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Capítulo 14:

Básicamente, logré aparentar ignorar a Tanner.

Realmente, no lo hice.

Después de que llegara al palco con la chica que se parecía a mí y se exhibiera sin ningún tipo de pudor con ella, luché enormemente por mantener mis ojos lejos de ellos y concentrarme en Malcolm y mis padres, quién terminó jugando en el segundo tiempo para salvar al equipo a pesar de que habían decidido no sacarlo. Una vez los Kings empezaron a ganar, sobrellevar la situación con mi padre sentado a mi lado gritando fue más sencillo. Incluso diría que me divertí cuando Malcolm salió al campo, pero la verdad es que en ningún momento mi mente se apartó de él.

Eso empeoró cuando los dos hermanos se reunieron al final del partido en el estacionamiento y discutieron, a lo que no pude hacer caso omiso y me involucré para arrastrar a Malcolm a la cena que mis padres habían preparado para salvarlo de un escándalo. Es continuamente acosado por la prensa y sé cuánto odia que esta filtre información sobre su familia, en especial sobre Tanner y su madre. Aunque Tanner me vio como si quisiera asesinarme por meterme, no impidió que nos fuéramos juntos y lo dejáramos atrás con su Savannah Campbell 2.0. Dejarlo con ella también trajo un sabor agrio a mi boca, pero la humanidad logró algo importante esa noche cuando hice caso omiso de ello y continué con lo mío.

El lunes, sin embargo, no me presento a su oficina como le dije que haría, sino que permanezco en la mía. No voy a trabajar en su ático a menos que me pague cien millones de dólares por ello y acepte mudarse a Asia mientras lo hago, lo cual no va a suceder, por lo que me dedico a ignorar sus llamadas mientras preparo las maquetas de los proyectos que debo entregar en unos días.

Sea lo que sea que esté pasando entre él y Pauline, ya no quiero sacar provecho de ello, sino mantenerme lo más lejos posible.

Son un desastre, sí, pero son uno al que me arrastrarán.

─Sav, hay un hombre aquí que quiere verte ─dice Isla, mi asistente, asomando su cabeza en mi oficina tras tocar la puerta de cristal que da acceso a ella. Es una chica recién graduada en diseño de interiores a la que de vez en cuando le doy la oportunidad de participar en un proyecto conmigo, al igual que el otro arquitecto para el que trabaja. Su cabello es corto y marrón y su estatura adorable. Es voluptuosa─. No tiene una cita, pero insiste en que necesita verte personalmente. ─Sus mejillas se sonrojan, sus gafas empañándose de manera graciosa como cada vez que se pone nerviosa─. Es... uhm, atractivo. Lo siento, pero no puedo echarlo. Me pone nerviosa, ¿podrías hacerlo tú?

Me echo hacia atrás en mi silla, un trozo de cartulina con pegamento en mis dedos, mientras la miro con las cejas arriba. El nombre de un hombre acostumbrado a causar ese efecto en las personas viene a mi mente, pero me permito a mí misma tener la esperanza de que no sea él. Es demasiado pronto para que ruegue. Tanner Reed es muy orgulloso para aparecer tan pronto.

─¿Cómo se llama?

Sus mejillas se sonrojan todavía más.

─Discúlpame por ser la peor asistente, pero no puedo hablarle.

Pongo los ojos en blanco.

─Isla...

─Tienes que verlo por ti misma ─susurra antes de retroceder torpemente y tropezar con sus propios pies antes de finalmente recuperar la compostura, lo que soy capaz de ver debido a que las paredes de mi oficina son de cristal y permiten que vea tanto hacia su despacho, dónde veo al hombre del cual habla, y al de Donan, el hombre de cuarenta años con el que comparto el alquiler. A diferencia de mí, él es feliz decorando y diseñando casas.

Mis labios se curvan hacia arriba cuando llego a Isla, quién realmente se enreda con su lengua mientras intenta hablarle.

─Mi... mi je... mi jefa... ─tartamudea de forma triste, lo que hace que finalmente me involucre ofreciéndole mi mano a Ryland, el dueño del club que decoré recientemente y me prometió venir para que me encargara de su nuevo sport bar en Travis Country.

─Ryland ─susurro con una sonrisa─. ¿Qué tal todo?

─Bien, ¿y tú? ─responde él mientras aparta su ceño fruncido de Isla y se desabrocha la chaqueta de su traje azul marino antes de acercarse a mí sonriendo─. Lamento haber llegado sin avisar.

Su cabello rubio está perfectamente peinado hacia atrás. Su barba está bien recortada. Como si su rostro de ojos azules no fuera lo suficientemente atractivo a pesar de su prominente nariz, su metro ochenta de estatura está dotado de buenos músculos. Isla tiene razón, es atractivo, pero su tono de voz es demasiado encantador.

─Estoy bien. No te preocupes, no estaba atendiendo a nadie, pero que no se te haga una costumbre ─le respondo con una sonrisa─. Ven conmigo a mi oficina y hablemos de tu nuevo negocio.

Ya que la visión del cliente siempre es importante, anoto todo lo que me dice sobre sus aspiraciones con el local en un blog antes de realmente hablar de su diseño, para lo cual fijamos una fecha para encontrarnos en Travis Country. Ahora que he rechazado mi trabajo con Tanner, no me conviene deshacerme de ningún proyecto, por el que me entusiasmo cuando Ryland me dice que pagará muy bien si empezamos ahora. Después de que terminamos de hablar de negocios y salimos de mi oficina, sin embargo, me sorprende echándome un largo vistazo a pesar de que hoy no fui exactamente creativa con mi vestuario. Después del fin de semana tan emocionante que tuve, opté por una falda de lápiz negra, tacones y una sencilla camisa de mangas cortas.

─Sé que puede sonar poco profesional de mi parte, pero me encantaría llevarte a cenar. ─Me enseña sus dientes al sonreír ampliamente. La verdad es que Isla sí tenía motivos para quedarse sin palabras. Es como estar de frente a una estrella del cine o de la televisión─. Mira, la verdad es que no sería yo mismo si no te lo pidiera ─agrega con una sonrisa ladeada─. Cuando veo a una mujer hermosa, simplemente no puedo dejarla ir

Aunque normalmente aceptaría, tanto la presión a la que he estado sometida últimamente como el sonido afligido que Isla suelta desde su escritorio hace que niegue. Es una buena asistente y no deja de ver directamente hacia Ryland a hurtadillas de su escritorio a pesar de que acaba de invitarme a salir. Quizás si me lo hubiera pedido a solas lo consideraría, pero no seré la inconsciente chica que toma lo que más quiere en sus narices.

Ella es Isla y yo soy Savannah, pero he estado ahí.

Y no es bonito.

─Creo que no ─le respondo con la nariz arrugada─. No junto los negocios con el placer, pero si tus intenciones son que hablemos de lo que quieres para tu bar, creo que Isla y yo podríamos ir.

La mencionada luce como si se quisiera morir.

Ryland junta las cejas.

─¿Quién es Isla?

─Mi asistente ─respondo con los ojos en blanco.

─Oh. ─Ryland le sonríe, lo que hace que la tensión se libere de mis hombros, puesto que no es tan idiota como para admitir abiertamente que no le prestó atención al bonito cartelito con su nombre junto a ella─. Claro. ¿Puede ser mañana? ─Su tono de voz se vuelve serio─. Podría pasarlas buscando por aquí cuando terminen, adelantar la visita al bar y discutiríamos su diseño en la cena. No es lo que buscaba, pero suena mucho mejor compartir mi noche con dos mujeres hermosas en lugar que una sola.

─Por supuesto que sí.

Asiente, satisfecho, y se inclina hacia adelante para besar mi mejilla, lo que acepto por cortesía y porque, bueno, huele bien y sería un poco desagradable de mi parte si lo empujo.

─Bien, muchas gracias, señorita Campbell. ─Cuando se gira le guiña un ojo a Isla, quién está tan blanca como la nieve─. Isla.

Una vez abandona nuestro piso, miro a mi asistente.

─Tienes razón. Es bastante atractivo.

Isla respira entrecortadamente varias veces antes de responder.

─Necesito comprar ropa. No puedo ir viéndome... así.

Arrugo la frente.

─¿Así cómo?

─Como yo ─jadea─. Necesito ser otra persona para mañana.

La única persona con la que voy de compras en Austin es con Pauline, lo que consiste en mí escogiendo su ropa, y al oír a Isla quejarse por algún motivo las palabras de Malcolm diciéndome que estoy continuamente sometida a demasiado estrés sin descanso vienen a mi mente. Tras relamer mis labios, le ordeno vaciar nuestra agenda para el resto de la tarde mientras me disculpo con Donan por robarle a nuestra asistente por lo que queda del día. Él se lo toma bien, agitando su mano hacia mí con desdén mientras permanece inclinado sobre su escritorio y me ordena que cierre la puerta porque interrumpo su proceso creativo.

*****

Al día siguiente me despierto con un poco de resaca, puesto que Isla y yo bebimos champagne mientras obteníamos un tour por las mejores tiendas de la ciudad, cortesía de una de mis clientas, la cual me hizo diseñar para ella y para su esposo una habitación bastante exótica, y un montón de bolsas de compra a mi alrededor. De alguna manera logro incorporarme y guardar las nuevas cosas que obtuve ayer antes de irme al trabajo con un pantalón negro y una camisa blanca de mangas vaporosas. Al igual que el día anterior, lo primero que me dice Isla cuando llego es que tengo un montón de llamadas y mensajes de Tanner.

─Bloqueé su número, pero sigue llamando desde otros ─dice.

Ya acostumbrada a que busque una manera de meterse en mi vida aunque no exista, me encojo de hombros. Un poco de acoso de Reed no me da miedo. No diseñaré su ático en lo absoluto.

─Sigue bloqueándolos.

Aunque mi respuesta le causa evidente exasperación, afirma.

─Lo haré.

*****

Ya que terminamos temprano, nos vamos antes y nos reunimos en mi casa para vestirnos. Isla cubre sus curvas con un vestido rojo que hace que sea difícil de ignorar ya que se ciñe a ella como una segunda piel. Se ve preciosa y lo hace aún más cuando me pide ayuda para resaltar sus grandes ojos marrones con un maquillaje ahumado. Ya que no tengo intenciones de destacar esta noche, entro en un kimono azul con grabados y estilo asiático y ato mi cabello en un moño en la parte superior de mi cabeza. Es lindo, pero no sexy. A pesar de que llevamos toda la mañana hablando de cómo Isla actuará durante la visita al bar y la cena, sus manos se llenan de sudor y nuevamente se olvida de respirar.

─No puedo, Savannah, yo...

─Solo repítete a ti misma que solo estamos trabajando ─le digo mientras paso su abrigo por encima de sus hombros─. Nada más.

Mis palabras deben funcionar, puesto que a los segundos parpadea antes de enderezar sus hombros. Al verla finalmente capaz de pasar por esto, salimos de mi apartamento y nos dirigimos al lujoso deportivo de dos puertas junto a la acera.

─Lo siento, sé que no hay mucho espacio detrás, pero no tuve tiempo para alquilar un auto ─se disculpa Ryland mientras abre la puerta del asiento copiloto para nosotras─. Lo siento, en serio.

Ya que se supone que estamos aquí en calidad profesional y soy su jefa, Isla se va atrás y yo delante de camino al sport bar en Travis Country cuyos interiores voy a diseñar. A diferencia del ático de Tanner, el local ya tiene piso y una escalera de madera que conduce al segundo piso. Al instante en el que entro, pienso que una decoración clásica y a la vez retro le quedaría bien. Algo entre escocés e irlandés. Después de que Isla y yo hayamos tomado las medidas, volvemos a entrar en su deportivo y nos dirigimos a un reconocido restaurante de comida asiática de la noche. Todos pedimos arroz thai de mariscos y algunos rollitos primavera para esperar mientras llega el platillo principal. Me siento orgullosa de mi asistente cuando es capaz de oír y responderle a Ryland sin sufrir un paro cardiaco o verse como un pez fuera del agua. A pesar de que su tono de voz al dirigirse a ella es cortés, también contiene algo de genuino interés.

Me alegra que al menos una de las dos esté disfrutando.

─¿Savannah? ─pregunta una voz por encima de nosotros, erizando mi piel─. ¿Es por esto que no me contestas?

Sin apartar mi mirada del mantel, respondo.

─No te contesto porque no quiero, Tanner. Tan simple como eso.

Ya que no lo miro, se posiciona junto a mí y me obliga a alzar la vista hacia él debido a su cercanía. Isla hace un sonido lleno de sorpresa, pues se encuentra junto a mí y para eso él tiene que posicionarse a su lado. Ryland frunce el ceño hacia nosotros. Tanner, por su parte, no deja de fulminarme con la mirada con las manos metidas en el interior de los bolsillos de su pantalón oscuro. A diferencia de la mayoría de las veces, su camisa es blanca y está tan desabotonada y arrugada que me cuesta creer que sea suya o que esté disfrutando de verse así. Arruinado y descuidado.

─Savannah, es muy poco profesional de tu parte dejar de trabajar conmigo por cualquier cosa que esté sucediendo entre nosotros ─dice lo suficientemente alto para que los demás escuchen─. Te pagaré mejor de lo que nadie alguna vez te pagará. Lo sabes.

─Vete ─gruño, mis mejillas rojas con furia debido a que está dejándome mal frente a mi asistente y un cliente que, por cierto, rechacé debido a que se supone que no mezclo negocios y placer.

─No ─replica inclinándose hacia mí, sus ojos sumamente oscuros─. Te dejaré comer, pero estaré esperándote en el estacionamiento. Tengo algo importante que enseñarte.

No le respondo al oler alcohol en su aliento. Sé que le gusta comer aquí, pero también que al lado hay un bar bastante concurrido al que suele asistir con sus socios, lo más parecido a amigos que tiene. Al igual que yo, Tanner es solitario y solo se enfoca en los negocios. Aunque me odio a mí misma por ello, termino asintiendo, a lo que se retira, ignorando abiertamente tanto a Isla como a Ryland como el odioso maleducado que es. Les sonrío una vez nos encontramos nuevamente a solas y en paz.

─Espero que el arroz thai valga la pena.

Ryland me ofrece una mueca, pero en sus ojos no hay recriminación, sino más bien curiosidad y un deje de burla.

─Pensé que no mezclabas los negocios con el placer.

Me encojo de hombros.

─Acabas de ver por qué.

No dice nada después de ello, dedicándose únicamente a Isla mientras esta y él hablan de los pasatiempos, como los videojuegos, que tienen en común. Afortunadamente nuestra comida llega al cabo de poco. Después de que terminamos con ella, pasamos de pedir el postre y nos dirigimos al estacionamiento. Me alegro cuando tanto Ryland como Isla captan que no regresaré con ellos y ellos mismos se despiden, la primera luciendo aliviada de no tener que volver a la parte de atrás.

Como prometió, Tanner está esperándome junto a uno de sus autos deportivos de lujo. Él arroja el cigarrillo que se encontraba fumando y lo aplasta con la suela de su zapato antes de dirigirse al lado del asiento copiloto, por lo que asumo que lo que quiere enseñarme no está aquí. Lo detengo de cerrar la puerta. No sé cuánto ha bebido, pero no pienso averiguarlo en la carretera.

─No ─exclamo─. Yo conduzco o no vamos a ningún lado.

─No estoy ebrio ─dice, pero de todas maneras se baja y me tiende las llaves, las cuales acepto antes de ocupar su puesto.

El lindo auto ruje con fuerza cuando Tanner entra y acelero para arrancar. Ajusto el asiento debido a que es algo más alto que yo. Cuando nos encontramos en la avenida principal, señala el camino a través de las montañas que conducen a su casa y a su nuevo departamento. Alzo las cejas, pero lo tomo, puesto que la idea de dejarlo en un sitio en el que pueda dormir e irme en un uber a casa suena bastante bien si las cosas se ponen intensas.

Me sorprendo cuando me señala una vía contraria a sus propiedades, pero que conduce directamente hacia el lago en medio de todas las construcciones lujosas de Travis. Casi en su orilla, me indica que me detenga frente a un terreno vacío con un cartel de venta tachado enfrente. Sospechando el motivo por el que estamos aquí, ni siquiera me bajo del auto. A esta hora poco podría ver si lo hago, puesto que solo vemos lo que las farolas del vehículo nos permiten, y realmente no creo que soporte estar tan cerca de mi sueño sin caer, por lo que tanto Tanner como yo nos limitamos a ver hacia al frente aún en el interior de su BMW. Un terreno como este, si me dejo llevar por el inicio y el final de la valla, podría costar fácilmente un millón o dos de dólares.

─Debes estar bromeando ─le digo después de un rato.

─No ─responde─. Ya hice el pago. Ya está a tu nombre.

Tras tragar, me giro para observarlo mirándome.

Su voz ni siquiera trastabilló cuando me habló y sé cuánto odia la idea de un mal negocio porque lo he oído desquitarse con sus empleados al teléfono o en persona en el tiempo que llevo conociéndolo, pero el ser estafada por un arquitecto no parece molestarle pese al hecho de que esto va más allá de ser demasiado a cambio de mi trabajo y ambos lo sabemos, por lo que debe haber algo más que quiera de mí para que decida gastar su dinero así. A duras penas escondo el temblor en mi voz cuando me dirijo a él. Si se va a Asia, podría aceptar trabajar en su ático.

─¿Qué es lo que realmente quieres de mí?

Antes de decidir responder, se inclina sobre mí, lo que me hace extremadamente consciente del aroma de su colonia y del whisky que había estado consumiendo. A pesar de que el alcohol fue lo que ocasionó, en parte, todo esto, puesto que debido a lo ebrio que se encontraba la noche que nos conocimos es que no me recuerda más que como una de sus conquistas sin nombre, no puedo evitar darle la razón y creer que en realidad está en sus cabales. Nadie que no se encuentre en sus cinco sentidos te puede mirar como Tanner Reed me está mirando en este instante.

─Nada diferente a lo que ya me has dado, Savannah ─responde con voz suave y baja, pero sumamente profunda─. Todo.

Y antes de que mi mente pueda encontrarle sentido a lo que acaba de decir, junta los suyos con los míos y me besa. Aunque todo en mí desea que mueva mi boca contra la suya y lo acepte, me separo de él al momento en el que entran en contacto. Sintiendo mi pecho arder, me bajo del auto y empiezo a caminar de un lado a otro sobre el camino de tierra. Respiro profundamente, sin poder creer lo que acaba de suceder. Lo que está sucediendo. Tanner no tarda en bajarse también y en acercarse a mí con expresión demasiado serena para la manera en la que acaba de cruzar una línea bastante peligrosa del lado en el que ahora se encuentra.

El que engañe a Pauline con otras en una cosa.

El que lo haga conmigo... niego.

Es arder en el fuego.

Quiero que la aleje y que me elija, no que la engañe.

Si ese fuera mi deseo, lo habría cumplido desde hace tiempo.

─Tanner, no podemos ─le digo cuando me presiona contra la puerta del BMW con su cuerpo, estremeciéndome cuando sitúa su rostro junto al mío, por lo que su aliento impacta con mi oído y con mi cuello cuando inhala y exhala sobre él─. Pauline...

─Pauline nos ha hecho suficientemente daño a ambos ─me corta colocando sus frías manos en mis mejillas, a lo que no puedo evitar alzar la vista para mirarlo fijamente─. Ella no importa, Savannah, ya no. Le di todo lo bueno de mí y aun así lo tomó y lo menospreció. No es tan buena e inocente como pensábamos. Te prometo que permanecerá lejos si aceptas. Me estoy desmoronando y eres la única persona con la que no me siento como una pieza rota porque continuas mirándome como si fuera lo mejor que has visto. ─Su nariz juega con la mía, rozándola y acariciándola─. Te estoy dando lo que todo este tiempo has pedido a gritos. Tómalo o déjalo ir de una vez por todas.

Mis rodillas flaquean al oírlo, pero Tanner impide que me caiga al sujetarme de la cintura y nuevamente buscar mis labios. Al no ser rechazado, toma nuestro beso como un sí y se atreve a invadir mi boca con su lengua. Creyendo en su promesa de que Pauline ya no será un problema, envuelvo su cintura con mis piernas cuando me alza para llevarme sobre el capó. Encajo mis dedos en su cabello mientras continuamos besándonos con absolutamente nadie a parte de nuestras consciencias como testigos. A pesar de que su sabor y su tacto me tienen enloqueciendo, al igual que la sensación de su erección contra mi centro, niego mientras me aparto nuevamente de él, luchando por enviarlo lejos y bajarme de su auto, dónde terminé puesta como si fuera una adolescente.

─No pasaré por esto otra vez ─le digo a su mirada tanto furibunda como interrogante─. Si para mañana continúas pensando igual, lo pensaré. No volveré a ilusionarme contigo, Tanner Reed.

Al oírme, su postura tensa se relaja y su expresión se suaviza.

Asiente.

─Te prometo que así será.

─¿Cómo lo sabes? ─le pregunto mientras ajusto mi ropa antes de dirigirme al interior del auto, mi corazón latiendo aceleradamente.

Él no responde hasta que está a mi lado, mirando hacia el terreno que compró para mí mientras respira de manera entrecortada. Aunque su rostro no lo demuestre, sé que está afectado por lo que hicimos por la manera en la que sus mejillas lucen rojas.

─Solo lo sé.


Me pican los mosquitos. No olviden comentar

Las amo. Bai

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