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Capítulo 24:

Tanner me deja en paz durante el resto de la noche, encerrado en su cabina, por lo que puedo dormir hasta alrededor de las nueve. Siempre me despierto temprano para hacer yoga antes de ir al trabajo, por lo que el par de horas extra que duermo delata cuán agotador fue para mi cuerpo la experiencia del día anterior. Debo agendar una cita a mi spa para que me atiendan durante todo un día apenas regrese a Austin. Quizás invite a Isla.

Una vez termino de estirarme y de revisar las notificaciones en mi teléfono, de responder a las capturas de artículos con fotos que Malcolm me ha enviado de nosotros siendo atrapados por los paparazzis durante nuestra comida en Houston, su partido y cenando con mis padres, conspirando acerca de una relación, me levanto y dirijo al baño para bañarme y lavarme el cabello debido a que no lo hice cuando regresé de haberme sumergido en el mar. Una vez estoy vestida con una camiseta turística de Corpus Christi que deja mi ombligo expuesto y un short de mezclilla oscura con rasgaduras, cubro mis ojos con un par de gafas de sol y salgo hacia la cubierta. Los vellos en mis brazos se erizan cuando veo a mi compañero de viaje sentado en la mesa junto a la pequeña cocina, la cual está hecha casi en su totalidad de acero inoxidable y cromado en exceso. Lleva una camisa de vestir blanca sin abotonar y bermudas. Su cabello negro está despeinado como si acabara de levantarse. Por lo que veo bajo la mesa, está descalzo.

Está tan concentrado leyendo la pantalla de su teléfono, su frente arrugada y su mirada llena de su habitual desagrado, que no se da cuenta de que estoy frente a él hasta que hago sonar mi silla al moverla para sentarme. Preparó un desayuno americano de huevos revueltos, pan y fruta.

Sin tocino porque no nos gusta.

Eso y el extra de queso en las hamburguesas, al igual que la costumbre de meter nuestras papas fritas en ella, es lo único que tenemos en común, por lo que a veces ni siquiera entiendo por qué me siento tan atraída hacia él, pero a estas alturas ni siquiera me esfuerzo por analizarlo una y otra vez.

─Buenos días, Savannah ─saluda, sus facciones suavizándose levemente.

Es entonces cuando noto las ojeras bajo sus ojos.

Al igual que yo, probablemente no durmió bien. Eso me sorprende, pero no tanto como el hecho de que no está siendo desagradable conmigo después de lo que pasó entre nosotros ayer. Después de lo que no pasó. De lo que me dijo sobre Pauline y lo que le revelé, a mi parecer, sobre sí mismo.

─Buenos días.

Ya que no sé qué más decir a parte de ello, me limito a comer en silencio, mis ojos enfocados en el mar azul que recorremos en dirección al muelle. Cuando termino llevo mi plato y el vaso en el que bebí jugo de naranja al lavaplatos. Al limpiarlos camino directamente hacia la barandilla del barco y tomo asiento en una de las tumbonas, la misma en la que jugamos con los bombones. Su casa debería traer una advertencia de desastre.

Mis cosas ya están empacadas y estoy preparada para regresar a casa. Lo más sano que puedo hacer es ignorar a Tanner, la tensión entre nosotros que tal vez solo me afecta a mí, pero eso no es lo que sucede.

No me sorprende.

─¿Podemos hablar? ─pregunta, sentándose e inclinándose sobre sí mismo para que sus brazos descansen sobre sus piernas.

Ante su pregunta no puedo evitar quitarme las gafas y frotarme los ojos para verlo mejor, sintiéndome estúpida por estar impresionada, pero sin poder evitarlo porque Tanner no pregunta. Nunca. Tanner toma. Tanner escoge. Tanner no pide opiniones o permiso a las demás personas.

A él no le importa lo que quieran o piensen.

¿Pero ahora le importa lo que yo quiera o piense?

─¿Sobre qué? ─murmuro, haciendo su expresión más seria.

Se toma un momento antes de responder.

Cuando finalmente lo hace, no puedo asimilar lo que está diciendo lo suficientemente rápido porque son palabras que no esperé oír de él. Estaba lista para discutir y conseguir un fuerte dolor de cabeza debido a ello. Estaba lista para que decidiera actuar como si nada hubiera sucedido y volviera a los brazos de Pauline. Estaba lista para enviar todo por lo que he trabajado a la basura y mudarme de vuelta con mis padres.

No estaba lista para oírlo disculparse.

─Lamento haberte hecho sentir como un parche de suciedad que necesito para cubrir el caos que soy en este momento. No es así como mereces sentirte. Es solo que... ─Incapaz de mantener su mirada oscura en mis ojos, se concentra en el agua de la misma manera que yo lo había hecho antes, pero en mi caso no puedo apartar la vista de su perfil. De la manera en la que sus cejas oscuras se fruncen y su mandíbula se aprieta hasta que consigue las fuerzas para derribar lo que sea que le impide abrirse a mí o a los demás en el aspecto sentimental─. Hasta ayer había subestimado lo que sientes por mí. Pensé que una vez tuvieras la oportunidad de tomar algo que no es tuyo, pero que has estado queriendo por tanto tiempo, no dudarías en apropiarte de él y huir con ello ni por un solo instante.

─No estoy tan desesperada.

Tanner gira el rostro hacia mí y me sonríe de manera casi avergonzada.

Casi porque sus ojos también brillan con humor.

Solo él puede reírse de esta situación en la que ambos claramente somos infelices.

Yo por él y él por ella.

─Ahora lo sé ─dice─. Ahora sé que quieres más de lo que tal vez pueda ser capaz de darte en este momento, pero aun así me gustaría aclararte que si lo que te impide hacer lo que quieres hacer en este momento es Pauline, no debes preocuparte, Savannah. No volveré a estar con ella nunca más. ─La convicción en su voz me hace creerle. El hecho de que jamás me haya mentido me convence─. Nunca te he mentido antes y no empezaré a hacerlo ahora. Pauline y yo hemos terminado para siempre.

Pero no por mí.

Pero no ante los demás.

Pero no sucedió cuando debió haber sucedido.

Ignorando todas las voces en mi cabeza, camino hacia él. Tanner se echa hacia atrás y rodea mi cintura, tocando mi piel expuesta con sus manos, cuando tomo asiento en su regazo, causando que mi abdomen se contraiga con emociones que me obligo a apagar. Sin apartar mis ojos de los suyos, hago que se estremezca cuando presiono mis palmas contra sus mejillas.

─Dame una razón lo suficientemente fuerte para creerte y me tendrás.

Su mirada resplandece debido a la lucha interna que está llevando consigo mismo, pero justo en el momento en el que me rindo y hago ademán de apartarme de él, me retiene impidiendo que me levante.

─Pauline destrozó cualquier sentimiento que pudiera tener hacia ella al decidir engañarte para ir a esa maldita clínica ─revela, permitiéndome vislumbrar cuán dolido sigue por ello─. Nunca he sido más consciente de mi corazón hasta que lo rompió con sus decisiones llenas de egoísmo y miedo.

A pesar de que sus palabras significan que no me está eligiendo por encima de ella, sino que me confirman que si está aquí, conmigo, es porque está desesperado por sentirse mejor, no lo pienso dos veces al momento de inclinarme sobre él y ofrecerle el consuelo de mis labios. Tanner me aprieta más contra sí y separa los suyos, casi tímido, cuando estos finalmente se encuentran. Enredo mis dedos en su cabello y lo rodeo con mis piernas cuando se levanta, manteniéndome sujeta a él durante el trayecto hacia su cabina. Pero a pesar de que tiro de su camisa lejos de su cuerpo y deslizo mis uñas por su piel, ganándome gruñidos de su parte, no intenta ir más allá, en contra de su erección en sus bermudas y el sudor corriendo por su piel enrojecida por el sol. No hurga en el interior de mi ropa en busca de más acción o me toca en sitios que podrían causar una explosión.

Solo nos besamos hasta mucho tiempo después de que el yate se detiene.

*****

El spa al que asisto periódicamente está listo para recibirme apenas llego a Austin para que pase toda la tarde en él, lo cual no sé si podría ser suficiente tomando en cuenta cuán estresada estoy. Necesito con tanta urgencia relajarme que no dudo al momento de pedir un paquete de medio día para Isla y para mí. Debido a lo tarde que nos despertamos y al tiempo que duramos en la cabina, cuando finalmente llegamos a nuestra ciudad ya es la hora del almuerzo. El viaje ha sido silencioso y reconfortante de una manera casi dolorosa. He escuchado la radio durante todo el trayecto en un intento por ignorar las ganas que siento de detener mi Mercedes tirando del seguro de mano y saltar sobre él a orillas de la carretera, lo cual es ilógico tomando en cuenta que pude haberme acostado con él y no lo hice.

Eso hace que me mire con una sonrisa de vez en cuando.

Actúa como si supiera que hay un incendio en mí que no ha sido apagado.

Es quién conduce y ayer fui yo quién lo arrastró a un viaje de dos horas por una hamburguesa, así que no protesto cuando se dirige al club de golf en Travis Country, cuyo restaurant es uno de sus favoritos. A diferencia de la otra vez, no dejo que escoja por mí. Mientras él pide un filete de salmón y vino, yo opto por ensalada y limonada. Volvemos a hablar activamente cuando el mesonero se aleja tras tomar nuestra orden. Es él quien empieza.

─¿Cuándo empezarás a trabajar en mi ático?

Su pregunta no me toma por sorpresa. Sabía que lo sacaría a colación en algún momento. Por alguna razón u otra lo he estado aplazando demasiado y más tomando en cuenta que ya los planos de la mayoría de las habitaciones están listos. Si se tratara de otro cliente, probablemente ya me habría enviado al demonio por mi falta de profesionalismo, más tomando en cuanta cuánto me ha pagado, pero en este caso se trata de una ardua lucha entre la supervivencia de mi corazón y mi ética laboral.

Una lucha que ya lo primero perdió.

─¿Estás bien con ello si empezamos este sábado? Podemos trabajar los fines de semana. Así ninguno de los dos tendría que perder días laborales en el caso de que quieras acompañarme, ¿a menos que quieras que esté listo lo antes posible? ─Parpadea─. ¿Cuán desesperado estás por mudarte?

─Mucho.

─Oh.

Hace una mueca.

─¿Qué tal algunos días entre semana y los sábados y domingos?

Niego, reacia a perder esta batalla.

─Tengo mucho en mi bandeja justo ahora con la decoración del bar de Ryland y mis otros proyectos, Tanner. No puedo descuidarlos por ti.

Se cruza de brazos, divertido con esta especie de negociación.

Probablemente no está furioso porque ya ha conseguido lo que quería.

A mí.

─El bar de Ryland... ¿el que también me pertenece?

Mi mandíbula se desencaja.

Claramente no dejará de insistir hasta obtener lo que desea. He tenido lo suficiente de ello al convencerme de decorar su ático, por lo que termino suspirando en lugar de gritándole que se aleje de mí.

─Jueves, sábado y domingo. Esa es mi última oferta.

En lugar de regocijarse, su frente se arruga.

─¿Qué haces los viernes que es tan importante?

Junto las cejas.

─Tanner.

Al escuchar el timbre de advertencia en mi voz, finalmente cede, relamiéndose los labios de una manera que me da hambre y no del tipo de hombre que saciará la comida que ingiramos, pero es demasiado pronto para eso. Necesito aclarar mi mente antes de decidir dar ese paso.

Solo nos hemos acostado una vez.

¿Qué tan perdida estaría por él si vuelve a suceder?

─Está bien ─dice.

Pero en el fondo una voz dentro de mí susurra que no lo está.

La silencio.

*****

Tanner me pide que lo deje en su oficina antes de buscar a Isla, dónde su chófer probablemente lo recogerá, así que termino deteniéndome frente al edificio negro e imponente en el que pasa la mayoría de su tiempo. El portero se nos queda viendo con incredulidad cuando sale de mi auto, el cual está bien, pero no es tan lujoso como en los que Tanner acostumbra a llegar. También estoy segura de que tampoco nunca lo ha visto en bermudas, con la camisa arrugada o con la piel blanca tan roja que es más que evidente que ha ido a la playa y ha olvidado usar protector solar.

Debí haberle colocado, pero no hemos alcanzado ese nivel de intimidad.

─El jueves estaré esperando por ti en tu oficina ─dice con el brazo apoyado contra el techo, viéndome desde la ventana con el vidrio abajo.

Conduje todo el camino hacia aquí desde Travis sin aire acondicionado debido a que el día es hermoso y soleado, uno de los más brillantes que visto en un tiempo, y con la música sonando a todo volumen, aún sonando a todo volumen, lo cual evidentemente lo molestó, pero ante lo que no protestó. Supongo que a partir de ahora me dejará salirme con la mía a veces o en pequeñas cosas para que luego no proteste cuando él lo haga con las grandes. Pese a su mal carácter, claramente si no fuera tan inteligente no estaría en la posición en la que está o habría llevado a la pequeña importadora de su padre a cotizar sus acciones en la bolsa.

─Está bien ─suelto cuando no se aparta─. ¿Algo más, jefe?

A pesar de las ojeras bajo sus ojos, del hundimiento de sus hombros y del evidente hecho de que no ha tenido una racha de buena suerte en un tiempo, me sonríe, enseñándome sus perfectos dientes, mientras se echa hacia atrás. Guardo la imagen de él haciéndolo en mi mente.

No porque Tanner no sonría, porque lo he visto sonreír en muchas ocasiones, como el día de su boda, a Pauline, a Malcolm, ante sus socios, sino porque él no sonríe así y mucho menos a mí así.

─No ─responde antes de darse la vuelta─. Por ahora.

Ya que no puedo dejar de pensar en él y no quiero tener un accidente con el primer automóvil que se cruce conmigo, no arranco hasta que lo veo desaparecer sin mirar atrás en el interior de la construcción.

*****

Isla estuvo tan emocionada durante nuestra tarde de spa que las chicas que nos atendieron constantemente tenían que decirle que se tranquilizara o no obtendría los efectos deseados del montón de tratamientos que obtuvimos, tanto para nuestro rostro como para nuestro cuerpo. Por alguna razón nunca había ido al spa antes, así que terminó tan maravillada que consiguió una tarjeta de suscripción como miembro VIP del lugar cuando terminamos, gastando parte de sus ahorros para una casa en ello.

Para ese entonces estoy tan hambrienta que le propongo ir a comer pizza a una nueva pizzería que han abierto en la terraza de uno de los edificios más altos de la ciudad antes de ir a casa, lo cual acepta viéndome como al hada madrina de cenicienta. Eso me hace sentir mal por no haber sido más que una jefa para ella antes. Ya cuando estamos en nuestra mesa junto al balcón que da con una enorme obra en construcción que no detallo en ese momento, se lo digo. Ella encoje de hombros mientras coloca un par de mechones marrones de su cabello corto tras sus orejas para poder comer mejor. La pizza está deliciosa y después de haber obtenido tanto el desayuno como el almuerzo libre de calorías de Tanner, se siente como el cielo deshaciéndose en mi boca con todo el pepperoni y el queso que tiene.

─No te preocupes. No todos tienen por qué ser extrovertidos. ─Sus mejillas regordetas se sonrojan, contrastando con su suéter y pantalón blanco─. Aunque al principio pensé que eras el nuevo nivel de abeja reina que tuve que derrocar tanto en la secundaria como en la universidad, ya que mi compañera de dormitorio resultó ser una, luego de mi cuenta de que hablar con todo el mundo de cualquier cosa no forma parte de tu personalidad.

─Tú tampoco lo eres ─digo más como una observación que como un reproche, absteniéndome de decirle que tanto en la universidad como en la segundaria fui un tipo de abeja reina a las que se refiere.

Me invitaban a todas las fiestas.

Tenía todos los chicos que quería, menos al enamorado de la chica buena.

Hice muchas cosas para llamar su atención.

Incluso tenía una mejor amiga falsa que al parecer disfrutaba de mi dolor.

Solo me faltó pertenecer al equipo de animadoras y ser su capitana, lo cual sí... sí hice, pero solo durante mis últimos años de la preparatoria para obtener créditos extras por actividades extra curriculares. Lo que sí nunca fui fue una matona, a excepción de Gordon. Por lo general las personas ya se sentían lo suficientemente cómodos con mi presencia como para no molestarme o generar ese tipo de respuesta en mí, a excepción de Tanner.

─No, claro que no ─gruñe─. ¿Qué grupo me tomaría en serio como su líder?

Pongo los ojos en blanco.

─Me refiero a tímida.

─Ah, sí. ─Me sonríe─. Pero yo sí soy tímida, Savannah. Tú eres introvertida. La diferencia entre ambos adjetivos se puede evidenciar en la manera en la que te vistes y en la que lo hago yo. Mientras tú lo haces para que todos te vean, pero sientan que no pueden tenerte a menos que tengan un fidecomiso de siete cifras y el cuerpo de un dios, yo lo hago para esconderme pese a que en el fondo deseo que alguien me note.

─¿Alguien como Ryland?

Los anteojos de Isla se empañan.

─¿Por qué has llegado a esa deducción?

Divertida, me apoyo sobre mis antebrazos y los entrecruzo sobre la mesa mientras río, ladeando la cabeza. No recuerdo haberla pasado tan bien con otra mujer que no fuera mi madre o Tabatha, mi entrenadora, desde que Pauline y yo fuimos de fiesta a Maleeh y pasamos la mejor noche de nuestra vida antes de que todo se arruinara por la mañana.

─¿Olvidas que usaste ese vestido rojo, definitivamente no introvertido ni tímido, sino extrovertido, para nuestra cena con él? ─suelto con un poco de malicia en mi voz, pero más humor que otra cosa. Mi frente se arruga al recordar que se fueron esa noche juntos─. Por cierto, ¿qué sucedió entre ustedes después de que me fui con Tanner? ¿Te llevó a casa o...?

Isla luce tan mortificada con mi respuesta que ladea el rostro hacia la construcción frente al edificio en el que estamos, dónde antes solía haber un parque, y algo en lo que ve hace que sus grandes ojos brillen con apreciación.

─Dios ─murmura, sin respiración, así que también desvío la mirada.

Todo dentro de mí se congela entonces.

Al identificar las columnas. Los ángulos. Las líneas.

El diseño de las paredes exteriores que se asemeja a las estrellas de nuestra bandera puestas sobre sí misma cincuenta veces exactas.

¿Cómo no lo vi antes?

Estamos frente a la construcción de la nueva cede de los Rangers, el equipo profesional de béisbol de Texas, en Austin, la cual sé que está llevando a cabo por la única constructora importante en la ciudad, dónde me presenté hace un tiempo para una entrevista con una maqueta con mi propuesta para la construcción del estadio que le terminé arrojando a su CEO cuando me insinuó que lo único que tenía que hacer para ser tomada en cuenta por él como su asistente, ni siquiera como arquitecto, era doblarme sobre su escritorio y dejar que subiera la falda de mi vestido. 


Holaaa. Espero que les haya gustado. Lo que se viene es oro puro tanto en presente como en pasado. Recuerden que si le dan amor a los tres caps del maratón, lo extenderé a 4

Capítulo dedicado al grupo de Tanner de WhatsApp y a todas mis lectoras en general. Son las mejores ahora y siempre. Espero que disfruten mucho haciendo un análisis de  cada palabra y coma de este cap, de la misma manera que yo disfrutaré leyendo sus teorías

Love u


P.D: no olviden seguirme en Instagram y twitter (oscaryarroyo) para fandom, adelantos, etc. Es probable que les suba a Instagram un adelanto de Tanner hoy

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