Capítulo 29:
Mi corazón se acelera y no de una buena manera cuando visualizo el cabello rubio de Weston, seguido del cabello rubio de Pauline y el negro del uno de los compañeros de Tanner, Freck. Los ojos verdes de Weston se mantienen serios e indiferentes mientras se baja del auto, un Prius blanco, y se acerca a nosotros, pero las Pupilas de Pauline se dilatan al notar la chaqueta de Tanner sobre mis hombros, haciéndome sentir ganas instantáneas quitármela.
El efecto de todo lo bueno que pudo haber ocurrido hoy se desvanece.
─Hola ─susurro, siendo una niña descubierta con las manos en el tarro de galletas cuando se suponía que no debía comer más otra vez.
Ella lleva un vestido rosa suave con bordados de aspecto viejo en las mangas y zapatillas de bailarina, su cabello rubio atado en un moño en la cima de su cabeza. Al detenerse frente a nosotros, se pone de puntillas y besa a su novio en los labios, rodeando su cuello con sus brazos. Tanner se deja hacer, pero no paso por desapercibido el hecho de que no la estrecha o la alza como usualmente haría. Mientras esto sucede, Weston, en bermudas y camisa de botones con mocasines, es el primero de ellos en romper el silencio con palabras cuando nos alcanza.
─Estaba en la cocina de la fraternidad cuando Tanner llamó a Freck. Es tarde, así que me ofrecí a acompañarlo ─dice metiéndose las manos en el bolsillo con aire despreocupado, pero estoy tan ocupada sobreviviendo a la situación actual que no le presto atención a la razón por la que vino.
Sus ojos, enfocados en mí, se ven ligeramente decepcionados.
No, no ligeramente.
Completamente.
─Estaba buscándote en la hermandad cuando los oí hablar ─explica ella.
Tanner mira a Freck, quién siempre se ha caracterizado por ser silencio, y este se limita a tenderme una muda de ropa y zapatos. Ignorando el tirón en mi pecho al ver cómo Pauline se acurruca contra el pecho de su novio de la misma manera que yo lo hice mientras bailábamos, camino hacia él y acepto el conjunto deportivo que me ofrece, el cual me pertenece.
Me estoy dando la vuelta cuando me doy cuenta de algo.
Estuve frente a Tanner mientras hablaba y él nunca mencionó mi nombre. No ha tocado su teléfono desde entonces, por lo que Pauline debió haber supuesto por sí sola que la ropa era para mí. Ella o Weston, ya que tengo la sospecha de que Freck, si Tanner lo llamó a él, no hablaría. Me giro por unos segundos para verlos y cuando me encuentro con su rostro redondo y dulce, ella me sonríe con calidez por unos segundos, pero sus ojos no lo hacen, antes de regresar toda su atención a su novio.
─Si estamos aquí, Tanner, ¿por qué no bailamos un poco antes de irnos? ─la escucho preguntarle cuando me giro para entrar, su tono de voz insistente.
─No, Pauline. Estoy cansado.
─Pero...
Su respuesta es cortada con el ruido de la música. Entro al baño y me cambio rápidamente. Ya lista, salgo del club sin poder creer que hace un instante estaba divirtiéndome tanto. Es como si me hubieran arrojado un balde con agua fría. Si fuera un poco más débil, lloraría. En su lugar me siento en las piernas de Weston en el asiento copiloto porque no soportaría estar junto a Pauline. El rubio sigue viéndose enojado conmigo, por lo que no le dirijo la palabra.
También estoy enojada conmigo misma.
Lo curioso es que lo que me enoja es no estarlo, lo cual debería ya que después de que Tanner me ayudó con la maqueta, me dejé llevar por los impulsos que se supone que debería apagar. Que iba a apagar y estaba logrando hacerlo con Weston hasta que apareció en mi puerta por segunda vez para ayudarme con mi proyecto para el concurso, pasando horas y horas recortando en el piso como un niño de preescolar.
Mientras Freck conduce de regreso al campus, le echo un vistazo por el retrovisor esperando verlo acurrucado con Pauline, pero este está con la mirada fija en la ventana, ignorándola. Contempla Austin con aire ausente. Probablemente esperará hasta mañana para recoger su camioneta. Me tenso en el regazo de Weston cuando Tanner percibe mi mirada sobre él y gira su rostro para devolvérmela, pero Pauline vuelve a hablarle y agacha la cabeza para contemplarla. Dejo de verlo definitivamente cuando sonríe ante lo que dice.
Me encorvo sobre mí misma.
Acaban de darme un puñetazo directamente en el estómago, asesinando todas las mariposas que volaban en él hasta que llegaron por nosotros.
─¿Te divertiste? ─susurra Weston en mi oído, rodeándome con sus brazos─. Al menos dime que valió la pena herirte así, Sav.
No le respondo, limitándome a cerrar los ojos por el resto del viaje y a concentrarme en cuán bien huele. De todos modos, estoy segura de que él tampoco esperaba una respuesta.
*****
Cuando llegamos al estacionamiento de mi edificio, Freck acelera su auto como si estuviera deseando deshacerse de nosotros. No lo culpo. La tensión en su interior podía cortarse con una tijera. Pauline y Tanner caminan frente a nosotros, West y yo detrás. Una vez se dio cuenta de que Tanner tenía pensado quedarse, él me preguntó si podía hacer lo mismo.
Le dije que sí.
─Tendremos noche de películas, ¿no es así? ─pregunta Pauline mientras salta de camino al ascensor con sus dedos entrelazados con los de Tanner, quién abandona su estado ausente para mirarla con el ceño fruncido, solo por unos segundos, antes de echarnos un vistazo de reojo a Weston y a mí y dedicarle una de sus amplias sonrisas de príncipe encantador.
Sonrisas que solo tiene para ella.
─Claro que sí, nena. Lo que quieras.
Me trago la bilis.
─¿Quieres que ordene comida? ─pregunta Weston, unos segundos más tarde, mientras subimos por el ascensor y su pecho se encuentra en contacto con mi espalda debido a que hay muy poco espacio para Tanner, Pauline y yo entre las paredes de acero y estamos amontonados─. ¿Pizza?
Niego.
Tengo náuseas y la comida solo lo empeorará.
─Podemos hacer palomitas.
No puedo evitarlo. Aprieto los dientes y veo a Pauline como si la odiara, lo cual no hago, pero en estos momentos podría decir que sí ya que la parte de mí que todos tenemos, solo que en proporciones diferentes, a la que no le importa los demás y me exige continuamente que tome lo que quiero sin pensar en el daño que eso pueda ocasionar, incluso a mí misma, la detesta y desea que jamás hubiera salido de su estúpido pueblo.
Me dice que si ella no hubiera venido nunca a Austin, mi camino en algún momento se habría cruzado con el de Tanner en el campus y estaríamos juntos.
─Detesto las palomitas ─digo, trayendo la atención de tres pares de ojos confundidos a mí─. Son asquerosas, llenas de sal y mantequilla. Malas para al organismo sin que te des cuenta de que lo son porque todo el mundo piensa que son buenas por el maíz, pero la triste realidad es que la sal y el aceite saturado que colocamos sobre ellas son las principales causas de hipertensión y aunque las comes creyendo que no son dañinas por sus pocas calorías, te matan a largo plazo.
Eso me lo dijo Tabatha cuando me vio comiendo palomitas en el gimnasio entre nuestros entrenamientos, información que no sabía que seguía en mi cerebro hasta ahora. Cuando termino de hablar, los tres se ven como si no supieran qué decir. Pauline simplemente parpadea en mi dirección. Weston me aprieta entre sus brazos y Tanner solo me observa.
─¿Desde cuándo? ─pregunta él, un brillo peligroso y sádico en sus ojos que me empuja más hacia esa zona oscura en mí que mencioné antes─. Cuando fuimos a Corpus me dijiste que te gustaban.
Mis mejillas se sonrojan.
─A partir de ese viaje las odio.
Pauline arruga la frente, sin entender nada de lo que está pasando, y afortunadamente las puertas del asesor se abren antes de que me delate a mí misma. Acelero el paso para ser yo quién entre primero a nuestro dormitorio, por lo que podré distraerme y tranquilizarme abriendo la puerta de este, lo cual hago con manos temblorosas. Ya en su interior, tras encender la luz y dejar mi ropa en la cesta de ropa para lavar, la poca contención que tenía se desvanece cuando fijo mis ojos en mi maqueta y me doy cuenta de que una de sus esquinas ha desaparecido.
Al ver el suelo, veo su trozo junto a una de las patas de la mesa que la sostiene.
─Lo siento, Sav ─dice Pauline a mis espaldas─. Cuando llegué estaba oscuro y no me di cuenta, además de que iba de prisa para recoger tu ropa e irnos a buscarlos, pero puedes arreglarlo, ¿no?
Tras dirigirme a mi armario e ir por mi pijama, paso junto a ella y respondo.
─Sí.
Tanner traga mientras la mira como si quisiera matarla.
Pero no me quedo para escuchar lo que sea que tenga que decirle. En su lugar me encierro en el baño para deshacerme del agua sucia de la calle. Las personas que me conocen de Houston no me reconocerían si me vieran intimidada o afectada por alguien como ella, así que le hago honor a mi yo de la preparatoria entrando en el pijama más pequeño y ajustado, poca cantidad de terciopelo rojo y poco encaje negro con brillos, tras ducharme. Antes de salir, peino mi cabello mojado, hago que mis pestañas luzcan más abundantes con rímel y pellizco mis labios y mejillas.
Yo también puedo jugar a ser ingenua.
A pretender que su novio no me desea.
Sin embargo, mi ira flaquea momentáneamente cuando veo a Tanner, ahora sin camisa, arrodillado frente a la mesa con mi proyecto mientras lo arregla con pegamento. Weston está usando su teléfono sobre mi cama y lo deja de lado cuando me ve, sus cejas alzadas. Pauline está ajustando nuestro televisor para sincronizarlo con su cuenta de Netflix, ajena a nosotros.
Sin embargo, esta vez no me dejo llevar por mis impulsos.
Me acerco intencional, pero sutilmente, a Tanner antes de sentarme en el regazo de Weston.
Él se tensa al sentir mis dedos acariciar su espalda y mi cuerpo rozando su brazo, pero no hace más que dirigirnos una larga y molesta mirada antes de seguir arreglando lo que su novia rompió. Una vez termina, se sienta junto a ella en su cama y esperamos que la película que Pauline escogió empiece. Suelto un suspiro al ver la introducción de un romance.
─Podemos salir de aquí si quieres ─susurra Weston en mi oído, a lo que giro el rostro hacia él.
─Estás actuando extraño.
Alza las cejas, lo cual puedo ver por el resplandor del televisor debido a que las luces están apagadas. Trago cuando escucho sonidos de besuqueo junto a nosotros. Al parecer no soy la única que considera que un típico romance es aburrido para una noche del jueves.
─¿Yo? ─Afirmo─. ¿Quién fue el que tuvo un ataque en el ascensor?
Mis mejillas se sonrojan.
─West...
─Sé en lo que me metí, Sav ─murmura─. Pero no me puedes reprender por sentirme molesto cuando descubro que la chica que estoy cortejando está con su amor platónico prohibido en un club. ─Colocas su dedo bajo mi barbilla, así que me giro hacia él para que podamos hablar mejor. Nos cubro con una manta, también. No estoy interesada en ver nuevamente a Tanner con Pauline. Al parecer todo este tiempo que pasé separados de ambos no les enseñó nada sobre no tener sexo junto a mí, pero esta vez no estoy sola y tengo con qué vengarme─. ¿Por qué no me pediste ayuda para el concurso? No entiendo. Podría haber sido yo y no él.
En la oscuridad, me estremezco.
Tanner y Weston son parecidos en muchos sentidos, los dos dominantes a su manera ya que mientras con Tanner solo tienes la opción de seguir sus reglas, Weston logra lo que quiere con gentileza, carisma y su dinero, pero al final del día ambos son competitivos y ególatras.
Es como estar dentro del juego de dos conquistadores.
Ser su premio.
─Yo no se la pedí, él se ofreció.
─¿Y por qué crees que lo hizo? ─pregunta─. ¿Por amabilidad?
Me estremezco.
─West...
─No, él lo hizo para poder estar cerca de ti ─suelta, desprecio en su tono de voz─. Para tomar una porción del pastel que tanto ansía. ─Me acuesto en la cama cuando me empuja hacia atrás para posicionarse sobre mí. Escucho gemir a Pauline, así que dejo que se sitúe entre mis piernas. Mi sangre hierve entonces por dos razones: por ellos y por West. Porque los escucho, lo que me lastima, y porque quiero que me escuchen a cambio. Quiero que ambos sepan que estoy aquí y que no soy invisible, ya no más─. Pero estoy a punto de devorarlo frente a sus malditos ojos.
Weston habla demasiado, así que rodeo su cuello con mis brazos y alzo la pelvis, frotándome contra él de una manera que lo hace jadear. Antes de mudarme solía invitar a algunos chicos a mi habitación cuando Pauline no estaba, así que escondía condones entre mi colchón y la cama. Suspiro con alivio cuando encuentro un paquete al extender la mano mientras Weston me besa y frota la suya contra mi centro, por encima de la tela de mi pijama y su costura, calentándome y preparándome para él. Poniéndome más húmeda de lo que ya estoy ante la idea de hacerlos pagar con la misma moneda todo lo que yo he sentido. Lo que sentí cuando la vi besarlo frente a la discoteca. Aunque ni siquiera los moleste, fantaseo con que sí. Su boca baja a mi cuello mientras desabrocho su cinturón y bajo su ropa lo suficiente.
Casi por un instante olvido que tenemos compañía.
Pero dentro de mi retorcida mente masoquista, la compañía también me excita.
─Tanner, me duele ─jadea Pauline, sonando molesta─. No me gusta que seas tan brusco.
Lo escucho gruñir a él en respuesta, pero luego solo hay gemidos, por lo que sospecho que debió haber disminuido la intensidad de lo que sea que esté haciendo. No me contengo y suelto un chillido cuando Weston entra en mí después de que se coloca el condón que le doy. Con ambas manos apoyadas lado a lado de mi cabeza, me folla suave y profundamente. Tanto que me desespera y termino enredando mis piernas en su cintura para atraerlo más a mí.
─Me gusta cuando duele ─susurro contra sus labios.
─¿Qué más te gusta, nena?
─Me gusta que me hagas daño.
Lo hace yendo más fuerte la próxima vez.
Grito y arqueo la espalda en respuesta.
─¿Otra cosa?
─Me gusta que seas grande ─ronroneo─. El mejor que he tenido.
Weston me complace yendo más rápido, siendo más brusco ante mis palabras, las cuales estoy segura que deshacen sus inseguridades. En la otra cama se escucha el sonido de un golpe y a Pauline gritar. Ruedo los ojos con placer, gimiendo, cuando Weston acaricia mi clítoris de arriba abajo y en círculos con sus dedos. Cinco segundos después, estoy acabada, pero él sigue usando mi cuerpo, proporcionándome orgasmos, por más de veinte minutos. Tanner y Pauline no han terminado para ese entonces, pero estoy tan agotada que ni siquiera los escucho mientras me acurruco en su costado y cierro los ojos.
Sin embargo, la voz de Weston hace que los abra de nuevo.
─Tanner, puedo decirle a mi padre que llame al alcalde de Austin para que liberen tu camioneta. Es un viejo amigo de la familia y estoy seguro de que no le molestaría hacerme un favor, incluso a esta hora ─dice con voz ronca y cuando llevo mis labios a su rostro siento la forma de su sonrisa ya que alguien, Pauline o Tanner, apagó el tv y no puedo verlo ya.
─No es necesario ─responde él─. El gobernador es un fanático.
Weston separa los labios para responderle, pero llevo mi mano a su pene, el cual no está del todo dormido todavía y me monto sobre él para el segundo round antes de que arruine su imagen ante mis ojos todavía más.
*****
Al día siguiente me levanto con el olor a huevos revueltos flotando en toda la habitación. Tras estirarme en la cama, consciente de que la noche anterior no encendí mis velas aromáticas y lamentándolo a penas su aroma no está en el inicio de mi nuevo día, me levanto y me dirijo a nuestra pequeña cocina improvisada. Trago y vuelvo a la cama cuando veo a Weston en la estufa, sin camisa y en ropa interior, y a Tanner de la misma manera exprimiendo naranjas para hacer jugo casero.
Pauline está despertándose, también, viéndose igual de aturdida que yo.
─Buenos días ─susurra, observando hacia mí antes de dirigir sus ojos a los dos dioses en nuestra habitación y babear de la misma manera en la que yo lo hice.
─Buenos días ─responde Tanner mientras lleva un plato con tostadas, huevos y tocino a su cama, besándola en los labios mientras se inclina sobre ella.
Nuevamente una mano invisible me golpea al verlos, pero Weston está ahí para distraerme.
─Buenos días, Sav, ¿dormiste bien, princesa?
─Sí, Weston, gracias por ser tan dulce.
─A ti por existir.
Lo beso fugazmente cuando me tiende un platillo con lo mismo que Tanner le dio a Pauline, pero con una florecita en él. No puedo evitar sonreír mientras la tomo y la coloco en mi oreja. En lugar de apartarse e ir por mi jugo, se sienta junto a mí y comienza a alimentarme mientras me contempla con una sonrisa. Sin embargo, no separo los labios cuando me ofrece tocino.
─Savannah odia el tocino ─dice Tanner deliberadamente, acercándose a mí con un vaso de jugo de naranja, pero evitando mis ojos, probablemente debido a lo que ocurrió anoche. Me estremezco cuando lo pruebo y compruebo que no lleva azúcar. Tampoco me gusta el jugo de naranja con azúcar. No tengo ni idea de cómo lo sabe ya que no ando por la vida diciéndoselo a todos─. Por cierto, debemos alistarnos ya. La exhibición comienza en una hora. Los chicos del equipo vendrán a ayudarme a bajar la maqueta y a llevarla por el campus. Si la montamos en mi camioneta o en cualquier auto podría romperse y no correré ese riesgo. ─Mira a Pauline con acusación─. Trabajamos demasiado en ello como para perder todo nuestro esfuerzo ahora.
A pesar de todo lo que pasó ayer, no puedo evitar ablandarme ante lo que dice.
Nunca puedo.
─Tanner, no es necesario ─susurro─. Ya has hecho bastante.
─Sí ─concuerda Pauline, lo que hace que lleve mis ojos a ella con sorpresa─. Savannah ahora tiene a Weston. Él puede ayudarla. ─Me sonríe con complicidad, como si me estuviera haciendo un favor cuando la realidad es que lo que pasa entre su novio y yo no es su asunto, pero sí lo es, pero lo siento como si no y al parecer Tanner también ya que la ve como si quisiera matarla y ya esta es la segunda vez─. Todavía puedes exigirle a los chicos que los ayuden, pero no quiero que te separes de mí hoy. ─Se pone de pie llevando puesta la camisa de Tanner y entrelaza sus dedos con los suyos, los de ambas manos─. Tenemos mucho tiempo perdido que recuperar y no me molesta faltar a clase hoy, lo que al parecer a ti tampoco ya que tenías pensado acompañar a Savannah a esa aburrida exposición. Todos saben que ganará. ─Me mira─. Siempre lo hace.
No, no siempre.
─No ─responde Tanner, presionando sus labios contra su frente─. Iremos todos.
Trago.
─No sé si...
─Me parece perfecto ─añade West, no sin cierto deje de sarcasmo en su tono de voz todavía soñoliento─. Luego podremos tener una cita doble para el almuerzo. Reservaré en el nuevo restaurante francés de la ciudad.
─No, yo lo haré ─gruñe Tanner.
West pone los ojos en blanco.
Me besa una última vez antes de levantarse.
─Bien. Vámonos o llegaremos tarde.
─¿Vámonos? ─pregunto, ya que le está hablando a Tanner y no a mí.
─¿Weston no te lo dijo? ─pregunta Pauline, sonriendo─. West está en Maleeh.
Maleeh es la fraternidad de Tanner.
Lo miro.
No me sorprende que Weston esté ahí ya que es una de las mejores de la Universidad de Texas, lo que me sorprende es que Tanner lo haya aceptado. Sin su firma, la del presidente, Weston no habría entrado. Tras ignorar mi mirada como lo ha hecho desde que me levanté, se viste y ambos salen sin camisa, ya que yo también llevo la de Weston y Tanner no usaría una prenda arrugada, de nuestro dormitorio. Es tan extraño ver a Tanner y a West interactuar que no puedo evitar pensar que ambos están usando la misma estrategia: la de mantener a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca. Dejándome de lado ya que no tengo ni idea de lo que ninguno de los dos siente por mí en realidad, es más que obvio que se detestan y no pueden coexistir en paz, por lo que no puedo creer que se hayan hecho amigos mientras dormía o hacían el desayuno.
Algo están tramando.
Después de que cierran la puerta tras ellos, Pauline chilla como una adolescente enamorada mientras cae de espaldas sobre su cama, rebotando, y hace bailar sus pies. Una parte de mí se siente mal por todo lo que pensé sobre ella ayer, pero la otra sigue sin soportarla después de haber pasado unos días sin tener que verla en lo absoluto. Siempre he apreciado mi soledad por esta precisa razón. No soy buena compartiendo la atención. No soy buena al no obtener lo que quiero. Mis padres me hicieron competitiva y la sociedad me ensució con codicia, avaricia, envidia y todas las emociones negativas asociadas a ser la mejor siempre.
─Estoy tan enamorada de él que duele, ¿me entiendes? ─pregunta mientras gira su cabeza hacia mí para verme─. ¿Te ha pasado con algún chico, Savannah? ¿Quererlo de esa manera? ¿Tanto que sientes tu corazón envuelto en una mano que lo acaricia y lo aprieta a su placer?
Sí.
─No. No me ha pasado ─miento aunque esa es la descripción exacta de lo que siento por su novio, al menos en los días buenos.
En los malos es como un huracán que tarde o temprano me devastará.
Hello, everyone
Welcome back to my mind
Espero que el capítulo les haya gustado. Para mí está entre mis favoritos porque de verdad adoro cuando mis personajes son ellos mismos y sacan a relucir su demonio interior
¿Qué creen que pasará ahora?
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Capítulo dedicado a: valenrengifor
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