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04- Problemas

Mientras peinaba su pelo de una manera bastante nerviosa, la joven no paraba de hablar sola mirando al espejo, criticas de su apariencia brotaban un tras otra desde sus labios mientras un peine pasaba una y otra vez por su cabello.

-Vaya...-Susurro sorprendida al ver todos los mechones que habían quedado en los dientes del peine, luego miro al suelo y vio algunos también en el suelo.-Tras que tengo que lidiar con esto- Dijo mirándose al espejo- Ahora me pasa esto...- Juntó todo como si le diera asco, como si fuera el insecto mas asqueroso y repugnante del mundo pero se trataba de su propio cabello. Aun así, ella se sentía así consigo misma, sus pensamientos no paraban de comerle la cabeza, la miradas de los demás, incluso siendo de un cruce de vista por pura casualidad, la hacían sentir totalmente incomoda.

-¿Male, hija?- Una voz suave y preocupada sonó después de dos golpe en la puerta de la susodicha.

-¿Qué pasa Ma?- Contestó de manera bastante cortante-Estoy ocupada...- La joven solo se estaba mirando al espejo, se quito la remera que le quedaba increíblemente holgada.

-Ya está la comida...-Su madre sonaba cariñosa pero la preocupación no podía esconderse en su voz.

-No tengo hambre-

-Pero...

-¡QUE NO TENGO HAMBRE!- Chillo Malena, su voz pareció quebrarse de lo agudo que había gritado.-No...no tengo hambre- Dijo ahora más calmada, quitándose la pollera la cual solo cayo a en sus pies fácilmente quedando solo en ropa interior frente al espejo.

-Dejo en plato en el microondas por si quieres...- Su madre no había abierto la puerta, sabia como iba reaccionar su hija y sabía muy bien lo que estaba haciendo ahora. Tenía ganas de llorar, de abrazarla pero su hija había cambiado bastante, con el tiempo deseaba que vuelva a ser su dulce niña. Su...dulce niña.

La joven fue a la cocina envuelta en una bata de baño que la tapa completamente, desde los pies a hasta el cuello, vio la nota en la mesa junto a una manzana.


El plato esta en micro, solo dale a Inicio. Es tu favorito.

Te quiero.

Miro el Microondas que estaba solo a unos pasos de ella, lo apago y guardo el plato en la heladera. Miro la jugosa a la manzana en la mesa, su rojizo brillo resaltaba en la mesa de madera. La tomó en sus manos, era de sus favoritas, odiaba las arenosas. Le dio  solo un mordisco y el juego se escaba de sus labios.


-Deliciosa- Se dijo a si misma y guardo la manzana en la heladera para volver a su cuarto.



Maximiliano se entraba sentado en su cama con un porta retratos en sus manos, miraba con melancolía la foto familiar de uno de los mejores viajes que había tenido. Un nudo en la garganta le señalaba que yo podía aguantar por mucho sus emociones. Extrañaba esos momentos, extrañaba a su hermano, extrañaba su buena relación con sus padres, extrañaba su familia de antes. Todo cambio muy rápido, se sentía perdido, incomodo, como si no perteneciera a ese lugar a que llama "Hogar".

Suspiro y se restregó los ojos, secándose las pequeñas lagrimas que habían empezado  asomar. Un vació y un dolor enorme el pecho hacia que le costara estar tranquilo, sentía como si le faltara el aire. Estaba por ponerse a gritar nervioso cuando una voz lo saco de su pensamientos que lo estaban abrumando.

-Gracias...- Dijo David apoyado en la pared, tenía una mirada compasiva, Maximiliano noto eso y aparto la mirada. El mayor se sentía mal, solo por un caso sus situaciones eran parecidas pero el resto era completamente diferente, aun así, entendía su dolor. Todos comprendemos el dolor del otro, serán diferentes algunos. Pero el pesar y la sensación es lo mismo. Un terrible dolor en el pecho. Pensó David acercándose al menor y sentándose a su lado.

-De nada...-

-Oye... ¿Estas bien?-

-Si, solo estoy...

-¿Cansado?- El joven solo asintió mientras el mayor soltaba un risa sabiendo que mentía.

-¿Qué?- Pregunto el joven enojado ante la reacción del otro.

-Nada... solo que...me recordaste a alguien-

- ¿"A alguien"?-

-Yep- Afirmo David sin decir a nadie más, Maximiliano lo miro esperando respuestas recibiendo solo una sonrisa del tatuado, quien se encogió de hombros como diciéndole burlonamente "No te voy a decir".

El menor solo lo miro con mala cara y haciendo pucheros enojado, el tatuado solo se rio. Maximiliano se había incomodado por un momento, era la primera vez que hablaban y que lo veía sonreír y reír. Por lo que aparto su mirada del mayor y la clavo en suelo mientras jugaba con los dedos.

-¿Q-Que vas a hacer ahora?- Pregunto un tanto nervioso. ¿Por qué estas así Maximiliano? Se cuestionaba a si mismo en sus pensamiento, luego miro a David que parecía dudar.

-No se...esperar a que la lluvia pare, si no es molestia...-

-No no, no es molestia para nada- El joven se sentía  como un tanto incomodo, no entendía porque (según él) estaba actuando de manera tan estúpida. La idea de prestarle el paraguas se había cruzado en su mente pero había decidido dejarla.


-¿Lo extrañas?- La pregunta de David lo había sacado de sus pensamientos, tomo la foto que tenia Maximiliano en su regazo y la miro con atención, como si estudiara cada detalle. Sonrió triste al ver a los hermanos abrazados.

-Si, mucho...- Contesto el menor muy despacio, no le gustaba hablar del tema, pero él sabía que ya no tenía que evitarlo, que tenía que empezar a enfrentarlo y dejar sus emociones fluyan, empezar a descargarse de todo ese dolor que estaba acumulando.

Pero nada. Ninguna lágrima caía.

-¿Eran muy unidos, no?

-Si, mi papá suele estar afuera por el trabajo y mi mamá es Directora en una escuela a la tarde, porque lo solo nos teníamos a nosotros... El había asumido el rol de cuidarme, mi mamá trataba de estar lo más posible pero no podíamos culparla, esa escuela se ponía patas para arriba si ella no estaba –Se rio Maximiliano al recordad una anécdota que su madre le había contado una vez que se había enfermado por unos días, pero tan rápido que vino esa alegría, también así se fue- en cuanto a mi viejo...no hay mucho que decir, cuando está en casa, suele estar cansado malhumorado por su trabajo pero cuando no lo estaba, podía decir que había lindo momentos...los hubo, los viajes, las cenas, algunas fiestas en familia pero todo eso cambio cuando...

-Esta bien, no tienes que seguir- Comprendió David la situación, con un poco de duda, apoyo su mano en el hombro del menor y le sonrió. Este asintió y susurro un "Bien" mientras soltaba un suspiro pesado.-No me imagino como seria tener un hermano...-

-¿Eres hijo único?-

-Algo así...-

-¿ "Algo así"?- David solo asintió, no tenía ganas de hablar de su familia y como lo habían rechazado por completo, si tenía que hablar de familia,  su tía el único miembro que el mencionaría. Maximiliano seguía sin entender pero parecía que el tatuado no iba a decir nada más, le pareció que era un tema sensible.


La puerta principal se abrió, una voz de una mujer saludando anuncio que había llegado con un tono muy dulce pero fuerte para que su hijo la escuche, sacando a ambos del silencio que había formado, se paro para ir a saludar  y se giro para mirar a David.

-Ven, saluda a mi vieja- Dijo con una sonrisa tranquila.

Cecilia se encontraba completamente nerviosa, no sabía qué hacer, trataba y trataba de recordar la última vez que la hizo y con quien lo hizo, quería recordar si había usado protección. Quizás solo estaba exagerando la situación, que algo le habría caído algo mal pero ya sabía que no iba ser así, no tenía una manera de afirmarlo pero  ya sabía cuál era la respuesta.

Camino hacia el living con miedo de cruzarse con aquella personaba que odiaba tanto pero que a la vez era también la causa de sus pesadillas, tenía que aprovechar el momento antes de que sea demasiado tarde. Tomo su billetera para guardarla en el bolsillo trasero de su jean y apenas abrió la puerta, vio como un aguacero azotaba las calles y amenazaba con seguir un largo rato.

-Fabuloso- Comento sarcástica mientras tomaba un paragua y se disponía a tomar rumbo para comprar lo que diría si la había cagado o no.

Sus zapatillas se iban mojando a medida que iba caminando, la lluvia era fuerte y el viento era bastante violento,  se apresuro a llegar a la farmacia, le preocupaba que la lluvia se pusiera peor, si es que era posible. El paragua no la había protegido de nada, estaba mojada completamente, sobretodo que a medio camino este se dio vuelta por el viento y se rompió. Maldijo en silencio y tiro el resto del objeto en un cesto que había en la entrada, sintió un poco de frio  por la ropa mojada y  empezó a recorrer  la farmacia que era bastante larga.

Entre todos los productos, medicamentos y más cosas, buscaba con total vergüenza el pequeño objeto, nunca había sentido así, ni al comprar varios paquetes de condones para hombre como hizo una vez, pero ahora sentía como sus mejillas ardían y le costaba mirar sin apartar la mirada de los otros clientes. Al fin los encontró, había alrededor de unas tres marcas y tomo el que le había dicho que era el más certero, cuando se dirigía a la caja para pagar, la vergüenza y las ganas de desaparecer había aumentado cuando vio un rostro familiar. Se escondió detrás de una estantería y espió por la esquina de esta, un joven alto se encontraba en la fila esperando para pagar. Sus ojos recorrían al joven, esa cabellera rubia le era completamente familiar, mirando cada detalle para cerciorarse si era quien creía que era pero fue mala idea el joven pareció notarlo y se dio vuelta.

-¿Cecilia?- Pregunto el joven alto de cabellos rubios. Cecilia entro en pánico tirando algunas cosas de las estanterías haciendo un gran estruendo, deseando que la tierra la tragara completamente. ¿Justo ahora tenía que cruzarme con alguien? La joven se agacho para recoger lo que había tirado mientras pensaba que la mala suerte le estaba jugando una mala pasada a propósito.- ¿Estás bien?- Pregunto el joven mientras le ayudaba a juntar algunas cosas, Cecilia pudo notar una sonrisa en el joven, por lo visto trataba de no reírse ante la situación de haber tirado todo, suspiro de vergüenza y trato de sonreír.

-Tanto tiempo sin vernos, Germán- Contesto levantándose y dejando los productos nuevamente en su lugar.

-La verdad que hace mucho tiempo- Respondió Germán ayudándola también, este le sonreía pero ella tenía el seño fruncido, la verdad que no estaba bien y le estaba molestando un poco la sonrisa burlona que trataba de disimular el chico a su lado.

-¿Te pareció gracioso?-

-N-no- Dijo el joven pero sus cachetes se inflaron al tratar de contener la risa al recordar el momento.

Cecilia levanto una ceja, marcándole que no le mintiera y este le mostro una sonrisa completa. La joven sintió por un momento su corazón acelerar, Germán siempre tenía una sonrisa ladina, como burlona pero cuando sonreía mostrando su dientes, cambia completamente esa imagen de chico burlón para dar paso a una de completa honestidad y amabilidad.

-En fin... Gracias por ayudarme con... esto- Dijo y le dio un golpe amistoso en brazo, tratando de esconder su rubor.

-No es nada... ¿y qué me cuentas?- Se veía que el joven tenía ganas de hablar, hace mucho que no se veían y tenía muchas ganas de ponerse a tanto pero Cecilia lo único que quería era pagar e irse rápidamente de ahí, tratando de evitar cualquier otro encuentro posiblemente vergonzoso.

-Nada nuevo- mintió, la verdad que su vida había cambiado completamente desde la última que se vieron, hará ya hace unos 5 años.- ¿Y vos?

-También, cansado nomas por la facultad-

-Ah, cierto que ya estás en la facultad- Germán y Cecilia tenia la misma edad pero ella había repetido en el último año de la primaria y se había cambiado de colegio.- ¿Qué estas estudiando?

-Gastronomía- Dijo el joven orgulloso, Cecilia lo miro sorprendida, de lo que conocía de Germán, era lo menos que esperaba de él.

-Vaya...no me lo esperaba... ¿Y cómo eso puede ser cansador?

-No es tan fácil como piensas- Sonrió ladinamente y un tanto coqueto, Cecilia rodó los ojos mientras le sonreía también.-Incluso tengo economía de materia-

-Jaja, que pena por ti –El sarcasmo de Cecilia borro por completo la sonrisa de Germán.

-¿Y qué hay de vos? ¿Es tu ultimo año, no?- Germán se hacia el ofendido pero le sacaba una sonrisa a Cecilia.

-Y...ahí vamos, hace poco empezamos y si, mi último año-

-Que nostálgico...-

-¿De veras extrañas la escuela?-

-Algo... es como que extrañas el ambiente, cuando estés estudiando la carre...

-No voy a ir a la universidad-

-¿No vas?-

-No, ya me canse de la escuela, no creo aguantar unos años mas- Paso su mano pos cabellos mojados, echándolos para entrar y mirando hacia un costado, muchos tomaban de muy mala manera su decisión de estudiar. El peor fue su padre pero ella no le importa la opinión de ese hombre. Buscaría un trabajo y quizás volvería a las andadas pero le había prometido a Maximiliano que iba dejarlo. Y ahora se encontraba con una pequeña caja entre sus manos escondiéndola del joven alto, avergonzada, sobretodo,  por haber roto la promesa.- Quizás  empiece a buscar un trabajo ahora-

-Eso está bien, el trabajar te da como cierta independencia...- El rubio hablaba de lo bueno que era el hecho de empezar a trabajar, de la independencia y de otras muchas cosas más que la joven no estaba escuchando, se había sumido en sus pensamientos. Yo siempre tuve independencia, aunque él no lo acepte, no es el dueño de mi vida. Ella no veía la hora de poder irse de aquella casa y si le era posible, sacar también a su mamá de esa casa.-...aunque uno termina extrañando, no?

-Si...- Contesto de manera automática, su voz salió como un susurro, Germán se acerco para verla a los ojos los cuales estaba perdidos en algún punto de la farmacia.- ¿Segura que estas bien? Te ves un poco enferma...- El joven puso su mano en la frente de Cecilia. Estaba empapada y tenía una ojeras alrededor de los ojos, por su mente cruzaba de que había pescado un resfriado pera la frente de la joven se encontraba fría.

-s-SI- Contesto  tartamudeando por la cercanía del mayor, este se notaba preocupado, aparto su mano con suavidad y trato de fingir una sonrisa creíble- Estoy un poco cansada nomas-

-Ten- Germán puso su chaqueta en los hombros de Cecilia, la joven estaba empezando a sentir algo que pensó que había olvidado hace mucho.




La lluvia había parado, David ya se había ido y Maximiliano tenia le sensación de que había ganado un amigo, sabía que no habían cruzado muchas palabras como para entablar una amistad pero en muchos casos, no necesitas palabras para entender a la otra persona y él lo sabía. Era un tanto triste que un dolor de la pérdida de un familiar los haya unido pero ese dolor no parecía ser tan pesado como antes.


Que bueno que guarde algunas prendas. Pensó Maximiliano mientras ordenaba la que era de su hermano y que había decido guardar en su ropero. Sé que papá no lo hizo a propósito, aun me cuesta entender, intento de buscar algún sentido a su reacción pero siempre quedo en nada. Sé que es doloroso, muy doloroso pero... ¿El hecho de querer deshacerse de todo lo que era de su hijo? ¿No es demasiado? "Un pico de estrés", esa fue la excusa, era bastante creíble pero no creo una persona sufra de un ataque de estrés cuando vuelve borracho después de haberse gastado todo lo de su billetera en un bar.

Aun así es mi padre, lo sigo queriendo y yo se que nos quiere, aunque ya no lo demuestre, aunque se haya vuelto frio, aunque ya no esté mucho en casa, aunque ya no tengamos una cena familiar como antes. Sé que mi relación con mi padre nunca fue tan buena como la que tenía mi hermano con él. Yo siempre me llevaba mejor con mamá....


-"Me llevaba..."- Repitió su pensamiento en voz alta. Se ve que he asumido que ya mi relación con mi familia es desastre y...no puedo negarlo, verdaderamente lo es, ya no hay la confianza de antes, es como si nos hubiéramos separados todos. El cariño existe pero como si estuviéramos alejados uno de otros. Ahora nos cuesta entendernos, nos cuesta saber la reacción del otro, es como si nos desconociéramos, como que la parte de familia se borro de nuestras mentes aunque los sentimientos existen.

Eso me ha llevado a no decirles, de que mi mente tranquila pase a estar confundida todo el tiempo, de ser mucho más frio y cerrado con mis sentimientos. Siempre he sido como alguien introvertido o bastante solitario pero desde el accidente ha empeorado, es como si hubiera perdido mi confianza. Y así lo era, yo confiaba en la ayuda de mi hermano, de que estaría ahí apoyándome y dándome confianza, dándome valor a no tener miedo y poder abrirme. Pero ahora lo perdí, perdí a quien me estaba ayudando a salir.

Cecilia es la única que lo sabe  -por mi propias palabras y no rumores- pero aun así, ya no siento ese valor para plantarme ante la gente sin miedo a que me juzguen, incluso le tengo miedo a mis padres. Y no es por exagerado, ya he tenido como pequeñas "advertencias" de cómo serian sus reacciones pero en esos momentos estaba Samuel, mi hermano. Me maldigo por haber sido tan dependiente.

-"Son repugnantes"- Con el solo decirlo puedo volver a sentir lo mismo que había sentido en el momento en el que mi padre lo dijo, el nudo a en la garganta, un vacio jodidamente doloroso en el pecho, los ojos que empezaban a lagrimear y que las piernas temblaban. En ese momento me excuse que estaba cansado y que necesitaba dormir. De suerte ambos se habían ido por sus respectivos trabajos y no escucharon mi llanto ahogado por la almohada. Ahora mismo, los ojos me vuelven arder y siento que pierdo el habla.

Había pensado muchas cosas en ese momento, irme de la casa había sido una opción pero me sentiría peor de solo ver como el dolor estallaría cuando un miembro más de la familia desapareciera. Después pensé en nunca decirlo...que quizás podría enamorarme de alguna chica, pero después me reí entre los sollozos, me burlaba de mi. El hacerme sacerdote fue la idea mas ridícula, la había pensado pero estaría rodeado de hombre, jaja, nunca iba funcionar.

Por un momento pensé que era una etapa, como una fase que de algún modo iba superar. Pero eso nunca paso, sabía que nunca iba pasar y pude confirmarlo cuando por primera vez podía sentir algo en mi pecho que no era dolor. Lo peor de todo fue cuando me di cuenta de quién me había enamorado. Las preguntas habían empezado a atacar mi mente y esa sensación  fue reemplazada de nuevo por un dolor que no podía quitarme de encima.


¿Por qué yo? ¿Por qué justamente yo? ¿No podía enamorarme de una simple chicha y tener una simple relación como cualquiera? No. Tenía que enamorarme de un chico. No podía aceptarlo. No podía aceptar que era gay. Ya no podía pensar más ideas, aun que en realidad, no había ideas ni posibilidades de cambiarlo, no podía cambiar lo que sentía mi corazón. -Quizás si hubiera sido yo él del accidente...hubiera sido más fácil.

Ya había pagado por el test de embarazo, quería salir más rápido de ese lugar. Aun sentía sus mejillas arder.  Agradecía que Germán había ido a la caja a pagar después de darle la chaqueta, luego no lo vio irse pero se sintió aliviada que no haya visto la pequeña caja que ella escondía en sus manos. Por alguna razón, ella no quería justamente Germán se entere, no creía que la fuera a juzgarla pero aun así, no sabía que era lo que verdaderamente sentía.

¡Su chaqueta! La llevaba puesta y él ya se había ido. La  idea encontrarse de nuevo le había dibujado una sonrisa tonta pero luego sacudió la cabeza, no quería volver a sentir esa emoción. Aun que el mundo parecía no estar de acuerdo con ella, su corazón se acelero al ver al rubio apoyado en su auto, bajo un paraguas, esperando.

-¿Te acerco hasta tu casa?- Dijo el alto acercándose y haciendo que el paraguas cubriera a la chica también. Cecilia aparto la mirada avergonzada, el hecho de que la esperaba a ella no hacía más que hacer su estomago diera un vuelco de emociones. Pero aun así no podía evitar el hecho de sonreír.

-s-Si no es una molestia

-Para nada- La sonrisa sincera de Germán y esa mirada cálida hicieron que volviera a sentir esa sensación, como si algo revoloteara en su estomago y en ese momento...no le molestó.


-No es necesario- Dijo Cecilia abriendo la puerta al encontrarse a Germán cubriéndolos con el paraguas, la lluvia había parado en trayecto  a la casa de Cecilia en el auto para luego volver con un leve rocío que mojaba despacio a la ciudad. Esto solo sonrió a manera de respuesta y caminaron a la par hasta la puerta de Cecilia.

El silencio era llenado solo por el sonido del rocío, aun así no se necesitaban palabras en ese momento, porque silencio que había entre ellos no era nada incomodo, es más, era como relajante.

-Asi que vives aquí ahora...-

-Si, nos mudamos acá hace unos 5 años ya...- Justamente cuando ella se había cambiado de escuela.

-¿Extrañas la anterior casa?

-Un poco...- Esta casa a Cecilia no le molestaba, le molestaba solo hecho que se hayan mudado por unos problemas en los que se había metido su padre y también porque estañaba a quien era su vecino.

-Es una pena que ya no seamos vecinos- Dijo con cierta melancolía recordando cuando se juntaban entre amigos para jugar y pasar la tarde, anhelaba esos momentos en los que no tenía tantas preocupaciones.

-¿Q-quieres pasar a tomar algo?

-Me encantaría, pero tengo que llevarlos los medicamentos a mi abuela- Dijo el rubio levantando la bolsita de la farmacia con varias cajitas. Cecilia recordó a la Señora López, la abuela de Germán, recordaba de cómo  de niños visitaban a esa  dulce y agradable señora, la abuela de Germán, que le regalaba dulces y le contaba su historia de cuando era joven.

-Mándale saludos de mi parte –Dijo Cecilia acercándose al Germán y dándole un beso en la mejilla- Fue gusto volver a verte y gracias por acercarme.

La joven entro a su casa con una gran sonrisa, estaba bastante feliz de haberse encontrado con Germán. Cuando cambio de escuela, perdió contacto con todos, no era difícil mantenerse en contacto debido a las redes sociales a las cuales cualquiera tenía acceso pero ella había sufrido un gran cambio en ese momento.


-¿Dónde estabas?- La voz la saco de sus pensamiento, su sonrisa se borro y frunció el seño. Frente a ella, estaba su padre sentado en sillón mirando la televisión y con una botella de cerveza en la mano. Podía sentir como apestaba a alcohol a metros de distancia, sintió nauseas y maldecía en silencio, esperando que haya tomado tanto como para luego tener que liar con los desastres que dejaba estando borracho.

-Eso no te incumbe- Seria lo mas cortante y fría que pudiera, no tenía que ir dándole explicaciones, ya sentía como su sangre hervía del enojo.

-Soy tu padre...- Cecilia tuve que contenerse la estruendosa carcajada que iba soltar ante tal comentario, decidió solo reír en silencio y soltar un suspiro sonoro.

-No me vengas ahora con "Soy tu padre", nunca te preocupo ser uno antes así que no me vengas con boludeces ahora-

-Tengo hambre...-

-Bien por ti – Le importaba una mierda  y no haría nada al respecto, por ella que se muriera de hambre o que coma basura, estaba por dirigirse a su cuarto pero sintió un escalofrió cuando arrojo la botella contra el piso y se puso de pie.

-Prepara algo- La mirada de su padre y la voz con la que había dicho eso la habían asustado por completo, su padre era violenta y bien que lo sabia pero nunca le había pegado a ella, o que no recuerde. Aunque en ese momento dudo de que ese "nunca" siguiera en el futuro.

-No quiero, estoy cansada y tengo sueño-  Avanzo con paso acelerado, huyendo a su habitación pero un fuerte agarre, que le hizo soltar un quejido, la detuvo. Lo que sintió por siguiente nunca lo hubiera imaginado, un fuerte dolor en su mejilla inundo por completo su rostro.


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