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Capítulo Treintaicinco ~ Un reconfortante guksu

**Si los diálogos están en cursiva es porque están hablando en coreano.

🎲

--Creo que deberíamos volver a Corea. --soltaba el alfa de repente. Jungkook y Seokjin estaban recostados en el sofá de cucharita, viendo una película.

--¿Volver? --Jungkook se giraba para mirarlo y como siempre, era inevitable reparar en los rojizos y mordisqueados labios del alfa.

--Sí. Quiero decir, no te voy a obligar a volver, pero ¿no extrañas estar allá? Yo llevo un par de días aquí y ya extraño mi país, tengo un homesick horrible. --confesaba el azabache acariciando el pómulo del omega.

--Muero por volver, es cierto, pero... tengo un asunto que resolver aquí aún. Cuando eso se solucione, volveré. Extraño a Jimin y a papá también. --expresaba Jungkook y volvía a girarse para mirar la pantalla frente a ellos.

--Ya veo. En ese caso, tendré que cambiar mi plan. No volveré sin ti. --Seokjin decidía, dejándole al omega pequeños besos en el pelo.

--Entonces, ¿Qué planeas hacer ahora, yeobo? --Jungkook volvía a girarse para mirar al alfa.

--Por el momento deseo quedarme aquí contigo. No aquí contigo en tu casa. Yo seguiré hospedándome en el hotel. Pero me quedaré aquí por un tiempo. --determinaba.

--¿Y tú trabajo? --cuestionaba el omega preocupado.

--Bueno, todavía podemos invertir aquí, ¿no?. No estaría mal, hay muy pocos lugares para estudiantes cerca de la zona y tengo entendido que hacen falta dormitorios cercanos a la universidad. --Seokjin expresaba con una sonrisa.

--Tienes razón, me costó mucho tomar este apartamento y no sé si te diste cuenta, pero puedo poner un clavo y se escuchará hasta el último piso. --decía divertido el omega.

--Me di cuenta la noche que me quedé contigo. Pensé que al omega del piso de arriba lo estaban apuñalando hasta que gritó "fuck me harder, please" y ya entendí que no era un asesinato. O quizás sí lo era, pero quien soy yo para juzgar, tú también eres ruidoso.

Las mejillas de Jungkook se encendían violentamente.

--Idiota, no es algo que pueda controlar. --decía Jungkook, pegándole un manotazo en el hombro a Seokjin.

--Y no quiero que lo hagas. Me encanta cuando eres ruidoso. De hecho ya me prendí, hazte responsable. --Decía el alfa y se ponía en pie, arrastrando con él al omega. Lo tomaba en su hombro para llevarlo a la habitación. Y sí, mientras estuvieron en la habitación fue bastante ruidoso.

Era sábado y Seokjin ya llevaba dos semanas en Toronto. Se ponía en pie y admiraba el bonito cuerpo desnudo de Jungkook, quien yacía boca abajo en la pequeña cama y luego volvía a acercarse a él, recostadose a su lado para apretujarle uno de sus firmes glúteos.

--Hey... mmm... eso dolió, alfa tonto...

--Lo siento, es que me dieron ganas de morderte, me desesperé... --respondía entre risitas.

--Ya me mordiste suficiente. Mira cómo me tienes. Creo que te pasaste anoche. --se quejaba el pobre omega quien, a pesar de las mordidas y dolores musculares, llevaba una sonrisa de satisfacción que difícilmente podrían borrarle.

Seokjin recordó la noche alocada que habían pasado y era gracioso y preocupante.

El sexo con Jungkook nunca dejaba de ser increíble. El alfa acababa y volvía a estar listo una y otra vez sin parar, ya que con tan solo escuchar gemir a su omega o probar su piel lo encendían como un puberto, alborotando sus hormonas.

Y rememorando todo eso, se subía a la espalda del omega y lamía su cuello aún con rastros de sudor, posicionando su erección en el trasero de su aún esposo, liberando sus feromonas para provocar al chico. Y bueno, funcionaba. El omega comenzaba a menearse, elevando su trasero, buscando más contacto del alfa y este comprendía que le estaban dando permiso. No le costaba mucho deslizarse en la entrada resbaladiza, para luego empujar con fuerza y otro encuentro ruidoso y escandaloso se producía en el apartamento 206, hogar de Jeon Jungkook en Canadá.

--Me iré a dar una ducha yo ahora, alfa. --un Jungkook desnudo y pegajoso avisaba.

--Está bien. --Decía el alfa, admirando el bonito y trabajado cuerpo de su omega y el mapa de mordidas y chupetones que le había dejado en casi todo el cuerpo. Se aclaraba la garganta. --Haré el almuerzo. Compré todo para preparar un rico guksu.

Jungkook miraba al alfa detenidamente y sin poder evitarlo se acercaba a él y lo besaba con dulzura.

--La última vez que probé un guksu fue cuando estábamos en Busan. --recordaba con una sonrisa dulce. El alfa correspondía a esa sonrisa con otra aún más radiante.

--Entonces haré el mejor guksu de tu vida, precioso. --Seokjin le devolvía el beso con dulzura y delicadeza, luego lo dejaba ir, dándole una sonora nalgada que hacía al omega pegar un saltito y entre risas arrancaba al baño.

El alfa se lavaba las manos, se quitaba la toalla mojada que reposaba en sus amplios hombros, la dejaba colgando de una silla y luego se disponía a buscar los ingredientes para el almuerzo. No le importaba estar solo en su ropa interior, puesto que solo estaban en casa él y su esposo.

Estaba picando algunas verduras en juliana cuando alguien golpeaba la puerta. Seokjin tomaba una de sus camisetas que el omega le había quitado en la sala y se acercó a la mirilla de la puerta y pudo reconocer a ese alfa que le había robado un beso a su omega. Frunció el ceño, pero luego sonrió lo mejor que pudo. Tenía más de treinta años, por favor. No se pondría a pelear con un cachorro diez años menor que él. Así que con esa actitud abría la puerta.

--Hola. --saludaba Seokjin.

--Ho... la. --El joven alfa fruncía el ceño, borrando su sonrisa y miraba de arriba abajo al contrario. Se alejaba un poco de la puerta y miraba el número 206, asegurándose de que efectivamente estaba en el lugar correcto. Seokjin lo miraba con curiosidad. --Perdón. Creí que me había equivocado. ¿Está Jungkook? --preguntaba el joven y Seokjin asentía.

--Yeobo. Te busca tu admirador. --anunciaba en su idioma.

--¿Qué? ¿Quién? --respondía desde el baño.

--El alfa que te robó un beso hace unos días. --porque así era conocido por él.

El omega hacía acto de presencia en la sala vestido de unos shorts de mezclilla, una camiseta blanca y una toalla alrededor de su cuello. Kim suspiraba corazones al verlo recién bañado, con su piel cremosa expuesta y con sus labios un poco hinchados y rojos por los besos compartidos y por el calor de la ducha.

--¡Andy! Hola. ¿Qué haces aquí? --saludaba el omega acercándose a los alfas.

--Bonito. Te llamé, pero al parecer tu teléfono estaba apagado. Y... ¿quién es él?

--Soy Seokjin Kim, esposo de Jungkookie.

--¿Su esposo?... ¿No es usted de apellido Kim y el Jeon?

--Ah. Eso es porque en Corea... en Corea... --Seokjin se dirigía a Jungkook quien lo miraba con brazos cruzados desde la cocina. --¿Cómo le digo que en Corea aunque te cases conservas siempre el apellido que te dieron tus padres?

--En Corea no pierdes tu apellido al casarte. Me gusta, es menos engorroso y siempre pertenecerás al clan de tus padres. --Explicaba Jeon al chico que aún seguía en la puerta. --Y ponte esto. --Le extendía unos pantalones deportivos que se ponía en el mismo lugar.

--Jungkookie, invítalo a pasar. Haré más guksu para todos. --determinaba el alfa coreano. Se dirigía a la cocina nuevamente rascándose una nalga y seguía picando verduras en una perfecta juliana.

--Dice Jin que te quedes a comer. --Jungkook decía al joven alfa.

--¿Estás seguro? Yo... te besé. --respondía incómodo.

--Sí, él te vio. Y solo fue un beso de piquito, nada grave. Pasa. --insistía el omega. --Seokjin está cocinando. ¿Qué traes ahí?

--Ah, esto. Traje helado de chocolate. Hoy hace mucho calor. --el joven alfa se rascaba la cabeza, pero hacía ingreso de todas maneras a la casa del omega castaño. Le entregaba el helado, caminaba hasta el sofá y se sentaba.

Todo el lugar olía a lavanda y frambuesas y él no era estúpido sabía que habían pasado cosas entre ellos. Después de todo Jungkook mostraba su cuello y piernas llenas de marcas de mordidas y pequeños moretones. El chico tragaba saliva algo resignado. Era joven, pero se había flechado con Jeon. Aún estaba decidiendo si seguir cortejando o no al bonito omega de voz melodiosa y cintura pequeña.

--Listo. Ahora solo queda esperar a que hiervan los fideos y le agregaré lo demás después. --Hablaba Seokjin en un coreano que lógicamente el alfa de ojos azules no podía entender. --Jungkookie. Yeobo, se notan las marcas que te hice. --El alfa indicaba el cuello del omega y este se tapaba con horror la zona, mirando sin disimulo al alfa sentado en el sofá.

--L-lo siento. Lo siento mucho, Andrew. --chillaba Jungkook, antes de salir corriendo a su habitación.

El canadiense miraba detenidamente a su contrario quien se había cruzado de brazos y se había apoyado en la encimera de la cocina que daba hacia la pequeña sala.

--Así que eres su esposo. --aseguraba, sin saber si el mayor entendía inglés.

--Lo soy. Estamos casados todavía. --Explicaba el de ojos marrones con un torpe pero simpático inglés. --Es hermoso, ¿cierto?

--Lo es. Muy hermoso. Eres afortunado. ¿No habías encontrado a tu destinado?

--¿Te habló de mi? --sonreía --Sí, lo encontré y rompimos el lazo. Aún así siento que no merezco a Jungkookie, estaré toda mi vida tratando de retribuirle todo lo que ha hecho por mi.

--Entonces, hazte a un lado. Déjame cortejarlo. --pedía el más joven.

--Lo... intenté, intenté alejarme. --Seokjin hacía una mueca tratando de encontrar las palabras correctas. --No pude. --Decidía.

--Si no hubieses llegado, tal vez él y yo...

--No lo creo. Apenas nos vimos fue inevitable. De hecho fue justo ahí, donde estás sentado... --explicaba el alfa, quien se giraba para apagar la olla, ocultando una sonrisa vengativa.

El más joven analizaba las palabras que el otro había dicho y cuando logró entender la referencia del sofá, saltaba de ahí como si tuviera un resorte en los pies.

--Andy. Ven, ayúdame a poner los cubiertos y platos. --pedía el omega ya más cubierto con unos pantalones holgados y una camiseta con el cuello más subido. Aún así Jeon olía profundamente a lavanda y a rosa mosqueta, la loción que el omega solía utilizar.

--Okey.

Y mientras Andrew y Jungkook ponían los cuencos y cubiertos (dos pares de palillos, un tenedor y tres cucharas soperas), Seokjin terminaba de preparar los elementos para el guksu.

--Bien. Esto está listo. --anunciaba el alfa azabache y ponía la sopa en la mesa. Luego las guarniciones, salsa y kimchi en esta.

--Huele muy bien. --confesaba el alfa de ojos azules, sentandose frente a la pequeña mesa redonda con un mantel de conejitos rosados y alpacas blancas.

--Seokjin cocina muy bien. Hace mucho no probaba esta sopa. --confesaba el omega con una sonrisa cálida que llegaba hasta lo más profundo de sus ojos, haciéndolos brillar como un sinfín de estrellitas.

El canadiense quedaba embobado, pero también tranquilo. Jamás él había provocado en el chico una sonrisa tan llena y luminosa en él, por más que se esforzó. Y tampoco fue difícil notar que el alfa coreano le sonreía de vuelta de la misma manera, como si el omega castaño fuera su todo, su centro de gravedad, su propio sol.

Andrew probaba la sopa y gruñía bajito.

«Maldito bastardo, esto sabe muy bien»

--Yeobo. Ah, yeobo, esta sopa me hará llorar. --expresaba el omega haciendo la típica mueca de enojo cuando algo le sabía espectacular y es que Seokjin siempre se superaba en la cocina.

--Prueba con un poco de esto. --respondía el alfa tomando un poco kimchi con sus palillos, que previamente había limpiado con su boca, y poniéndolo en el cuenco de su esposo. El omega sonreía bonito otra vez y probaba.

La burbuja se rompía, para fortuna del alfa espectador, cuando golpeaban la puerta.

Jungkook se ponía de pie y se dirigía a la puerta. Los alfas continuaban comiendo.

--¡Jamie! Hola. ¿Qué te trae por aquí, pequeño? No me habías venido a ver estos días y no respondiste ninguno de mis mensajes --Saludaba el dueño de casa a un bonito omega pelirrojo de ojos verdes. Unas lindas pequitas decoraban su nariz y mejillas y sus labios rojizos y voluptuosos le recordaban unas fresitas. Ese chico podría haber sido modelo, si no fuera porque medía 1,65 metros, y porque tenía una pequeña pero notoria cicatriz en el pómulo.

--Buenas tardes, Cookie. Mira, te traje fresas frescas, yo mismo las coseché del huerto de mis tíos. Estuve con ellos un par de días ya que mi madre tuvo que trabajar toda la semana. --Indicaba el menor, mostrando una canasta de mimbre llena de fresas que olían maravilloso.

--Aaah, huelen increíble. Gracias. --las recibía el mayor. --¿Ya comiste?

--No, Cookie. Recién vengo llegando. Mamá no está, solo está Jake en casa y mañana tendré mi celo, de hecho ya tengo algunos síntomas. --informaba el pelirrojo desanimado.

--Entra, entonces. Tenemos una rica sopa en casa y puedes quedarte aquí.

--¿Sopa? Pero, hace calor...

--Tenemos el aire acondicionado encendido, ven. --Jeon tomaba su mano.

El tímido omega entraba a la casa y se acercaba a la mesa. El alfa menor se atragantaba al ver lo bonito que era. Seokjin lo miraba divertido.

--Jamie, este es Seokjin --Apuntaba a su esposo. --y este de aquí es Andrew. --indicaba al de ojos azules.

--¡Oh! Te ví besando a ese guapo --soltaba el pequeño omega, indicando al alfa asiático. --Y creo que a este también. --agregaba indicando al otro alfa. --De hecho lo vi a él --indicaba a Seokjin --viendo como este de acá te robaba un beso. --Jungkook se sonrojaba furiosamente y el ambiente se ponía tenso.

--Emm...

--Oh, lo siento mucho, fui imprudente. --se disculpaba con vergüenza.

Seokjin soltaba una risotada mientras se ahogaba con los fideos.

--Él me cae bien. --decía el pelirrojo, volviendo a mencionar a Seokjin.

--Eres muy inteligente --le respondía Seokjin y le cerraba un ojo. El chico se ruborizaba. --aunque no me acostumbro al hecho de que un menor no hable con honoríficos.

--¿Qué va a saber él? Se nota a leguas que es solo un niño. --respondía el alfa más joven, por supuesto de manera muy madura, revolviendo sus fideos con algo de rabia.

--Estás celoso solo porque este chico es más guapo que tú. Gracias Cookie. --decía el omega, recibiendo su cuenco de sopa.

--¿Chico? Gracias por lo de "chico". --decía Seokjin rebosante de alegría. --Tengo treinta y un años.

Los canadienses abrían los ojos como platos.

--Pareces de mi edad. --decía el alfa más joven.

--Incluso tú te ves más viejo que él. Bendita genética asiática.

--Mocoso insolente.

--Alfa desabrido.

--¿Qué sabes tú de la vida si recién saliste de primaria?

--Lo dice el alfa con aires de grandeza.

--Con permiso, voy a buscar agua --decía Jungkook.

--Soy mucho más mayor que tú, deberías tener respeto. --seguían discutiendo, ignorando al anfitrión.

--Te acabo de conocer y ya me trataste mal. Te trataré como me tratas. Y tampoco eres tan mayor.

--Tengo 20 años para tu información y tú eres un mocoso.

--Por favor. Tampoco es tanto, yo tengo 17 años.

--Já. Pareces de 13. Estoy seguro que ni el celo te ha llegado aún.

El pelirrojo se ruborizaba violentamente y un profundo aroma a coco se extendía por la sala haciendo al joven alfa tragar saliva con dificultad. El omega avergonzado se ponía de pie y salía por la puerta.

--Creo que te excediste. --regañaba Jungkook.

--Él comenzó.

--No lo conoces, no sabes por lo que ha pasado, ni siquiera debiste mencionar su celo para empezar, cualquier omega se habría sentido ofendido.

--L-lo siento mucho, Jungkook. --El alfa dejaba su cuenco y su tenedor a un lado y agachaba el rostro arrepentido. Ni sabía que le había pasado, se sintió como un idiota.

--Ya, tranquilo. --decía Jungkook luego de unos minutos --es solo que él ha sufrido mucho y no quería que se fuera a casa estado su padrastro en-

Unos gritos afuera de su apartamento lo interrumpían y su rostro palideció cuando insistentemente golpearon a su puerta.

--Mierda, no... ¡No!

Jungkook corría a la puerta para abrirla y no más al hacerlo lograba ver a su pequeño vecino. Hace nada había estado con el y ahora yacía en el suelo, en ropa interior, solo con uno de sus calcetines, con un labio ensangrentado y una marca de mordida en su hombro.

--Ven aquí, puta. --Gritaba un alfa de unos cincuenta y tantos, con una cerveza en la mano y con sus pantalones desabrochados.

El par de alfas ya estaba afuera y algunos vecinos curiosos habían salido a mirar la escena mientras otros solo lo hacían desde sus ventanas.

--¡Andy! Toma a Jamie, llévalo a mi apartamento.

--No. No. Ese omega es-

No alcanzaba a terminar la frase cuando Jungkook atrapaba en un puño los testículos del alfa y los apretaba con fuerza, mientras con la otra mano sacaba su teléfono del bolsillo y llamaba a la policía calmadamente. El alfa inmediatamente chillaba y se retorcía en el suelo. El omega solo lo soltó cuando la llamada entró.

--Policía, quiero reportar un caso de violencia doméstica y abuso sexual en contra de mi vecino omega, menor de edad.

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