Capítulo 18:
Cuando Tanner regresa a mi oficina, lo hace usando un sencillo polo blanco, mocasines y vaqueros oscuros. Tengo tanto tiempo sin verlo usando algo que no sea un traje o ropa deportiva que no puedo evitar recordar nuestra época universitaria y lo caliente que se veía paseándose por el campus como el dios del fútbol que era. El día es soleado, por lo que ninguno de los dos usa un abrigo. Isla no necesita avisarme que está aquí cuando llega. Lo noto con mis propios ojos, puesto que he estado mirando hacia la entrada desde que dieron las doce, tomo mis cosas y me dirijo a él antes de que me llame. No hice ninguna reservación a un restaurante.
─Vamos en mi auto ─le digo mientras bajamos por el ascensor al estacionamiento subterráneo, lo que no hace más que marearme con el aroma de su loción para después de afeitar.
A pesar de que hace una mueca, no me contradice al respecto y se monta en el asiento copiloto de mi Mercedes viéndose fuera de elemento. Ya que todavía no está divorciado de Pauline y no me arriesgaré a que ninguno de sus conocidos o de los míos nos reconozca, tomo la carretera hacia San Antonio. Al ver que nos estamos alejando de Austin, Tanner finalmente se inclina sobre el reproductor y le baja el volumen a la radio para que lo escuche.
─¿A dónde estamos dirigiéndonos?
─San Antonio ─respondo mientras le echo una rápida mirada, lo que hace que sea capaz de ver el ceño fruncido en su rostro.
Aprieto el volante con fuerza mientras vuelvo la vista al frente con expresión tensa. Todo sería más fácil si tan solo fuese feo, pero no. Sus facciones son hermosas. Masculinas y rudas, pero a la vez angulosas. Con esa cara bonita, que aunque a veces quiera golpear no niego su atractivo, y su cuerpo habría hecho una fortuna como modelo, pero si rechazó una carrera deportiva cuando tenía más posibilidades de entrar a un buen equipo que cualquier estudiante universitario en Texas, dudo que el mundo del espectáculo sea algo con lo que sea compatible. Tras procesar mis palabras en silencio por un momento asiente, mirando también hacia el frente. Por el rabillo del ojo veo cómo sonríe, solo que hacia abajo. Es una mueca, pero sus ojos oscuros ríen.
─Me secuestraste.
Junto mis cejas entre sí.
─No, no lo hice, solo vamos a comer.
─¿A ciento veinte kilómetros de distancia de Austin?
─Sí, ¿por qué? ¿Tienes hambre? Es solo una hora.
A pesar de que niega, a los minutos de volver a subirle el volumen a la radio, Fire by fire de Sam Smith sonando, escucho su estómago rugir. Tanner actúa como si no hubiera pasado, pero yo lo oí. Al recordar que no pudo dormir debido a mí y que quizás no desayunó con su perfecto ciclo alterado, conduzco con una mano mientras me extiendo para abrir la guantera. Tanner se tensa, pero se reserva cualquier comentario sobre mi conducción.
─Toma ─le tiendo mi paquete de mini Oreos de chocolate de emergencia─. Lamento no haberte preguntado antes de salir.
A pesar de su inicial expresión en blanco, Tanner las toma y las abre tras soltar un largo suspiro de resignación. Luce como si no pudiera creer lo que está haciendo mientras lleva una de ellas a su boca y la mastica con la frente arrugada. Tras tragar, habla.
─Gracias.
A pesar de que quiero reír mientras escucho y veo por el rabillo del ojo al presidente de Reed Imports C.A, una empresa multimillonaria, comer galletas en el asiento copiloto de mi auto, no lo hago, limitándome a conducir hacia nuestro destino en un silencio que ambos encontramos cómodos. En ese momento no puedo evitar pensar que nuestra interacción está en los extremos. O estamos en silencio y perdidos en nuestros propios mundos o estos se encuentran colisionando fuertemente entre sí, al menos en lo que se refiere a mí. Pese a que sé que genero algo en él, de otra manera no se esforzaría tanto por perseguirme y hacer mi vida miserable, no sé cuál es exactamente este sentimiento.
Y no sé si sea más fuerte que lo que siente por Pauline.
Aun después de lo que pasó.
*****
─Maldición, Savannah, ¿condujiste tanto por esto?
─Sí ─respondo mientras abro mi puerta y salgo de mi auto tras estacionarlo a las afueras de la gasolinera en la que nos detuvimos de camino a Corpus Christi unos cinco años atrás.
A pesar de que he ido a la casa de playa de mis padres más de dos o tres docenas de veces desde aquella ocasión, puesto que es uno de mis lugares favoritos en el mundo, solo me he detenido unas cuantas veces en la cafetería para comer. Por lo general entro a San Antonio si tengo hambre. Sin esperar que me siga, camino a su interior, pero me sorprendo cuando Tanner toma la delantera para mantener la puerta de cristal abierta para mí.
No puedo evitar verlo fijamente cuando paso a su lado.
Él traga al verme observándolo.
─Las damas primero ─suelta con una mueca, a lo que bufo mientras niego debido a la burla y la ironía en su tono de voz.
─Imbécil.
A pesar de que lo insulté, lo dejo atrás con una media sonrisa en el rostro. Aunque no he pensado en ello en años, mis pies se dirigen hacia la cabina junto al ventanal en la que comimos como si hubiera sucedido ayer. No tomo el menú cuando la mesera me lo tiende debido a que sé exactamente lo que pediremos.
─Don hamburguesas con extra de queso, sin tocineta, dos raciones de papas fritas y dos Coca Colas, por favor ─le pido con los brazos entrecruzados sobre la mesa, los que Tanner visualiza con una ceja alzada y una pizca de molestia, pero sus ojos también contienen sorpresa y algo, en el fondo, de calidez ante el hecho de que haya recordado como le gustan las hamburguesas.
Una vez la mujer de rizos rojo, uniforme rosa y delantal blanco desaparece en la cocina con nuestra orden, él se aclara la garganta de manera sonora antes de pronunciar alguna palabra. Su expresión es seria, por lo que sé que va a hablar de la remodelación del ático o del bar antes de que lo haga.
─Con respecto a mis cuentas...
─¿Ya habías tomado la decisión de serle infiel a Pauline cuando te acercaste a mí para que diseñara tu nuevo ático? ─lo corto con la pregunta que me he estado muriendo por hacerle desde que me llevó al terreno que compró para mí en Travis Country, pero que no había podido formular hasta que pensé en ello esta mañana.
Aunque Tanner me aseguró que no soy una venganza, me tomé la molestia de investigar en línea sobre cómo un divorcio puede afectar psicológicamente a una persona, en especial a una que tenía todas sus esperanzas puestas en su matrimonio como parte del recuadro de su futuro perfecto. En resumen, muchas veces ni él o ella sabe lo que está haciendo. Por más ruin que sea Reed o por más que lo desee, no me aprovecharé o volveré a ser otro error en su lista. Él amaba a Pauline. Ella tenía razón al acercarse a mí llorando esa noche. Eso no se desvanece de la noche a la mañana y aunque sus acciones digan lo contrario, sé de primera mano que Tanner está destruido por dentro y que sea lo que sea que haga en este momento, podría no ser él actuando.
Sí el dolor.
─No ─responde, a lo que asiento, agradeciendo su sinceridad a pesar del hecho de me duele que hayan sido las acciones de ella, no el que él se dieran cuenta de lo insípido que su matrimonio era, lo que lo haya puesto aquí, frente a mí─. Fue después.
─¿Cuando abortó? ─pregunto con suavidad, intentando entender más allá del hecho de que eso haya sido una puñalada para él.
Tanner niega.
─Unos segundos antes.
Alzo las cejas.
─¿Unos segundos antes?
─Sí, unos segundos antes de que lo hiciera. Cuando me llamaste a pesar de que estoy seguro de que Pauline te pidió que no lo hicieras. Traicionaste su confianza por mí. No eres su amiga, Sav, así que no pierdes nada si hacemos esto. ─Mantiene su mirada en la mía─. Nunca has sido amiga de Pauline, ¿no es así?
La verdad es que no lo sé.
─Antes de ti, sí lo era.
Tanner niega, un gesto que grita incredulidad, pero lo cierto es que no luce en lo absoluto impresionado con mi respuesta, sino más bien como si la supiera desde hace mucho y lo que no pudiera creer es oírmela decir en voz alta. Estamos en la misma página.
Aunque estoy lista para hacerle otra pregunta más de mi test de estado psicológico y emocional para hombres y mujeres atravesando una separación, la mesonera regresando con nuestras hamburguesas me impide que prosiga. Luego lo hace Tanner. Tras meter sus papas entre el pan, me mira. Vacila por unos segundos antes de brindarme una sonrisa rota que me hace estremecer debido a que es como si estuviera riendo en la agonía. Aunque he visto a personas heridas antes, nunca he visto a una persona herida esconder su dolor tan bien a la luz pública.
A excepción de mí.
─No voy a ser el idiota que habla mal de una mujer, pero la verdad es que nunca entendí como pudieron llegar a pensar que congeniarían. Son dos polos opuestos. En la Universidad, la mayoría del tiempo quería enviarlas a ambas a la mierda por ser tan ciegas con respecto a la otra. Era jodidamente exasperante. ─Le da un mordisco a su hamburguesa y traga antes de proseguir─. Hola, soy Pauline, quiero salvar a las especies en extinción a pesar de que solo soy una veterinaria y tener un novio que todas puedan envidiar porque no era nadie en el pueblo donde nací. ─Aunque no debería, no puedo evitar reír mientras hago una mueca a su tono de voz supuestamente femenino─. Hola, soy Savannah, me acuesto con todos porque soy dueña de mi propio cuerpo y eso está bien a pesar de que podría contraer una ETS. También soy una psicópata si dañas mis planos y deseo al novio de mi compañera, con quién, por cierto, también me acosté. ─Bufa mientras abre su lata de Coca Cola y entierra una pajita en ella─. Las únicas que no sabían que no eran amigas eran ustedes dos.
Su percepción de nosotras hace que me quede sin palabras.
Aunque es una sátira, es real.
─¿Quieres que te recuerde en dónde estabas tú en este drama?
A pesar de que Tanner, al pasar los años, se convirtió en la única persona con quién podría hablar siendo yo misma, la mujer que desea al esposo de alguien más, y eso es liberador, este niega debido a que quizás no está listo para oír su papel en todo esto.
─No, gracias, Savannah.
Niego mientras sonrío de manera amplia. Lo escuché nuevamente degradándome por mi libertad sexual, también insinuándome ser una mentirosa y una hipócrita como si no serlo fuera tan fácil, así que ahora no le queda de otra que oírme. Su ceño se frunce con molestia a penas me ve separar los labios, pero no interrumpe.
─Hola, soy Tanner Reed, el chico malo que se enamora de la chica buena y cambia por ella porque se supone que eso es lo que los chicos malos hacen para obtener su final feliz. Pasé de ser una estrella del fútbol y el presidente de fraternidad que se acostaba con todas, incluyendo a la amiga de mi novia, estando borracho y drogado a un hombre romántico y comprometido que tus padres que viven en un pequeño pueblo religioso y casto aceptarían ─susurro en su dirección─. Pero cinco años luego, solo soy miserable. Quién lo diría. Los clichés no funcionan para todos.
A pesar de que puedo ver cuán afectado está por mis palabras, toma un largo trago de su Coca Cola antes de inclinarla hacia mí como si estuviera brindando. Lo imito con mi propia lata. Trabajaré con él como lo hago con cualquier otro cliente, con un presupuesto, así que no necesitaré ningún tipo de acceso a sus cuentas y podemos gastar este tiempo hablando de otros temas.
Ya que considero que ambos hemos tenido suficiente de Pauline, continuamos con nuestra comida en silencio, solo que ahora esta no tiene el mismo sabor que usualmente tendría para ninguno.
*****
─¿Me dejas conducir? ─pregunta Tanner cuando salimos de la cafetería media hora después, a lo que empiezo a negar, pero finalmente asiento debido a que sería una estúpida de no aceptar.
Estoy usando tacones. La falda de mi vestido en tono nude es ajustada e incómoda. La verdad es que no estoy vestida para conducir cientos de kilómetros entre una ciudad y otra, pero esta mañana cuando me levanté no pensé que terminaría aquí con él.
─Solo esta vez ─respondo tras lanzarle las llaves, las cuales ataja con maestría, y redirigir mis pasos al asiento copiloto del auto.
Aunque no sonríe, luce complacido mientras ocupa asiento tras el volante. Arrugo la frente y lo miro con las cejas juntas cuando acelera sin quitar los frenos tras encender mi Mercedes, lo que hace que el motor ruja. La radio reproduce Crazy in love de Beyoncé, pero una nueva y lenta versión que me gusta más que la original. Tanner asiente con aprobación dirigida a mi vehículo antes de sacarnos de la gasolinera a cincuenta kilómetros por hora y en ascenso. Mis manos se sostienen al techo y a la puerta.
─Lamento que tu matrimonio no haya funcionado, pero no es mi culpa ─suelto, sin aliento, cuando serpentea entre dos camiones en la carretera─. Por Dios, Tanner, si quieres matarte, ¡hazlo solo!
─Pensé que te gustaban las emociones fuertes ─responde de manera fría, pero emocionada bajo todo ese hielo debido a la evidente excitación en sus ojos negros, mientras va más rápido.
Me estremezco al darme cuenta de que no nos dirigimos a Austin.
─Tanner...
─Estamos a una hora ─dice─. Sería una lástima que lo desaprovecháramos. Ya que estamos aquí, ¿por qué no completamos nuestro viaje en el tiempo? No lo dejemos a medias.
Trago al darme cuenta de lo que pretende.
─Tengo trabajo esta tarde y mañana también, Tanner.
Ante mis palabras, solo se encoje de hombros.
─Yo también tenía.
*****
Me canso de protestar cuando se hace más que evidente que no seré escuchada. Tanner claramente decidió por los dos, así que me limito a llamar a Isla y decirle que limpie mi agenda mientras seguimos de camino a Corpus Christi. Ya que no tengo ni idea de que decirle cuando me pregunta por qué no seré capaz de pasar por la oficina, me limito a contestar que se me presentó una inesperada y poco deseada eventualidad. Aunque podría estar de acuerdo con este pequeño viaje en otro momento, sí tengo un montón de trabajo del cuál ocuparme, por lo que Tanner ya está desobedeciendo una de mis principales exigencias: no interferir en mi trabajo. Se ve tan concentrado en la vía frente a él, sin embargo, que mis pedidos de regresar sonaron poco creíbles.
Quizás alejarse del trabajo y pensar le haga bien.
Tal vez aclare su mente de la manera que necesito.
─Mi casa no queda por aquí ─le digo a penas llegamos a la costa y no toma el desvío que conduce a la zona alejada de la población en la que esta se encuentra, sino que se dirige al muelle.
─Lo sé ─responde mirando al frente.
─Tanner, ninguno de los dos tiene ropa para estar aquí.
─Yo sí. ─Arrugo la frente─. Y tú podrías conseguir algo en la tiendas del muelle. Solo necesitas un traje de baño y una muda extra. Puedes ir por ello mientras voy por el yate, Savannah. ─Suspira cuando nos estacionamos frente al sitio de alquiler al no obtener una respuesta de mi parte─. Nos iremos mañana. Solo será una noche. Si todavía estás convencida de que hago esto por venganza, quizás pasar unas horas en el mar nos sirva a ambos para que reflexionemos. ─Su expresión se vuelve frustrada cuando no obtiene ninguna respuesta de mi parte, puesto que no entiendo a qué se refiere con que tiene ropa aquí y no tengo ni idea de cómo aislarnos de todos y de todo solucionará el hecho de que me quiero alejar de él mientras esté dolido por Pauline y su divorcio no esté firmado por ambos y sea oficial─. Por favor, bájate del auto. Tengamos un respiro. Ambos lo necesitamos.
Al igual que lo hizo el aceptar venir aquí, no puedo evitar asentir al tener el presentimiento de que esto de alguna manera le hará bien. Con mi bolso en mano, me dirijo a la primera tienda que encuentro girando la cabeza hacia él y visualizando su espalda mientras camina al interior del sitio de alquiler de yates. Ya que tengo prisa, me limito a tomar un clásico bikini blanco de tiras, una pijama con motivos turísticos de Corpus Christi y un vestido manga larga con encaje que se ata a los extremos de mi cintura. También compro bronceador, vino y algunos aperitivos.
Tras terminar, me dirijo al muelle, dónde Tanner me espera en conjunto con el mismo hombre regordete que lleva años trabajando aquí. Mi acompañante cuelga la llamada en la que se encontraba a penas me ve. Aunque nuevamente debería protestar porque está quitándome mi independencia, no lo hago cuando toma todas mis bolsas en sus manos sin quejarse debido a ello.
Lo que sí no puedo es guardar silencio cuando nos detenemos frente a un yate de lujo similar al que montamos con Weston.
Quizás demasiado para solo dos personas.
─Lindo ─murmuro.
─Señor Reed, ya el capitán se encuentra a bordo.
─Bien ─le dice Tanner, dedicándole un seco asentimiento, antes de colocar su mano en la parte baja de mi espalda y animarme a subir, lo que hago a pesar de que mi cuerpo tiembla bajo su toque.
Una vez nos encontramos a solas, me dirijo a la habitación más pequeña en la parte inferior para dejar las cosas mientras siento cómo el pequeño barco empieza a ponerse en movimiento. Una vez estamos en mar abierto y me encuentro usando mi nuevo bikini bajo una bata que también compré, me dirijo a la proa con pies descalzos porque olvidé conseguir el calzado para esto.
Mi frente se arruga una vez más cuando lo encuentro bebiendo whisky en uno de los enormes sofás que se encuentran cerca. Sus ojos están cubiertos por un par de gafas oscuras. Su torso está desnudo y ya no lleva su ropa, sino un par de shorts negros. Está mojado, así que debió haber entrado en el jacuzzi puesto que no hemos dejado de alejarnos de tierra firme desde que zarpamos.
─¿Esto es tuyo? ─le pregunto.
Eso es lo único que explicaría por qué tiene ropa aquí.
Tanner se levanta y se dirige hacia mí antes de responder. Cuando lo hace me mira desde abajo y mi espalda está presionando la barandilla. Está tan cerca que puedo olerlo. El bloqueador solar, puesto que su pálida piel solo enrojece con el sol, los restos de la esencia de su loción de afeitado y su sudor.
Aunque su cercanía y su tacto deberían ser demasiado para poder soportarlo, el verdadero problema viene cuando alzo la mirada y sus ojos están en los míos. Son tan intensos que me estremezco.
─Sí ─responde secamente─. Es lo primero que compré cuando gané dinero por mí mismo. Un jodido yate en Corpus Christi.
─¿Por qué no sabía sobre esto?
Aunque Tanner no me debe explicaciones, Pauline me lo diría.
─Porque ni siquiera Pauline lo sabe, Savannah. ─Por alguna razón su mandíbula se aprieta─. Esto es solo algo que conseguí para sentirme bien conmigo mismo. Nunca lo utilizo, así que se alquila de vez en cuando. Ahí lo mantienen en condiciones.
─Pero Tanner, no lo entiendo, ¿por qué un yate te haría sentir mejor contigo mismo? ─le pregunto mientras lo persigo hasta la zona donde se sirven las bebidas, dónde también hay comida.
Hay de todo, por lo que me siento ridícula por haber comprado cosas rápidas para cenar y picar en la tienda. Tras servirse más whisky, se da la vuelta y me responde con los hombros tensos.
─No puedo creer que no lo sepas.
─¿El qué?
─Cuánto odio a Weston hijo de papi.
─Ah ─respondo, mis hombros hundidos con incredulidad, mientras me doy la vuelta y regreso tan rápido como pueda a la barandilla para que no me escuche reír debido a lo que dijo.
Pero una vez sale de la cocina y me encuentra revolcándome en el sofá, lo cual contempla con expresión furibunda, él lo hace y se aleja lo más que puede de mí, enfurruñándose en un costado mientras observa el mar y me ignora, pero no puedo parar.
Tanner tiene razón.
Mi risa, al igual que nosotros, no ha hecho nada más que empezar.
Hay tantos secretos.
Tanta historia oculta que aún necesita ser contada en voz alta.
Primer capítulo publicado. Voy a empezar a escribir desde ahorita el segundo para ver si puedo publicar los dos hoy (lo cual era la idea, pero este me llevó un poquito más de lo que planeaba), pero si no lo hago mañana. Lo tendrán cerquita. Es que de verdad los mosquitos son insoportables en la noche y la pc de mi hermano no se puede mover.
Dedicación a: michelle_espinoza
Siguiente a la que + comente (no olviden comentar)
No olviden pasarse por el Concurso de Tanner Reed que abrí
Love u, nos vemos más tarde o mañana. En breve estaré subiendo adelanto a mis redes sociales del siguiente cap, así que pueden seguirme para echarle un vistazo: oscaryarroyo en Instagram y twitter, grupo Leemos a Osc en Facebook
Ya hay un grupo de WhatsApp de Tenner Reed
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro