Mamá
Estoy desesperada, los doctores aún no salen de la habitación de urgencias para decirme cómo está mamá, me preocupa demaciado su salud. Se veía realmente mal cuando llegué a casa. Ya han pasado unos treinta minutos desde que llegué y por fin el médico salía a dar información.
—Familiares de la señora de Barceló — anunció el médico, rápidamente corrí hasta a él, informándole de mi presencia.
— Doctor es mi madre — solté en desesperación.
— Muy bien señorita, voy a ser lo más sincero. Su madre por ahora está fuera de peligro pero, también está muy delicada — se quedó mirandome y después de una pequeña pausa que para mí fue una eternidad prosiguió — su madre tiene leucemia avanzada, solo nos queda esperar.
Al escuchar aquellas palabras mi cuerpo cayó instantáneamente. ¡No podía ser!
¡Esta mintiendo!
Mi madre, está muriendo y yo no puedo hacer nada, no sabía nada. Mis piernas flaquearon y caí al suelo sin remedio. Los gritos que de mis labios salían alertaron a los de mi alrededor, el doctor me tomo en brazos y sentándome en la sala, trato de consolarme como pudo.
— Tiene que ser fuerte, su madre la necesita más que nunca. En un par de horas podrá pasar a verla, lo siento — dijo poniéndose de pie y desapareciendo.
Me quedé estática, aun mi mente no procesaba la idea de que me madre tuviera esa enfermedad. La leucemia significa muerte, quieras o no aceptarlo eso es y duele, parte el alma reconocerlo. Respiro hondo un par de veces más y me pongo de pie dispuesta a esperar las órdenes del doctor, no quiero que mi madre me vea así. Yo veré cómo le hago con lo demás.
Por fin estaba a unos pasos de mi mamá, toque un par de veces y sonriendo entre a la habitación.
—Mi niña lo sien..
—¿Cómo te sientes ? — pregunté ignorando lo que me tenía que decir, ya sabía lo que era y lo que le preocupaba y al parecer captó la idea y siguo la plática.
— Me ha dicho el doctor que no tengo cura — soltó impresionandome por sus palabras — No necesitas actuar valiente mi niña — dijo regalándome una sonrisa con sus ojos aguados, me tendió los brazos y como un imán caí en su regazo en busca de paz.
******
Los meses pasaron rápidamente. Mi madre aun no mostraba mejoría, con tratamientos ni nada, cada noche al llegar a casa a bañarme lloraba inconsolable hasta salir de nuevo al hospital.
Mis amigos aún no saben nada, no quiero preocuparlos. Pronto será la clausura de año y deben estar emocionados.
Ya es sábado y gracias a Dios me toca trabajar de tarde, así que aprovecho la mañana para ir a ver a mi madre. Ya han pasado meses así que la enfermera en guardia ya me conoce, la saludo, me saluda y voy directo a la habitación.
—Buenos días madre — saludé, colocando el arreglo de rosas que le he traído
— Hola mi niña — saludó con una sonrisa débil.
— ¿Cómo te sientes hoy? — pregunté haciéndome a la estúpida. Sabía como ella se encontraba pero me negaba rotundamente a aceptar esa idea odiosa.
— Ven — indicó dando palmaditas a la cama. Obediente caminé hasta ella y me senté al borde — Hija, yo se lo mucho que te duele está situación pero, seamos sinceras, las dos sabemos perfectamente lo que está apunto de pasar.
— Mamá yo no....
— Quiero que el día que yo no despierte o te falte, me prometas regresar con tu Tía — trataba de explicar
— No, tu nunca me vas a faltar y ...
— Cállate Scarlett y prometelo — gritaba con las pocas fuerzas que le quedaban — Perdonala hija, estás sola y aquí no tienes a nadie — me suplicaba — Prometelo
Me puse de pie, no quería que mi madre se fuera, pero ella por algo me lo decía. Después de un par de minutos mi cabeza por fin estaba más tranquila, regrese de nuevo a sentarme, asentí con la cabeza y nos abrazamos. Mi madre me apretó tan fuerte, pude sentir como si respiración se cortaba cada vez más. Ya sabia que le quedaban unos minutos y si no menos, pero quería estar así, lo necesitaba. Poco a poco su agarre se volvía más débil, hasta que pude escuchar el pitido de la máquina y sus brazos cayeron por los lados estando aun en la misma posición sostenida por mi agarre.
Las lágrimas salían. Aun sabiendo lo que estaba pasando no hice nada, necesitaba un abrazo, necesitaba sentirla aun. Unos pocos minutos la enfermera encargada de la revisión entró a la habitación y gritando salió a dar aviso de lo que estaba pasando.
<<Se acabó>> ¡Estoy completamente sola!
El médico entró y yo me aparte de ella recostandola delicadamente y salí del lugar, no había nadie conmigo, tenía que ser fuerte, ahora una nueva vida sin mi madre me esperaba afuera.
Después del pequeño velorio que el ayuntamiento de mi pueblo ofrecía enterré a mi madre. Caminaba sin rumbo alguno, muerta en vida, primero mi padre y ahora mi madre ¿Qué más me hacía falta? ¿Qué?
Fui a casa, no había ido a trabajar así que no sabía cómo estaban las cosas por ahí, pero de algo estaba segura, ya lo sabían así que ¿Qué más daba? Me cambié y decidí ir a trabajar. Doña Gloria y todos mis compañeros me dieron las condolencias, tomé el mandil y procedí con mi rutina de trabajo.
Tomé las órdenes y como siempre resibi muchas propinas, me servirían para pagar el hospital.
— Bienvenida ¿Puedo tomar su orden? — pregunté
— Claro un café junto un pastel de fresas por favor — respodío la chica. Su voz, esa voz se me hacía conocida, con miedo a que acierte la miré. Traía el cabello totalmente negro y corto más abajo de las orejas, usaba anteojos y vestía diferente. Suspiré aliviada, juraba que esa voz era de Brigitte , pero no podía ser. Ella estaba a kilómetros de mí y esta chica no se parecía en nada, después de entregar su orden continúe mi día sin más preocupaciones.
Ya eran las nueve y no quería llegar a casa.
— Cariño, hasta trabajado doble turno. Deberías descansar, yo entiendo cómo te sientes pero, es malo para tu salud y yo no quiero que una de mis grandes vendedoras se me ponga mal — me animó doña Gloria. Asentí y me marché a casa.
*******
A la mañana siguiente me sentía igual. Pero tenía que ser fuerte, me puse unos jeans como de costumbre y al mirarme no pude evitar recordar a mamá regalándome por el tipo de ropa que usaría para el trabajo, instintivamente sonreí ante aquel bello recuerdo y de pronto igual recordé a Elie diciendo lo mismo, tenía que decirle sobre la muerte de mis padres pero, no quería que nadie lo supiera, tendría un buen reto a la hora de cumplir mi promesa pero por ahora no quería ni recordarlo.
Tome mi skate y salí al trabajo como normalmente lo hacía.
—Buenos días — saludé con un sonrisa, pare en seco al mirar a todos fuera de la cocina — ¿Qué sucede? — pregunté incrédula.
— Estamos esperando a doña Gloria, nos llamó a todos aquí afuera y no ha salido — me comunico uno de la limpieza.
No dije nada, solo me dispuse a esperar como los demás.
— Chicos seré breve — hablo doña Gloria sería — Ayer mi hijo me llamo para ir a su cuidad, está muy mal de salud y tengo que ir a apoyarlo, su esposa lo ha dejado con tres hijos y su enfermedad. Los llamé a todos porque el negocio va a cerrar, he conseguido a un comprador a buen precio y estoy segura de dentro de unos meses se reabrirá, serán liquidados como es debido. No me queda más que agradecerles lo que han hecho para mi, los quiero como unos hijos pero el deber llama — habló mientras entregaba a cada uno su pago. Todos estábamos boquiabiertos, no podíamos creer lo que nos decía. Estaba por entregarme el sobre y agregó
— Cariño, lo siento. Sé que aun estas mal pero, entiende soy madre y.....
—No se preocupe, vaya con su hijo y cuide a sus nietos — respondí con una sonrisa.
Todos nos quedamos a una comida de despedida, vimos como doña Gloria se marchaba y cada uno hacia lo mismo.
¡Mi día no podía ser más horrible!
Ahora sí, estaba sola y acabada.
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