sesenta, me cambio, dejando mis cosas junto a las de Pauline y Tanner, y paso frente a ellos de camino a la ducha en la cubierta. Sin pensarlo demasiado, abro el grifo y dejo que el agua caiga sobre mí. Paso mis manos por mi cabello y me apoyo en la superficie de metal que sostiene la ducha mientras dejo que el agua me moje. De fondo, ya que Weston puso música, suena alguna mezcla de Halsey y otros artistas en la que me concentro.
Una vez estoy completamente empapada, me doy la vuelta, sintiendo tres pares de ojos puestos en mí. Incluso Pauline, dentro del jacuzzi de espuma con Tanner, una copa con nuestra mezcla de piña colada en su mano, me mira con las mejillas sonrojadas.
─Sav... ─murmura ella, negando, pero cualquier cosa que iba a decir pierde importancia cuando Weston me monta sobre su hombro y me lleva al tobogán inflable con el que la compañía le pidió disculpas a Tanner, el señor Reed, por no tener un gigantesco y caro yate para él solo, haciendo que el pánico inunde mi cuerpo─. ¡Arrójala! ¡Debería estar prohibido verse tan bien!
Pataleo, pero me encuentro riendo mientras me deslizo hacia el agua salada entre los brazos del chico rubio. No puedo evitar toser, ahogada, cuando asomo mi cabeza del agua, arruinando mi salida sexy de ella. Lucir como víctima de ahogamiento no combina precisamente con el movimiento hacia atrás de cabello.
─¿Estás bien? ─pregunta Weston, alcanzándome y achicando los ojos para que el sol no lo moleste, obteniendo una afirmación de mi parte─. Eres muy linda, Savannah. ─Traga, acercándose demasiado─. Me preguntaba si te gustaría salir más tarde. Divertirnos. Nada serio. Solo estoy de vacaciones en Texas. Vivo en Nueva York con mi padre. Ya tu amigo me dijo que vives en Austin, así que no creo que resistiría mantener una relación a distancia con una chica como tú, aunque me encantaría intentarlo, pero las posibilidades de que eso salga mal son altas. Soy un hombre y tú eres una mujer, a pesar de... tenemos necesidades.
Flotando en el agua, parpadeo.
─¿Una chica como yo?
Weston se sonroja.
Él lo hace mucho. Aunque parece dulce mientras lo hace, no puedo evitar pensar que eso lo hace parecer menos atractivo en el ámbito sexual. No quiero que un hombre dude o no esté seguro de sí mismo cuando desee que me hagan cosas sucias.
─Mientras estabas cambiándote, Pauline fue por un trago y su novio se acercó. Me contó sobre ti para que tú no tuvieras que hacerlo. Sobre tu familia y tu voto de castidad hasta el matrimonio.
Casi me ahogo nuevamente.
Alzando la vista, puedo ver a Tanner observándonos.
Los vellos de mi nuca se erizan cuando sonríe y suelta una carcajada ante mi ceño fruncido, lo que hace que Pauline también nos mire y ría, haciéndome consciente de que solo se trata de una broma. La ira recorre mi cuerpo al instante, molesta con ellos por arruinar esto. Mi ritmo cardiaco aumenta la velocidad. De vuelta a Weston, niego y coloco una mano en la parte posterior de su cabeza, manteniéndome a flote con la otra, acercándolo a mí.
Aunque nuestro beso está lleno de ira, al menos de mi parte, se convierte en uno de los mejores besos que he experimentado. Weston jadea cuando meto mi lengua en su boca, dejando de pronto de escuchar las risas de Pauline y Tanner. Empujándolo hacia la zona de acceso al bote, nos apoyamos en el metal de este, ocultándonos de cualquiera que esté en él y pueda vernos. Gime en mi oído cuando meto la mano dentro de su bañador, apretándolo y tocándolo mientras me dedico a succionar su cuello.
Cuando se estremece contra mí, lamo su labio inferior.
─Tú también eres muy lindo, Weston ─susurro mientras envuelvo mis piernas alrededor de él, quién no parece saber qué acaba de pasar─. Me gustas, así que estaría encantada de salir más tarde contigo, sin compromiso y a dónde quieras... con una condición.
Él traga, tomando aire también, antes de responder con voz ronca.
Parpadea mientras se enfoca en mí.
─¿Cuál? Te daré todo lo que quieras.
Complacida, sonrío y alcanzo las escaleras. Me aseguro de que tenga un vistazo de mi trasero y de mi entrepierna cuando me monto en ella. Muerdo mi labio, conteniendo una risita, al escucharlo gemir, entendiendo de repente por qué me emocioné tanto cuando lo vi. Weston es más lindo que Tanner. Quizás incluso es más rico que Tanner. Carece de todas las otras cualidades que lo hacen especial y llaman mi atención, pero ciertamente es competencia para su ego. Él lo vio antes que yo. Simplemente no pueden estar en una habitación sin eclipsarse el uno al otro, con lo cual Weston debe estar bien, pero Tanner no debe soportar, sintiéndome como yo me siento con Pauline.
─Quiero salir a comer con mis amigos también. ─Hago un puchero cuando me alcanza, ambos de pie en la parte inferior del yate─. ¿Te molesta? No conocen nada de Corpus Christi y yo soy su guía. Lo de mis padres y el voto de castidad solo fue una broma.
Sosteniendo mi rostro entre sus manos, sonríe.
─Todo lo que quieras es todo lo que quieras. ─Me besa─. Sí.
Sonrío, satisfecha.
Alguien está por tener una probada de su propia medicina.
Maldita Savannah me lleva de un extremo a otro. Con ella estoy en depresión o demasiado caliente
¿Qué tal el capítulo?
¿Weston Vs. Tanner?
Cuando la letra está de ladito es pasado
Capítulo dedicado a: JimeAdri28
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PD: así me imaginé a Savannah (su traje de baño)
https://youtu.be/FI0Rq9uDEZs
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