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Capítulo 2:

Austin, Texas.

Presente.

Me apoyo en la barandilla de la terraza que yo misma diseñé. Sus pisos de mármol. Los banquillos junto a las columnas al estilo romano en las que estoy apoyada. Incluso hice un boceto de las flores que pondría sobre estas si yo viviera aquí. Rosas. Rosas rojas, maduras e intensas. De verse desde el interior de la construcción se podría apreciar la manera en la que el rojo destacaría justo en el punto en que la terraza y el paisaje, un centenar de árboles verdes, se encuentran. Las habitaciones, en cambio, dan con el lago en medio de todas las hermosas villas de esta zona exclusiva de Travis Country. Tras darle un sorbo a mi copa de vino, suelto un profundo y pensativo suspiro. Ha pasado un año desde que ayudé a construir este hogar. Uno y medio desde que me gradué de la universidad. Aunque ya estaba trabajando en pequeños proyectos de decoración de interiores, el matrimonio a la que mi obra de arte le pertenece me dio la oportunidad de desplegar mis alas entre los ricos de Austin.

He tenido un montón de trabajo pesado desde entonces. Aunque muchas veces me dan la libertad creativa que necesito, muchas otras no y debo pasar por un montón de intentos fallidos hasta que mi cliente esté satisfecho. No es que me esté quejando, amo lo que hago, pero a veces me gustaría trabajar en lo que siempre llamó mi atención. Los edificios. Las obras públicas o privadas en la ciudad. Nadie te recuerda por haber diseñado una casa a menos que sea bonita y ocurra un asesinato dentro de ella. Los hoteles, los museos, los centros comerciales y los empresariales son otro asunto, pero solo hay una constructora importante en Austin y su CEO, el día que fui a mi entrevista con una de mis maquetas, un nuevo estadio de béisbol, me dijo que solo tendría que inclinarme sobre su escritorio si quería el puesto. Era atractivo, habría aceptado tomar una copa con él si hubiera preguntado, pero llevo años alejándome de tipos así, por lo que le arrojé mi versión de la nueve sede de los Rangers a la cara antes de salir, decepcionada conmigo misma por la manera en la que perdí el control, pero feliz de haber vengado mis sueños.

Podría regresar a Houston con mis padres y encontrar trabajo allí, pero es demasiado pronto para que me rinda y acepte que mi padre me ayude llamando a uno de sus amigos. Solo ha pasado un año. Mi ojo arquitectónico también ha aprendido a trabajar, como si tuviera vida propia, sobre los paisajes de Austin. No puedo darle la espalda. Si lo hago, algún día necesitaré la inspiración y no la tendré porque los dioses habrían sentido mi rechazo cuando la tuve. En la vida de un artista, el momento es aquí y ahora.

Sino, la esencia se esfuma.

─Esta casa es hermosa, ¿no? ─comenta una grave voz junto a mí, recordándome que no he respondido su pregunta todavía─. Diría que es la zona en la que se encuentra, pero la verdad es que luciría hermosa en cualquier otro lugar.

Es verdad. La casa, mansión, en realidad, tiene ese tipo de belleza que la haría lucir hermosa en cualquier sitio donde no haya nieve la mayor parte del año. En la nieve sería contraproducente debido a su cantidad de accesos. Tampoco combinaría con su aire cálido, casi Toscano. Desde que empecé a diseñar, tomé el principio de hacer que las cosas destaquen por sí mismas en lugar de forzarlas a ser algo más. Si el ambiente alrededor de la casa es cálido, esta debería serlo. Si es frío, debería ser fría y aun así acogedora.

─Tengo un montón de proyectos ─susurro, negando mientras vuelvo a llevar la copa de vino a mis labios─. No puedo, Tanner, lo siento. ─Diseñar esta casa fue el cierre que necesitaba. Me arruinó hacerla tan perfecta, plasmar mi alma en cada detalle, y luego dársela a Pauline y a él para que vivieran toda su vida juntos. Desde que les di la llave de la puerta principal mi cuerpo ha estado entumecido, pero también se me ha hecho más fácil estar alrededor de ellos cuando tengo que estarlo. Es decir, cuando me invitan a un evento social al que me veo obligada a ir porque, en especial si es aquí, significa que obtendré nuevos clientes. Tengo la esperanza de que algún día alguno de ellos vea en mí más que a alguien que podría hacer una casa bonita, pero nadie pone en las manos de una chica recién graduada un contrato multimillonario─. Puedo ayudarte a encontrar a otro arquitecto.

Tanner niega.

Su frente está arrugada con molestia e irritación, mechones de cabello negro cayendo sobre ella mientras niega, como cada vez que tiene que hacer un esfuerzo para que lo complazcan, lo cual casi nunca sucede debido a que obtiene lo que quiere cuando quiere sin ningún tipo de esfuerzo. Se encontraba en sus últimos años de la escuela de negocios cuando Pauline y él empezaron a salir, por lo que lleva un tiempo haciéndose cargo de la compañía de importaciones de su padre, así que ahora no solo es un idiota apuesto, serio y arrogante, sino que es un idiota apuesto, serio y arrogante con unos cuantos millones de dólares en el bolsillo. Me gustaría decir que Tanner es solo un niño rico más, pero la verdad es que volvió la pequeña empresa que heredó algo más grande de lo que era, por lo que no puedo quitarle el crédito de ello. Si antes, en la universidad, vestía bien, ahora viste aún mejor. Como un modelo DG o Armani. Sus trajes siempre son pulcros y hechos a la medida. El azul oscuro que está usando en estos momentos es mi favorito, no importa si antes solo lo haya usado una vez. Nunca olvido la tonalidad de sus trajes o el contraste que hacen con su pálida piel. Este es tan frío que siguiendo mis propios principios arquitectónicos nunca encajaría con mi vestido rojo de encaje y mangas ceñidas hasta las muñecas, pero falda suelta y larga, por lo que la manera en la que nos vestimos para este coctel es un recordatorio visual de que no es para mí.

Solo por si los cinco años que lleva con Pauline, la casa que me hicieron diseñar y su boda en la playa, la cual consideré patética a pesar de que fui una de las damas de honor, no fue suficiente.

─No quiero otro, Savannah. Te quiero a ti.

Mi mano se aprieta con fuerza en torno al cristal.

Llevaba tanto tiempo queriendo oír esas palabras y aquí las tengo, pero las rechazo porque no están dichas de la manera correcta.

Niego.

─No, lo siento, mi agenda está muy apretada.

Su mandíbula se endurece, así que sé que lo he hecho molestar.

Ya mi negativa no solo es una irritación.

─Así que te has vuelto exclusiva.

Me tenso.

Como cada vez que hablo con Tanner, me pregunto si se refiere a algo más. Si está hablando de la manera en la que tonteaba con todos sus amigos después de que se involucrara con mi amiga, lo que se acabó una vez se graduó y no hubo más un recordatorio constante de lo que no me pertenecía, o de mi trabajo.

También está la manera en la que me mira directamente. Es como si no me notara cuando estamos rodeados de otras personas, pero no pudiera apartar sus ojos oscuros de mí cuando estamos a solas, pero nunca he sabido si es porque no hay nada más para ver o porque realmente quiere mirarme. Forzándome a mí misma a no caer en un hoyo del cual no podré salir después, niego. Mi rostro debe revelar de alguna manera el conflicto interno que estoy sintiendo, puesto que Tanner suaviza su tono de voz, aún con ese deje alemán que heredó de su madre y fortaleció al haber pasado unos años de la secundaria en el extranjero, y se obliga a sí mismo a relajarse. La tensión desaparece de sus hombros.

─Podría pagarte para que pusieras en pausa todo lo demás ─sugiere─. Pero si se trata de compromiso hacia tus proyectos, lo respeto. Puedo esperar el tiempo que sea necesario por ti.

No es justa la manera en la que mi pecho se aprieta.

No lo es.

Aunque en un principio llegué a pensar que me lo merecía por no decirle a Pauline lo que sucedía, en especial cuando quise que él la lastimara como me lastimó a mí, llegó un momento en el que fue demasiado. Demasiado que pagar por mantener un secreto y mis sentimientos bajo llave cuando no es mi culpa sentirme así.

Tampoco que él se haya sentido así por ella.

─¿Por qué es tan importante para ti que sea yo?

Tanner nuevamente endurece su expresión, lo cual me dice que probablemente he ido demasiado lejos con mi pregunta o que podría estar pensando que solo estoy disfrutando verlo ir tras de mí, pero necesito saber la respuesta. Tanner Reed no ruega, que es prácticamente lo que ha hecho los últimos días para convencerme de remodelar un ático que compró en la ciudad. Un nuevo lugar en el que Pauline y él harán el amor frente a la chimenea que me harán diseñar con esas especificaciones.

─Porque eres la mejor y yo solo quiero lo mejor, Savannah ─responde, arrastrando las palabras, especialmente mi nombre, de esa forma lenta y profunda que amo.

Sonrío con ironía.

─Está bien ─suelto antes de darme la vuelta, considerándolo insoportable. No voy a lucir como una perdedora, terminé con eso cuando vi la sortija de diamantes en el dedo de Pauline, por lo que le echo un vistazo de reojo antes de entrar. Una parte de mí dejó de tenerle miedo desde entonces. Sé por qué. No puedes perder lo que ya perdiste, por lo que podía dejar de actuar de manera extraña y de esconderme a su alrededor─. Lo pensaré.

Tanner niega, frustrado, pero una pequeña sonrisa está en sus labios finos. Esto es lo más parecido a un sí que le he dado desde que empezó a ir tras de mí en cada sitio en el que nos encontramos para que aceptara. Una vez estoy en el espacio amplio del recibidor, el lugar en el que todos sus amigos y socios de negocios están reunidos junto a sus esposas, me acerco a la mesa de aperitivos y tomo una trufa de chocolate blanco.

Otra razón por la que siempre vengo.

─Sabía que te encontraría aquí.

Al instante en el que escucho las palabras siendo susurradas en mi oído, siento un par de brazos rodeándome y estrechándome contra una superficie dura y cálida. El hermanastro de Tanner, Malcolm, separa sus labios cuando llevo una pequeña bola de felicidad a su boca. Río cuando gime exageradamente y se separa de mí para alejarme de su cuerpo y hacer nuestro característico saludo. Como si estuviéramos bailando, me hace dar una vuelta sobre mí misma y luego me arrastra de nuevo a su pecho, haciéndome reír y sonreír como si todavía tuviera dieciséis.

Aunque son de diferentes madres, Malcolm es producto de una aventura que no separó un matrimonio, son tan parecidos al señor Reed que la única diferencia entre ellos es la tonalidad de su cabello. El de Malcolm es café, el de Tanner negro. También los músculos de Tanner están menos desarrollados que los de Malcolm, quién continuó con su carrera deportiva después de la universidad, él obtuvo una beca completa en la universidad de Houston, y está en un equipo de NFL de primera división. No lo conocí hasta la boda de Pauline y Tanner y cuando lo vi por primera vez pensé que se trataba del novio. Fue bochornoso. Un momento que quiero borrar de mi mete y que constantemente bloqueo debido a que lo besé pensando que era su hermano. Ya que su hogar y su equipo están en otra ciudad, además del hecho de que pasa gran parte del año viajando, solo nos hemos visto una decena de veces, pero hablamos un montón de cosas sin importancia por chat. Somos amigos. Es agradable, cálido y divertido. Más importante, permite que coloque un pañuelo rojo que tomo de la mesa en su bolsillo para que estemos a juego.

El traje de Malcolm es negro, lo cual está bien con él. No porque sea oscuro, sino porque encaja en todas partes. Todos, exceptuando los padres de Tanner, lo adoran, incluyendo su hermano. Es ese tipo de persona que no pierde la sonrisa a pesar de haber vivido una vida de mierda. Teniendo un millón de razones para odiar a Tanner por haber vivido mejor de lo que él lo hizo, no lo rechazó cuando este lo buscó al cumplir la mayoría de edad.

─Te ves hermosa, Savannah.

Mi nombre saliendo de sus labios no me produce más que cosquillas. Ya que el acento alemán de Tanner proviene de la educación de su madre, Malcolm carece de él. Pero todavía es un hombre apuesto que despertaría el deseo en cualquier mujer, incluyéndome. He visto sus partidos, tanto en vivo como por televisión, y la manera en la que flexiona su brazo en lo alto para lanzar el balón ha creado una mancha de humedad en mi ropa interior, pero la situación de mi corazón es complicada.

No voy a agravarla más involucrándome con él.

Tampoco seré egocéntrica. No es como si quisiera estar conmigo. Compararme con Pauline por estar con Tanner es muy diferente a compararme a mí misma con todas las modelos y estrellas que pasan por la cama de Malcolm. Tampoco es como si pudiera transferir mi obsesión de un hermano a otro. De estar con Malcolm estoy completamente segura que gran parte de mis sentimientos por él se desarrollarían en base a lo que siento por su hermano.

─Gracias. ─Ambos caminos hacia el rincón más apartado y silencioso de la habitación, dónde ambos nos apoyamos en la pared para hablar mientras vemos a los demás─. Vi el partido de ayer mientras terminaba el plano de una casa. Es para un jugador retirado de los Dallas, por cierto. ─Pongo los ojos en blanco. Él ríe, conociendo lo mucho que estoy empezando a sentirme frustrada. Hemos hablado horas de ello─. Lo hiciste bien.

Los Houston Texans, antiguamente conocidos como los Dallas de Texas, ganaron, pero me atrevería a decir que solo lo hicieron por Malcolm. Así de bueno es. Aunque la mayoría de las personas se deslumbran por ello, no puedo evitar sentir preocupación. Malcolm está justo ahora en un pedestal, pero la caída desde la altura en la que se encuentra podría arruinarlo, sobre todo cuando, a diferencia de Tanner, lo único en lo que se enfoca es en el fútbol.

─Gracias ─dice, afirmando─. Con respecto a tu trabajo, Sav, sabes que mi casa está abierta para ti siempre que desees volver si lo que no quieres es regresar con papá y mamá. Estoy seguro de que en Houston habrá alguien que apreciará tu talento y si no es así, bueno, puedes decorar mi casa mientras tanto. ─Ríe cuando lo golpeo con el hombro, una sonrisa en mis labios─. ¿Qué? De verdad necesito un cambio. Incluso te dejaría grabar un episodio de tu nuevo programa para Home and Health.

Lo pellizco, pero él solo ríe más fuerte.

─No es gracioso, Malcolm.

Pero aunque no lo es, también estoy riendo.

─Bien, ¿qué te parece si organizo fiestas en Houston en las que te recomiende a todos mis amigos en el sector de la construcción?

Ruedo los ojos.

─Estás olvidando el detalle más importante.

Arruga la frente.

─¿Cuál?

─Tú no tienes amigos en el sector de la construcción. ─Me enderezo─. Tienes dentro de los deportes, dueños de sitios de fiestas y en la industria del entretenimiento, pero no tienes ningún amigo en el sector de la construcción, exceptuándome.

Malcolm despega sus ojos de los demás invitados para mirarme, un vaso con whisky que tomó de una bandeja de camino a dónde nos encontramos en su mano. Mi copa de vino se quedó, para mi mortificación, en la mesa de aperitivos, un gesto maleducado.

─No me subestimes, Savannah.

Me congelo.

Su voz de repente ha sonado tan parecida a la de Tanner, tan obstinada y profunda, que no puedo sostenerle la mirada, desviándola de regreso a los invitados que nos rodean. Para mi suerte, Pauline escoge ese momento para arrastrarme lejos de su cuñado, a quién saluda con cariño, y llevarme a la planta superior de su casa. A las habitaciones. Cuatro, puesto que planean tener tres bebés con su cabello y los ojos de su esposo. Sinceramente habría sido más fácil trabajar en esta casa, menos doloroso, si no la hubiera tenido revoloteando a mí alrededor y dándome detalles que no pedí en el proceso. Con decir cuatro habitaciones, como Tanner lo hizo, bastaba, pero ella era fan de agregarle sal a la herida. Cuando llegamos a su cuarto matrimonial, obligándome a sentarme en la cama en la que fornica todas las noches con él, me sorprende tomando mis manos y dejando caer un montón de lágrimas que se deslizan hasta caer dramáticamente sobre su pecho, ensuciando su vestido blanco. A pesar de que es un tono mucho más claro que el azul, está perfectamente a juego con este.

─Tanner y yo estamos teniendo problemas ─explica, hipando, cuando lo único que hago es mirarla con una ceja alzada─. Hace un par de días regresó ebrio a casa a las dos de la mañana. ─Mi frente se arruga, puesto que ese día lo encontré en un pub dónde nuevamente insistió en que arreglara su ático, pero estaba tan borracha y la estaba pasando tan bien con mis amigas que no le presté la atención que usualmente le daría. No lo encontré extraño debido a que él suele ir a esos lugares con sus socios, aunque normalmente lo hace con Pauline─. Había marcas de arañazos en su espalda, Savannah. Hice caso omiso de ellas porque preguntarle significaba que tendría que dejarlo o vivir en la vergüenza de saber que prefiere estar con alguien más a conmigo, su esposa. Me siento tan mal. Estábamos tan bien. Todo siempre ha sido un cuento de hadas desde que lo conocí, ¿por qué cambió de repente? ¿Es posible que alguien deje de amarte de la noche a la mañana? El hombre con el que me casé nunca me habría engañado. Si no lo hizo en cinco años, ¿por qué ahora?

Niego, devolviéndole el abrazo cuando sumerge su rostro en mi vestido y lo mancha con sus lágrimas, lo cual no me importa. Después de cinco años cargando con ello, a mi pecho no le importa recibir un poco más de dolor, en especial si proviene de la responsable número dos de él. Pero hay una parte de mí que no puede evitar recordar lo increíble y ligera que era nuestra amistad antes de conocer a Tanner, lo increíble y ligera que era y continúa siendo cuando él no está en el medio, pues Pauline y yo compartíamos las mismas ganas de quemarnos con el fuego, solo que ella conseguía la manera de lucir limpia después de mancharse con las cenizas, por lo que también le duele su sufrimiento. Le quema porque sabe lo que es ser desplazada.

Lo que es ser desplazada por Tanner Reed.

Cuando el ardor se vuelve insoportable, me obligo a mí misma a recordar. A recordar la cantidad de veces que tuve que ver cómo se besaban y tocaban frente a mí. Cómo los oí tener sexo junto a mí, en nuestro dormitorio, en más de una ocasión. Todo el romanticismo que tuve que soportar hasta que llegara el momento en el que no me molestara más porque ya era inmune a ello.

Porque ya no sentía nada.

Pero, sobre todo, cómo no hubo nadie que me consolara.

─Estoy segura de que hay una explicación coherente para todo ─susurro sobre su frente luego de presionar un beso sobre ella, lo cual no es mentira. Tanner la ama. Nunca la heriría. No sin una razón─. Descansa. No puedes bajar así. Te dejarás en evidencia.

Ella afirma, obedeciéndome y depositando sus rizos dorados sobre su almohada. Como si tuviera doce, me permite acomodarla y arroparla con su suave edredón blanco, el cual, no es ninguna sorpresa, también escogí porque no fue capaz de elegir las sábanas de su propia habitación. Cuando sus párpados se cierran y su pecho comienza a subir y bajar, salgo de su habitación.

De regreso en la planta inferior descubro que la mayoría de los invitados ya se han ido. Me dirijo al amplio armario blanco junto a la puerta principal, de puertas dobles, y tomo mi abrigo de piel de la percha a pesar de la insistencia del mayordomo de ayudarme. Es viejo hombre es eficiente, pero se tarda mucho y tengo prisa. Además de encontrar una razón dentro de mi mente por la cual Tanner le sería infiel a Pauline, debo terminar una maqueta para mañana. Aunque mi cliente es comprensivo y amable, no me gusta quedar mal aunque solo se trate de una tonta casa.

Una bonita y tonta casa más.

Para un matrimonio.

Para sus hijos.

Para personas que conocen lo que es el amor.

Hurgando en mi bolso por las llaves de mi Mercedes, un modelo actualizado y más lujoso del que tenía en la universidad, producto de mi trabajo y no del dinero de mis padres, me sobresalto cuando nuevamente un cuerpo se sitúa tras mi espalda y me presiona contra la puerta del piloto, haciendo que arroje mis llaves.

─¿Qué tengo que hacer para que aceptes remodelar mi ático?

Dejo escapar un suspiro de alivio, puesto que no se trata de un ladrón, y me doy la vuelta mientras me pregunto cómo no pude reconocer el aroma cítrico de Tanner. Cuando mi rostro queda frente al suyo me doy cuenta de por qué. Este se ha visto eclipsado completamente por el alcohol. Sin poder detenerme, apoyo mi mano en su mejilla llena de pecas a pesar del miedo que me produce ser rechazada. La máscara de frialdad que usualmente lleva consigo ha desaparecido con las palabras de Pauline. Ahora hurgo más en su mirada y noto lo herido que luce.

Su matrimonio está desmoronándose.

─Nada ─respondo─. El lunes estaré en tu oficina.

Tanner inspira profundamente, todavía demasiado cerca, y espira de manera todavía más brusca antes de alejarse un par de pasos. Sin sentir ningún tipo de decepción ante el hecho de que no haya aprovechado nuestra cercanía para acercarse aún más, me agacho y tomo las llaves de mi auto. Ya en él, no veo hacia atrás cuando me alejo para saber si también está mirando o si soy la única estúpida que necesita un último vistazo del otro.

Sé que él lo está haciendo.


Mrk, ¿qué haces leyendo esta novela?

A ti si te gusta el sufrimiento :(

Ya somos dos

Desde el inicio, dedicación a Ari13112, lovelyhobi_ Majo854 y NataleQuinn por sus comentarios y/o siempre estar ahí dándole amor a mis historias 

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