Capítulo Veinte ~ Esto no me lo esperaba
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Seokjin se sentía casi virgen en ese momento, bebiendo de la piel del omega. Recogiendo las migajas que el chico quisiera darle. Estaba embobado, perdido ante las reacciones que el menor le regalaba piadoso. Porque sí, el alfa no sabía que había hecho de bueno en su corta vida para merecer a Jeon Jungkook. Lo miraba con admiración y devoción, esclavo de la miel de su piel que lamía y saboreaba gustoso en su paladar.
--Yeobo... --expresaba el menor con dulzura, mientras tres dedos del alfa lo abrían y dilataban.
El alfa rodaba su lengua por última vez en la glándula odorífica del castaño, antes de remover sus mojados dedos del interior de este.
Seokjin ya no haría más preguntas, estaba claro, esa noche haría suyo al tierno omega, a su esposo. Le daba una última mirada y se detenía en sus labios rojos antes de ir por los condones. Tomaba una de las tiras y se volvía a acercar a él.
Jungkook ya no sentía vergüenza ni timidez. Estaba absorto admirando las perfectas proporciones anatómicas del alfa. Seokjin era codiciable ante los ojos del omega. Tragaba saliva con dificultad mientras lo veía enfundarse el preservativo y le daba la razón al alfa, sí era muy grande. Por un momento tuvo un poco de miedo. No quería que le doliera, pero confiaría en el mayor, ya le había dejado claro que no le haría daño.
El alfa se acomodaba entre las piernas del omega acercando la punta del glande a la entrada de este.
--No te voy a mentir, va a doler, puede que mucho, pero luego no lo hará. ¿estás de acuerdo? --informaba el alfa, asegurándose de ser sincero con el chico. Este asentía frenético, aún algo nervioso.
--Hazlo. --decía con la voz extraña.
El alfa obedecía, acercaba la punta y lentamente la iba introduciendo y dirigía la vista hacia el rostro del omega y hacia abajo, una y otra vez, asegurándose que todo estuviera bien.
--Ah, mierda, sí... duele. --el alfa se detenía automáticamente ante la confesión del chico, mientras notaba la respiración errática del castaño a través de los movimientos de su pecho. Se acercaba a su boca y le daba un beso húmedo para distraerlo y volvía a arremeter. --N-No, no puedo... duele... mucho... --se quejaba y Seokjin se detenía.
--¿Estás bien?
--Duele...
--Lo sé, pero ya entró toda... --ambos miraban hacia abajo y el omega sonreía un poco a pesar del dolor. --Vamos a quedarnos un momento así, ¿te parece?. --el castaño asentía.
El alfa volvía a repartir besos en el rostro y cuello del castaño y muy lentamente comenzaba a moverse, casi de manera imperceptible. Jamás dejaría que sufriera. Un suave gemido liberó los labios del omega, lo que incentivó a Seokjin a moverse más.
Seokjin se alejó un poco, arrodillándose entre las piernas del omega. Lo tomó de las caderas para, sin prisas, embestirlo.
--Aaah... yeobo... --volvía a decir el chico de manera inocente y con la voz algo rota, sin saber lo que provocaba en el mayor.
--S-sí, relájate, bebé. Estás demasiado apretado, hasta... me cuesta moverme... --y ante las palabras del alfa el omega se soltaba, se dejaba llevar por toda esta experiencia que solo había escuchado por ahí, pero que jamás había pasado por su cabeza.
Todo esto era extraño para él. Ya casi ni sentía dolor, sí sentía un cosquilleo en su interior y el alfa tocaba algo dentro de él que lo hacía temblar de vez en cuando. Sentía calor en su vientre y no podía evitar soltar unos eróticos ruiditos que se le espaban casi sin permiso de los labios, afortunadamente algunos eran ahogados por los labios o la piel del azabache.
Seokjin continuaba penetrando cada vez más rápido y con más fuerza, produciendo sonidos obsenos y chapoteos al entrar y salir del omega. Volvía a recostarse sobre él chico, solo porque extrañaba su boca.
Ambos estaban empapados de sudor y Seokjin tomaba una de las piernas del omega y la acomodaba en su hombro para entrar aún más profundo.
--...mucho mejor de lo que imaginé --murmuraba el alfa entrando y saliendo del castaño, en un ritmo constante. --Mucho, mucho mejor...
El omega se deshacía en gemidos muy bajitos, mientras su manos amasaban el trasero del azabache. No sabía que los alfas tenían la piel tan suave, o tal vez solo Seokjin la tenía así, no tenía cómo saberlo. Sonreía. Sonreía porque se sentía feliz, porque su esposo lo miraba con admiración, porque no se tuvo que casar con Yoon y al contrario, se terminó por casar con un alfa muy guapo, considerado, que lo trataba con dulzura y que lo miraba como si fuera el omega más bonito del planeta. --Bésame, yeobo... --pedía, porque nunca tenía suficiente de sus besos.
Seokjin se acercaba a su boca y lamía sus labios antes de atacarlo con un beso ardiente, de esos con mordidas incluidas. Chupaba el labio del castaño y luego su lengua, tratando de absorber lo que más podía del lindo chico.
El cuerpo del omega comenzaba a temblar un poco, de sus ojos caían un par de lágrimas que terminaban su camino en las sedosas sábanas. La nariz del alfa llegaba hasta el cuello de Jungkook de donde el aroma a frambuesas provenía.
El alfa llevaba una de sus manos hasta el miembro del omega y comenzaba a bombearlo. Se alejaba un poco del castaño para embestirlo con fuerza. Fruncía el ceño y apretaba su mandíbula sin dejar de mirar el cuello del chico que casi le gritaba que lo mordiera. Incluso su lobo se lo pedía.
--Jin... ¡Jin! --y gritando el nombre del alfa, el castaño se corría con tanta violencia, que manchaba de blanco su propio pecho e incluso parte de una de sus mejillas de líquido viscoso. --Aah... aaah... Seokjin... yeobo... Mi yeobo...
Seokjin se acercaba al omega y se dirigía al cuello de él, daba un par de lamidas antes de dirigirse al rostro del chico y lamer su manchado pómulo. --Delicioso. Mi bebé es delicioso... --expresaba, mientras sentía el nudo formarse, saboreando al omega en su lengua. No quería anudarlo, pero no lo pudo evitar, sintió su vientre arder al querer negarse y simplemente anudó, corriéndose dentro del preservativo, llenándolo con su esencia caliente y blanquecina.
Jeon comenzó a quejarse del dolor punzante en su parte baja y a gimotear desesperado mientras más lágrimas se perdían entre las sábanas.
--Mierda. Lo... siento, bebé. No p-pude detenerme... Lo siento, lo siento... --se disculpaba el azabache, depositando tiernos besos en el rostro del asustado omega. Al menos, no lo había mordido.
--Eres un idiota. Duele, duele mucho, prometiste que no dolería...
--Lo sé, soy un imbécil, perdóname... --se disculpaba con ternura, acariciando una de las mejillas de este, mientras con su otro brazo, sostenía su propio peso.
--¿Cuánto... tiempo toma esto?
--¿El nudo? Pues... No tengo idea nunca había sentido tanto la urgencia de anudar antes. Es mi primer nudo, lo siento. Esto también es nuevo para mí. Prometo mejorar, ¿está bien?
--¿Por qué eres tan dulce conmigo, alfa? Me confundes mucho... --confesaba el omega. Se sentía algo triste pues no quería ilusionarse con él. Sabía que era un trato el que tenían hasta que la situación financiera de los Jeon mejorara, pero Seokjin de verdad lo estaba enamorando y Jungkook tenía mucho miedo.
--Te quiero, bonito. Quiero que seas mío siempre. Al principio sí creí que estabas medio loco, pidiéndome que me casara contigo y yo me sentí extraño al tener interés en un beta. Pero eras un omega, un omega dulce y tierno, pero fuerte y audaz y simplemente dejé de pensar en Chan y tú eras quien abarcaba mis pensamientos. Soy muy volátil e idealizo mucho el romance, pero tú eres tan centrado y algo frío también cuando se debe, eres perfecto para mí y yo quiero serlo para tí.
El dolor del omega pasaba a segundo plano ante las palabras del alfa. Sonreía débilmente y dejaba un tierno beso en los labios del mayor.
--Gracias por esto. Estuvo muy bueno. --sentenciaba. El nudo tampoco era tan terrible, podía manejarlo la próxima vez.
--¿Te gustó? --preguntaba algo inseguro el alfa. Tampoco tenía demasiada experiencia, solo se había dejado llevar.
--Mucho. Hagámoslo otra vez.
--No ¡ah! No me anudes... otra vez, por favor. --rogaba, aunque su lobo le gritaba que quería el nudo de su alfa, pero la posición era incómoda y sus piernas temblaban.
Se suponía que habían ido al baño para asearse y ahí estaban, con Jungkook afirmado del mueble del lavamanos y con el alfa dándole severos estoques por detrás.
--Ah, jodida mierda... --el alfa salía del interior del tembloroso omega se quitaba el condón y se masturbaba para correrse en los brillantes y sudorosos glúteos del castaño... --Aaah... sí...
El omega se resbalaba un poco, su orgasmo había llegado sin siquiera tocarse, así que era sostenido de la cintura por su alfa.
--Estoy... muy... cansado... --confesaba el omega con los ojos cerrados.
Eran casi las 7 de la mañana y no habían descansado ni un poco. Se habían entregado el uno al otro durante toda la noche. Ya habían perdido la cuenta de cuentas veces lo habían hecho y de cuántas más habían acabado.
--Me duele todo... todo, todito.
--Ven, bonito, entremos en la bañera. El agua caliente te hará muy bien.
--S-sí... --susurraba casi desmayado el omega, mientras era sujetado por su esposo, quien con delicadeza lo ingresaba en la bañera, con él sentándose detrás para ser su apoyo. --Duele como el jodido infierno.
--Te daré algo para el dolor después. --aseguraba el alfa mientras enjabonaba un poco el bonito, pero casi destrozado cuerpo del chico.
Seokjin miraba las marcas que él mismo había dejado en la piel del omega, las huellas que delataban lo que había ocurrido durante las últimas horas. Mordidas, chupetones y otros moretones producidos por la fuerza del agarre del alfa en las caderas y muñecas del castaño.
--Nos iremos el domingo en la mañana. --informaba el alfa. --Y prometo no volver a dejar tantas marcas en tu piel, aunque se me haga difícil. --Seokjin sobaba la parte más maltratada del omega. La nuca y los sensibles pezones del chico habían sufrido las consecuencias de esa noche apasionada.
--Bueno... --el omega ni siquiera discutía, sus ojos se cerraban solos, sus párpados pesaban.
Se quedaban en el agua un par de minutos y Seokjin tomaba una toalla. --Vamos, bonito. Hora de dormir. --A duras penas el omega se ponía de pie, siempre ayudado por su joven esposo, quien lo sacaba de la bañera, lo sentaba en el retrete y lo secaba con cuidado. Lo vestía de unos bóxers y una cómoda y calentita pijama de algodon. Él también se secaba rápidamente y se vestía y prontamente guiaba al casi inconsciente castaño hasta la otra habitación, la que no estaba destrozada ni sucia.
Y el resto de los días en Busan terminaban y el alfa cumplía su promesa de no marcar tanto la piel del omega en cada día y noche que lo poseyó.
Nunca más salieron de esa habitación, aprovechando cada instante que tuvieron para expresarse lo que sentían el uno por el otro.
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