Capítulo 15:
─¿Estás segura de que estás bien? ─me pregunta Pauline por quinta vez mientras desayunamos en el que solía ser nuestro sitio favorito para comer panqueques en Austin luego de que le cuento lo que sucedió, a lo que afirmo, lo cual hace que me oculte más en la capucha de la sudadera gris que me prestó, junto con un par de vaqueros, para que me duchara y saliéramos.
─No tienes nada de qué preocuparte ─añado cuando la preocupación no desaparece de sus ojos─. Lo resolveré.
─Savannah...
Niego mientras hundo mi tenedor en los panqueques.
─Solo déjalo ir, Pauline.
Cuando alzo la mirada con un bocado cerca de mi boca, presiona sus labios fuertemente entre sí. Tanner está a su lado, pero ni siquiera ha tocado su desayuno. Su expresión es ausente mientras mira por el ventanal junto al que nos encontramos sentados. Mi mandíbula se aprieta cuando su novia habla otra vez.
─No, no lo dejaré ir, Savannah, porque esos imbéciles te hicieron daño, ¿y por qué? ¿Por qué que te tuviste que mudar a otra habitación si nos iba tan bien juntas? Me dijiste que se suponía que necesitabas estar sola y lo respeté, ¡pero te fuiste a vivir con alguien que resultó ser mucho peor que yo! ─dice esto último incorporándose y aplanando sus manos sobre la mesa, la expresión de su rostro severamente lastimada. Al darse cuenta de que todos están mirándola, baja su tono de voz─. Te dije que si Tanner era el problema, no lo dejaría entrar en nuestra habitación otra vez y no aceptaste, por lo que ahora que veo cómo has preferido vivir con estas malas personas y no conmigo y si tomo en cuenta la manera en la que me has ignorado todo este tiempo... ─Niega─. No puedo evitar pensar que quizás todo no iba tan bien entre nosotras. Realmente te considero una amiga, ¿tú a mí no? Sé que no soy tan interesante como todas las demás chicas, que incluso a veces soy un poco tonta, ¿pero qué es lo que es tan terrible en mí que te hizo terminar con Anahí y su novio? ¿Qué causó que me mintieras al decirme que deseabas soledad?
Cuando termina de hablar, sus ojos están llenos de lágrimas. No espera que le responda. Simplemente arroja la servilleta que puso sobre sus piernas a la mesa, sobre mi comida, y sale huyendo cuando no le contesto apenas termina de hablar. Tanner hace ademán de levantarse para seguirla, pero niego antes de perseguirla. Ya que su mochila está en la camioneta de su novio, no llega muy lejos. La alcanzo en el estacionamiento. Pese a que está usando sandalias y un vestido floreado de margaritas, anduvo rápido. Sus brazos están cruzados sobre su pecho con fuerza.
─Pauline, necesitaba espacio ─le digo, pues es lo más parecido a la verdad que tengo para ofrecerle─. No sé la razón, pero necesitaba espacio. Tal vez irme no fue la mejor opción o la solución, pero estaba asfixiándome. Lo necesitaba y lo tomé.
A pesar de que su expresión se suaviza, no lo deja ir tan fácil.
Niega, lo cual hace que sus rizos dorados se agiten.
─Ese es lo problema con las chicas como tú. ─Toma una profunda bocanada de aire antes de seguir─. Hacen lo que quieran sin tomar en cuenta los sentimientos de los demás. No sabes cuántas veces me quedé dormida preguntándome qué es lo que hice mal para que dejaras de hablarme, pero ahora me doy cuenta de que... fue nada. Lo dejaste de hacer porque te vino en gana y ya.
Aunque debería sentirme mal por lo que dice, no lo hago.
Me molesta, eso sí, porque si Tanner no hubiera pasado tanto tiempo a nuestro alrededor, quizás hubiera sido capaz de soportarlo. Quizás no me hubiera obsesionado. Lo que sucedió, en cambio, fue que Pauline se paseó por meses frente a una criatura hambrienta con un recipiente de helado en la mano.
Y no me quedó de otra que desearlo.
─Y el problema con las chicas como tú es que todas piensan que el mundo gira a su alrededor ─le digo, lo que la hace fruncir el ceño─. Como son buenas y perfectas, todo el mundo quiere lastimarlas y desear vivir sus vidas, pero las verdad es que no. Preferiría estar muerta a ser inconsciente de lo que sucede frente a mí. Me atacas por haberme ido, ¿pero no te das cuenta de que la razón por la que lo hice es obvia? Anoche fui atacada por una pareja de lunáticos, arruinaron mis dibujos, planos importantes para un concurso vital para mi carrera, y no has sido capaz de dejar de lado tu molestia ni por un solo día, Pauline. ─No como yo lo he hecho por tantos de ellos para que fuera feliz─. Me acusas de ser egoísta, pero tú no eres mejor, sino peor. Por lo menos yo sí sé lo que sucede frente a mí porque me permito salir de mi propio cuerpo y ponerme en los zapatos de los demás, algo que tú, samaritana, eres incapaz de hacer porque estás encerrada en tu pequeña realidad dónde eres cristal y todos deben cuidarte. ─Al ver sus ojos llenarse de lágrimas, siento la tentación de parar, pero no lo hago. Ahora que he empezado a decirle lo que de cierta forma ha estado atascado en mi pecho por tanto tiempo, no puedo detenerme─. Absorbes a las personas bajo la necesidad de cuidarte y perdonártelo todo porque eres gentil y amable, inconsciente de lo que les haces. No lo resistí. Por eso me fui.
Cuando termino de hablar, abro la puerta de la camioneta de Tanner, la cual este abrió a la distancia, y saco mi mochila de ella. Ninguno de ellos me detiene mientras me alejo. Debido a que luzco como si fuera a presentar la audición para el casting de una película zombie, me tomo el día de mis clases. En su lugar me acerco a la oficina de distribución de dormitorios y acepto nuevamente volver a vivir con Pauline, el único sitio disponible, puesto que sigo odiando más a Anahí y a Gordon por encima de lo que los detesto a ellos. Una vez he hecho todo el papeleo, voy por mis cosas al dormitorio junto al campo de fútbol.
Mis hombros descienden con alivio cuando confirmo que Anahí no se encuentra presente, sino en una de sus prácticas de voleibol. Tomo mi ropa del armario y la meto en una de las cajas que encontré en el depósito del edificio. Una vez termino con mis prendas, bajo al estacionamiento y lo guardo en mi Mercedes. De alguna manera consigo mudarme nuevamente en menos de una hora, dejando por último mi escritorio. Mi pecho desciende con dolor cuando poso mis ojos en el papel arrugado que ahora son mis planos. Los acaricio con mis dedos como si tuvieran magia y eso pudiera traerlos de nuevo a la vida, pero no lo hace. Siguen siendo basura después de haber sido simplemente maravillosos.
Tragando el nudo en mi garganta, pero no deteniendo las lágrimas que descienden por mis mejillas, guardo mis materiales de dibujo y me dirijo nuevamente al estacionamiento, yendo de prisa hacia mi auto repleto por tercera vez de mis cosas. Ya que nada más cabe dentro, peleo por mantener arriba el maletero mientras meto mi última caja. Me tenso cuando una mano la mantiene arriba.
─Hola ─saluda Ibor amigablemente.
Al verlo, mi cuerpo instantáneamente se relaja.
─Hola ─digo tras meterla, una sonrisa en mi cara─. ¿Cómo estás?
Su frente se arruga con preocupación. Está vestido con ropa de deporte, por lo que supongo que iba camino a entrenar cuando me vio. Aunque una parte de mí se siente mal por haber sido tan perra con él cuando claramente es un buen chico, la mayor parte no lo hace. Fui clara. Solo fue un momento de sexo. Sin embargo, no puedo culparlo por creer que pudo haber nacido algo lindo de ello.
─Sin ofender, mejor que tú. ─Sus ojos están fijos en mi labio partido─. Iba a entrenar unas horas extra, pero puedo dejarlo. Arriesgándome a ser rechazado otra vez, ¿aceptarías un café?
Mis labios instantáneamente hacen un puchero tras oírlo.
Él es tan agradable.
Tan dulce.
¿Por qué simplemente no puedo quererlo?
─No ─respondo, pero a pesar de ello me sostiene entre sus brazos cunando las lágrimas empiezan a aparecer de nuevo ante el recuerdo de mis planos arruinados y de que voy a regresar al lugar del que escapé porque me hacía mal, convirtiéndolo al instante en el mejor chico que alguna vez se haya cruzado en mi camino. Una vez termino de ser patética, me separo de él y lo miro con una sonrisa─. Pero puedes ayudarme con mi mudanza mientras nos preparo algo de comer, si quieres ejercitar un poco.
Ibor me devuelve la sonrisa.
─Creo que eres la mujer que más me ha hecho sentir como un objeto ─dice, pero de todas maneras asiente y me acompaña a mi viejo hogar─. Por cierto... ─suelta cuando ya estamos en marcha hacia allá, sus dedos bajándole volumen a la radio─. Aunque soy un chico grande, odio la violencia, pero estoy de acuerdo con lo que Tanner le hizo a Gordon. No es la primera vez que él y su novia atacan a una chica del campus. Hizo bien echándolo.
Arrugo mi frente mientras mis dedos aprietan el volante.
─¿Echándolo?
Ibor asiente.
─Sí.
─¿De dónde?
─Del equipo ─responde, mirándome con la frente arrugada─. ¿No lo sabías? Pensé que él y tú eran, son, cercanos, ¿no?
─¿Por qué lo dices?
La confusión se hace aún más presente en el rostro de Ibor.
─¿No son familia? Eso es lo que nos dijo a todos para que no te molestáramos después del partido por joder con Johnson. Después de que nos desconcentraras a todos, en especial a él, todos esos idiotas querían meterse contigo para fastidiarte.
Aunque me gustaría contradecirlo, no pondré en evidencia al capitán del equipo delante de él, no cuando eso me haría quedar en evidencia a mí o admitir cosas en voz alta que no quiero. Tampoco deseo hacer o decir nada que pudiera dejarlo mal después de que arriesgara su propio pellejo por mí golpeando a Gordon en un dormitorio del campus o lo echara del equipo. Para que esto último sucediese, sin embargo, no debía ser muy bueno.
─Sí ─respondo─. Primos lejanos. ─Giro el rostro hacia él con una ceja alzada, mis labios curvados hacia arriba con diversión─. ¿Entonces esa noche te acercaste a mí para molestar, Ibor?
Ibor tiene la decencia de sonrojarse.
─Bueno... ─Sonríe traviesamente─. Incluso un buen no puede resistir la tentación de hacer cosas malas de vez en cuando. No solo eras el blanco más deseado, sino que eres hermosa y... lista. Te he visto un par de veces en el periódico. La zona en la que sales está junto a las noticias deportivas, ¿sabes? ─Asiento, puesto que soy muy consciente de eso. Debido a ello Tanner y yo salimos varias veces casi juntos en él─. Y bueno, a la mierda Tanner. Mis intenciones no eran del todo malas. Fui un caballero. Inventé a su prima a salir después, pero ella me rechazó.
Suelto una inesperada risita.
─¿Quieres un consejo?
Ibor asiente.
─Suéltalo, nena.
Nuevamente giro el rostro hacia él para sonreírle con calidez.
─Nunca te fijes en tu acostón de una sola noche. ─Niego, lo que hace que algunos mechones de mi cabello se atraviesen en mi campo de visión y tenga que apartarlos─. No termina bien.
*****
Con Ibor ayudándome mientras nos pido pizza y dos malteadas de oreo con chocolate para almorzar-merendar, puesto que no he comido desde esta mañana y dejé a medias mi plato para ir tras Pauline, termino con mi mudanza más rápido de lo que podría haber esperado. A pesar de que odio estar nuevamente aquí, no puedo evitar admitir que extrañaba el aroma a limpio de Pauline en lugar del rancio y lleno de sudor de Anahí, puesto que rara vez se daba una ducha después de regresar de su entrenamiento, por lo que siempre debía tener un ambientador y un eliminador de olores desagradables en spray a la mano. Una vez Ibor se va, me acuesto en mi cama y me quedo mirando fijamente el techo.
Antes de que pueda darme cuenta, me duermo.
*****
Me despierta el sonido de la puerta abriéndose. Tras separar mis párpados y ladear la cabeza, me encuentro con Pauline caminando de manera insegura y nerviosa hacia mí. Me incorporo en uno de mis codos para que nos podamos ver mejor. Ambas nos dijimos cosas horribles más temprano, las dos teníamos razón, pero no puedo evitar pensar que me excedí. Ella no es como yo. No es de las que se habitúan a lo malo, sino que huyen de ello.
Así que soy la primera en hablar.
─Lo siento si lo que dije más temprano te lastimó, pero no lo retiro.
Ella se detiene frente a mí. Me mira fijamente por unos segundos antes de asentir con expresión absolutamente seria, lo que la hace ver como ora persona. No como un hada silvestre. Me gusta más.
─Yo tampoco lo retiro, pero me disculpo por haberlo dicho en este momento. Tienes razón. ─Se sienta en mi cama, pero se levanta cuando yo también lo hago─. No debí haberlo soltado en este momento. Sin importar cuales hayan sido tus verdaderos motivos para irte de aquí, has sido lastimada y ahora se trata de ti.
Aunque esta conversación está resultando más agradable de lo que pensé que sería en un inicio, me acerco a la puerta principal y la abro ante la atenta mirada de Pauline. Ya que irme sin despedirme sería demasiado cruel, giro el rostro hacia ella tras abrir la puerta. Le ofrezco la mejor sonrisa que puedo darle.
─Haré todo lo posible para no hacerte sentir mal si me asfixias.
Aunque no me devuelve la sonrisa, la tensión se desvanece de su rostro. Sus hombros también descienden hacia abajo con alivio.
─Yo prometo no meterte más a mi novio por los ojos.
Aunque me congelo por unos segundos tras sus palabras, logro asentir y salir de nuestro dormitorio con prisa. Aunque por algún motivo intuyo que ninguna de las dos será capaz de cumplir su promesa a la otra, dejo cualquier pensamiento sobre Tanner y Pauline fuera de mi mente y me concentro en revisar las historias del Instagram de Gordon, quién es tan estúpido que tiene su perfil en público a pesar de que nadie lo sigue, ni lo seguirá. Tras ver la más actual, en la habitación que hasta ayer compartí con Anahí, me dirijo ahí con toda la intensión de ocasionar un desastre.
Lo que le hizo Tanner no es suficiente para mí.
*****
El campus está repleto de cámaras de vigilancia, por lo que estaciono varias cuadras antes y me pierdo en un bosque, dónde cambio mi sudadera gris por otra, antes de dirigirme al dormitorio junto al campo de fútbol en que el equipo todavía se encuentra entrenando. Ya que el tablero que proporciona iluminación tanto a sus reflectores como al edificio en el que viví se encuentran cerca del punto en el que los jugadores se encuentran, me arriesgo a ser descubierta acercándome a la parte tras los vestuarios en el que está puesto. Una vez he dejado esta parte de la universidad sin luz, regreso tan rápido como puedo sin llamar la atención al estacionamiento de los dormitorios. Tras encontrar el Audi de Gordon, lo rocío con la gasolina de emergencias que suelo tener en una cantimplora en la cajuela de mi auto y enciendo una cerilla. Antes de que pueda arrojársela encima, sin embargo, una voz tras de mí me detiene. Por más culpable que se sienta, la verdad es que este no es su asunto. Gordon es un imbécil que necesita una lección y ya. En su redes sociales encontré que el bonito deportivo frente a mí es un premio de una rifa, puesto que con el salario de sus padres, quiénes son granjeros, nunca habría podido comprárselo, por lo que lo que está frente a mí es lo que más ama.
No el fútbol, en el que confirmé con Ibor que era malo.
No Anahí.
─No lo hagas ─me dice Tanner, avanzando hacia mí mientras el fuego desciende hacia abajo en el palillo de madera consumiéndose en mi mano. Está usando su uniforme de entrenamiento y su rostro, al ser alumbrado por la cerilla, se ve serio y preocupado. No molesto. No me está mirando de la manera en la que usualmente lo hace─. Te vieron en el campo. Te buscan por haber causado un apagón. Esto no es prudente. Si te descubren, podría significar la pérdida de todo lo que te importa.
─Las cámaras no captarán nada.
─Savannah... ─advierte─. Si lo haces, podrías ser expulsada. Entiendo que estés molesta, pero esto no soluciona nada. Si quieres darle una lección a Gordon más allá de lo que le he hecho, haz planos que resulten aún mejores de los que hiciste y gana ese maldito concurso.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
─Ese es el problema. ─Trago─. Nunca podré hacer nada mejor.
Nunca volveré a sentarme en el balcón de la habitación de Anahí y me inspiraré por días en la manera en la que Tanner ataja y lanza un balón. No hará las mismas jugadas por mí, ni él ni las personas a las que se enfrentaba en ese momento. A pesar de que muchos son capaces de hacer lo que propone, mi talento no funciona de esa manera. Es un instante. Un momento. Una sola oportunidad que debes aprovechar, en mi caso, para trazar una línea. En el caso de otros artistas, para escribir o para pintar.
Una obra de arte no nace dos veces.
No importa lo mucho que te esfuerces porque sí.
─Sav... ─Ahora su tono de voz es suplicante. Aunque estoy a unos milímetros de quemarme los dedos, continúo sin soltar la cerilla. No lo hago incluso cuando envuelve mi mano con la suya, calentándome aún más que el fuego, y desciende su rostro para mirarme fijamente. Estoy segura que no la ha tomado con sus propios dedos porque cualquier movimiento que haga podría significar su caída al charco de gasolina─. No lo hagas, por favor.
─No es solo un concurso ─susurro─. Es la entrada por la puerta grande al palacio de mis sueños, ¿por qué te cuesta tanto entenderlo? Si alguien te hubiera roto el brazo, estarías igual.
─El fútbol no es lo más importante para mí.
─¿No? ─Niega─. Entonces imagina te arrebaten tus perfectas calificaciones, tu camioneta o el orgullo de tus padres.
Tanner traga, visiblemente afectado y en conflicto.
Está entendiendo, por fin, cuán valioso es esto para mí.
─Sigue sin ser lo suficientemente importante como para que destruya mi vida cometiendo una estupidez por ello ─responda mientras ejerce presión en mi muñeca─. Savannah, por favor.
─Tanner, solo piensa en lo más importante para ti ─le digo, ahora quemándome y extendiendo la mano cuando Tanner se inclina par soplar la cerilla, lo que lo hace gruñir─. Y en qué harías si te lo quitaran. Piensa en lo que sea, o en quién sea, que te haga estúpido y compréndeme. No puedo dejar pasar esto mirando desde lejos como alguien más se venga por mí. Debo hacerlo yo o no podré dormir en paz nunca más.
─¿Pero yo sí debo mirar cómo te arruinas por mi culpa sin hacer nada? ─pregunta de regreso, sus ojos sumamente sinceros─. Porque si lo hago, seré quién no podrá dormir en paz nunca más.
─Tanner...
Al sentir literalmente que se queman mis dedos, no puedo evitar soltar la cerilla en el momento justo en el que la luces vuelven a encenderse y la policía del campus pasa junto a nosotros en dirección al campo de fútbol. A pesar de que el fuego ya se había apagado, a veces solo se necesita una chispa para iniciar un incendio. Uno que se ve reflejado en sus ojos negros.
Jajaja amo este cap. Es uno de mis favoritos y el siguiente en pasado también lo será
Feliz día a todas las mamis que me leen
Mrk, lo siento por el soundrack intenso de este capítulo, pero necesitaba esta canción aquí. De pana les juro que con el siguiente en pasado se mueren
Aunque en presente también JAJAJAJA
Más tardecito estaré haciendo directo en Instagram (oscaryarroyo), así que no olviden seguirme por ahí si quieren que más tarde hablemos de estos capítulos
Love u, girls, no se olviden de comentar y darle amor al cap
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