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Capítulo Veintisiete ~ Los Park

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Kim Jiyu era una mujer fuerte y astuta, aún siendo omega. Su carácter era de temer cuando se trataba de hacer negocios y era despiadada con sus competidores. Su fortaleza residía en su formación, hija única de padre y madre alfa. Fue la única en llevar el negocio familiar adelante y salvarlo de la quiebra. Aún así, fue obligada a casarse con Park Minjun a sus 21 años y de esa relación nació Park Jimin.

Al inicio, la mujer odiaba a su esposo al punto de no querer ni verlo, pero con el tiempo fue tomándole cariño, especialmente después de enterarse sin querer que el alfa la amaba prácticamente desde que la vio.

Esa misma Kim Jiyu llegaba con paso presuroso al hospital, preguntando por su único hijo a quien amaba más que cualquier otro ser en su vida.

--Habitación 310. Por ese pasillo. --le informaban en recepción.

Al llegar a la habitación, golpeaba, avisando su llegada y abría. Y ahí estaba su pequeño, su cachorro. Su brazo estaba conectado a unas mangueras que daban hasta una bolsa de suero y quizás que otra cosa y su mano era sostenida por la de su mejor amigo, a quién la mujer conocía de toda la vida.

--Kookie, ¿cómo está mi cachorro? --susurraba con voz dulce.

--Señora Kim, buenos días. Él está bien. Está estable. Lamento que se haya enterado de la noticia de esta forma, pero su hijo me hizo prometerle no contarle a nadie.

--Está bien. ¿El... cachorro está bien?

--Está muy bien. Es una niña. Fue solo un susto, afortunadamente.

--¿Y el alfa? ¿Dónde está? --cuestionaba la mujer cruzándose de brazos.

--Es mejor que eso se lo explique Jimin cuando despierte. Por ahora necesita mucho descanso. --contestaba antes de dar un largo y sonoro bostezo.

--Gracias por cuidarlo, Kookie. Desde que quisimos emparejarlo con el hijo de los Kang él ya no confía en nosotros y lo comprendo.

--Fue él quien me pidió que la llamara, señora Kim. Él dijo que tenía miedo, que quería a su mamá. Nunca lo había visto así. --a Jungkook se le cristalizaban los ojos al recordar a su amigo tan vulnerable y asustado. --Debo irme. Mi esposo está esperándome afuera. Le pido que me llame si algo pasa, por favor, lo que sea. Usted sabe cuánto amo a Jimin.

--Lo sé. Te avisaré cualquier cosa.

--Gracias.

Jungkook se acercaba a su amigo, acariciaba su pelo y depositaba un besito en su frente. Se inclinaba ante la señora Kim y desaparecía de la habitación.

Y los días comenzaban a pasar lentamente.

--¿Has sabido algo de Jimin? --preguntaba Seokjin a su inapetente esposo.

La angustia lo tenía al borde del colapso. No había visto a su amigo desde que lo dejó en el hospital y ya había pasado un mes. Había ido muchas veces a la casa de los Park, pero el padre de Jimin le había negado la entrada. Además de eso se negaban a brindarle cualquier información respecto a su amigo.

--Nada. Lo extraño tanto. Jimin es como mi hermano. Siempre ha estado para mi y ahora que quiero estar para él no me lo permiten. --el ambiente se llenaba de tristeza y desolación.

Jungkook sentía que le habían arrancado una parte de su alma al no permitirle ver a su amigo, su único y gran amigo.

--Es lamentable. Yoongi también-

--Ni se te ocurra hablarme de ese hijo de puta que te juro que te hago la ley del hielo por un mes. --Amenzaba. --No interesa lo que ocurra con esa bestia sin corazón. ¿Como pudo dudar de Jimin así? No me extraña que siempre esté solo, ojalá se quede así para toda la vida y que se arrastre como un perro suplicando el perdón de mi amigo. --escupía con rabia. Seokjin prefería callarse, no le convenía pelearse con su esposo.

Sabía que la forma de actuar de Yoongi era bastante cuestionable, pero entendía sus dudas puesto que había intentado engendrar un cachorro durante tres años. Fueron cinco omegas de la forma tradicional y tres con fertilización in vitro y nada. No hubo forma. El médico le había explicado que en su caso en específico solo podía tener cachorros con un o una omega 100% compatible con sus genes y que su caso era de uno en un millón.

La presión se la ejercía su madre desde los 19 años. Todo por una maldita herencia que había dejado su fallecido abuelo. En el testamento decía que el rubio debía ser padre antes de los 30 años para heredar un montón incalculable de bienes. El alfa rubio ya tenía 28 años y aún no tenía omega y mucho menos un hijo.

Ya había sido la burla de su madre y de toda su familia al descubrir que era estéril y que ningún omega querría tener de pareja a un alfa defectuoso.

Seokjin suspiraba frustrado. La situación era complicada. De repente el teléfono del castaño sonaba.

--¿A-aló? ¿Señora Kim?... Sí, sí. Voy en seguida. Llego en 20 minutos. Gracias, adiós. --cortaba.

--¿La madre de Park?

--Sí. Debo ir a su casa. Su madre... dice que él está mal... --Las manos de Jungkook temblaban al replicar la información recibida.

--Te llevo, no dejaré que conduzcas así.

--P-pero tienes clases...

--Te dejaré en casa de los Park y luego me iré a la facultad. Tranquilo. --besaba su frente.

Luego de conducir por casi 20 minutos llegaban a casa de los Park.

--Avísame si necesitas que venga a buscarte, ¿sí?. --comunicaba y el omega asentía. Seokjin le dejaba un tierno beso en los labios. --Te amo.

Jungkook se bajaba del auto sin despedirse. Aún estaba un poco tembloroso y asustado.

Tocaba el timbre y a los pocos segundos la puerta se abría.

--Bue-buenos días, señor Park.

--Jeon Jungkook. --el hombre suspiraba. --Adelante. Mi esposa está arriba junto a Jimin.

Jungkook sentía aún más miedo al ver la cara angustiada del hombre que le había negado la entrada por casi un mes. Temía por su amigo.

Caminaba rápidamente hasta la habitación de su amigo, botaba el aire de sus pulmones y golpeaba.

--Adelante. --invitaba la voz de la omega.

Giraba el pomo de la puerta y la abría suavemente para no hacer ruido y ahí estaba su amigo, o un bulto que indicaba que ahí estaba.

Su cuerpo estaba envuelto y cubierto en diversas prendas de ropa. El castaño creyó que jamás había visto un nido tan grande, era casi como una fortaleza.

--Jimin-ah, Kookie ha venido a visitarte. ¿Quieres verlo? --decía la señora Kim con voz dulce.

--S-sí, lo he extrañado mucho. --decía Jimin con la voz extraña.

Jungkook se acercaba lentamente y el olor a duraznos se intensificaba tanto que le hacía picar la nariz. También sentía el olor a leche lo que lo tranquilizaba un poco más.

--¿Jiminnie? --llamaba el castaño con un nudo en la garganta. El bulto se removía entre las prendas y una revoltosa cabellera se dejaba entre ver entre tonos rosita, rubio y castaño.

La cara de Jimin se asomaba y Jungkook tuvo que ahogar un grito de asombro. Su amigo lucía irreconocible. No había rastro de lo que había sido hace dos meses, por lo menos. Sus mejillas estaban ahuecadas, unas profundas ojeras adornaban sus ojos y sus labios estaban pálidos y secos. Si no hubiera sido por su aroma a duraznos, no lo habría reconocido.

--Kookie... --replicaba Park con la voz áspera. Estiraba la mano hacia el castaño quien no dudaba en acercarse y tomarla con los ojos cristalinos, percatándose de lo fría que se encontraba.

Sin decir una palabra más, Jungkook se acercaba y se metía dentro del nido ante la mirada sorprendida de su madre, quien llevaba semanas tratando de entrar en él.

El castaño se acurrucaba junto a su amigo y besaba su frente, luego lo envolvía entre sus brazos y lloraba amargamente.

--¿Por qué... lloras? --preguntaba Jimin a su lado. --Estoy bien...

--No lo estás. ¿Qué es lo que está pasando contigo? --preguntaba el castaño.

Jimin miraba a su madre. No quería que ella lo supiera, pero ya se le estaba acabando el tiempo, lo sabía.

--Mi lobo está rechazando a la bebé. --tosía un poco antes de proseguir. --Mi lobo cree que es culpa de la cachorra que Min lo haya rechazado e intenta hacerla desaparecer. Yo me niego y eso es lo que me tiene así.

--No come, no bebe agua casi. Lo hemos tenido que forzar en más de una ocasión --agregaba la señora Kim. Jimin bajaba su cabeza apenado.

--¿Todo esto es por Min? --cuestionaba Jungkook sin entender todo muy bien.

--Mi lobo... se imprimó. Está obsesionado con él. No quiere otra cosa y no le importa morir en el proceso, pero mi cachorra no tiene la culpa, me niego a dejarla ir...

--Pero estás... muriendo...

--No me importa, KooKoo. Voy a correr el riesgo, porque si muere mi bebé, de todas maneras voy a morir yo también. --explicaba con decisión y tristeza.

Había un largo silencio en cual cada quien se perdía en sus pensamientos.

--Kookie. Ven a verme, por favor. Me haces bien. ¿Por qué no has venido antes? --preguntaba Jimin dolido.

--Fue tu padre. Cree que Jungkook ha sido una mala influencia para ti. --confesaba la mujer.

Jimin soltaba una risa extraña. Tosía un poco.

--Soy yo el que ha sido mala influencia para él. No le nieguen la entrada, por favor. --pedía.

--Hablaré con tu padre. Puedes quedarte si quieres, Jungkookie. --decía la señora Kim, antes de salir de la habitación.

Jungkook asentía. Claro que se quedaría con su amigo, aunque eso significara quedar bañado en aroma a duraznos y leche.


Jungkook pagaba el taxi y se bajaba frente a su edificio. Caminaba bastante apesadumbrado. Solo quería llegar a su apartamento, abrazar a su alfa y llorar durante horas. Sí, sonaba como un excelente panorama para un día de semana.

Había estado todo el día junto a su amigo, encargándose de que comiera un poco y bebiera algo de agua. Todo eso lo había agotado mentalmente.

Llegaba hasta su puerta y digitaba la clave. Abría la puerta y un fuerte aroma a mojito de naranja lo golpeaba.

«Maldito bastardo»

Caminaba hasta el balcón y ahí estaba su esposo y el alfa de sus pesadillas del momento, Min Yoongi. Bebiendo una cerveza y fumando un cigarrillo, mientras su mejor amigo moría de tristeza.

--¡Voy a matarte! --exclamaba antes de propinarle un puñetazo en la cara.

El alfa caía de espaldas y Jungkook era lo bastante ágil y rápido como para lanzársele encima y seguir golpeándolo, pero Seokjin llegaba al rescate de su amigo y lo tomaba por las axilas.

--¡Maldito, mil veces maldito, hijo de puta, muérete tú...! --exclamaba con furia, derramando lágrimas traicioneras.

Min se ponía en pie con dificultad y limpiaba su sangrante labio.

--E-es mejor que me vaya... --susurraba temeroso. Ese omega era de temer.

--Eres un profesional en eso, un escapista... Dime, ¿Lo heredaste de tu padre?, ¿También te abandonó cuando tu madre te gestaba? Debe ser de familia... --espetaba siguiéndolo a la salida.

--N-no sabes nada... --decía Yoongi antes de llegar a la puerta, pero Jungkook era más rápido y le bloqueaba la salida. Min podía oler el aroma a duraznos y leche provenientes de él.

--Lo único que sé es que eres un malnacido que abandonó a su omega gestante y que por tu culpa mi amigo está muriendo... --informaba Jeon, secándose las lágrimas.

--¿Te pidió que me dijeras eso para que sintiera lastima por él?

--No, yo mismo lo ví. Su lobo rechaza a su cachorra con la esperanza de recuperar a su alfa de mierda. --escupía con rabia el omega.

--¿Ca... cachorra?

--Felicidades Min, serás padre de una bonita cachorra en un par de meses más a costa de tu omega. Pero te juro que haré que te hagas esa prueba de ADN y te alejaré de esa niña para siempre. Después de todo, no te la mereces. Estoy seguro que la prueba de ADN no será necesaria, las vas a ver y sabrás que es tuya. Imbécil...

Algo se removía dentro de Min Yoongi, esta vez era su lobo alfa que insistía en ver a su omega aullando y rasgando dentro de él desesperado. Los ojos de Min refulgieron en un tono azul brillante.

--Llévame con mi omega. --rogaba con dolor. -- Este humano idiota no le cree. Pero yo sí. Siempre lo he hecho. --el alfa se arrodillaba a los pies del castaño entre lágrimas. --Llévame con mi omega, por favor, por favor...

Jungkook buscaba con la mirada a su esposo por ayuda y este asentía con tristeza.

--Bien. Vamos. Pero si le haces algo, si le dices algo que lo haga sentir mal, te juro que será el último día que vivas en esta tierra con un pene. ¿Me oíste? --informaba imponente. El rubio temblaba un poco antes de asentir. --Entonces, vamos.

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