01- Existencia
Siempre me he preguntado cuál es el motivo de mi existencia, de por que he nacido en un especifico año, etapa, periodo, hora…cada parte de la vida que quieras nombrar. Existe alguna especie de motivo para cada persona que vive en este momento en el planeta y también lo existió para que aquellos que ahora descansan en paz. Siempre sostuve mi idea de que la muerte no suele ser algo casual, de que es porque tu “tarea” termino aunque a veces la vida da giros inesperado y como humanos…”no actuamos en base al plan”.
Todo los que nos ocurre puede ser por obra misma del destino aunque también están las consecuencias de nuestra acciones, de los caminos que tomamos y de la manera que cambiamos. Uno escribe su propio destino, varios pueden negarlo pero está en ellos creerlo o no. Para mi opinión, existe una especie trama pautada, ya escrita pero también existen espacios y hojas en blancos para que nosotros podamos completar. El completarlo con nuestras acciones.
Lo malo es que…muchas veces no existen esos espacios u hojas en blanco, que solo hay que seguir con lo pautado, con lo escrito, con el “guion”. Es como si destino jugara con nuestra vida e hiciera lo que se le canta la gana. Pasamos a ser los peones en un tablero de juego gigante en el que no podemos tomar decisiones.
No creo en Dios, es más, en ninguna religión…he llegado a la conclusión que regirse en una religión te hace perder en algunos aspectos como tu libertad a la hora de pensar o actuar. No te deja ser quien en verdad eres. Aun así, siento como la existencia de algo más allá, una especie de entidad que es de alguna forma, superior a nosotros. Yo suelo llamarlo y asociarlo con el destino. Muchas veces creo esa entidad es el jugador y nosotros somos la fichas del tablero de juegos al que nosotros llamamos vida.
Suena un tanto perturbante si te lo pones a pensar, el hecho de que muchas veces no somos más que títeres que no pueden tomar sus propias decisiones y que se encuentran atrapado en una prisión de hilos. A mí me inquieta mucho también pero muchas veces me pongo a pensarlo, de que si es verdad o no y termino yéndome por las ramas con conclusiones que no llegan a ningún lado y solo me recuerda el hecho de que estoy desperdiciando tiempo en mi ordinaria vida.
Soledad suspiro y por momento decidió tomarse un descanso de tantos pensamientos sin rumbo alguno. Con los brazos cruzados sobre su escritorio, golpeaba suavemente la madera mientras observaba con atención los alumnos frente a ella.
Los alumnos estaban trabajando en equipos, se había mantenido cierto orden y silencio debido a que hora un trabajo fácil pero ella les había dicho que llevaba nota por lo que la finalización y entrega del mismo era importante. Entonces como se había mantenido la calma, Soledad había decidido dejarse llevar por sus pensamientos por un rato. Cuando se pone a pensar en algo que tiene cierta importancia en su vida, se queda mirando en un punto fijo sin darse cuenta lo que pasa a su alrededor o hace las cosas de manera automática. Siempre creyó que era un poco rara por “congelarse” o estar “ida” (Como ella suele referirse) de esa manera pero poco a poco le fue perdiendo importancia a esa idea y dejo empezó a dejarse llevar por sus pensamientos.
¿Cuánto tiempo he estado así? Miró el reloj en su muñeca y pudo calcular que estuvo así, aproximadamente, más de media hora. Se sorprendió un poco del tiempo en el que había estado “ida” y que debería empezar a hacer algo o terminaría “holgazaneando” de nuevo y perdiendo el tiempo.
Se decidió por corregir los trabajos que le habían entregado de otro curso pero se dio cuenta que ya había corregido algunos. Le pareció que era imposible, se los habían entregado en último cambio de hora que fue hace poco, antes de venir a dar clases al curso de ahora. Pero recordó que había estado sumida en sus pensamientos que tal vez lo corrigió de manera automática. Sobre todo que el tema del trabajo había sido sobre varios textos acerca del destino y las decisiones humanas.
Puesto a que su corrección había sido un tanto automática, empezó a revisarlos de nuevo debido a que no confiaba mucho en lo que había hecho en ese momento en el que tiempo pareció congelarse dentro de su mente.
Reviso con cuidado lo que había puesto y lo que habían hechos alumnos, se sintió orgullosa del trabajo de los mismo y de la conclusión final que se pedía en el trabajo. La mayoría mostraba tener sueños y esperanzas, de que no mostraban ser, como algunos profesores dicen, “un caso perdido”.
Levanto la cabeza para mirar lo alumnos del cuso, a todos y a cada uno de ellos, lentamente su mirada se iba dirigiendo lentamente a todos los alumnos en el aula, como si los analizara y no tratara de olvidarse de ninguno. Eran muy diferentes a los alumnos del trabajo que estaba corrigiendo. No lo pensaba de manera física si no a su manera de pensar, de percibir las cosas, sus sueños e ilusiones, sus ambiciones y deseo. Todo eso era muy diferente, podría decir que era claramente opuesto y se sintió mal por compararlos pero eso le permitió darse cuenta de que ellos si encajaban con lo que los profesores decían de “Un caso perdido”. No quería verlos a ellos de esa manera pero en ellos no parecían encajar con la palabra “alumno”.
Podía ver como cada uno de ellos tenían dificultades en la escuela y en su vida, en la manera en la que se devolvían, actuaban y pensaban. Incluso, algunos ya habían renunciado a la idea de terminar la secundaria y seguir sus estudios en alguna universidad, y otros no pensaban ni trabajar. Le parecía un tanto inaceptable que sus alumnos tengan eso planes de vida, no quería que ninguno termine como uno del año pasado. Aunque son casos un tanto diferentes…el final puede ser el mismo. Se angustio con solo pensarlo.
El año apenas estaba empezando y sus alumnos habían arrodajado parte de sus vidas por la borda, renunciando a todo cuando sus oportunidades apenas comienzan. Es su último año de su secundaria e incluso ya habían renunciado a la idea de esforzarse. Tenía que encontrar alguna manera de ayudarlos pero sentía que estaba pensando de manera hipócrita y que si lo intentaba, iba quedar mal frente a quienes las rodean.
El timbre de fin de clases la devolvió de nuevo a la realidad, vio como los alumnos guardaban todos sus útiles y que ninguno le entregaba el trabajo, por lo que asumió que ninguno termino.
-Aquellos que no terminaron el trabajo, tienen tiempo hasta mañana de terminarlo y entregarlo, recuerden que es nota de su primer trimestre. Estaré mañana en la sala de profesores o se lo pueden entregar a la preceptora- Ella sabía que le estaba hablando a la pared, de que ninguno la estaba escuchando pero ella ya les había advertido que no tendría consideración aunque ni ella misma se lo creía.
Guardo todo hasta esperando hasta que el ultimo alumno, con su bolso en la mano se quedo mirando el aula vacía, era así como se sentía muchas veces cuando estaba dando clases…de que el aula esta vacía y que nadie la escucha.
¿O es acaso que yo me siento vacía? Fue el pensamiento que se le cruzo de repente por su mente, se quedo un momento quieta para pensarlo pero luego se fue del aula con una mirada perdida.
Caminaba por pasillos de la escuela con la mirada en un punto lejano, paso al lado de Hernán, el profesor de historia, quien quiso saludarla pero esta solo siguió caminando como si no lo hubiera visto.
Cuando llego a su departamento, cansada de subir las escaleras, apenas abrió la puerta, tiro su cartera hacia un costado se saco los zapatos y se tiro en su grande sillón en su pequeño living.
Tomo aire y lo soltó con un fuerte suspiro, clavo su mirada al techo como si de repente apareciera un cartel la cual le dijera que ha hecho suficiente, que puede irse de vacaciones a algunas islas lejanas a su trabajo, donde podrá poder tomar sol y no hacer absolutamente nada, solo descanzar. Gruño con disgusto al ver que las idea de unas vacaciones pagas era un tanto imposible, sobretodo que no tiene suerte a la hora de ganar premios.
-La vida de un profesor es difícil- Se dijo a ella misma como consuelo, nunca se había imaginado que terminaría viviendo semejante situaciones como la ignorancia completa de sus alumnos y cuando recordó la clase de hoy, se dio cuenta de algo que había pasado de alto, no se había dado cuenta que la mayoría de los alumnos estaban con sus celulares y que fingían de hacer el trabajo. E incluso le molestaba el hecho de aunque les pusiera un aplazo en la libreta de calificaciones, no les importaría ni un poco. –Quizás debí ser profesora de educación física en vez de psicología…- Se lamentaba mientras se dirigía con desgano a la cocina para prepararse algo para almorzar.
Soy Soledad. 35 años. Profesora de Psicología. Soltera desde hace ya unos años y sobreviviente de tres matrimonios que terminaron en divorcio inmediato. Tengo el positivismo de un de pila del tamaño de una pulga y la fuerza de un oso…un oso de peluche. Vivo sola, en un departamento en el medio del suburbio, de un edificio que posiblemente sea más viejo que la constitución, en el que ya ocurrieron 2 homicidios y creo que yo voy ser la tercera.
Maldita frase “la tercera es la vencida”.
Con vecinos más amigables que un chihuahua rabioso. Vivo mi vida de adulta desde mis 19 años. Cuando decidí irme de casa debido a la continua adicción a mi padre al alcohol y al engañar a mi madre con cualquiera mujer que pasara por delante de él. Actualmente desconozco el paradero de mi padre debido a su nueva adición al apostar y debido a su deseo de que haber tenido un hijo pero el destino decidió darle una hija. Quizás ya perdió todo y este en algún lugar vagabundo en la calle. Con respecto a mi madre, ya ni me recuerda, me alegra un poco aunque también me duele pero me acuerdo de todo el dolor que le hizo pasar mi padre que es mejor así, que no recuerde nada y que solo se encuentre en su mecedora con una gran sonrisa, como si fuera una pequeña niña. Nunca quise dejarla en un asilo pero se me era imposible cuidarla, mucho más cuando mi padre volvió ebrio y empezó a pegarle sin motivo alguno. Fue en mi cumpleaños, cuando cumplía 19.
Muchas veces me pongo a pensar que hubiera pasado si mi madre se hubiera separado de él, si aun pudiera recordarme y no sufrir de Alzheimer, entre otras enfermedades. Si hubiera confiando en el amor de chico que se me confesó en la secundaria. Si mi primer matrimonio hubiera durado o el segundo o el tercero. Si hubiera podido tener un hijo. Si hubiera aceptado la propuesta de ir a trabajar al exterior de una amiga. Si hubiera podido estudiar abogacía o hubiera podido conseguir por lo menos una beca. Su hubiera agarrado las joyas y cosas de mi madre ante que mi padre las perdiera en el casino apostando. Si hubiera nacido varón en vez de mujer así mi padre no hubiera engañado a mi madre con tantas mujeres.
Si no hubiera nacido.
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