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Capítulo 1

Querer una vida normal, fue algo que Min Yoongi siempre quiso. Por momentos deseaba echar todas sus pertenencias en una mochila y ponerse a correr sin un rumbo fijo. Sin embargo, estaba seguro de que no avanzaría lo suficiente antes de que su padre moviera sus contactos para localizarlo, ahí, las repercusiones serían mucho más serias.

Justo en ese instante en el cual se trasladaba junto con sus progenitores a una de sus tantas reuniones, se regocijaba en la esperanza de ver a algún conocido que le hiciera su estadía más amena. Alejados del centro de Seúl, una imponente propiedad comenzaba a darle la bienvenida, un camino extenso entre la entrada y la residencia que ya conocía. No le dijeron el destino, pero era de esperarse al ver el esmero que sus padres pusieron en que todo estuviera perfecto, desde sus atuendos hasta los regalos que llevaban consigo.

— ¡Muchas felicidades al pequeño Jeon! — Tomados de la mano como el matrimonio más armonioso, amoroso y feliz, observó a sus padres felicitar al único hijo presidente Jeon Taewoo. Ellos lo miraron, instándole que también lo felicitara, pero Yoongi prefería hacerlo lejos de todas las vistas que tenían sobre ellos.

Los señores Min eran socios de los Jeon, si le preguntaran a Yoongi, él ciegamente diría que había un interés que no abarcaba una amistad real. Él se llevaba muy bien con Jungkook, pero sentía que esta amistad se empañaba por el obvio interés de los adultos. No quería que se midiera con la misma vara ambas relaciones, pero en un día como ese, debía acatar los protocolos.

— ¡Mocoso, muchas felicidades! — Exclamó Yoongi entregándole su propio regalo, notando como Jungkook sonreía en su dirección.

Más que un cumpleaños para niños, parecía una reunión de adultos que, incluso en ese día, insistían en hablar de trabajo con sutileza tal que les permitiese disimular sus verdaderas y obvias intenciones.

— ¡Yoongi! — Su padre hizo ademán de llamarle la atención, mas la sonrisa de los Jeon y la diversión de su hijo le hicieron callar.

Alejándose de los mayores y la terraza, Jungkook tiró de la mano de Yoongi para adentrarse a la casa. Dentro de la casa, uno de los salones bullía de emoción. Kim Namjoon, el hijo de otro de los socios de su padre y los Jeon, un adolescente radiante con una sonrisa contagiosa, estaba sentado en el sofá absorto en un libro cautivador, riéndose de vez en cuando de sus ingeniosas líneas. Jungkook y Yoongi, sus dos mejores amigos, se le unieron, descansaban a su alrededor, esperando ansiosamente su turno para participar en las festividades del día.

— Oye, Nam, ¿qué te hace tanta gracia? — Preguntó Yoongi, tratando de echar un vistazo a la portada del libro.

El aludido levantó la vista, con un brillo travieso en los ojos, listo para compartir con ellos lo que estaba leyendo.

— Oh, solo es un chiste divertidísimo que ha hecho el autor. Escucha esto, — musitó, aclarándose la garganta. — ¿Por qué los científicos no se fían de los átomos? Porque lo crean todo. — La sala por un momento permaneció en un pulcro silencio, Jungkook lo miraba con confusión y Yoongi con fastidio, logrando que Namjoon se rascara la cabeza con incomodidad.

— ¿Eso es gracioso? — Min volvió a preguntar. — ¿Qué tiene eso de gracioso?

— ¿No lo captaste? Todo está compuesto por átomos, prácticamente, ellos crean e inventan todo, por eso los científicos no pueden confiar en ellos. — Una vez más, todos se quedaron en silencio hasta estallar en carcajadas, el sonido resonando en las paredes. La broma en sí no era gracioso, pero algo en esa situación tan conocida hizo que todos comenzaran a reír. — Deberías estudiar más, Yoon.

— Si apruebo mis materias, entonces me doy por bien servido. Cualquier nota, por encima de la necesaria para aprobar un examen, es codicia, un lujo del cual puedo prescindir. Eso te lo dejo a ti, el cerebrito de la clase.

Sonriendo por la diversión compartida, Jungkook intervino entre los mayores, sentándose justo en el medio de ambos después de entregarles algunas golosinas.

— Muy bien, muy bien, ahora me toca a mí divertirme. — Cogió rápidamente el mando del videojuego y encendió la consola, haciendo una señal a los demás para que se unieran a él. El trío se acomodó cómodamente en el sofá, cada uno con un mando diferente, listos para una competición amistosa.

A medida que el mundo virtual cobraba vida en la pantalla del televisor, la habitación se llenaba de gritos entusiastas, bromas juguetonas y ocasionales bailes que celebraban una victoria. Jungkook, conocido más por su astucia y testarudez que por su pensamiento estratégico cuando de deportes y juegos se trataba, maniobró hábilmente con su personaje a través del juego, ganándose la admiración y las burlas de sus amigos.

Las horas pasaban y su amistad continuaba creciendo a cada momento. Se conocían desde niños, pero pocas veces tenían el tiempo para comportarse como ellos deseaban, olvidarse de todos y juntos simplemente divertirse a su manera y no como los adultos les indicaban. En medio de su frenesí de entretenimiento, hicieron una pausa para tomar un tentempié. La madre de Jungkook había mandado a preparar un delicioso surtido de dulces caseros que devoraron con entusiasmo.

Con energías recargadas, reanudaron su maratón de juegos, su espíritu competitivo entrelazado con risas y burlas amistosas. La habitación resonaba con gritos de triunfo y ocasionales llantos de derrota.

Al anochecer, la habitación se bañó en el cálido resplandor de la puesta de sol, proyectando largas sombras que bailaban en las paredes. Con sonrisas cansadas, pero satisfechas, los amigos decidieron poner fin a su sesión de juego. Se reunieron alrededor del tapiz del suelo, recordando las aventuras compartidas y los momentos memorables.

— Saben, chicos, — espetaba el menor con la voz teñida de nostalgia, — no podría haber pedido mejores amigos. Hoy ha sido un día increíble y estoy agradecido por cada momento que hemos pasado juntos.

— ¿Por qué estás siendo tan profundo y sentimental? Me asustas, uy, incluso se me erizó la piel. — Se burlaba Yoongi, empujándolo con los pies para alejarlo de él, mientras el menor insistía en abrazarlo y besarlo en las mejillas únicamente para molestarlo.

— Yo estoy de acuerdo con Jungkookie... — Habló Namjoon divertido, permaneciendo en su sitio.

— Otro sentimental, estoy rodeado y no precisamente de agua. — Se quejó Yoongi y el cumpleañero aprovechó para plantar un beso en sus mejillas. — ¡Yah! ¡Eso es asqueroso!

Yoongi se quejaba y limpiaba sus cachetes con excesiva fuerza mientras los otros dos se burlaban. Aprovechando, para incrementar esa faceta del mayor de los tres, Namjoon también se inclinó para besar el otro lado de sus mejillas.

— Asco, ¡asco!

Jungkook y Namjoon se carcajearon nuevamente, sus ojos reflejaban la profunda conexión que compartían. Un vínculo inquebrantable entre los tres, forjado a través de innumerables momentos de risas, apoyo y comprensión, era un tesoro que apreciaban por encima de todo.

Fue Namjoon el primero el marchar, al parecer, uno de los artistas de Hitta, la compañía de entretenimiento fundada por su padre, se había envuelto en un escándalo que debían resolver. Eso dejó a los Jeon conversando con los Min y a sus hijos acostados en el suelo del salón, escuchando música.

— Hyung, en pocos días comienzas tu último año de bachillerato, ¿ya sabes la carrera que deseas estudiar después? — Yoongi se encogió de hombros al escuchar la pregunta.

Las opciones en el mundo en el cual se desenvolvían eran bastante similares para todos los jóvenes. Algunos tenían la suerte de tener padres que le dieran libertad para estudiar o hacer lo que quisieran, pero él no compartía la misma suerte. Su padre deseaba que estudiara alguna carrera relacionada con los negocios o derecho, algo que al final también podría utilizar cuando llegase la hora de quedarse con el negocio.

Todavía no le había contado a Jungkook, pero lo cierto era que el matrimonio de sus padres era una total fachada. Desde hacía meses que sus padres se habían separado y estaban procesando su divorcio con discreción. Su madre se había enamorado de una mujer y decidió irse de la casa. Desde entonces, la presión de su padre sobre él había aumentado exponencialmente. Por lo tanto, la escuela, la universidad, su vida en general, no era algo por lo cual sintiera entusiasmo.

Esa tal vez fue la razón por la cual logró llevarse bien con Namjoon rápidamente. Sus vidas eran muy diferentes y a la vez similares. Actualmente, ambos vivían únicamente con sus padres, la mayor diferencia radicaba en que la señora Kim falleció y no se fue sin más de la casa. Los dos tenían padres que los presionaban para encargarse de sus negocios en el futuro. Él no estaba interesado, pero Namjoon, quizás por haber crecido pasando más tiempo en la empresa de su padre que en su propia casa, estaba más entusiasmado con la idea de algún día ocupar su lugar a la cabeza de Hitta's Entertainment.

— Hyung...

— No lo sé todavía, Jungkook. Todavía me queda todo un año para pensarlo.

— Pero deberás dar las clases optativas que te encaminen a tu carrera y también prepararte para el CSAT.

— ¿En serio este es un tema que te apetece tratar en tu cumpleaños? — Jungkook fue quien esta vez se encogió de hombros, sonriendo para cambiar de tema porque notaba que su mejor amigo no estaba deseando continuar con esa conversación.

Como si el destino también estuviese consciente de ello, una de las empleadas les dio el aviso para salir a cenar. Los dos salieron para compartir la mesa con los mayores, sin embargo, la señora Jeon se levantó después recibir una llamada, abandonado la casa con prontitud. Se les avisó que la cena se retrasaría un poco, mientras tanto, podían seguir jugando.

Así lo hicieron, jugaron en la consola hasta que una vez más fueron llamados para comer. Esta vez, cuando salieron, Jeon Younghee ya estaba de regreso. A su lado, un nuevo rostro miraba a su alrededor con confusión, se mostraba apenado y retraído mientras evidenciaba su desconcierto por lo gigantesco del lugar.

— Ven aquí. — Younghee llamó al chico para que se acercara a su hijo y de paso a Yoongi. — Seokjin-ah, te presento a Jungkookie, mi hijo y a uno de sus mejores amigos, Min Yoongi. — Los mencionados estiraron la mano y el recién llegado los imitó. — Hijo, este es Kim Seokjin y a partir de hoy vivirá con nosotros.

Sin preguntar el motivo para tal decisión, Jungkook se abalanzó hacia el joven recién llegado. Lo abrazó dándole la bienvenida y se alejó cuando notó que este parecía un poco incómodo con el contacto físico. Era normal, primera vez que se veían y él había hecho algo poco común en la sociedad coreana. Se apartó, pero su madre con una mirada y sonrisa le agradeció que le diese una cálida bienvenida a Seokjin.

Por su lado, Yoongi no sonreía, se limitó a saludarlo y presentarse, pero curiosamente, no pudo apartar la mirada de aquel sujeto. A diferencia de Jungkook, que intentó hablar con él a cada instante que pudo, Min fue más callado. Su modo de hacer sentir a Seokjin más cómodo era casi imperceptible incluso para sí mismo, porque nacía inconscientemente, simplemente lo hacía. Cediéndole un asiento, pasándole la comida, permitiendo que fuese el mayor quien, poco a poco, buscase confianza y comodidad esa noche.

Cuando llegó el momento de despedirse, Yoongi no quiso hacerlo, mas no protestó. En cambio, Jungkook, él pareció notarlo y, con una sola palabra a su madre, bastó para que esta convenciera a los Min para que dejasen a su hijo ahí, prometiéndoles que uno de los choferes lo llevaría de regreso a casa al día siguiente.

— ¡Eres la mejor, mamá! — Jungkook la abrazó y besó su mejilla como cuando era más niño, acción que su progenitora no pasó por alto.

— Estos besos no me compran. — Bromeó viendo a Seokjin permanecer sentado. — No permitas que se sienta incómodo, han sido días muy duros y difíciles para él. ¿De acuerdo?

— ¿Quién es?

— Es uno de los jóvenes que formaban parte de "Día de Primavera". — Jungkook asintió entendiendo un poco mejor la situación.

— Eso significa que es huérfano. — Su madre asintió, pidiéndole que bajara la voz. — ¿Va a ser parte de la familia o únicamente vivirá aquí?

— No desea ser adoptado y tampoco vivir aquí sin más, me exigió trabajar, pero no permitiré eso por ahora. Primero, tendrá que retomar sus estudios, una vez finalizados, entonces volveré a hablar de ello.

Kim Seokjin formaba parte de uno de los orfanatos que Jeon Younghee patrocinaba con una de sus organizaciones. Debido a los malos manejos, tuvimos que denunciar y cerrar ese centro, reubicando a la mayoría de los niños en diferentes orfanatos. Jin era el mayor de todos, ya había cumplido dieciocho años, por lo que no podía ser reubicado en otro orfanato. Las leyes los amparaban hasta cumplir esa edad, sin embargo, en Corea del Sur, seguían siendo menores de edad para muchas cosas, volviéndolos a dejar en total desamparo.

La señora Jeon había estado siguiendo el caso de Seokjin muy de cerca, pero era difícil lograr que alguien adoptase a un adolescente. Por precaución y ley, ella no pudo cogerlo bajo su manto mientras continuaba registrado en el sistema. Una vez que le entregaron el dinero y el certificado de emancipación, Seokjin desapareció sin dejar rastro. Justo esa noche, recibió una llamada, alguien lo había ubicado en una comisaría. Él no había podido encontrar trabajo y el escaso dinero que le habían dado se le acabó pagándose un techo junto con un poco de comida. Todo se le había acabado, por lo que esa noche, por tercer día consecutivo, se había quedado durmiendo en uno de los centros comerciales después de su cierre; obviamente, los de seguridad lo entregaron a la policía una vez que lo encontraron.

Ella lo sacó de allí y llevó a su casa pese a su renuencia. Quería trabajar, ganarse su propio sustento, pero Younghee logró llegar a un acuerdo con él. Le daría trabajo, pero primero tenía que terminar sus estudios y, mientras eso ocurriera, debería vivir bajo su tutela.

— ¿Quieres ver algo? — Jungkook le preguntó a Seokjin con cautela, el mayor no respondió con palabras, mas asintió, siguiéndolos a la sala de cine.

— ¿Tienes un cine en tu casa? — Finalmente, Seokjin habló sin poder ocultar su fascinación. Por los asientos y la pantalla, aquel lugar lucía exactamente como un cine. Nunca había ido a uno, pero sí sabía cómo lucían. — Es genial.

En silencio, se ubicaron en los asuntos deseados, pocos minutos más tarde, Yoongi se les unió. Su mirada se cruzó con la de Seokjin, pues este no se había percatado de que Min los había dejado solos para regresar con una gran bandeja. En ella, traía tres bebidas, tres recipientes llenos de palomitas de maíz y uno con un surtido de dulces. Le entregó uno a cada uno y luego se sentó justo al lado de Seokjin.

Mientras la película avanzaba en silencio, Yoongi no pudo evitar mirar de soslayo al mayor. Primero, fue disimulado, mas en algún momento, mientras comía, su mirada se fijó completamente en esa persona que no conocía. Detalló su físico con detenimiento, era delgado, su cabello castaño, labios más pronunciados que los suyos, nariz perfilada y cejas coposas. De algún modo, pese a la historia que ya había escuchado, ante los ojos de Yoongi, ese joven parecía alguien elegante y de buena familia. Lucía casi intrigante, su seriedad y silencio funcionaban como un magneto que lo atraía para descubrir qué se ocultaba debajo de tantas capas de tristezas y dificultades.

— ¿La película no te resulta interesante? — Seokjin preguntó sin mirarlo en un comienzo, pero luego giró su cabeza para evidenciar que estaba incómodo con su fija mirada.

— Sí, me resulta muy interesante la película, pero no tanto como tú.

— ¿Mi proceder te parece exótico y llamativo? Sé que no debes a estar acostumbrado a tratar con huérfanos, pero es incómodo que me mires como un indefenso animal encerrado en un zoológico.

— No quise incomodarte. Tampoco te observaba como si fueses una rara criatura, simplemente me resultas intrigante y también te encuentro muy lindo. — El contrario abrió la boca para responder, pero por alguna razón, decidió callarse y volver a centrar su mirada en la enorme pantalla.

Ante esto, Yoongi no pudo evitar sonreír. Bajo la escasa iluminación pudo notar como las orejas de Seokjin se enrojecían y sus dedos tamborileaban el cuenco de palomitas que casi se había vaciado. Sin decir nada más, hizo un intercambio, entregándole sus palomitas y tomando él el recipiente casi vacío. El mayor no dijo nada, Yoongi tampoco, pero desde ese día, ambos comenzaron a estar muy consciente de la presencia del otro.

+++

Namjoon y Yoongi, eran dos mejores amigos que habían crecido en familias acomodadas, asistían al mismo prestigioso colegio privado e incluso a la misma clase pese a la diferencia de edad. Debido a su inteligencia desde temprana edad, Namjoon fue ubicado en un curso por encima del que le tocaba, esta fue la razón por la cual desde la primaria, asistía siempre a las mismas clases que Yoongi. Compartían asiento y también tareas. Esta era, quizás, la brecha que los separaba de un Jungkook que siempre envidió el poder compartir todo el tiempo, incluso en la escuela. Ellos normalmente se veían en los recesos y hora de almuerzo, pero su amistad realmente florecía de los muros de su escuela hacia afuera.

— Siento que las vacaciones volaron. — Namjoon suspiraba a temprana hora de la mañana, algo poco común en él.

El vehículo que lo llevaba siempre se estacionaba junto al de los Min y Jeon, por lo que cada día, los tres se saludaban a primera hora.

— ¿Qué pasó con el Namjoon que siempre llega animado al primer día de curso? — Preguntaba Yoongi con diversión, viendo como Jungkook le seguía la corriente.

— Creo que desapareció ahora que estamos en el último año. Todo lo que quiero hacer es terminar de estudiar, pensar que todavía queda la universidad hace que mi entusiasmo continúe yendo en decadencia.

— Te has convertido en un estudiante normal, ¡felicitaciones! — Yoongi palmeó su espalda, recibiendo una queja por parte de Namjoon que ignoró.

Como era costumbre, después de acompañar a Jungkook a su aula, los mayores se dirigieron a la suya. Justo ahí, sus vidas comenzaban a dar un giro inesperado. Cuando llegaron a su salón de clases, se encontraron con un nuevo rostro para los estudiantes. Alguien estaba sentado junto a una de las ventanas mientras hojeaba uno de los libros recibidos. Su llegada despertó una oleada de curiosidad y entusiasmo entre los alumnos, incluidos Namjoon y Yoongi.

Este último, siempre observador y directo, supo rápidamente desde aquella noche que Seokjin había sido acogido por la familia Jeon tras el cierre de su orfanato. No compartió todos los detalles, pero sí mencionó que ya lo conocía. Quedó cautivado al instante por el silencioso encanto, la amabilidad y la apacible conducta de Seokjin. El chico nuevo había dejado una marca indeleble en su mente y corazón, tanto, que no pudo evitar sentirse atraído por él.

Aunque pareciera sorprendente, hasta el momento Yoongi no había estado con nadie, tampoco experimentó esos enamoramientos que la mayoría de niños y adolescentes tenían. Namjoon sí tuvo algunas novias, pero por alguna razón, no duraba mucho con ninguna. La más duradera fue la última, alguien con quien tuvo una relación a lo largo del curso anterior hasta que ella se fue a vivir al extranjero. Ahora, volvía a estar soltero y, según lo que le comentó a sus amigos en las vacaciones, no tenía deseos de volverse a embarcar en una relación, menos durante el último año.

Namjoon había oído historias sobre Seokjin de sus amigos, y una cierta curiosidad había echado raíces en su corazón. No obstante, nada podría haberle preparado para la intensidad de sus sentimientos cuando finalmente lo vio en persona ese primer día de clase. Desde ese momento, una parte de su subconsciente supo que se había enamorado. Creyó tener uno de esos flechazos de adolescentes que se dan a primera vista y, a pesar de que era la primera vez que se sentía atraído por alguien de su mismo sexo, la idea no le asustó.

Tanto Namjoon, como Yoongi, inconscientes de las emociones del otro, intentaron acercarse a Seokjin desde ese primer día. Dejaron pequeños regalos en su taquilla, cada uno con la esperanza de llamar su atención y ganarse su afecto. Namjoon, más reservado y tímido, expresaba su admiración con gestos sutiles y miradas fijas. Yoongi, en cambio, era más atrevido y directo, sin miedo a mostrar su interés por Seokjin.

Seokjin, al principio cauteloso y precavido, mantuvo las distancias, quizá inseguro de cómo manejar la atención romántica que por primera vez recibía. En su orfanato solamente hubo dos personas que se preocuparon por él, una de las cocineras que siempre velaba para que no se saltara sus comidas y la otra persona, fue Younghee. De ella estaba recibiendo también por primera vez la sensación de vivir en un hogar cálido y amoroso. Todos en la familia Jeon lo trataban como si fuera parte de esta y, aunque le costaba, se iba a acostumbrando.

Ahora, cuando se trataba de Namjoon, él veía todos sus acercamientos como un intento de ser amigos. No veía que este tuviese algún tipo de interés amoroso por él, ahora, Yoongi, ese era más obvio y sabía perfectamente qué era lo que buscaba. Agradecía los gestos y regalos de ambos, pero seguía dudando si dejar entrar a alguien más a su vida era la mejor idea.

Si bien las conversaciones con Namjoon siempre fueron cómodas, profundas y agradables, ellos permanecieron como simples amigos. Seokjin no era ciego, vio su atractivo y también se sintió atraído por él, pero ninguno de los dos se percató del evidente gusto.

Pasó el tiempo y el destino, quiso que Yoongi se ganara el corazón de Seokjin. Los dos encontraron una conexión innegable con el paso del tiempo, la convivencia y los incesantes esfuerzos de Min por hacerle ver tanto su propia valía como sus sentimientos; su relación floreció.

— Oye... — Yoongi llamó a Namjoon un día mientras se dirigían a casa de Jungkook para recogerlos a él y a Seokjin para pasar el día juntos. — Estoy demasiado nervioso.

— ¿Por qué? — El menor respondió con diversión, porque era raro ver al contrario tan nervioso y además, admitiendo estarlo.

— Porque esta será la primera vez que Seokjin y yo saldremos desde que somos novios. Se suponía que íbamos a decirles hoy, pero no puedo aguantarlo, no sé cómo mirarlo ahora que finalmente aceptó salir conmigo. Siento que estoy en un maldito sueño ahora mismo y no quiero despertar.

— ¿U-Una relación? — Yoongi asintió con una sonrisa que no iluminó el rostro de Namjoon.

La noticia de su incipiente romance destrozó el corazón de Namjoon, pero este prefirió soportar su dolor en silencio, sin querer interponerse entre su mejor amigo y la persona de la que ambos gustaban. Aunque devastado, puso cara de valiente, ocultando la confusión que llevaba dentro. No se atrevía a confesar sus sentimientos ni a perturbar la felicidad de Yoongi en ese momento. Con el paso de los días, el amor no correspondido de Namjoon siguió siendo un secreto, enterrado en lo más profundo de su corazón. Siguió apoyándolos, animándolos a la distancia, aunque el dolor del amor perdido persistiera, aunque no supiera por qué el destino decidió que ellos y su amistad quedaran así, enredados.

Finalmente estoy por aquí, a partir de aéhora comenzar a actualizar esta historia. Estaremos yendo desde que se conocieron hasta lo que ya algunos de ustedes pudieron leer en Subasta. Lo único que me gustaría pedirles es que no hagan spoiler, tal vez hayan nuevos lectores que todavía no se han leído la otra historia y comenzarán con esta.

Espero que el capítulo no les haya parecido demasiado aburrido y sea de su agrado.

LORED

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